top of page

NEUROPEDIATRÍA

  • Instagram
  • Facebook
  • Twitter
  • LinkedIn
  • YouTube
  • TikTok
CONTENIDO DE LA UNIDAD
  • Material de estudio

  • Imágenes

  • Videos

  • Actividades de aprendizaje

EPILEPSIA Y OTROS TRASTORNOS

PAROXÍSTICOS

CEFALEAS EN LA INFANCIA

OBJETIVOS

  • Adquirir los conocimientos necesarios para diagnosticar los distintos tipos de cefalea, identificar la causa o factores
    precipitantes y definir la estrategia terapéutica.

  • Ser capaces de clasificar las cefaleas, informar al paciente, responder a las preguntas que planteen y considerar
    la actuación a seguir.

  • Poder aplicar los conocimientos recibidos para incidir de forma favorable en la evolución del paciente con cefalea.

  • Saber sintetizar los conocimientos adquiridos y poder desarrollar y diseñar nuevas estrategias de actuación.

INTRODUCCIÓN

La cefalea es un síntoma común, en general banal y de naturaleza benigna, motivo frecuente de consulta en pediatría por la ansiedad familiar que genera. Puede estar desencadenada por múltiples procesos, neurológicos o extraneurológicos, o constituir una entidad primaria en sí misma. La frecuencia de episodios de cefalea recurrente aumenta con la edad, hasta alcanzar una prevalencia de hasta el 58% en la adolescencia, y predomina en el sexo femenino, con una ratio mujer/varón de 1,5/1. El diagnóstico es fundamentalmente clínico.

La cefalea recurrente es el motivo más frecuente de derivación a los servicios de neuropediatría y se ha objetivado un aumento en su incidencia en las últimas décadas, probablemente relacionado con cambios en el estilo de vida y situaciones estresantes (factores psicosociales), como mayor presión académica, con más horas de dedicación a los estudios en detrimento de horas de juego, niveles más elevados de estrés en las familias, menor tolerancia a la frustración por sobreprotección familiar, excesiva importancia por la imagen corporal en adolescentes, acceso a todo tipo de información y exposición elevada a pantallas entre otros.

Una anamnesis detallada y una exploración física completa permitirán diagnosticar la mayoría de las cefaleas. Solo en un pequeño porcentaje de casos se necesitan exámenes complementarios.

En los pacientes de menor edad el diagnóstico puede ser más difícil, por la dificultad para expresarse y precisar los síntomas o por coexistir más de un tipo de cefalea recurrente en el mismo niño.

FISIOPATOLOGÍA

El parénquima cerebral es insensible al dolor, la cefalea se origina en estructuras vecinas, intracraneales y extracranea-les, con diversos mecanismos implicados en la activación del sistema trigémino-vascular (Tabla 1). En el caso concreto de la migraña, diversas teorías intentan explicar el mecanismo que genera la sintomatología. Destaca la vascular, con una fase de vasoconstricción de los vasos intracraneales que explicaría el aura migrañosa, seguida de vasodilatación de estos, y la neurógena, que supone una depresión de la actividad cortical cerebral, con participación del sistema tri-gémino-vascular que inerva las meninges y los vasos sanguíneos intracraneales. Es posible que ambos fenómenos estén implicados (a ello hace referencia el término neurovascular). Se considera que hay un componente genético importante para la migraña, con herencia multifactorial, que se desencadena por diversos factores ambientales o exógenos y otros endógenos.

ETIOLOGÍA Y CLASIFICACIÓN CLÍNICA

La International Headache Society (IHS) propuso en el año 2004 su segunda edición (ICHD-2) con los criterios diagnósticos específicos de las cefaleas, con modificación de estos para la migraña sin aura en pacientes por debajo de los 15 años de edad. En 2013 propuso su tercera edición (ICHD-3) y pasó a ser una base de trabajo reconocida para todas las edades.

Tabla 1. Mecanismos que generan cefalea, estructuras cefálicas y sensibilidad al dolor

Mecanismos implicados en la génesis de la cefalea

  • Irritación meníngea y aumento de la presión intracraneal

  • Compresión, tracción o inflamación de los nervios craneales y espinales

  • Distensión, tracción o dilatación de las arterias intracraneales y extracraneales

  • Tracción o desplazamiento de las grandes venas intracraneales o su envoltura dural

  • Contracción muscular, inflamación y traumatismo de los músculos craneales y cervicales

  • Activación del sistema trigémino-vascular por diversos mediadores químicos [serotonina, histamina), exposición o privación a ciertas sustancias, alteraciones metabólicas

Estructuras sensibles al dolor

                                              Intracraneales                                                                                                    Extracraneales

  • Parte de la duramadre de la base del cráneo

  • Grandes senos venosos y sus venas emisarias

  • Arterias durales

  • Arterias de la base del cerebro

  • Nervios craneales V, IX y X [fibras sensitivas)

  • Nervios cervicales superiores

  • Arterias y venas de la superficie del cráneo

  • Cuero cabelludo

  • Músculos del cuero cabelludo, cara y cuello

  • Mucosa de fosas nasales y senos paranasales

  • Oídos externo y medio

  • Órbitas y dientes

Estructuras insensibles al dolor

  • Gran parte de la duramadre y la mayoría de la piaracnoides

  • Cráneo y parénquima cerebral

  • Plexos coroideos

  • Epéndimo

Recientemente, en la versión beta (ICHD-3 beta) se han recogido importantes matizaciones en algunas cefaleas, con aparición de nuevas entidades y un apartado de nuevas cefaleas aún sin entidad propia; asimismo, refiere la asociación en la infancia del trastorno por defecto de atención con hiperactividad (TDAH) y migraña.

En función de su evolución cronológica las cefaleas se pueden clasificar en (Tabla 2):

  • Aguda: si dura menos de 15 días y sin antecedentes previos de cefalea.

  • Aguda recurrente: si se presenta de forma periódica, con intervalos libres de síntomas.

Tabla 2. Cefaleas agudas y crónicas en edad pediátrica

 

Cefaleas agudas generalizadas

Infecciones sistémicas

Los procesos infecciosos febriles virales de vías respiratorias y digestivos son la causa más frecuente. La cefalea aumenta su intensidad en el ascenso térmico

Infecciones del SNC

Encefalitis y meningitis

Tóxicos, fármacos y aditivos

Fármacos como metilfenidato, anticonceptivos y vasodilatadores pueden desencadenar cefaleas.

También tóxicos (monóxido de carbono, plomo), sustancias adictivas (cocaína, marihuana, alcohol, psicotropos) y abstinencia de cocaína y aditivos (nitratos, glutamato sódico)

De esfuerzo

Relacionada con la actividad física más intensa, frecuente en adolescentes. De intensidad y duración variables

Posconvulsiva

Suele ser de intensidad moderada y ceder tras el sueño

Hipertensión arterial

La cefalea se relaciona con crisis hipertensivas y es muy poco frecuente en pediatría, en general de tipo tensional y de localización occipital. Hay que pensar en feocromocitoma si se acompaña de sudoración, taquicardia, palidez y náuseas

Pospunción lumbar

Puede ser intensa, se acompaña de vómitos y signos meníngeos. Precisa de reposo absoluto en

decúbito y analgésicos

Traumatismo craneal

En la lesión cerebral traumática leve la cefalea es más propensa a persistir. No siempre es inmediata al traumatismo, puede demorarse días. En general, es de buen pronóstico, pero puede ser progresiva

ACV isquémicos y hemorrágicos

En la disección arterial puede preceder al ACV en un tercio de los casos. Especialmente la hemorragia subaracnoidea por malformaciones AV, traumatismo craneal y consumo de cocaína o anfetaminas, y puede ser súbita y muy intensa. Puede asociar vómitos, fotofobia y meningismo

Colagenopatías

En las vasculitis autoinmunes, poco frecuentes en la edad pediátrica, la cefalea es una manifestación más de la sintomatología general

Hipoglucemia

Por malnutrición, ayuno prolongado, trastornos metabólicos. Habitualmente opresiva, asocia signos de hipoglucemia: sudoración, taquicardia, temblor y confusión

Cefaleas agudas localizadas

Sinusitis

La cefalea puede ser el único síntoma o asociarse a rinorrea, tos, fiebre y dolor en puntos sinusales (maxilar o frontal). La sinusitis esfenoidal, poco frecuente, cursa con fiebre y dolor retroocular y precisa de neuroimagen para su diagnóstico

Otitis

Habitualmente, dolor intenso en el oído. En niños pequeños se manifiesta con irritabilidad y signo

del trago positivo

Afecciones dentales

En relación con caries, abscesos dentarios o maloclusión dental. Pueden desencadenar una neuralgia del trigémino

Neuralgia occipital

(cefalea de Arnold)

Cursa con sensibilidad y dolor en las zonas occipital y cervical superior que puede acompañarse de un leve déficit sensitivo. Puede ser unilateral o bilateral. Está relacionada con una contractura refleja cervical y mejora con relajantes musculares, analgésicos y antiinflamatorios

Dolor de la articulación

temporomandibular

Dolor localizado a dicho nivel, unilateral o bilateral, por disfunción de la articulación y relacionado con la masticación o al despertar

Anomalías oculares

Poco frecuente. Sugeridas por un dolor frontal o retroorbitario tras esfuerzo visual prolongado (lectura, televisión). En relación con estrabismo, errores de refracción (especialmente hipermetropía o astigmatismo), glaucoma o inflamación-infección de los anexos oculares

Síndrome de Tolosa-Hunt

Oftalmoplejía con congestión vascular ipsilateral muy dolorosa, muy rara en pediatría

Cefaleas agudas recurrentes

Migraña

Es la causa más frecuente de cefalea aguda recurrente y motiva con frecuencia consulta al especialista

Cefalea tensional episódica

Junto con la migraña es la causa más común de cefalea aguda recurrente

Hemicránea paroxística, neuralgia del trigémino, cefalea en racimos y cefalea neuralgiforme unilateral con inyección conjuntival y lagrimeo (SUNCT)

Corresponden a las denominadas cefaleas trigémino-autonómicas, de predominio en varones, poco comunes en la infancia y caracterizadas por dolor intenso unilateral en el territorio inervado por el nervio trigémino asociado a síntomas autonómicos del mismo lado

Síndrome de cefalea y déficits neurológicos transitorios con pleocitosis linfocitaria [síndrome HaNDL)

Cefalea migrañosa con hemiparesia, hemiparestesia o disfasia y aumento de linfocitos en el LCR

Cefalea en trueno primaria

(thunderclapl

Cefalea explosiva que alcanza su máxima intensidad en menos de 1 minuto, se mantiene durante 1 h y hasta 10 días. Es muy infrecuente

Cefaleas crónicas progresivas

  • Hidrocefalia, tumores cerebrales, absceso cerebral, hematoma subdural crónico

  • Hipertensión intracraneal idiopática

Cefaleas crónicas no progresivas

  • Cefalea de tensión crónica

  • Cefalea crónica postraumática

  • Estado migrañoso

Cefalea por abuso de medicamentos

Analgésicos simples, antiinflamatorios no esteroideos, ergóticos, triptanes y opioides

Migraña crónica

Se considera en la actualidad una forma de migraña y no una complicación

Cefalea diaria persistente de novo

  • Crónica no progresiva: si dura más de 15-30 días, se mantiene estable en frecuencia e intensidad y con exploración

  • neurológica normal.

  • Crónica progresiva: si dura más de 15-30 días, con frecuencia e intensidad creciente y exploración neurológica anormal.

  • Mixta: si combina varios patrones de cefalea.

Según su origen, se consideran dos tipos principales de cefa-lea: primaria, de carácter idiopático, y secundaria, por causas directamente identificables. La migraña y la cefalea tensional son las causas más frecuentes de cefalea primaria. Los tumores cerebrales y otras lesiones ocupantes de espacio se acompañan de cefalea en cerca de las tres cuartas partes de los casos, pero casi siempre van acompañados de síntomas y signos sugestivos de organicidad (signos de alarma [Tabla 3]) y con exploración neurológica anormal.

Tabla 3. Signos de alarma en una cefalea que obligan a practicar neuroimagen urgente

  • Vómitos persistentes

  • Cefalea de predominio nocturno y al despertar

  • Aumento de la cefalea con tos, maniobras de Valsalva, cambios posicionales cefálicos

  • Cefalea progresiva, en frecuencia e intensidad, o localización
    fija permanente

  • Cambio de carácter

  • Presencia de crisis epilépticas

  • Alteración del grado de conciencia, rigidez nucal

  • Focalidad neurológica, diplopía, ataxia, trastorno del movimiento

  • Alteración en el crecimiento/talla

DIAGNÓSTICO

En la gran mayoría de los pacientes la historia clínica dirigida y la exploración física y neurológica detalladas son suficientes para realizar el diagnóstico, es clave la diferenciación entre cefalea primaria, sin causa subyacente, y secundaria (orgá-nica), con alteración identificable. En la mayoría de pacientes no se justifica realizar exámenes complementarios; la neuroi-magen es de escasa utilidad en el diagnóstico de las cefaleas en la infancia.

Historia clínica

Es muy importante la participación activa del paciente en la anamnesis, lo que facilita la comprensión de la información que se le solicita. Debe abarcar:

  • Antecedentes familiares, en general, y de migraña u otros tipos de cefalea, en particular (presentes hasta en el 78% en los pacientes con migraña).

  • Antecedentes personales preperinatológicos, desarrollo psicomotor, posible TDAH y patológicos en general, traumatismo craneal, alergias, medicaciones crónicas, rendimiento escolar, actividades extraescolares, hábito alimentario y hábito del sueño con calidad del mismo y posible existencia de roncopatía con apnea-hipopnea del sueño (sobrepeso, malformaciones craneofaciales e hipertrofia adenoides-amigdalar son factores predisponentes).

Valorar aspectos de personalidad (frecuentes los rasgos obsesivos en pacientes con cefalea tensional) y presencia de sintomatología ansiosa-depresiva.

  • Tiempo de evolución de la cefalea, frecuencia de las cefaleas recurrentes en los últimos 3 meses, localización (difusa o localizada, unilateral, bilateral o variable), duración de los episodios, ritmo horario (predominio matu-tino, vespertino, nocturno, variable o sin predominio), características (opresiva, pulsátil, punzante), intensidad (de gran utilidad práctica que el paciente la puntúe en una escala del 1 al 10, considerando 1 el dolor mínimo y 10 el máximo dolor posible), si se acompaña de fotofobia y/o sonofobia, náuseas o vómitos, dolor abdomi-nal, sensación de mareo o de vértigo, palidez cutánea, si precisa de reposo en los episodios y uso de analgésicos, con respuesta a estos si existen pródromos y/o aura en la migraña. Hay calendarios de cefaleas que se muestran muy prácticos en los que se anotan los episodios y sus características.

  • Valorar la repercusión de la cefalea recurrente en las actividades de la vida diaria, si genera absentismo escolar o en las actividades extraescolares. Hay escalas de valoración específicas para la migraña en pediatría, de entre las que destaca la PedMidas (Fig. 1).

  • Preguntar sobre factores desencadenantes de cefalea: emocionales, ambientales, alimentos, privación de sueño o más horas de sueño de las habituales, actividad física/deportiva, ciclo menstrual en mujeres adolescentes y ayuno, entre otros. Los factores más comunes precipitantes de episodios migrañosos en pediatría son el estrés, la falta de horas de sueño, los ambientes calurosos y la exposición prolongada a videojuegos. Aunque menos frecuente que en el adulto, la cafeína también puede ser responsable de desencadenar episodios de migraña.

  • En las cefaleas crónicas hay que considerar el abuso de analgésicos, sobre todo en adolescentes, con un consumo superior a 4-5 dosis semanales de forma constante en los últimos 3 meses.

En cefaleas tensionales y migraña de elevada frecuencia hay que valorar la existencia de estresores ambientales generadores de ansiedad para el paciente: rechazo o acoso escolar (bullying) y otros tipos de abuso (físico, psicológico o sexual), conflictos familiares, separación de los padres, relaciones tóxicas, etcétera.

Figura 1

Cuestionario de valoración de calidad de vida y escala PedMIDAS. Validada para niños con migraña de 4 a 18 años.

En los últimos 3 meses:

1 ¿Cuántos días completos ha faltado al colegio?

¿Cuántos días ha faltado parcialmente al colegio?

3 ¿Cuántos días no ha rendido bien en el colegio por el dolor de cabeza?

4 ¿Cuántos días no ha podido hacer las tareas en casa por el dolor de cabeza?

5. ¿Cuántos días no ha podido jugar, hacer deporte o salir por el dolor de cabeza?

6 ¿Cuántos días ha participado peor en el juego o hacer deporte por el dolor de cabeza?

No se han de duplicar las respuestas en las tres primeras preguntas. Las respuestas han de ser obligatoriamente numéricas (no son respuestas validas: ocasionalmente, a veces, etc.).

Resultados: la puntuación en la escala tiene gran correlación con la gravedad de la migraña

0-10 Muy leve

11-30 Leve

31-50 Moderada

> 50 Grave

Si > 21, valorar tratamiento profiláctico.

Exploración clínica

El examen físico se debe realizar de forma minuciosa, incluyendo la temperatura corporal en las cefaleas agudas (presencia de fiebre), aspecto general, presión arterial, perímetro craneal (la macrocefalia puede sugerir hidrocefalia o lesiones ocupantes de espacio), exploración cutánea (alteraciones pigmentarias como manchas «café con leche» o hipocromas, palidez, equimosis, petequias), exploración orofaríngea-ótica y articulación temporomandibular, presencia de signos meníngeos, auscultación cardiopulmonar y palpación abdominal.

El examen neurológico incluye la valoración del estado de conciencia, el habla, alteraciones de la marcha y variantes, coordinación, fuerza muscular, reflejos osteotendinosos, pares craneales, sensibilidad, campimetría por confrontación manual y fondo de ojo (FO) para descartar papiledema (Fig. 2).

Exploraciones complementarias

En función de la sospecha clínica sugerida por la anamnesis yo exploración física, deberá considerarse la práctica de exámenes complementarios. La neuroimagen es el examen más solicitado y de mayor precisión diagnóstica en general; de preferencia es la resonancia magnética (RM) cerebral, aunque hay menor disponibilidad respecto a la tomografía computarizada (TC) cerebral en los servicios de urgencias. Es obligada su práctica en cefaleas crónicas progresivas, asociadas a signos de hipertensión intracraneal (HIC), alteración de la conciencia y/o focalidad neurológica. Si los síntomas hacen sospechar una malformación vascular por cefalea recurrente con fenómenos neurológicos acompañantes, está indicada la angio-RM cerebral. La TC con contraste se recomienda si hay sospecha de malformación o accidente vascular cere-bral, absceso o tumor cerebral. También es útil para mostrar infecciones de senos paranasales, como la sinusitis esfenoidal. En cefaleas claramente primarias, como la migraña o las tensionales, el exceso de preocupación por parte de la familia puede en algún caso aconsejar practicar una RM cerebral para normalizar la situación al confirmar que no hay alteraciones cerebrales que justifiquen la cefalea.

En casos concretos se precisará de una analítica general (procesos infecciosos, anemia), marcadores serológicos de celiaquía (hay asociación entre enfermedad celíaca y migraña), determinación de carboxihemoglobina en servicios de urgencias si se sospecha intoxicación aguda por monóxido de carbono (CO) por mala combustión de quemadores de gas y estudio autoinmunidad por enfermedades del colágeno, entre otras.

El examen del líquido cefalorraquídeo (LCR) mediante punción lumbar (PL), tras descartar HIC por lesión ocupante de espacio permitirá diagnosticar infecciones del sistema nervioso central (SNC), valorar la presión de apertura del ICR (elevada en la HIC idiopática) y detectar pleocitosis linfocitaria en el síndrome Headache and Neurological Deficits

with cerebrospinalfluid Lymphocytosis (HaNDL).

Ante la sospecha de un síndrome de apnea-hipopnea obstructiva del sueño, la polisomnografía (PSG) nocturna confirmará el diagnóstico. El electroencefalograma (EEG) solo estará indicado en casos muy concretos de dudas diagnósticas entre aura migrañosa y epilepsia, o si se acompaña de alteración del nivel de conciencia. Hay pacientes con epilepsia que también presentan migraña; en general se diferencian bien unos episodios de los otros.

Captura de pantalla 2023-06-16 a la(s) 21.44.39.png

Figura 2. Fondo de ojo (FO] normal y con papiledema.

TRATAMIENTO

La base del tratamiento de la cefalea aguda moderada-intensa es farmacológico, con analgésicos convencionales como paracetamol, ibuprofeno o naproxeno, junto con el reposo, aunque siempre condicionado por su etiología e intensidad. En los episodios de cefalea leve-moderada puede ser suficiente el reposo absoluto, sin precisar medicación. En cefalea recurrente intensa de frecuencia elevada o refractaria al tratamiento y en crónicas primarias se debe considerar un tratamiento profiláctico (Tabla 4). En el caso concreto de la migraña se aconseja a partir de tres o cuatro episodios incapacitantes al mes o con tendencia a estados migrañosos.

En migraña refractaria está indicado el tratamiento parenteral y se aconseja el ingreso hospitalario para tratar el estado migrañoso con corticoides intravenosos (v. Tabla 4). Puede ser necesario tratamiento antiemético hospitalario si se acompaña de vómitos incoercibles o estado nauseoso intenso.

Tabla 4. Fármacos para el tratamiento de las cefaleas

                             Fármaco                                                                     Posología                                                                Observaciones

Ibuprofeno                                                                  10 mg/kg dosis oral (cada 6 h si precisa) ​                    Indicación en cefaleas agudas,                                                                                                                                                                                     primarias y secundarias.

                                                                                                                                                                                    De elección en migraña

    Paracetamol                                                               10-15 mg/kg dosis oral (cada 6 h si precisa)               Indicación en cefaleas agudas,                                                                                                                                                                                        primarias y secundarias​

Sumatriptán                                                                10-15 mg/kg dosis oral (cada 6 h si precisa)

                                                                                    10-20 mg dosis nasal (máximo 2 dosis en 24 h)

Indicación en migraña. Único triptán con uso aprobado en edad pediátrica (nasal, 10 mg) en > 12 años. Contraindicado en migraña acompañada o complicada

Naproxeno

10 mg/kg dosis oral (cada 6 h si precisa)

De elección en migraña si no responde al Ibuprofeno

Dexketoprofeno

25 mg/kg dosis oral (cada 8 h si precisa)

Uso indicado en > 12 años

Metamizol

20-40 mg/kg dosis oral, intravenoso o rectal (cada 6 h si precisa: dosis máxima 2 g/día)

De elección si no responde a los anteriores

Profilaxis de la migraña

Propranolol

1-2 mg/kg/día (2 dosis)

Contraindicado en asma-broncoespasmo, arritmias cardíacas (QT largo), diabetes y deportistas de alta competición

Flunarizina

5-10 mg día (dosis única nocturna)

Único fármaco con nivel de evidencia de clase l en profilaxis de migraña. Orexígeno

Topiramato

50-100 mq/día (dosis única nocturna)

Posibles efectos adversos cognitivos. Anorexígeno

Valproato sódico

10-20 mg/kg/día (1-2 dosis)

Contraindicado en mujeres adolescentes por riesgo de fetopatía en caso de embarazo

Amitriptilina

10-50 mg día (dosis única nocturna)

También puede ser útil para cefalea tensional crónica.

Contraindicada en arritmias cardíacas (QT largo) y glaucoma

Ciproheptadina

4-8 mg/día (2-3 dosis)

Orexígeno, posible somnolencia

Tratamiento del estado migrañoso

Ingreso hospitalario. Sueroterapia

Antieméticos si precisa

[Ondansetrón)

0,2 mg/kg/dosis (cada 8 h)

Contraindicado en síndrome de QT largo congénito

Analgesia intravenosa

Dexametasona

0,3-0,5 mg/kg/día/6 h

Fenitoína

15-20 mg/kg/día

En los episodios de migraña hay que instruir al paciente en el reposo absoluto precoz, a ser posible en su domicilio y en su cama, con técnicas de relajación, sin que se le moleste, para favorecer el sueño. Es útil informar a los responsables escolares de la importancia del reposo absoluto domiciliario y del tratamiento farmacológico si lo precisa de forma precoz.

Asimismo, hay que identificar los factores que favorecen o desencadenan episodios de migraña o cefalea tensional, como ya se ha referido anteriormente, para incidir en ellos, teniendo siempre presente los emocionales por estrés en el ámbito familiar o escolar (puede ser necesario en algunos pacientes una intervención psicológica). Se debe preconizar un hábito del sueño y alimentario adecuados, evitando en loposible la ingesta de bebidas con cafeína. En algunos pacientes ciertos alimentos como el chocolate, quesos curados, comida con glutamato, frutos secos y ciertos lácteos pueden desencadenar episodios de migraña, pero no hay que limitarlos si no son los desencadenantes. Es aconsejable realizar actividad física de forma regular, evitando la exposición directa al sol y limitar la exposición a ordenadores y, especialmente, a videojuegos.

Hay terapias alternativas propuestas, sobre todo para la migraña, con resultados contradictorios. La riboflavina en dosis altas (200-400 mg/día) ha demostrado reducción en la frecuencia e intensidad de los episodios de migraña.

Prometedores son los estudios con anticuerpos monoclonales para la migraña crónica y de elevada frecuencia, que actúan sobre la vía del péptido relacionado con el gen de la calcitonina, en pacientes refractarios a la profilaxis con los fármacos habituales y a las infiltraciones de toxina botulínica.

PRINCIPALES ENTIDADES CLÍNICAS

La migraña es la causa más frecuente de cefalea, seguida por la cefalea tensional, cefalea mixta (migrañosa y tensional), cefalea por abuso de analgésicos, cefalea postraumática, por hipertensión intracraneal y la secundaria a procesos febriles infecciosos. La cefalea atribuible a un defecto de refracción es poco frecuente y debe estar claramente relacionada con tareas que requieren esfuerzo visual. La sinusitis tampoco suele ser causa de cefalea aguda recurrente o crónica.

Especial atención requieren pacientes portadores de válvula de derivación del LCR; la presencia de cefalea obliga siempre a descartar disfunción valvular. Asimismo, en enfermedades musculares hay que investigar siempre la posible hipoventila-ción por debilidad muscular, especialmente nocturna.

Migraña

La migraña es la causa más frecuente de cefalea recurrente en pediatría. Aunque puede presentarse en los primeros años, la edad media de presentación se sitúa hacia los 7 años en niños y los 10 años en niñas. En la adolescencia predomina en mujeres.

El Comité de Clasificación de las Cefaleas de la IHS estableció en 1988 los criterios diagnósticos precisos para la migraña. Esta clasificación se mostraba muy rígida al aplicarla en la edad pediátrica, con el 100% de especificidad, pero baja sensibilidad. Fue modificada en la segunda edición de 2004 y se mantiene en su tercera edición de 2013, para su aplicación en menores de 15 años de edad, a favor de menor duración de los episodios respecto a los adultos y aceptación de dolor bilateral (Tabla 5). Ciertos autores siguen considerando estos criterios diagnósticos muy rígidos; propugnan su diagnóstico frente a episodios recurrentes de cefalea separados por intervalos asintomáticos, con náuseas o vómitos y antecedentes familiares de migraña.

Tabla 5. Criterios diagnósticos para migraña con o sin aura en pediatría

Migraña sin aura

A. Al menos 5 crisis que cumplan los criterios B-D

B. Episodios de cefalea que duran de 1 a 72 horas (sin tratamiento o tratados sin éxito)

C. Al menos dos de las siguientes cuatro características:

  1. Localización unilateral o bilateral

  2. Característica pulsátil

  3. Dolor de moderada a fuerte intensidad

  4. Empeora por o causa el abandono de la actividad física rutinaria (p. ej., caminar o subir escaleras)

D. Al menos una de las siguientes durante la cefalea:

  1. Náuseas y/o vómitos

  2. Fotofobia y fonofobia

E. No atribuida a otro trastorno neurológico

Migraña con aura

A. Al menos 2 ataques que cumplan con los criterios B y C

B. El aura comprende síntomas visuales, sensitivos y del lenguaje, todos ellos completamente reversibles, pero no presentan síntomas motores, troncoencefálicos ni retinianos

C. Al menos 2 de las siguientes 4 características:

  1. Progresión gradual, de al menos uno de los síntomas de aura durante un período mayor de 5 minutos y/o 2 o más síntomas se presentan consecutivamente

  2. Cada síntoma individual de aura tiene una duración de entre 5 y 60 minutos

  3. Al menos uno de los síntomas de aura es unilateral

  4. El aura se acompaña o se sigue, antes de 60 minutos, de cefalea

D. Sin mejor explicación por otro diagnóstico de la ICHD-Ill y se ha descartado un accidente isquémico transitorio

Adaptada de: The Internal Classification of Headache Disorders, 3rd edition (beta version). Headache Classification Committee of the Internal Headache Society. The international Classification of Headache Disorders. Cephalalgia. 2013;33:629-808.

Diferentes factores desencadenantes, principalmente emocionales y ambientales (psicosociales), favorecen la aparición de los episodios de migraña. La localización preferente es bifrontal o bitemporal, con predominio vespertino, sobre todo antes de la pubertad, aunque es posible cualquier localización y no haber predominio horario. Puede acompañarse de dolor abdominal, náuseas, vómitos, palidez o enrojecimiento cutáneo, taquicardia, cambio de carácter, fotofobia y/o sonofobia e interferir en el sueño. Algunos pacientes refieren pródromos unas horas antes, como irritabilidad, sensación de hambre, sed y bostezos y en el 14-30% se presenta el fenómeno del aura, predominantemente visual, que precede a la cefalea.

Migraña sin aura (común)

La migraña sin aura es la más habitual. En algo más de la mitad de los pacientes la cefalea es de carácter pulsátil y bila-teral, y aumenta de frecuencia la localización unilateral con la edad. La duración oscila entre más o menos 60 minutos y varias horas. Entre los episodios de cefalea el paciente se mantiene asintomático. La frecuencia suele ser inferior a uno o dos episodios semanales, aunque puede superar los 15 al mes durante 3 meses; entonces, se considera una migraña crónica.

Migraña con aura (típica)

La migraña con aura es menos frecuente. Se caracteriza por el fenómeno del aura, que precede inmediatamente a la cefalea, que suele ser visual, con fenómenos negativos como visión borrosa, fotopsias, hemianopsia, cuadrantanopsia e incluso ceguera completa o fenómenos positivos, como manchas o puntos de colores, líneas onduladas, figuras geométricas y destellos de luz. También puede presentarse como distorsión en la percepción visual, con micropsia, macropsia, metamorfopsia y, en los casos más extremos, configurar el síndrome de «Alicia en el país de las maravillas». Otras auras consisten en parestesias unilaterales o bilaterales en la cara o las manos y ya más raramente alucinaciones olfatorias o auditivas. El aura obliga a hacer el diagnóstico diferencial con crisis parciales epilépticas. Un mismo paciente puede tener episodios migra-ñosos con aura y otros sin aura, y hasta el 20% pueden presentar el fenómeno del aura sin cefalea. Es posible la existencia de aura típica con cefalea de características no migrañosas.

La migraña basilar, más frecuente en mujeres adolescentes, cursa con manifestaciones clínicas sugestivas de disfunción del tronco, cerebelo y parte posterior de hemisferios cerebrales por vasoconstricción de la arteria basilar y de la cerebral posterior. En el aura basilar puede haber afectación del campo visual, diplopía, vértigo rotatorio, ataxia, acúfenos, disartria y parestesias bilaterales. Dura desde varios minutos hasta 1 hora, seguida de cefalea intensa preferentemente occi-pital. Puede alterarse el grado de conciencia, con agitación y letargia (migraña confusional).

La migraña hemipléjica familiar, autosómica dominante, se relaciona con mutaciones en los genes CACNAIA, ATPIA2 y SCNAIA. Cursa con hemiparesia o hemiplejía acompañada de afasia que puede persistir horas o algunos días, con recuperación completa.

En la migraña complicada una hemiparesia puede acompañar a la crisis de migraña, sin corresponder a la forma familiar referida, u otros déficits neurológicos focales o difusos, de forma transitoria; se deben descartar causas secundarias.

La migraña vestibular no está considerada por ahora una entidad propia, se caracteriza por episodios recurrentes de síndrome vestibular en pacientes con migraña con o sin aura conocida en los que al menos en la mitad de los episodios se asocia una crisis de migraña al unísono (Tabla 6), probablemente infradiagnosticada.

Síndromes periódicos en la infancia que pueden preceder a la migraña:

  • Vértigo paroxístico benigno: de inicio a partir de los 2 años de edad y resolución espontánea hacia los 5-7 años.
    Presenta episodios breves, en general de segundos o de algún minuto de duración, de inestabilidad y pérdida del equilibrio que impiden mantener la postura, con nistagmo y síntomas vegetativos, sin alteración de la conciencia. Es de frecuencia variable. El 40% desarrollarán migraña, más probable la de tipo basilar.

  • Vómitos cíclicos: se inicia en los primeros años, con episodios de vómitos nocturnos o bien al despertar, como mínimo de cuatro en 1 hora. Pueden asociar cefalea, dia-rrea, dolor abdominal y fiebre. La historia familiar indica frecuencia de migraña y los mismos factores desencadenantes de la migraña. Hay que descartar otras causas de vómitos, como infección y enfermedad metabólica.

  • Migraña abdominal: con episodios de dolor abdominal intenso, asociado a palidez, náuseas y vómitos durante más de 1 hora, que se repiten más o menos cada mes. Hay que descartar patología digestiva, intolerancia alimentaria, trastorno renal, enfermedad metabólica y crisis suprarrenal aguda. Desarrollarán migraña alrededor del 70 %.

  • Tortícolis paroxística de la infancia: caracterizada por episodios de inclinación de la cabeza, a veces con vómitos, que pueden durar de horas a días, habitualmente en lactantes varones. Hay que descartar reflujo gastroesofágico (síndrome de Sandifer). Es el fenómeno menos relacionado con el desarrollo de migraña.

  • Se considera la posibilidad de ampliarlos con el cólico infantil, llanto e irritabilidad recurrentes de 3 horas o de más duración al día y al menos 3 veces por semana durante 3 semanas, en los primeros 4 meses de edad, sin causa que pueda explicar el dolor, el llanto y la irritabilidad.

Tabla 6. Criterios diagnósticos de la migraña vestibular

Migraña vestibular posible

1. Al menos 5 episodios de síntomas vestibulares de intensidad moderada o fuerte, con una duración
entre 5 min y 72 h

2. Historia actual o previa de migraña con o sin aura según el ICHD

3. Una o más manifestaciones de migraña en al menos el 50 % de los episodios vestibulares:

A. Cefalea con al menos dos de las siguientes características: unilateral, pulsátil, dolor de intensidad moderada o fuerte, agravamiento con la actividad física habitual

B. Fotofobia y fonofobia

C. Aura visual

4. Los síntomas no se atribuyen mejor a otra enfermedad vestibular o a un diagnóstico de la ICHD*

Migraña vestibular probable

  1. Al menos 5 episodios de síntomas vestibulares de intensidad moderada o fuerte, con una duración
    entre 5 min y 72 h

  2. Solo se cumple uno de los criterios B y C de migraña vestibular historia de migraña y características migrañosas durante el episodio)

  3. Los síntomas no se atribuyen mejor a otra enfermedad vestibular o a un diagnóstico de ICHD*

  • Síntomas vestibulares: vértigo espontáneo, posicional o visual, mareo inducido por el movimiento cefálico con náuseas

  • Vértigo moderado: limita las actividades cotidianas, pero no las impide

  • Vértigo intenso: el paciente no puede realizar las actividades cotidianas

ICHD: International Classification of Headache Diseases.

Complicaciones de la migraña

  • Estado de mal migrañoso cuando el episodio de migraña supera las 72 horas, sin responder al tratamiento, aunque puede permanecer asintomático por períodos inferiores a las 4 horas. Está más relacionado con el uso prolongado de analgésicos.

  • Infarto migrañoso confirmado por neuroimagen, con aura migrañosa que no ha revertido completamente en el plazo de 7 días. Puede haber un aura persistente sin infarto.

Migraña secundaria

La migraña es una cefalea primaria, pero en alguna ocasión puede presentarse una cefalea indistinguible de la migraña desencadenada por trastorno metabólico o vascular, como en la citopatía mitocondrial MELAS (mitocondrial encephalomyopathy, lactic acidosis, stroke) y el CADASIL (cerebral autosomal dominant angiopathy with subcortical infarcts and leucoencephalopathy), una enfermedad genéticamente determinada de pequeños vasos cerebrales (CARASIL es la forma autosómica recesiva); además de los episodios de cefalea migrañosa, suelen estar presentes otros síntomas neurológicos.

Cefalea tensional

La IHS clasifica esta cefalea según el patrón temporal en cefalea tensional episódica infrecuente, cefalea tensional epsódica frecuente y cefalea tensional crónica, con los criterios diagnósticos correspondientes (Tabla 7).

Son episodios recurrentes de cefalea, frecuente en edad escolar. Se requiere un mínimo de diez episodios, y es habitual la forma crónica. Suele responder al reposo, por lo que hay que evitar en lo posible el uso de analgésicos.

Está relacionada con factores estresantes para el paciente, sobre todo en el entorno escolar o familiar, por lo que la anamnesis es básica para identificarlos e intentar corregirlos. Con frecuencia, incide en escolares muy responsables con sus estudios, con rasgos obsesivos y muy autoexigentes. Se debe descartar acoso escolar (bullying, ciberbullying) y otro tipo de abuso o estresor ambiental. Hay que preguntar directamente al propio paciente, dándole la confianza y seguridad necesarias para que pueda expresarse sin miedo ni vergüenza.

Cefalea por abuso de analgésicos

La cefalea por abuso de analgésicos es relativamente común, más en adolescentes con migraña de elevada frecuencia o cefalea tensional crónica que abusan de forma indiscriminada de los analgésicos. Se presenta como una cefalea crónica diaria, con más de 15 días al mes de cefalea en los últimos 3 meses, entre leve y moderada, opresiva y holocraneal.

La cefalea debe desaparecer o volver a su patrón inicial con la retirada de los analgésicos. Para ello suele ser necesario tratamiento de base con fármacos, como la amitriptilina o el topiramato.

Tabla 7. Criterios diagnósticos de la migraña vestibular

Cefalea tensional episódica infrecuente

A. Al menos 10 episodios de cefalea que aparezcan de media menos de 1 día al mes [menos de 12 días al año) y que cumplen los criterios B-D

B. Cefalea con duración de 30 minutos a 7 días

C. Al menos 2 de las siguientes características:

  1. Localización bilateral

  2. Calidad opresiva o tensiva (no pulsátil)

  3. Intensidad leve o moderada

  4. No aumenta al subir escaleras o con la actividad física habitual

D. Cumple las siguientes 2 características:

  1. No hay náuseas ni vómitos

  2. Puede asociar fotofobia o fonofobia (no ambas)

E. Sin mejor explicación por otro diagnóstico de la ICHD-III

Cefalea tensional episódica frecuente

Al menos, 10 episodios de cefalea que ocurran de media 1-14 días al mes, durante más de 3 meses (más de 12 y menos de 180 días por año) y que cumplen los criterios B- D

Resto de criterios idénticos a cefalea tensional episódica infrecuente

Cefalea tensional crónica

A. Se presenta de media más de 15 días al mes, durante más de 3 meses [más de 180 días por año) y cumplen los criterios B-D

B. Duración de minutos a días, o sin remisión

C. Al menos 2 de las siguientes 4 características:

  1. Localización bilateral

  2. Calidad opresiva (no pulsátil)

  3. De intensidad leve o moderada

  4. No aumenta con la actividad física habitual, como andar o subir escaleras

D. Ambas de las siguientes:

  1. No hay vómitos ni náuseas moderadas o intensas

  2. Puede haber uno de los siguientes: náuseas, fotofobia o fonofobia

E. Sin mejor explicación por otro diagnóstico de la ICHD-I|

Adaptada de: The Internal Classification of Headache Disorders, 3rd edition (beta version). Headache Classification committee of the internal Headache Society. The international Classification of Headache Disorders. Cephalalgia. 2013;33:629-808.

Cefalea postraumática

La cefalea postraumática tiene características migrañosas o tensionales y persiste más allá de 8 semanas tras el traumatismo craneal, en general leve y obliga a descartar un hematoma subdural. Se han postulado diversas causas para explicar el mecanismo que la mantiene, como contracción muscular o ansiedad generada por todo lo que ha rodeado al traumatismo.

Hipertensión intracraneal idiopática

La hipertensión intracraneal idiopática también se conoce como pseudotumor cerebri. Se presenta con clínica propia de hipertensión intracraneal (cefalea progresiva más intensa por la mañana al levantarse que mejora a lo largo del día, vómi-tos, papiledema en el fondo de ojo y diplopía con afectación del VI par craneal) sin alteraciones en la neuroimagen que la expliquen. Hay aumento de la presión de apertura del LCR en la punción lumbar. La acetazolamida disminuye la presión intracraneal por reducir la producción de LCR.

Cefaleas de breve duración

La cefalea punzante idiopática se presenta como pinchazos muy delimitados en la zona temporal o parietal, a veces periorbitario, de forma aislada o en salvas, con frecuencia variable. No suele precisar tratamiento. Ocasionalmente, se puede relacionar con quiste coloide del III ventrículo.

La cefalea en racimos, en el grupo de las trigémino-autonómicas, se define por su patrón temporal de presentación, con episodios de cefalea unilateral, orbitaria, supraorbitaria y/o temporal entre 15 y 180 minutos de duración, que se van repitiendo con una frecuencia que varía de 1 cada 2-3 días hasta 8 en un mismo día, acompañados de disfunción autonómica ipsilateral (ptosis palpebral, lagrimeo, congestión nasal, hiperemia conjuntival, edema palpebral o miosis). Es muy poco frecuente en pediatría y afecta más a niños que a niñas a partir de los 10 años.

La hemicránea paroxística crónica es rara en la edad pediátrica, con cefalea intensa orbitaria, supraorbitaria y/o temporal siempre del mismo lado y dura entre 2 y 45 minu-tos. Es sensible a la indometacina.

La cefalea hípnica es muy infrecuente en la infancia. Se caracteriza por episodios exclusivamente nocturnos que despiertan al paciente, de duración entre 15 minutos y hasta 4 horas, con un mínimo de diez episodios mensuales durante 3 meses. Se trata de una cefalea primaria.

El síndrome de cuello-lengua se desencadena por rotación cefálica, con dolor punzante intenso unilateral a nivel superior del cuello u occipital, acompañado de parestesias, entumecimiento o incluso parálisis de la lengua del mismo lado, de hasta 1 minuto de duración.

Otras cefaleas breves incluyen la desencadenada por la tos o el ejercicio físico, la atribuida a vuelos en avión, cefalea atribuida a disreflexia autonómica (frecuente en lesiones medulares a nivel de T6 o por encima), cefalea numular (dolor continuo de leve a moderada intensidad presente en una zona bien delimitada, de pequeño tamaño, de 1 a 6 cm y forma circular o elíptica, y de duración variable), cefalea por crioestímulo (desencadenada a los 30 minutos de ingestión o aplicación de un estímulo frío), cefalea por presión externa (en relación con la comprensión continuada o tracción de las partes blandas durante 1 hora y que desaparece a la hora posterior de su retirada), las neuralgias faciales típicas (del trigémino, nervio intermedio, o laríngeo superior) la neuralgia occipital y las neuralgias faciales atípicas. Muy rara en la infancia es la denominada SUNCT (Short-lasting Unilateral Neuralgiform headache attacks with Conjunctival injection and Tearing [SUNCT]), en cuyo caso es obligada la neuroimagen.

La epicránea fugaz es de reciente caracterización, con episodios recurrentes de cefalea punzante de 1 a 10 segundos de duración con sensación de movimiento sobre la superficie de un hemicráneo, con trayecto lineal o zigzagueante, y con inicio y fin en territorios de nervios diferentes.

En el caso de encontrarse en la consulta o en el servicio de urgencias ante un paciente que presenta cefalea aguda con focalidad neurológica en la exploración, puede resultar útil la figura 3. Orienta sobre los pasos que hay seguir para el diagnóstico etiológico con los exámenes complementarios que corresponden.

Captura de pantalla 2023-06-16 a la(s) 23.53.05.png

Figura 3. Algoritmo de actuación frente a una cefalea aguda con focalidad neurológica. Dx: diagnóstico; FO: fondo de ojo; HanDL: Headache and Neurological Deficits with cerebrospinalfluid Lymphocytosis; PL: punción lumbar.

Para las cefaleas recurrentes más habituales la figura 4 facilita el diagnóstico en función de la intensidad, la frecuencia de presentación, la localización y la duración de los episodios.

Captura de pantalla 2023-06-16 a la(s) 23.59.45.png

Figura 4. Algoritmo de ayuda para el diagnóstico de las cefaleas recurrentes más habituales. SUNCT: cefalea unilateral neuralgiforme, de corta duración, con inyección conjuntival y lagrimeo.

CONCLUSIONES

 

  • La cefalea es motivo frecuente de consulta en pediatría, desencadenada por múltiples procesos o también constituye una entidad primaria en sí misma, con episodios recurrentes.

  • Una anamnesis detallada con exploración física completa permitirá diagnosticar la mayoría de las cefaleas, sin precisar exámenes complementarios, salvo en un pequeño porcentaje de casos. La neuroimagen es el examen con mayor precisión diagnóstica y es el más solicitado.

  • La migraña es la causa más frecuente de cefalea recurrente en pediatria.

  • En cefaleas tensionales y migraña de elevada frecuencia hay que detectar estresores ambientales generadores de
    ansiedad para el paciente.

  • Es importante identificar factores desencadenantes de cefalea recurrente para intentar evitarlos. El reposo absoluto precoz es la base del tratamiento y se debe evitar el uso de analgésicos en la medida de lo posible.

BIBLIOGRAFÍA

Alonso Curcó X, Eiris Puñal J. Cefalea Infantil. An Pediatr Contin. 2013; 11 (6): 301-11.

Artigas J, Garaizar C, Mulas F, Rufo M. Cefaleas en la infancia y la adolescencia Madrid: Ergon SA; 2003.

Cruz M. Manual de Pediatría, 3a ed. Madrid: Ergon SA; 2013. p. 1061-3.

Eirís Puñal J. Cefaleas en la edad pediátrica. En: AEPap (ed.). Curso de Actuali-zación Pediatría 2016. Madrid. Lúa Ediciones 3.0; 2016. p. 113-28.

López JI, Bechtel KA, Rothrock JE. Pediatric Headache. Medscape 2017 [Internet].

Disponible en: https://emedicine.medscape.com/article/2110861-overview

Martinón-Sánchez JM, Martinón-Sánchez F. Cefaleas, en Cruz M. Tratado de

Pediatría. 9a ed. Madrid: Ergon; 2006. pp 1890-3.

Olsen J, Bendtsen L, Dodick D, Ducros A, Evers S, First M et al. III Edición de la clasificación internacional de la cefaleas. Versión beta marzo. Interna-tionational Headache Society; 2013. p. 23-57.

Soto Insuga V, López Villanueva L, Rodrigo M, Mois Aroyo I, Losada R,

Soriano Guillen L. Confusión como síntoma de presentación en una pseudomigraña con pleocitosis en un paciente pediátrico. An Pediatr. 2014;80: 394-8.

PRIMERA ACTIVIDAD DE APRENDIZAJE

Comprensión de lectura.

De acuerdo al material de estudio, de respuesta a las siguientes preguntas y remita su actividad por correo a info@consejomexicanodeneurociencias.org

1. ¿Qué es la cefalea?

2. ¿Cuáles son los mecanismos implicados en la génesis de la cefalea?

3. ¿En qué consisten las cefaleas agudas generalizadas?

4. ¿En qué consiste la migraña secundaria?

5. ¿En qué consiste la hemicránea paroxística crónica?

6. ¿En qué consiste la cefalea por abuso de analgésicos?

7. ¿Cuáles son los criterios diagnósticos de la migraña vestibular posible?

8. ¿En qué consiste la cefalea tensional episódica frecuente?

9. ¿En qué consiste la cefalea postraumática?. Investigue y cite dos ejemplos de esta.

10. ¿Cuáles son los síndromes periódicos en la infancia que pueden preceder a la migraña?

11. ¿ En qué consiste la migraña con aura (típica)? 

12. ¿En qué consiste el tratamiento farmacológico de príimera linea para la cefalea aguda moderada-intensa?

13. ¿Cuáles son los signos de alarma en una cefalea que obligan a practicar neuroimagen urgente?

14. ¿En qué consiste la hipertensión intracraneal idiopática?

15. ¿Cuáles son los criterios diagnósticos de la migraña sin aura?

Es muy importante tomar en consideración que los plazos para la entrega de actividades, aparecerán a un costado del botón que permite el acceso a esta unidad situado en el menú de este diplomado.

TRASTORNOS PAROXÍSTICOS NO EPILÉPTICOS

OBJETIVOS

  • Dar a conocer y revisar para el pediatra una serie de manifestaciones clínicas que puede presentar el niño en el día a día y que no siempre son fáciles de identificar. Con frecuencia, se pueden confundir con síntomas clínicos de epilepsia y es muy importante diferenciarlas.

  • Es imprescindible una buena historia clínica, una exploración física completa, el conocimiento de estos trastornos y el llevar a cabo exámenes complementarios básicos solo en caso de duda.

  • A lo largo del capítulo se enfatizan todos estos puntos y se tratan algunos de los trastornos paroxísticos no epilépticos
    (TPNE) más comunes en pediatría. Existen otros TPNE, como los relacionados con el sueño y con el movimiento, que se analizan en otros capítulos.

INTRODUCCIÓN

Los trastornos paroxísticos no epilépticos (TPNE) constituyen un grupo heterogéneo de situaciones muy polimorfas desde el punto de vista semiológico en las que se producen accesos intermitentes de cuadros clínicos muy diversos que pueden remedar una crisis epiléptica y que están causados por procesos fisiológicos, psicológicos y, a veces, desconocidos.

Los TPNE se definen como episodios que imitan una crisis epiléptica, pero que no lo son. Su aparición es generalmente brusca y de breve duración, originados por una disfunción cerebral de origen diverso y, a diferencia de la epilepsia, no obedecen a una descarga neuronal excesiva.

Por su parte, una crisis epiléptica se define como un episodio clínico ya sea motor, comportamental, sensorial o sensitivo resultado directo de un cambio en la actividad eléctrica cerebral. La diferencia es, pues, muy sutil y, en ocasiones, es difícil de evidenciar; de ahí la facilidad con que pueden confundirse ambos trastornos.

El 15% de niños menores de 15 años han padecido algún tipo de trastorno paroxístico. La incidencia de los TPNE en la infancia es diez veces más elevada que la de los trastornos paroxísticos epilépticos (TPE) (10:1).

Los tratados de epilepsia son muy numerosos; sin embargo, son muy escasos los que analizan los TPNE.

Hay muchos eventos que por su fenomenología clínica pueden confundirse fácilmente con una crisis epiléptica. El listado de los TPNE que pueden simular una crisis epiléptica es enorme (Tabla 8). Basta recordar los datos de centros con notable experiencia en epilepsia y en los que aproximadamente el 20-25% de los pacientes remitidos a la unidad de epilepsia con esta sospecha diagnóstica en realidad padecían un TPNE.

Muchos de estos trastornos son edad dependientes y desaparecen sin dejar secuelas en la mayoría de casos. La inquietud que generan en el paciente y, muy en especial, en los familiares que han presenciado el episodio es enorme.

Pero mayor angustia genera no diagnosticarlos o etiquetarlos erróneamente como epilepsia cuando en realidad no lo son y someterlos a medicación antiepiléptica cuando no la necesitan, a muchos exámenes complementarios que no precisan y a las limitaciones propias de la epilepsia cuando no lo requieren. Todo ello forma parte de los errores habituales que se pueden cometer cuando no se analizan en profundidad o se desconocen los TPNE de la infancia. La confusión se da aún con mayor frecuencia en pacientes con déficits neurológicos que, además de presentar una mayor incidencia de epilepsia, también pueden manifestar trastornos paroxísticos de naturaleza no epiléptica, como las seudocrisis. Paradójicamente es menos común que un trastorno epiléptico se diagnostique erróneamente como trastorno paroxístico no epiléptico.

POR QUÉ SE CONFUNDEN LOS TRASTORNOS PAROXÍSTICOS CON TANTA FACILIDAD CON LA EPILEPSIA

Existen varios factores responsables de estos errores tan frecuentes en la práctica diaria.

En primer lugar, puede ser resultado de una anamnesis incorrecta ya sea por dificultades del paciente en expresarse por la edad, de los familiares o de las personas que presenciaron el episodio. En epilepsia una anamnesis detallada del proceso es indispensable y, en ocasiones, su valor es igual o superior a la información que pueda ofrecer el trazado elec-troencefalográfico. Este algoritmo puede aplicarse perfectamente en los TPNE. Los episodios deben valorarse siempre mediante una anamnesis cuidadosa de todos los acontecimientos que precedieron, rodearon y culminaron con el ataque, analizando también con detalle el período poscrítico. La deficiente interpretación semiológica del trastorno es otra de las causas de error. Hay tendencia por parte de los profesionales sanitarios, en general, a etiquetar todo cuadro paroxístico como epiléptico. La presencia de fenómenos clínicos considerados clásicamente «epilépticos» en un episodio puede contribuir a ello. Niños con un TPNE pueden presentar en alguna ocasión mordedura de lengua, pérdida de conciencia, relajación de esfínteres, clonías, opistótonos, crisis de hipertonía, trismo, midriasis, sialorrea e, incluso, ligera postración o somnolencia poscrítica. Estos fenómenos no son exclusivos de los pacientes con epilepsia y pueden darse también en los TPNE. Sin ir más lejos, en el síncope convulsivo si la hipoxia se prolonga al final del síncope, puede aparecer hipertonía generalizada, opistótonos, trismo y mioclonías de extremidades.

La valoración y la interpretación de los antecedentes familiares es otra fuente de error. La existencia de epilepsia en el padre e, incluso, de crisis febriles en un hermano no necesariamente comporta que el cuadro que presenta el paciente corresponda a un trastorno epiléptico. Los exámenes complementarios deben ser solicitados e interpretados de forma adecuada siempre teniendo en cuenta al paciente, sus circunstancias y, sobre todo, el cuadro clínico.

Tabla 8. TPNE más comunes en el neonato, lactante, niño y adolescente

Período del lactante

  • Episodio aparentemente letal

  • Cólicos del lactante

  • Dolor paroxístico extremo

  • Tortícolis paroxístico benigno

  • Hemipleiía alternante de la infancia

  • Autoestimulación

Niño y adolescente

  • Trastornos paroxísticos del sueño NREM [despertares confusionales, terrores nocturnos, sonambulismo)

  • Trastornos paroxísticos del sueño REM Ipesadillas, parálisis del sueño)

  • Trastornos paroxísticos del movimiento relacionados con el sueño y bruxismo

  • Apneas del sueño

  • Movimientos periódicos de piernas, síndrome de las piernas

  • inquietas

  • Hipersomnia periódica

  • Opsoclono-mioclono

  • Estereotipias secundarias

  • Estereotipias primarias

  • Sincinesias

  • Ataxia episódica

  • Parálisis periódicas

  • Paramiotonías, miotonías

  • Tics

  • Discinesia paroxística no cinesigénica

  • Discinesia paroxística cinesigénica

  • Discinesia paroxística inducida por el ejercicio

  • Espasmo hemifacial, blefaroespasmo

  • Cataplejía

  • Vértigo paroxístico benigno

  • Síncope vasovagal

  • Síncope de origen cardíaco

  • Síncope febril y otros síncopes

  • Migraña y variantes

  • Dolor abdominal recurrente

  • Disfunción autonómica paroxística

  • Síndrome de Munchausen y síndrome de Munchausen por poderes

  • Cuadros conversivos

  • Ataques de pánico

  • Alucinaciones

  • Trastornos disociativos

  • Crisis de hiperventilación

  • Crisis psicógenas

  • Seudoausencias o daydreaming

  • Síndrome de hipoventilación central

  • Vómitos cíclicos

  • Mioclonías-temblor del velo del paladar

  • Temblor

  • Hiperactividad simpática paroxística

  • En general, solamente se solicitan exámenes complementarios en caso de duda y para descartar otra patología responsable del cuadro, como puede ser la sospecha de epilepsia, de una enfermedad metabólica o degenerativa, de un proceso expansivo o de una patología extraneurológica de origen cardíaco o digestivo.

  • Hay que señalar en este punto el gran valor que tiene el trazado electroencefalográfico frente a un paciente con sospecha de epilepsia y el limitado valor confirmativo que tiene en un TPNE.

Habitualmente, se encuentra un registro electroencefalográfico alterado (con anomalías paroxísticas generalizadas o focales, registro de verdaderas crisis o enlentecimiento poscrítico) en pacientes con epilepsia. Por el contrario, en los pacientes con TPNE la normalidad del electroencefalograma (EEG) es común. Con frecuencia, en pacientes con epilepsia el primer trazado EEG puede ser normal (en el 30 % después de la primera crisis). También se sabe que niños que en apariencia no han presentado ningún tipo de crisis convulsiva pueden presentar registros electroencefalográficos anormales y una actividad considerada «epiléptica». Se debe conocer, además, que la interpretación de los registros electroencefalográficos es subjetiva. Todo ello nos lleva a concluir que el registro elec-troencefalográfico, aun a pesar del gran valor que tiene en el estudio de los cuadros paroxísticos, suele ser una de las principales causas de error. No obstante, realizado en buenas condiciones e interpretado adecuadamente permitirá en muchas ocasiones confirmar la sospecha diagnóstica. Sobre todo puede ser útil el registro videoelectroencefalográfico (vídeo-EEG) de uno de los episodios presuntamente críticos.

CÓMO PROCEDER ANTE UN CUADRO PAROXÍSTICO

Una vez analizadas las posibles causas de error, se debe disponer de una pauta de estudio frente a un paciente con un cuadro paroxístico y que pasa por un interrogatorio completo, una adecuada valoración de los antecedentes, la exploración física completa y los exámenes complementarios dirigidos siempre en función del cuadro clínico (Tabla 9). Es de gran utilidad el análisis detallado del episodio para su posterior análisis. En la actualidad, las familias acuden con el móvil y con varios registros de los episodios que presenta su hijo.

Este hecho ha cambiado un poco la historia de los trastornos paroxísticos no epilépticos, pues es bastante común que los familiares, angustiados por el cuadro clínico, acudan ya a la primera consulta con el registro de varios episodios similares y, en ocasiones, con el diagnóstico.

Tabla 9. Pauta de actuación frente a un trastorno paroxístico

Anamnesis detallada de los episodios

  • Factores desencadenantes y ambientales

  • Sintomatología previa

  • Datos pormenorizados de los episodios

  • Sintomatología posterior

  • Registro en vídeo de los episodios

Historia familiar

Antecedentes de TPNE, migraña, epilepsia, otros problemas neurológicos/extraneurológicos (cardíacos, digestivos, sordera, psiquiátricos, etc.)

Historia personal

  • Antecedentes de interés

  • Historia de cuadros similares

  • Edad debut sintomatología

Exploración física

  • General, antropometría, presión arterial

  • Neurológica

  • Cardiológica (opcional)

  • Psicológica (opcional)

Exámenes complementarios (facultativos)

Solo en caso de duda y para descartar/confirmar

  • EEG en vigilia/sueño/estimulaciones

  • EEG 24 horas

  • Vídeo-EEG del episodio

  • Ecografía Doppler

  • ECG Holter cardiológico completo

  • Estudio de la deglución

  • Neuroimagen

  • Estudios moleculares

  • Otros estudios en función de la clínica

ECG: eletrocardiograma; EEG: electroencefalograma; TPNE: trastorno paroxístico no epiléptico.

Determinar el origen epiléptico no siempre es tan sencillo y puede requerir en caso de duda una prudente espera, en ocasiones de un registro (video-EEG) o la solicitud de otras exploraciones complementarias.

CLASIFICACIÓN DE LOS TRASTORNOS PAROXÍSTICOS NO EPILÉPTICOS

Hay muchas clasificaciones de los trastornos paroxísticos no epilépticos. Clásicamente se dividen: por hipoxia cerebral,en relación con el sueño, extrapiramidales, psiquiátricos y un grupo de miscelánea. En este capítulo se prefiere agruparlos por edades de presentación y dentro de cada edad relacionarlos con el movimiento, con la hipoxia, con el dolor, con el sueño, con trastornos psicógenos y, para terminar, un amplio grupo de miscelánea (v. Tabla 7-1). No se pueden repasar en este capítulo todos los TPNE, pero hay algunas monografías al respecto en las que se detallan todos los TPNE conocidos. Este capítulo se limita a revisar algunos de los TPNE más conocidos en la práctica diaria, valorar sus características principales y diferenciales, fisiopatología, tipo de herencia y analizar las opciones terapéuticas.

TRASTORNOS PAROXÍSTICOS NO EPILÉPTICOS EN EL PERÍODO NEONATAL

Relacionados con el movimiento

Temblor y tremulaciones

El temblor es el TPNE más frecuente en el período neonatal. Consiste en movimientos rítmicos oscilatorios de igual amplitud. Se originan por inmadurez del sistema interneuronal inhibidor espinal. Pueden ser muy sutiles de alta frecuencia (más de 6 Hz) y de baja amplitud (menos de 3 cm), o pueden ser más groseros, pero de baja frecuencia y elevada amplitud. Las tremulaciones (jitteriness) se manifiestan por un temblor recurrente.

El temblor puede afectar a una extremidad o al mentón, puede ser simétrico o asimétrico, y cede, en general, al sujetar la zona afectada. Aparece espontáneamente y suele aumentar con los estímulos, el llanto y el frío. Más del 70% de los neonatos sanos presentan temblor de tipo sutil en los primeros 3 días de vida, mientras que las tremulaciones afectan a casi la mitad de los neonatos. Ambas situaciones son más frecuentes en neonatos irritables y se consideran fisiológicos o benignos. La evolución neurológica es siempre favorable. Los temblores patológicos, habitualmente más amplios, se observan en la encefalopatía hipóxico-isquémica y pueden confundirse con crisis epilépticas. En este caso, junto con los temblores, se puede asociar hiperreflexia, síndrome de hiperexcitabilidad neonatal y afectación del sensorio. También se observan en situaciones de hipoglucemia, hipocalcemia, sepsis, hemorragia intracraneal, hipotermia, hipertiroidismo y en hijos de madres con abuso de sustancias o que han sido tratadas durante embarazo con inhibidores de la recaptación de serotonina. Hay un tipo característico de temblor relativamente frecuente, de herencia autosómica dominante y con un marcador genético, exclusivo de los músculos del mentón provocado en ocasiones por el llanto.

Los temblores pueden confundirse con más frecuencia con crisis epilépticas, especialmente en pacientes con problemas perinatales. En este caso, el EEG crítico y el vídeo-EEG ayudan al diagnóstico diferencial.

Respuesta exagerada al estímulo (reacción de sobresalto)

En el neonato existe una reacción de sobresalto normal ante un estímulo inesperado que consiste en una mueca facial y parpadeo seguido de flexión de tronco. La respuesta, cuando es exagerada, interfiere el estado basal del neonato y puede producir incluso apnea. Este proceso es preciso diferenciarlo de la hiperekplexia, que se caracteriza por una reacción de sobresalto exagerada a los estímulos auditivos, táctiles e incluso visuales. Se asocia, además, rigidez muscular y mio-clono nocturno. Hay dos formas de hiperekplexia neonatal.

En la forma más leve el neonato solo presenta respuestas de sobresalto exageradas que se caracterizan por espasmo tónico generalizado con flexión tónica de extremidades y tronco y cierre de puños. La apnea es posible durante el espasmo debido a la rigidez de la pared torácica. El baño, el despertar o un estímulo auditivo o táctil pueden desencadenar un epi-sodio. Esta respuesta exagerada se induce también fácilmente golpeando el puente nasal o la glabela, lo que permite diferenciarlas de las crisis mioclónicas. En la forma más grave, a todo lo anterior se asocia rigidez muscular generalizada en vigilia, además del mioclono nocturno. El EEG basal es normal, aunque en la fase de apnea y bradicardia puede observarse aplanamiento de la actividad. El trastorno puede ser fácilmente confundido con crisis mioclónicas, tetania neonatal y el síndrome del bebé rígido congénito (stiff-baby), en cuyo caso se retrasaría un diagnóstico vital para prevenir una apnea grave. La hiperekplexia puede ser esporádica o transmitirse con un patrón autosómico dominante con expresión variable. Se debe a mutaciones en el gen CLRA1 localizado en el cromosoma Sp33-35. Esta mutación causa una dificultad en el paso del cloro a través de la subunidad o1 o B1 del receptor de la glicina estricnina-sensible a nivel de la formación reticular de la protuberancia, lo que produce un defecto en la inhibición neuronal. El trastorno responde bien al clo-nazepam (0,1-0,2 mg/kg/día). La maniobra de Vigevano es útil para abortar el episodio de sobresalto que dificulta la respiración, al forzar la flexión del neonato presionando la cabeza hacia las rodillas. Superado el período neonatal, la enfermedad persiste varios años con riesgo de muerte súbita por apnea central por afectación del tronco cerebral y/o por apnea durante el espasmo tónico. La rigidez suele desaparecer antes de los 3 años, pero las caídas al suelo a consecuencia del espasmo y la respuesta exagerada al sobresalto persisten mucho tiempo, incluso en la edad adulta.

Movimientos coreicodistónicos de extremidades, boca y lengua

Los movimientos coreicodistónicos de extremidades, boca y lengua pueden observarse durante el primer mes de vida en niños prematuros con displasia broncopulmonar grave. Estos episodios empeoran con la dificultad respiratoria y mejoran con el sueño. Se atribuyen a una hipoxia crónica de los ganglios basales. La evolución neurológica posterior no es muy favorable por la patología de base. Otros movimientos anormales del neonato son el temblor, la agitación y las

mioclonías.

Crisis sutiles sin correlato electroencefalográfico

Las crisis sutiles sin correlato electroencefalográfico se definen por la presencia de alteraciones en la conducta, la actividad motora o sus funciones autonómicas sin que se asocien a anomalías epileptiformes en el EEG crítico. Estos episodios no se acompañan de movimientos tónicos, clónicos ni mioclónicos, pero sí de movimientos anormales de los ojos (mirada lateral mantenida, nistagmo) y movimientos orolinguales (suc-ción, masticación o protrusión lingual). No responden a los antiepilépticos y, en ocasiones, se asocian a convulsiones, por lo que existe dificultad para discernir que se trate de verdaderas crisis epilépticas. Se cree que estos episodios representan un fenómeno de liberación del tronco cerebral. En estos casos se requiere un estudio vídeo-EEG prolongado.

Relacionados con el sueño

Respecto a los TPNE en el período neonatal relacionados con el sueño, destaca el mioclono. Se define por un brusco y breve movimiento de un miembro causado por una contracción muscular. Puede ser focal y afectar a una parte del cuerpo o generalizado, y, a diferencia del temblor, es irregular, arrítmico y de mayor amplitud. Su origen puede situarse en el córtex, el tronco o la médula espinal. El mioclono epiléptico es infrecuente en el neonato, pero no el mioclono patológico, que se asocia a compromiso neurológico grave (hemorragia intraventricular, encefalopatía hipóxico- isquémica, encefalopatías metabólicas) como expresión de un fenómeno de liberación de tronco cerebral por pérdida de la inhibición cortical lesionada. En el mioclono nocturno neonatal benigno las contracciones mioclónicas solo se observan durante el sueño sin movimientos oculares rápidos (NREM). Es un trastorno relativamente frecuente y se confunde con crisis epilépticas y con estado epiléptico con mucha frecuencia cuando se presentan de forma muy repetida. Las mioclonías son breves, multifocales, repetitivas y arrítmicas, afectan a cualquier extremidad, especialmente a los miembros superio-res, respetan la cara y ceden inmediatamente al despertar al neonato. Se presentan en accesos y pueden persistir durante 20-30 minutos. Pueden iniciarse ya en los primeros días de vida y suelen ceder espontáneamente antes de los 4 meses. El uso de fenobarbital puede empeorarlas y el vídeo-EEG crítico normal descarta un origen epiléptico. Probablemente, se producen por una inmadurez de las vías serotoninérgicas en el tronco cerebral.

Relacionados con la hipoxia

La apnea se define como cualquier interrupción del flujo aéreo, con una duración superior a los 20 segundos y con o sin disminución de la frecuencia cardíaca. También se consideran apneas las detenciones del flujo aéreo más cortas, pero con repercusión cardiocirculatoria. La incidencia de la apnea aumenta con el grado de inmadurez. Es una manifestación de diferentes condiciones patológicas del neonato que tiene significados diferentes según su nivel de maduración.

Las apneas recurrentes que inducen bradicardias significativas que repercuten en el mantenimiento del flujo cerebral (bra-dicardias inferiores a 80 lat/min) pueden provocar compromiso hipóxico-isquémico cerebral. Se distinguen tres tipos básicos de apnea según su mecanismo de producción: centrales, obstructivas y mixtas. Por la etiología se pueden dividir en primarias o idiopáticas, que tienen relación fundamental con la madurez, y secundarias o sintomáticas, que reflejan la presencia de una patología de base.

La semiología de los episodios es pobre y para interpretar su significado es necesario tener en cuenta variables como la edad gestacional, el riesgo infeccioso y marcadores bioquímicos.

El episodio clínico de apnea incluye cianosis, palidez e hipotonía. Sin embargo, puede aparecer de forma aislada y habitualmente se acompaña de bradicardia y desaturación periférica de oxihemoglobina.

El origen de los episodios de apnea se relaciona con varios factores: impulso respiratorio central deficiente, inmadurez de los quimiorreceptores centrales del neonato, alteraciones mecánicas de la vía aérea por obstrucción o colapso de esta, estimulación de reflejos vagales a través de maniobras terapéuticas como la colocación de sonda nasogástrica, maniobras de aspiración nasotraqueales y el reflujo gastroesofágico.

Todo recién nacido con cuadro de apneas por debajo de las 34 semanas o que acumule factores de riesgo debe ser sometido a monitorización. A los estudios de equilibrio ácido-básico, situación hidroelectrolítica, niveles de hemoglobina, glucosa, calcio, marcadores infecciosos y cultivos correspondientes se añadirán estudios de ecografía transfontanelar para descartar la presencia de hemorragias o hidrocefalia que también pueden inducir apneas. Ocasionalmente, se puede requerir en una primera fase estudios de resonancia magnética si se sospechan defectos estructurales en el troncoencé falo. Es importante la utilización de un monitor de función cerebral o un registro video-EEG para establecer si las alteraciones del flujo y ritmo respiratorio detectadas están en relación con crisis epilépticas.

El primer objetivo del tratamiento es prevenir la aparición de nuevos episodios. La estimulación táctil suele ser suficiente para corregir la mayoría de los casos en los que la apnea se presenta como un episodio aislado. En los problemas posicionales de la vía aérea superior se debe considerar la corrección postural. Cuando la apnea se acompaña de signos persistentes de cianosis o de bradicardia, se recurrirá a la administración de oxígeno con presión positiva. Si los episodios recurren varias veces al día, se recomienda iniciar tratamiento farmacológico con cafeína y si persisten, se puede utilizar apoyo ventilatorio con presión positiva continua en la vía respiratoria (CPAP).

El pronóstico de cualquier tipo de apnea mejora con la edad. La persistencia de episodios, especialmente en el sueño, puede orientar hacia una patología genética subyacente, como los síndromes de hipoventilación central congénita.

Miscelánea

El laringoespasmo episódico es una contracción involuntaria de la musculatura laríngea que causa una obstrucción parcial durante la inspiración. Esto puede causar la muerte en el niño o una hipoxia cerebral. En neonatos, el laringoespasmo ocurre generalmente tras una extubación o durante la intubación, pero también puede deberse a una crisis convulsiva, hipocalcemia, reflujo gastroesofágico, síndrome miasténico congénito o miotonía.

El cuadro clínico característico del laringoespasmo episódico neonatal se caracteriza por episodios de rigidez generalizada con cianosis y bradicardia con o sin pérdida de conocimiento y crisis de apnea durante la primera semana de vida.

Pueden presentar episodios de estridor asociados y confundirse con laringomalacia. También se puede manifestar como episodios de sollozo transitorios con rigidez muscular generalizada y palidez facial durante el llanto. La exploración entre los episodios puede ser normal, presentar un ligero estridor o una discreta rigidez.

El laringoespasmo episódico neonatal se ha relacionado con mutaciones del gen SCN4A en el cromosoma 17, que codifica la subunidad alfa del canal de sodio dependiente del voltaje del músculo esquelético Nav 1.4. Estos canales son abundantes en el músculo esquelético. Los pacientes tienen buena respuesta a los bloqueantes de canales de sodio: carbamazepina (10-40 mg/kg/día) o mexiletina (15 mg/kg/día), que actúan disminuyendo la entrada de sodio en la célula, por lo que se reduce la excitabilidad del músculo y la descarga miotónica. Se debe iniciar el tratamiento lo más pronto posible para evitar nuevos episodios de laringoespasmo.

TRASTORNOS PAROXÍSTICOS NO EPILÉPTICOS EN EL LACTANTE

Relacionados con el movimiento

Mioclonias benignas del lactante

Las mioclonías benignas del lactante suelen debutar entre los 3 y los 9 meses de vida, aunque también ha sido descritas en el período neonatal. El lactante, por lo demás normal, presenta al despertar bruscas y repetidas salvas de contracciones mio-clónicas en flexión de cuello y extensión, y abducción de los miembros superiores que recuerdan a los espasmos epilépticos del síndrome de West. Se presentan en vigilia y varias veces al día. Pueden ser también tenues, similares a una mioclonía generalizada. El EEG en vigilia y sueño, para descartar en caso de duda la hipsarritmia, es normal y, además, no existe deterioro en el desarrollo a diferencia del síndrome de West.

Ceden espontáneamente hacia los 9 meses y no precisan tratamiento. Aunque se han descrito con mayor frecuencia en niños sobreestimulados, se desconoce el origen del trastorno.

Crisis tónicas reflejas del lactante

Las crisis tónicas reflejas constituyen un aparatoso cuadro que se presenta entre los 2 y 3 meses de edad y se manifiesta por contracción tónica con extensión de las 4 extremidades, apnea, cianosis y congestión con rubicundez facial durante 3-10 segundos. Se desencadena por estímulos táctiles o cambios posicionales, solo cuando el niño está en vigilia y muchas veces cuando está sujetado por un adulto en posición vertical o cuando es desplazado en dirección cefalocaudal. Es más frecuente en lactantes irritables y, en ocasiones, aparece en salvas durante 2-3 días. A veces se repite periódicamente (cada 2-3 semanas, por ejemplo). Ceden de manera espontánea pocos meses después. Los EEG ictal e interictal son norma-les. Se desconoce su origen.

Desviación tónica paroxística de los ojos hacia arriba con ataxia

El cuadro de desviación tónica paroxística de los ojos hacia arriba con ataxia se inicia entre los 3 meses y los 2 años, y consiste en episodios prolongados (segundos, horas o días) de desviación continua o episódica de los ojos hacia arriba con ataxia asociada. Durante el episodio, el intento del niño para fijar la mirada induce un nistagmo repetido en dirección hacia abajo. Los síntomas desaparecen con el sueño y se incrementan con el cansancio y las infecciones. El cuadro, por lo común, remite espontáneamente en unos años y casi la mitad de los casos evolucionan con retraso del desarrollo y lenguaje. Se desconoce la causa y la neuroimagen es normal.

Hay cuadros familiares y otros relacionados con infecciones.

Algunos casos mejoran con L-dopa.

Estereotipias

Las estereotipas son unas conductas motoras repetitivas (oro-faciales, de la cabeza o de los miembros superiores con movimientos de aleteo) que se presentan de forma rítmica y continuada en niños por lo demás normales, especialmente cuando se sienten a gusto con el juego y en situaciones de excitación o estrés. Suelen comenzar al año y remiten entre los 2 y 3 años.

Son más acentuados y persistentes en pacientes con patología neurológica (discapacidad intelectual, trastorno del espectro autista [TEA] y en algunos síndromes genéticos como en el síndrome de Rett, Angelman y Smith-Magenis).

Espasmo nutans

El espasmo nutans se presenta en lactantes y se caracteriza por episodios espontáneos de nistagmo asimétrico asociado a inclinación y movimientos de asentimiento o negación de la cabeza. La duración de los episodios es de escasos segundos, pero tiene tendencia a repetir. El proceso es autolimitado y desaparece entre los 3 y los 6 años. El EEG es normal. Hay que descartar la posibilidad remota de lesiones quiasmáticas o diencefálicas.

Estremecimientos

Los estremecimientos son episodios paroxísticos breves y frecuentes que se inician hacia los 4 meses de edad, pero que se extienden a lo largo de la infancia.

Consisten en episodios de cese de la actividad sin pérdida de conciencia, con temblor brusco y rápido de corta duración, especialmente de la cabeza y el tronco y, además, asocian posturas tónicas en flexión o extensión de la cabeza y cuello.

Puede haber un factor precipitante y repetir varias veces al día, sin período poscrítico. El EEG ictal es normal. No requieren tratamiento y van cediendo entre el 1° y el 2º año de vida.

Tortícolis paroxístico

Se inicia en el primer año de vida y remite espontáneamente antes de los 5 años. El niño presenta de forma recurrente y subaguda, a veces precedido de movimientos oculares anormales, una postura de inclinación cefálica no dolorosa, a menudo desencadenada por cambios en la postura. El paciente durante los episodios puede estar bien o aquejar malestar, irritabilidad, agitación, palidez, vómitos e incluso ataxia.

Los cuadros de tortícolis, que suelen cambiar de un lado a otro en cada episodio, pueden durar minutos, horas y, a veces, días; ceden espontáneamente y se repiten con una frecuencia variable, a veces constante.

Entre los episodios, la exploración neurológica, la neuroimagen y el EEG son normales. Es más frecuente en niñas (3:1) y tiene un predominio matutino. Se desconoce la etiología, aunque se sospecha una canalopatía (CACNAIA y PRRI2) y que está en relación con la migraña, ya que en ocasiones el cuadro puede evolucionar hacia vértigo paroxístico, ataxia episódica y cefalea migrañosa. No requiere tratamiento y si son muy frecuentes, algunos responden a cinarizina o flunarizina.

Síndrome de Sandifer

El lactante presenta posturas anómalas del cuello, tronco y extremidades como consecuencia de un reflujo gastroesofágico, hernia hiatal o disfunción esofágica. En otras ocasiones, puede presentarse en forma de episodios súbitos de tortícolis, rigidez generalizada y opistótonos que pueden acompañarse de apnea y mirada fija con mioclonías de los miembros.

Suelen ocurrir pocos minutos después de comer y las regurgitaciones no siempre son evidentes; otra característica es la normalidad intercrítica. En casos dudosos debe procederse a una completa exploración esofágica. Se presenta especialmente a los 18-36 meses. El cuadro es muy aparatoso, puede remedar una distonía o una crisis epiléptica. La presencia de regurgitaciones junto con un EEG crítico normal descarta epilepsia y apoya el diagnóstico. El cuadro cede al tratar el reflujo gastroesofágico.

Episodios de autoestimulación

Los episodios de autoestimulación se inician entre los 3 meses y los 5 años. Se pueden expresar de formas dife-rentes: posturas distónicas, grunidos, diaforesis, agitación, cianosis y palidez, mirada perdida, frotamiento de labios, sonrisa e incluso miedo. El paciente puede estimular directamente sus genitales o a través de maniobras de frotamiento de los muslos. Ciertas situaciones favorecen los episodios (aburrimiento, viaje sentado en la sillita, cansancio, para conciliar el sueño). El episodio cesa al distraer al niño, aunque suele mostrarse contrariado y con tendencia a reiniciar la actividad. Pueden confundirse con facilidad con crisis focales complejas. Un vídeo del episodio puede ayudar al diagnóstico. El pronóstico es favorable y suelen desaparecer antes de los 5-6 años.

Hemiplejía alternante de la infancia

La hemiplejía alternante de la infancia es un raro fenómeno que se inicia antes de los 18 meses. Consiste en episodios de hemiplejía flácida subaguda asociados a síntomas autonómicos y nistagmo monocular ipsilateral a la hemiplejía. El episodio se suele iniciar con posturas tónicas o distónicas de miembros con agitación y sensación de miedo. Sigue con desviación de la cabeza hacia el hemicuerpo afectado y progresa hacia una hemiplejía completa con dificultad para la deglución y la respiración. La hemiplejía dura desde pocos minutos hasta varias horas, puede afectar a ambos lados de forma simultánea y remite espontáneamente para volver a repetir en el mismo o en otro hemicuerpo al cabo de pocas días o semanas. El paciente muestra recuperación parcial o completa tras el sueño. Los episodios iniciales pueden ser confundidos con crisis parciales complejas. El EEG crítico muestra ondas lentas unilaterales en el hemisferio afectado. La evolución es tórpida y los episodios tienden a remitir con la edad; pero los pacientes evolucionan hacia un retraso cognitivo, ataxia, epilepsia y coreoatetosis persistente. Se ha identificado como gen responsable ATP1A3 en más del 85% de los casos. Es conveniente el control cardiológico de estos pacientes por incremento de casos de asistolia, de inversión de la onda T en derivaciones precordiales y casos de muerte súbita. Responden parcialmente a la flunarizina, que puede limitar los ataques, pero no evita el deterioro neurológico.

Relacionados con el sueño

Entre los TPNE en el lactante el head banging es un episodio que consiste en movimientos rítmicos de la cabeza cuando el lactante inicia el sueño. La persistencia de estos movimientos durante el sueño se denomina jactatio capitis nocturno. Los episodios remiten espontáneamente a los 2-3 años y se observan con más frecuencia e intensidad en niños con retraso del desarrollo, deficiencia sensorial o trastorno dentro del espectro autista. El body rocking se inicia en el primer año con movimientos de balanceo cuando el niño está en sedestación con movimientos rítmicos de tronco y cabeza tanto en dirección lateral como posteroanterior. Aunque puede presentarse en niños normales, es más común en lactantes poco estimulados, con retraso global o déficit sensorial.

Relacionados con hipoxia

Espasmos del sollozo

El espasmo del sollozo pálido es, básicamente, un síncope vasovagal por un mecanismo cardioinhibitorio neurológicamente mediado, que aparece desencadenado por situaciones de dolor, con frecuencia por leves traumatismos craneoencefálicos especialmente en la región occipital, que implica un factor de sorpresa desagradable (espanto/pánico).

  • Constituye uno de los TPNE más frecuentes en la edad pediátrica. Los episodios suelen aparecer entre los 6 y los 18 meses, y pueden persistir más tiempo o iniciarse antes.

  • Existen dos tipos: pálido y cianosante.

Se inicia con un llanto débil que se aborta con rapidez e incluso casi no llega a iniciarse; se instaura rápidamente una intensa palidez de duración variable (5-30 segundos), seguida de hipertonía con rigidez axial y caída al suelo. Ocasionalmente, se asocian movimientos clónicos. El episodio puede confundirse fácilmente con una crisis epiléptica si no se detecta que fue precedido por traumatismo y si, además, se sigue de mioclonías. La recuperación tiene lugar en poco tiempo (segundos-minutos).

La exploración intercrítica es normal, así como los exámenes complementarios, que, en general, no son necesarios.

Los episodios remiten con la edad, aunque puede evolucionar hacia síncopes vasovagales. Algunos niños presentan anemia ferropénica asociada y de dudosa relación con el trastorno.

No precisan tratamiento y sí conocer la pauta de actuación ante un nuevo episodio. Hay otras posibilidades terapéuticas en casos extremos, como el empleo de un anticolinérgicos como el glicopirrolato para disminuir la inhibición cardíaca, junto con una preparación oral de teofilina por su efecto cronotrópico. Excepcionalmente, cuando se asocia a una notable variabilidad del ritmo cardíaco, se ha llegado a la implantación de marcapasos.

El espasmo del sollozo cianosante tiene su origen en una apnea espiratoria prolongada. El episodio se inicia por llanto o grito seguido de apnea, pérdida de conciencia, cianosis y, en ocasiones, seguidos de posturas tónicas, movimientos convulsivos y relajación vesical. Es importante identificar el factor desencadenante responsable (traumatismo, enojo, frustración, ansiedad, etc.). Es fundamental también conocer la situación clínica tras finalizar el episodio, dado que la recuperación es inmediata, sin estado poscrítico, aunque puede constatarse un estado de hipoactividad, que es tanto más elevado cuanto más lo es el nivel de sobreprotección que desarrollan unos padres asustados por la experiencia vivida. El examen intercrisis es siempre normal. No son necesarios los exámenes complementarios y cuando se solicitan, pueden provocar mayores dudas e incrementar el riesgo de errores diagnósticos.

No hay tratamiento eficaz; sin embargo, se debe ofrecer una amplia información a los padres sobre la benignidad del proceso e instaurar un programa de modificación de pautas educacionales para disminuir en la medida de lo posible los componentes de ansiedad y de reacción neuropática del niño. La evolución es favorable, no precisan tratamiento aparte de identificar el trastorno, tranquilizar a la familia y el entorno. Suelen desaparecer hacia los 4-6 años. En ocasiones excepcionales, si el espasmo es muy frecuente/ intenso puede mejorar con risperidona. La incidencia de epilepsia es la misma que la de la población general. Tampoco se ha encontrado relación entre el espasmo del sollozo cianótico y el riesgo de muerte súbita. Los espasmos del sollozo cianosantes son mucho más frecuentes que los pálidos y hay formas mixtas. En ambos tipos hay antecedentes familiares de cuadros similares.

Episodios de apnea

Los episodios de apnea son manifestaciones muy frecuentes en el lactante. Se definen por la interrupción de la respiración durante más de 15 segundos. Se han observado como primera manifestación de una epilepsia focal, aunque la mayoría de los casos son de origen desconocido. Pueden ser secundarios a reflujo gastroesofágico o a medicación. Suelen aparecer en niños pequeños, en especial en menores de 2 meses, que súbitamente presentan un episodio consistente en alguna combinación de apnea, cambios en la coloración, en el tono muscular y/o sofocación.

 

Generalmente, el niño que ha sufrido un episodio en apariencia letal llega asintomático al servicio de urgencias, con una exploración normal en este momento, pero esto no descarta una patología subyacente. Se debe realizar una observación al menos de 24 horas con monitorización y saturación de oxígeno, ya que la mayoría de las recurrencias aparecerán en las primeras 24 horas; la repetición en estas primeras horas está relacionada con repetición en el primer mes. Su posible relación con la muerte súbita hace que se recomiende una monitorización continua durante los meses posteriores al episodio y se considere aparentemente letal. En el momento del alta, la indicación de monitorización domiciliaria no sigue unos criterios universales. En general se indica si hay anomalía de la vía aérea no solucionada, una enfermedad neurológica que pueda cursar con apneas graves, síndrome de hipoventilación central y en los casos de episodios en apariencia letales idiopáticos, pero que hayan requerido estimulación enérgica.

Relacionados con el dolor

En los TPNE relacionados con el dolor, el dolor paroxístico extremo puede debutar ya en período neonatal o sobre todo en el lactante con este tipo de dolor en especial en las regiones rectal y perianal. Posteriormente, con la edad el dolor puede persistir en esta zona o localizarse a nivel ocular, submandibular o submaxilar. Otro hallazgo constante es la rubicundez facial que acompaña al dolor, ante todo en los pacientes más jóvenes. Durante los episodios los pacientes manifiestan una extrema rigidez de las extremidades y el tronco semejando una crisis tónica. Pueden presentar, además, crisis tónicas no epilépticas, seguidas de inmovilidad de un miembro y asemejarse a la paresia de Todd. Cuando el dolor es ocular, puede acompañarse de midriasis, lagrimeo y rinorrea. No es fácil identificar el cuadro, especialmente cuando debuta en el neonato o en el lactante joven con un llanto inconsolable, rigidez, apnea y palidez e incluso crisis tónica sin un factor desencadenante ni una clara localización del dolor. La duración de los ataques es muy variable (de segundos a horas).

El fenómeno autonómico que con frecuencia se acompaña de rigidez y espasmo tónico se manifiesta por bradicardia y asistolia, y conduce finalmente a un cuadro sincopal. Entre las crisis los pacientes están asintomáticos y con un notable estreñimiento en los más jóvenes, posiblemente asociado al temor de que la defecación induzca otra crisis. El examen neurológico entre las crisis es completamente normal.

En niños mayores y adultos la identificación del trastorno es más sencilla y la localización cambiante del dolor, los antecedentes familiares y la normalidad intercrisis ayudan al diagnóstico. Con la edad el cuadro tiende a disminuir en gravedad. El factor desencadenante más común es la defeca-ción, la ingesta de comida e, incluso, la toma de medicación.

Se trata de una enfermedad hereditaria autosómica dominante debida a una mutación en el gen SCI9A, responsable de una canalopatía con ganancia de función del Na v 1.7.

Los exámenes complementarios son normales/negativos y se confirma el diagnóstico mediante el estudio molecular. Las opciones terapéuticas más efectivas son identificar y evitar en lo posible los factores desencadenantes particulares en cada caso y el empleo de carbamazepina (10-15 mg/kg/d), que logra eliminar o reducir el número y la gravedad de los episodios.

TRASTORNOS PAROXÍSTICOS NO EPILÉPTICOS EN EL NIÑO Y EL ADOLESCENTE

Relacionados con el movimiento

Trastornos del movimiento

Entre los TPNE del movimiento se incluyen tics, corea, balismo, mioclono esencial, compulsiones, estereotipias,

manierismos, coreoatetosis paroxística cinesigénica, coreoatetosis paroxística distónica y la distonía paroxística inducida por el ejercicio que se tratan en el capítulo de trastornos del movimiento.

Vértigo paroxístico benigno

El vértigo paroxístico benigno se caracteriza por la aparición en niños, sin previo desencadenante, de episodios súbitos de vértigo, generalmente de duración breve, minutos u horas, que se resuelven espontáneamente y sin aura. Es la causa de vértigo más frecuente en niños cuando no se acompaña de pérdida de audición o patología otorrinolaringológica que lo justifique. En niños pequeños es difícil obtener una descripción adecuada, por lo que es preciso observar los signos que lo acompañan: inestabilidad, miedo a caminar, llanto, incapacidad para mantenerse de pie, búsqueda de apoyo y palidez.

También puede acompañarse de vómitos. Durante el episodio puede aparecer, además, nistagmo. El primer episodio suele ocurrir entre 1 y 4 años de edad. Hay casos descritos de inicio más tardío. El trastorno se incluye dentro de los equivalentes migrañosos. Puede ser confundido con epilepsia debido a su carácter paroxístico, recurrente, asociado a sensación de miedo y manifestaciones autonómicas (sudoración, náuseas, vómitos), pero no hay pérdida de conciencia ni tampoco período poscrítico. La audiometría permite descartar la presencia de déficits auditivos que orientarían el diagnóstico hacia otras patologías. En caso de duda, el EEG puede permitir diferenciarlo del vértigo de origen epiléptico. Es necesaria también la valoración neurootológica en niños con vértigo. La neuroimagen es obligada cuando los síntomas persisten o aparecen déficits neurológicos. El diagnóstico deferencial debe realizarse con otras formas de vértigo en la niñez, como el vértigo posicional paroxístico benigno, la ataxia episódica, la otitis media aguda y el traumatismo craneoencefálico. Los episodios son breves y, generalmente, no requieren tratamiento. Algunos responden al tratamiento profiláctico con ciproheptadina o flunarizina. Los episodios evolucionan hacia la desaparición a los 3-4 años después de su inicio, aunque una proporción de ellos progresa hacia migraña.

Cataplejía

La cataplejía es la pérdida del tono muscular que se presenta de forma súbita y transitoria (de segundos a minutos) como respuesta a un estímulo emocionalmente intenso y, por lo habitual, positivo (risa o excitación). Los pacientes con cataplejía permanecen despiertos durante el episodio y la debilidad de la musculatura es parcial. Afecta a la expresividad facial (caída palpebral, mandibular, mueca, temblor, etc.) o provoca una sutil caída cefálica por afectación de la musculatura cervical. Cuando la afectación es generalizada, puede provocar la caída al suelo. La exploración neurológica entre los episodios es siempre normal. Hasta el 90% de los pacientes con cataplejía presentan niveles disminuidos de orexina-A en el líquido cefalorraquídeo (LCR). La determinación del haplotipo DQB1*0602 es útil para el diagnóstico, pero no imprescindible.

Para tratar la cataplejía se han venido utilizando antidepresivos tricíclicos y, más recientemente, los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina/ noradrenalina, como la selegilina y el oxibato sódico como tratamiento global del complejo narcolepsia-cataplejía. Se ha demostrado que con una dosis única nocturna de oxibato sódico hasta un máximo de 9 g reducen de forma significativa los ataques de cataplejía, la excesiva somnolencia diurna y la fragmentación del sueño que se puede asociar.

Reacciones extrapiramidales a fármacos

Los síndromes extrapiramidales de origen farmacológico se pueden manifestar por una amplia serie de alteraciones del tono y del movimiento muscular: acatisia, distonía, discinesia tardía, parkinsonismo y síndrome neuroléptico maligno.

La semiología más frecuente es la distonía de cuello, musculatura facial y bucolingual. Es importante la observación de los trastornos del movimiento y su coincidencia en el tiempo con la administración de fármacos.

Diversos fármacos pueden producir una reacción idiosincrásica aguda y transitoria que, en ocasiones, asemejan una crisis epiléptica. Los fármacos más implicados son los antieméticos (metoclopramida, cleboprida y domperidona) y los antipsicóticos típicos (fenotiacinas y análogos, tioxantenos, butirofenonas, difenilbutilpiperidinas) y antipsicóticos atípicos, pero también pueden aparecer con psicoestimulantes (metilfenidato), antidepresivos tricíclicos, antiepilépticos (ácido valproico, fenitoína, carbamazepina, benzodiacepinas) y flunarizina. Es importante la historia clínica minuciosa y las determinaciones para identificar el producto ingerido.

Responden al biperideno y a la retirada del desencadenante.

Opsoclono-mioclono

El síndrome de opsoclono-mioclomo se basa en movimientos conjugados multidireccionales y caóticos de los ojos que varían de intensidad a lo largo de su presentación, pero que no desaparecen con el sueño. Se asocian en el tiempo o poco después con ataxia, irritabilidad, polimioclonías no epilépticas y retraso del desarrollo. La causa más frecuente del síndrome en la infancia es el neuroblastoma, presente en el 7-46% de las series. El neuroblastoma asociado al síndrome de opso-clono-mioclono tiene, en general, un mejor pronóstico. La mayoría de los casos está en un estadio I o II del Internatio-nal Neuroblastoma Staging System, no se asocia con metástasis y suele permanecer silente, precediendo al síndrome de opsoclono-mioclono, o puede aparecer posteriormente. El síndrome de opsoclono-mioclono paraneoplásico o idiopá-tico precisa un abordaje terapéutico combinado que incluye, dada la implicación del linfocito B en su patogenia, pulsos de corticoides, inmunoglobulinas intravenosas, ciclofosfamida, plasmaféresis o rituximab (que resulta efectivo para reducir los síntomas y las recaídas hasta el 17% respecto al 50-70% observado con la terapia convencional).

El síndrome de opsoclono-mioclono parainfeccioso se ha comunicado en la infección por Mycoplasma pneumoniae, pero también está asociado a otras etiologías víricas (Coxsackie B3, rotavirus, hepatitis C, virus de la inmunodeficiencia humana [VIH], citomegalovirus [CMV], herpes 6, virus de Epstein-Barr, varicela y enterovirus), bacterianas (Haemophi-lus influenzae, Borrelia burgdorferi, estreptococo del grupo A y Salmonella enterica), e incluso a Plasmodium falciparum. Estos gérmenes contienen antígenos que pueden generar autoinmunidad por mimetismo molecular con proteínas neuronales. En el síndrome se han descrito diversos autoanticuerpos contra estructuras del sistema nervioso central y una mayor activación y proliferación de los linfocitos B en el líquido cefalorraquídeo, lo que apoya la hipótesis de un trastorno inmunológico. En el síndrome de opsoclono-mioclono para-infeccioso, el curso suele ser benigno y con respuesta al tratamiento corticoide. En muchas ocasiones, el cuadro se autolimita y los pacientes se recuperan de manera espontánea, sin necesidad de tratamiento inmunomodulador.

Temblor del velo del paladar

El temblor del velo del paladar es un trastorno del movimiento que se manifiesta por un temblor rítmico del velo del paladar blando y que produce un ruido metálico en el oído (acúfenos), rítmico (125‡75 clics/min), que coincide con las contracciones del músculo tensor del velo del paladar y del elevador del velo del paladar, en ausencia de otras manifestaciones neurológicas y en un paciente joven. No es doloroso, pero sí molesto; en ocasiones puede inhibirse y suele ceder con el sueño y al comer. Hay 2 formas bien definidas del trastorno: la idiopática infantil y la del adulto.

Con frecuencia, en las formas idiopáticas, el cuadro es transitorio y desaparece espontáneamente (o con piracetam) en un período de entre 3 meses y 5 años desde el inicio de los síntomas; no suele asociar otras manifestaciones neurológicas. Hay casos aislados en la infancia de formas sintomáticas relacionadas con la enfermedad de Krabbe, tumor cerebeloso, encefalitis, esclerosis múltiple y trauma.

En la forma sintomática más propia del adulto asocia, además, disartria, nistagmo y ataxia, y se relaciona con patología del tracto dentado rubro olivar por accidentes vasculares cerebrales o enfermedades degenerativas.

Relacionados con la hipoxia

Los síncopes son los TPNE más frecuentes en este grupo de edad y los que con mayor facilidad se confunden con crisis epilépticas generalizas (Tabla 10).

El síncope se define por una pérdida brusca de la conciencia y del tono postural debido a hipoperfusión arterial cerebral con recuperación espontánea.

El síncope se produce por un fallo hemodinámico que conduce a una hipoxia cerebral aguda y transitoria. Aparece cuando la falta de perfusión/oxigenación cerebral supera los 8-10 segundos. Con frecuencia, se asocia a sudoración y palidez, debilidad, parestesias, así como cierta rigidez generalizada, opistótonos, trismos y, en ocasiones, sacudidas mio-clónicas irregulares de los miembros (síncope convulsivo).

Puede cursar, además, con enuresis e, incluso, con mordedura de la lengua en algún caso. La duración suele ser breve (10-30 segundos), aunque hay casos de mayor duración. Algunos pacientes presentan síntomas prodrómicos (presíncope) caracterizados por mareo, parestesias en miembros inferiores, sensación de calor, náuseas, palidez y visión borrosa que desaparecen con el decúbito. La recuperación es rápida sin síntomas de confusión postictal.

Tabla 10. Diagnóstico diferencial entre síncope y epilepsia

Síncope

Epilepsia

Frecuencia​

Elevada (5-8%]

Baja (1 %)

Antecedentes familiares

60 %

10-20%

Edad de aparición

6 meses-18 años

Cualquier edad

Pródromos

Habituales

Poco frecuentes

Palidez                                                                                        Habitual                                                                         No

Frecuencia cardíaca                                                             Braquicardia                                                               Taquicardia

Tensión arterial                                                                            Baja                                                                           Elevada

Pérdida de conciencia                                                            Gradual                                                                         Brusca

Movimientos rítmicos                                                    Ocasionales al final                                                     Muy frecuentes

Duración del episodio                                                   Segundos-minutos                                                             Variable

Síntomas poscríticos                                                   Ausentes/ discretos                                                           Habituales

Hay varios tipos de síncope dependiendo de su mecanismo fisiopatológico. El más común es el síncope mediado neuralmente o no cardiogénico, que incluye el síncope vasovagal, los espasmos del sollozo pálidos y los cianóticos. Otros síncopes pueden deberse a un incremento de la presión intratorácica como resultado de tos intensa (síncope tusígeno), a maniobras de Valsalva (micción o defecación) o al síncope del seno carotídeo por hipersensibilidad del seno carotídeo propio de adultos.

El sincope vasovagal resulta de una combinación del excesivo tono vagal, respuesta anómala de catecolaminas al estrés y aumento del contenido venoso por bipedestación prolongada. Son frecuentes en escolares y adolescentes, tienen un carácter familiar evidente y pueden ser muy repetidos. Para el diagnóstico diferencial con epilepsia o con síncopes cardiogénicos, es muy importante identificar las circunstancias que rodeaban al paciente y los posibles factores desencadenantes (levantarse bruscamente después de un largo período de sedestación o decúbito, ayuno, calor ambiental excesivo, ambiente húmedo, no ventilado o con aglomeración de personas, ansiedad, uso de fármacos, traumatismo, visión de sangre o de escenas desagradables y, especialmente, por un estímulo doloroso brusco, como la venopunción). El EEG intercrítico es normal. El síncope vasovagal no suele ocurrir cuando el niño está sentado o tumbado salvo en el caso de venopunción. Estos síncopes son a veces espectaculares, pero siempre benignos y, a veces, muy frecuentes. El test de la mesa basculante es un procedimiento para confirmar el diagnóstico de síncope vasovagal y es aconsejable su realización en todo niño con síncopes de origen poco claro o en caso de duda.

El tratamiento pasa por las medidas de educación sanitaria, lo que explica la naturaleza benigna del trastorno tras identificar los primeros síntomas y adoptar medidas profilácticas, valorar en algunos casos la ingesta de agua y sal e, incluso, en casos excepcionales el empleo de fludrocortisona o midodrina (agente simpaticomimético).

El síncope cardiogénico puede resultar tanto de una alteración del ritmo cardíaco (taquiarritmia, bradiarritmia, síndrome del QT largo, síndrome de Brugada) como de una alteración estructural cardíaca cardiomiopatía, estenosis aórtica o mitral, o tumor intracardíaco).

Junto con el cuadro clínico típico del síncope se suelen asociar palpitaciones, dolor torácico, respiración entrecortada y/o fatiga. El síncope cardíaco puede ocurrir en cualquier situación del paciente incluida la posición de decúbito y el sueño y, en especial, durante períodos de ejercicio intenso, emoción y excitación. Es importante investigar los antecedentes familiares de fallecimiento en personas jóvenes, de muerte súbita no aclarada, personales de cardiopatía o arritmias. La pérdida de conciencia y las convulsiones desencadenadas por miedo o sobresalto, particularmente si estas ocurren durante el ejercicio son muy sugestivas de un síndrome QT largo. Cuando este se acompaña de sordera congénita, forma parte de los síndromes de Jervell y Lange-Nielson (autosómico recesivo), o de Romano- Ward (autosómico dominante con penetrancia incompleta). En los casos de síncope infantojuvenil en los que claramente no se cumplan los criterios de ser mediados neuralmente o haya dudas, se debería efectuar un estudio cardiológico dada la posibilidad de muerte súbita. El tratamiento depende de la patología de base y, en ocasiones, se debe recurrir a tratamiento antiarrítmico, ablación quirúrgica por catéter, implantación de marcapasos o desfibrilador.

Hay otros síncopes que se deben conocer, como el febril (de 0-3 años en contexto febril), síncopes situacionales (tos, micción, dolor abdominal), síncopes por hipotensión ortostática (con cambios bruscos de postura) y el síncope de taquicardia postural ortostática (por disfunción autonómica y unos minutos después de adoptar la bipe-destación]. De nuevo, se debe insistir en el valor de una buena historia clínica para identificar el factor desencadenante y no confundirlo con la epilepsia.

Psicógenos

Seudocrisis

Las crisis psicogénicas o seudoepilépticas pueden confundirse con verdaderas crisis epilépticas. Pueden verse en la infancia a partir de los 5 años. Suelen presentarse en forma de movimientos tónico-clónicos generalmente asíncronos, movimientos pélvicos o cefálicos de uno u otro lado, mirada fija e inconsciencia. Los episodios suelen ser muy aparatosos, acompañados de gritos y llanto, casi nunca se golpean y suelen presentarse en ambientes especialmente seleccionados. En ocasiones el episodio puede ser provocado por inducción en el enfermo.

Si es así, el diagnóstico diferencial es más sencillo. No ocurre lo mismo cuando se trata de episodios puramente motores que podrían remedar crisis parciales complejas o crisis que se originan en el lóbulo frontal. Las seudocrisis son frecuentes en pacientes con epilepsia, con lo cual es necesario llevar a cabo un estudio vídeo-EEG ictal e interictal para discriminar si corresponde realmente a epilepsia o forma parte de la seudocrisis. Para aumentar la dificultad en el diagnóstico, en algunos casos de crisis frontales el EEG ictal puede ser nor-mal. Hay datos clínicos que apoyan más que las seudocrisis no suelen aparecer durante el sueño (no hay incontinencia urina-ria, tienen un patrón estereotipado, no hay estado poscrítico y reaccionan ante un estímulo doloroso). De todos modos, no resulta fácil el diagnóstico diferencial y, en muchos casos, se confunden las crisis epilépticas con seudocrisis. Hasta el 70% de los casos referidos a unidades de epilepsia por sospecha de seudocrisis tienen una verdadera epilepsia. El abordaje terapéutico es complicado y debe ser multidisciplinar.

Ataques de pánico

El ataque de pánico es un episodio de comienzo brusco de miedo intenso o sensación de malestar que alcanza su máximo en minutos, acompañado de síntomas somáticos (palpitaciones, sudoración, disnea, opresión torácica, náuseas, vómitos, escalofríos, sofocaciones y parestesias) y psíquicos (miedo a morir o perder el control). Pueden ocurrir en el contexto de otros trastornos mentales (ansiedad, trastorno depresivo, estrés postraumático o abuso de sustancias). Pueden surgir bruscamente desde un estado de calma o de ansiedad. Los ataques pueden durar minutos o raramente horas. Hay 2 tipos característicos de ataques de pánico: esperados (en los que existe un desencadenante obvio o suceden en situaciones en las que los ataques ocurren habitualmente) o inesperados (sin precipitante claro o en un momento poco habitual, como los ataques de pánico nocturnos). En determinadas circunstancias puede ser necesaria la realización de pruebas neurofisiológicas (fundamentalmente vídeo-EEG) para diferenciarlos de las crisis epilépticas. Para tratar los trastornos de pánico se debe incluir la educación parental, estrategias de afrontamiento, entrenamiento para reducir los síntomas somáticos, cambiar pensamientos negativos y prevenir recaídas. La terapia cognitivo-conductual mejora los trastornos de ansiedad. En ocasiones, los inhibidores de la recaptación de la serotonina (fluoxe-tina, paroxetina y sertralina) pueden ser de utilidad.

Crisis de hiperventilación psicógena

Las crisis de hiperventilación psicógena se caracterizan por la presencia de forma aguda de respiraciones rápidas, irregulares, como suspirando, o con sensación de falta de aire, parestesias en segmentos distales (manos, pies), mareos, dolores torácicos, cefaleas, palpitaciones y, a veces, enturbiamiento de la conciencia, e incluso aparente estado de ausencia. La aparición repentina de esta sintomatología se debe a situaciones psicopatológicas especiales en las que desempeñan un papel importante los trastornos emocionales. La ansiedad grave produce crisis de hiperventilación psicógena, y estas crisis producen más ansiedad, por lo que se cierra un círculo vicioso que da lugar a una sintomatología muy florida. El cuadro cede sin dejar secuelas. La edad de presentación es la adolescencia y, especialmente, en el sexo femenino.

El cuadro puede revertir utilizando una bolsa de papel para que el paciente respire dentro y conseguir con ello aumentar los niveles de pCO, o bien tranquilizando al paciente y logrando que respire con bajo flujo de oxígeno. También será beneficioso que el paciente entienda la fisiopatología del síndrome y los síntomas que conlleva, de cara a su resolución.

En determinadas ocasiones, se pueden usar ansiolíticos. En casos refractarios puede ayudar la terapia psicológica.

Relacionados con el sueño

Los TPNE relacionados con el sueño (terrores nocturnos, pesadillas, despertares nocturnos, sonambulismo, síndrome de las piernas inquietas, bruxismo, etc.).

Miscelánea

Las ensoñaciones consisten en episodios más o menos prolongados de desconexión o aislamiento del entorno, de contacto confuso con la realidad, con mirada fija o inatención cuando el paciente está en vigilia. Se presentan en la infancia y la adolescencia. Los episodios tienen una duración inferior a 5 minutos, no se acompañan de ninguna sintomatología y se interrumpen voluntariamente o al aplicar estímulos externos por otras personas, como el tacto, las cosquillas o la oferta de algo que le interese al niño.

Las seudoausencias o daydreams suelen producirse por aburrimiento, especialmente al ver la television o por inatención y desinterés en el aula. Habitualmente, pretenden la búsqueda de contenidos gratificantes, de modo que pueden crear cierta adicción al desarrollar emociones hacia los personajes de sus fantasías.

Se trata de un proceso relativamente frecuente que se confunde con epilepsia ausencia infantil o con crisis parciales complejas. El curso clínico es característico, al igual que los factores favorecedores. La preservación de la conciencia y la interrupción de las seudoausencias tocando o estimulando al niño son aspectos fundamentales para su identificación. Cuando hay dudas, se puede confirmar/descartar la epilepsia ausencias con el registro vídeo-EEG con hiperventilación (se inducen ausencias clínicas y aparecen alteraciones paroxísticas generalizadas de punta-onda a 3 Hz con la misma duración de la ausencia clínica). En niños con crisis epilépticas focales complejas suele objetivarse un foco paroxístico frontal o temporal en el registro vídeo-EEG de vigilia y en registros prolongados durante el sueño espontáneo.

Se debe identificar el trastorno y modificar los factores favorecedores: reducir el tiempo de observación de la televisión e incluir al niño en actividades deportivas o lúdicas con las que se evite el aburrimiento. En niños con déficit de atención, trastorno generalizado del desarrollo o trastorno obsesivo-compulsivo se debe aplicar el tratamiento adecuado de estas problemáticas.

CONCLUSIONES

  • Los trastornos paroxísticos no epilépticos [TPNE) se definen como episodios de aparición brusca y de breve duración que imitan una crisis epiléptica, originados por una disfunción cerebral de origen heterogéneo y, a diferencia de la epi-lepsia, no obedecen a una descarga neuronal excesiva. Su incidencia es mucho más elevada que la epilepsia y pueden aparecer a cualquier edad, pero son más frecuentes en los primeros años de vida. La inmadurez del sistema nervioso central en la infancia favorece que en este período las manifestaciones clínicas sean muy floridas y diferentes de otras edades. Fenómenos normales y comunes en el niño pueden también imitar y confundirse con crisis epilépticas.

  • La función del pediatra es conocer estos trastornos, mucho más frecuentes que la epilepsia, e intentar identificarlos.
    El primer paso para un diagnóstico correcto es establecer si este primer episodio corresponde a una crisis epiléptica o puede tratarse de un primer episodio de TPNE. Es importante seguir un protocolo de diagnóstico, analizando los factores desencadenantes, los pormenores de cada episodio, el examen físico, aplicar el sentido común y la experiencia en estos trastornos y solamente proceder a los exámenes complementarios básicos en caso de duda o para la confirmación diagnóstica.

  • El diagnóstico diferencial incluye todas las causas de movimientos anormales, pérdidas de conciencia, caídas, movimientos durante el sueño, alteración de la función mental, fenómenos sensitivos, motores, vegetativos e incluso movimientos convulsivos. En algunos casos se ha demostrado una base genética. Las opciones terapéuticas son escasas y la mayoría de TPNE tienen una evolución favorable. Si no responden a las medidas habituales o persisten dudas diagnósticas, hay que remitirlo al especialista.

BIBLIOGRAFÍA

Buonsenso D, Plosnic M, Bersani G, Monaco S, Ferrara P, Chiaretti A. Paroxys-mal non-epileptic events in the pediatric emergency department. Eur Rev Med Pharmacol Sci. 2019;23 (5):2188-93.

Campistol J. Trastornos paroxísticos no epilépticos en la infancia. Barcelona, Viguera eds, 2014.

Campistol J, Prats JM, Garaizar C. Benign paroxysmal tonic upaze of childhood with ataxia. A neuro-ophthalmological syndrome of familial origin? Dev Med Child Neurol. 1993;35:436-9.

Carman KB, Ekici A, Yimenicioglu S, Arslantas D, Yakut A. Breath holding spells: point prevalence and associated factors among Turkish children.

Pediatr Int. 2013;55(3):328-31.

Krams B, Echenne B, Leydet J, Rivière F, Roubertie A. Benign paroxysmal vertigo of childhood: long term outcome. Cephalalgia. 2011;31:439-43.

Fenichel GM. Altered states of consciousness. In: Clinical Pediatric Neurology: a signs and symptoms approach. 6th ed. Philadelphia: Saunders & Elsevier, 2009; p. 71-2.

Fertleman CR, Ferrie CD, Aicardi J, Bednarek NAF, Eeg Olofsson O, Emslie FV et al. Paroxysmal extreme pain disorder (previously familial rectal pain syndrome). Neurology. 2007;69:586-95

La France WC Jr, Baker GA, Duncan R, Goldstein LH, Reuber M. Minimum requirements for the diagnosis of psychogenic nonepileptic seizures: a staged approach. A report from the International League Against Epilepsy. Non-epileptic seizures Task Force. Epilepsia. 2013;54(11):2005-18.

Panagiotakaki E, Gobbi G, Neville B, Friedrich E, Campistol C, Nevsimalova S, et al. Evidence of a non-progressive course of alternating hemiplegia of childhood: study of a large cohort of children and adults. Brain. 2010;133:

3598-610.

Ramelli Gl, Sozzo AB, Vella S, Bianchetti MG. Benign neonatal sleep myoclo-nus: an under-recognized, non-epileptic condition. Acta Paediatr. 2005;94: 962-3.

Rodoo P, Hellberg D. Girls who masturbate in early infancy: diagnostics, natural course and a longterm follow-up. Acta Paediatr. 2013;102(7):762-6.

SEGUNDA ACTIVIDAD DE APRENDIZAJE

Comprensión de lectura.

De acuerdo al material de estudio, de respuesta a las siguientes preguntas y remita su actividad por correo a info@consejomexicanodeneurociencias.org

1. ¿En qué consisten los trastornos paroxísticos no epilépticos?

2. ¿Cómo proceder ante un cuadro paroxístico

3. ¿En qué consiste el temblor del velo del paladar?

4. ¿Qué es la cataplejía?

5. ¿En qué consiste la crisis de hiperventilación psicógena? 

6. ¿Qué es el vértigo paroxístico benigno?

7. ¿En qué consisten los episodios de apnea?

8. ¿En qué consiste la hemiplejía alternante de la infancia?

9. ¿Qué son los espasmo nutans?

10. ¿Qué es el síndrome de Sandifer?

Es muy importante tomar en consideración que los plazos para la entrega de actividades, aparecerán a un costado del botón que permite el acceso a esta unidad situado en el menú de este diplomado.

bottom of page