SEGUNDA SESIÓN Y SIGUIENTES: ESTRUCTURA Y FORMATO
En la segunda sesión se utiliza un formato que luego se repite en todas las sesiones siguientes. En este apartado se presenta ese formato y se describe el curso general de la terapia desde la segunda sesión hasta casi la finalización.
El plan típico para aplicar desde la segunda sesión en adelante, es el que describimos a continuación:
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Breve actualización y control del estado de ánimo (y de las medicaciones, alcohol y/o uso de drogas, si es necesario).
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Revisión de la sesión anterior.
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Planificación.
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Revisión de la tarea para el hogar.
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Conversación sobre los temas planificados, asignación de nuevas tareas para el hogar, síntesis periódicas.
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Resumen final y retroalimentación.
El terapeuta experimentado puede, hasta cierto punto, alterar el orden de los elementos presentados. Se sugiere, en cambio, al terapeuta cognitivo principiante, que se ciña lo más posible a la estructura de sesión mencionada.
Los objetivos del terapeuta durante esta segunda sesión son ayudar al paciente a escoger un problema u objetivo en el que centrarse, comenzar a resolver problemas y reforzar el modelo cognitivo y la identificación de pensamientos automáticos. También continúa instruyendo al paciente respecto de la terapia cognitiva para que se ajuste a la estructura de la sesión, al trabajo conjunto, la retroalimentación al terapeuta y la consideración de sus experiencias pasadas y presentes a la luz del modelo cognitivo.
Si el paciente se siente mejor, el terapeuta también comienza a implementar el trabajo de prevención de las recaídas. La preocupación fundamental es el fortalecimiento de la alianza terapéutica y el alivio de los síntomas.
Breve actualización y control del estado de ánimo (y la medicación)
El control del estado de ánimo suele ser breve y se lo puede combinar con una reseña de la semana. El terapeuta solicita una descripción subjetiva por parte del paciente y la controla con los puntajes de las pruebas objetivas. Si existe una discrepancia entre los resultados de las pruebas y el relato, interroga al paciente (p. ej., "Dices que te has sentido mejor, pero los puntajes del inventario de depresión son más altos que la semana pasada.
¿Qué te sugiere eso?"). También efectúa una rápida comparación entre los puntajes objetivos de las semanas precedentes y los de ese momento (p. ej., "El puntaje de ansiedad es más bajo que la semana pasada. ¿Te has sentido menos ansiosa esta semana?). Es habitual que la segunda sesión comience de la siguiente manera:
TERAPEUTA: Hola, Sally. ¿Cómo te sientes hoy?
Paciente: Un poco mejor, creo.
T: ¿Puedo echar un vistazo a los formularios? Mientras los examino, cuéntame cómo estuviste esta semana.
P: Bien. Bueno, bastante bien en algunas cosas y no tanto en otras.
T: ¿Qué sucedió?
P: Me sentí un poco menos deprimida, creo, pero en cambio estuve mucho más ansiosa. También estuve afligida porque no pude concentrarme en el estudio para mi examen de economía.
T: ¿Deberíamos incluir el examen en nuestro plan? (Instruye a la paciente en la especificación breve de un problema para conversarlo más tarde en la sesión)
P: Sí, y también tuve un problema con mi compañera de cuarto.
T: Está bien, lo anotaré para conversarlo también. ¿Alguna otra cosa que yo debería saber respecto de lo ocurrido en la semana?
P: Creo que no.
T: Está bien. Volvamos al control del estado de ánimo. Las pruebas también muestran un pequeño descenso en la depresión y un aumento de la ansiedad. ¿Qué piensas tú respecto de tu depresión?
P: Me he sentido un poco más optimista. Creo que la terapia va a ayudarme.
T: (Reforzando sutilmente el modelo cognitivo) Entonces tuviste pensamientos tales como "La terapia quizá me ayude", esos pensamientos te hicieron experimentar un mayor optimismo y te sentiste menos deprimida.
P: Sí... e invité a Lisa, una compañera de mi clase de química, para que estudiáramos juntas. Ayer pasamos algunas horas estudiando fórmulas. Eso también me hizo sentir mejor.
T: ¿Qué cruzaba por tu mente ayer, mientras estudiabas con ella?
P: Que ella me agradaba y que estaba contenta de haberle preguntado si quería que estudiásemos juntas... Ahora comprendo mejor.
T: Aquí tenemos dos buenos ejemplos de por qué te sentiste me-jor esta semana. Por una parte, tuviste pensamientos optimistas respecto de la terapia. Por otra, hiciste algo diferente -estudiar con Lisa— y te sentiste satisfecha contigo misma por eso.
P: Sí.
T: ¿Te das cuenta de que en estos dos casos tu pensamiento positivo influyó sobre cómo te sentiste?... Me alegro de que te sientas un poco mejor. En unos minutos conversaremos acerca de la mejoría, así que apuntaremos también eso en el plan.
Sally describió su estado de ánimo en pocas palabras. Si, en cambio, hubiese comenzado con un largo discurso, el terapeuta habría tratado de instruirla para que diese una descripción concisa (p. ej., "Sally, permíteme interrumpirte un momento.
¿Podrías decirme en una sola frase cómo estuvieron tu ansiedad y tu depresión en comparación con la semana pasada?... ¿O acaso deberíamos incluir el control del estado de ánimo en el plan, para dedicarle un poco más de tiempo?).
Sally también menciona dos problemas. En lugar de comenzar a conversar sobre ellos, el terapeuta los anota en el plan.
Si le hubiese permitido hacer una descripción más larga de los problemas, la hubiese privado de la posibilidad de reflexionar acerca de cuál era el más importante para revisar durante la sesión. También podrían haber perdido la posibilidad de conversar acerca de aquellos temas que, según la predicción del terapeuta, ayudarían más al avance de la terapia.
Al advertir un pequeño cambio en el estado de ánimo, el terapeuta le pide una explicación. Si es necesario, sugiere que el progreso es el fruto de cambios en la conducta o el pensamiento de la paciente y no una mera consecuencia de las circunstancias:
"Te sientes mejor pero no sabemos por qué. ¿Has notado algún cambio en tu pensamiento o en las cosas que hiciste esta semana?"
También en caso de que el estado de ánimo empeore, buscará que la paciente encuentre las razones: "¿Por qué crees que te has sentido peor esta semana? ¿Podría tener algo que ver con tus pensamientos, o con las cosas que hiciste o no hiciste?" . De este modo, el terapeuta refuerza sutilmente el modelo cognitivo y sugiere que la paciente tiene alguna clase de control (y, por lo tanto, responsabilidad) sobre los cambios.
El breve control sobre los estados de ánimo y el examen de lo ocurrido en la semana proveen al terapeuta de diversas oportu-nidades. Puede demostrar su preocupación por lo que el paciente ha estado sintiendo durante la última semana y, juntos, controlan el progreso alcanzado durante la terapia. El terapeuta puede reconocer (y reforzar o modificar) las explicaciones del paciente para su mejoría o su falta de mejoría. También puede reforzar el modelo cognitivo, es decir, consolidar la noción de la influencia de los pensamientos sobre el estado de ánimo.
Cuando controlan los puntajes objetivos, el terapeuta se preocupa por valorar ítems particulares para buscar cambios positivos o negativos (por ejemplo, cambios en las ideas suicidas o falta de esperanzas). También tiene la posibilidad de requerir información especial, que no está contemplada en las pruebas, pero que es relevante para el problema del paciente (cantidad de ataques en los pacientes con trastorno de pánico, número de atracones para pacientes con bulimia, medición de la ira del 0-100 en pacientes que presentan problemas de hostilidad y otras informaciones de importancia).
Si el paciente está tomando medicación por sus dificultades psicológicas, el terapeuta controla brevemente el cumplimiento, los problemas, los efectos colaterales y otras cuestiones. Si el terapeuta no es el médico que efectúa las prescripciones, luego de pedir autorización al paciente, establece contactos periódicos con el profesional, para intercambiar información y sugerencias.
Aunque el terapeuta no recomiende directamente cambios en la medicación, puede ayudar al paciente a combatir ideas que le dificultan la toma o la reducción de esta (cuando haga falta).
También lo ayudaría a formular y anotar preguntas específicas acerca de efectos colaterales, dosajes, medicaciones alternativas y otras cuestiones, para que el paciente obtenga de su médico esta información con más facilidad.
Asimismo, puede sugerir que si bien la medicación puede tener relación con la mejoría, los esfuerzos del paciente también contribuyeron probablemente a su recuperación. Si el paciente no está tomando medicación, pero el terapeuta cree que está indicada una intervención farmacológica, puede sugerir una consulta médica o psiquiátrica.
Puente desde la sesión anterior
El propósito de este breve ítem es controlar cuál fue la percepción y comprensión del paciente acerca de la sesión anterior.
Al saber que se le preguntará al respecto, el paciente se motiva para la siguiente sesión pensando en lo trabajado en la anterior.
Si no logra recordar sus reacciones o los puntos más importantes de la sesión previa, el terapeuta y el paciente apelan a técnicas de resolución de problemas para que pueda recordar mejor lo trabajado en la sesión actual. El terapeuta puede sugerir el uso de un "Formulario Puente entre Sesiones", que deberá ser completado para la siguiente sesión, mentalmente o por escrito.
Al solicitar el relato de nuevas reacciones respecto de la sesión anterior, se puede obtener retroalimentación de las cuestiones importantes que el paciente no había expresado anteriormente.
Si algún ítem requiere más de uno o dos minutos de conversación, el terapeuta debe marcarlo como otro punto para el plan de trabajo. El puente que se tiende desde la sesión anterior sirve para instruir al paciente respecto del proceso terapéutico, señalándole su responsabilidad en la revisión del contenido de cada sesión y mostrándole que debe expresar cualquier punto vinculado con el terapeuta o con la sesión anterior, en que se haya sentido molesto.
T: Ahora vamos a tender un puente entre la sesión anterior y esta. Eso es algo que haremos cada sesión. En primer lugar,
¿qué sacaste en limpio de esa sesión? y ¿qué cosas te parecieron importantes?
P: Bien... un par de cosas. Creo que me sentí aliviada al conocerlo y al enterarme acerca de la terapia cognitiva. También
me alivió saber que estoy deprimida y no loca. Además me di cuenta de que lo que pienso afecta lo que siento.
T: Bien. Otra pregunta, ¿hubo algo que te molestara en la sesión anterior?
P: No, creo que estuvo bien.
FORMULARIO PUENTE ENTRE SESIONES
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¿Qué punto importante tratamos en la sesión anterior? ¿Qué aprendió usted? (1-3 oraciones)
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¿Hubo algo que le molestara en la sesión anterior? ¿Hay algo que le cueste manifestar?
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¿Cómo transcurrió la semana? ¿Cómo ha sido su estado de ánimo, comparándolo con el de otras semanas? (1-3 oraciones)
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¿Sucedió esta semana algo que merezca la pena de ser discutido? (1-3 oraciones)
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¿Qué problemas desea incluir en el plan? (1-3 oraciones)
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¿Qué tareas hizo/no hizo? ¿Qué aprendió?
Si la paciente hubiese comentado que algún elemento de la sesión anterior le había molestado, el terapeuta podría haberlo examinado con ella en ese mismo momento, o podría haber sugerido incluir el tema en el plan. De la misma manera, sino hubiese recordado ningún tema importante podría haberle preguntado:
"¿Recuerdas que conversamos acerca de la relación entre pensamientos y sentimientos?" o podría haberle dicho: "¿Qué te parece si incluimos en el plan un repaso del modelo cognitivo?". Como dijimos anteriormente, también podría haberle indicado a la paciente la necesidad de que se hiciese responsable, a partir de ese momento, de recordar los contenidos relevantes, preguntándole:
"¿Qué podrías hacer esta semana para recordar lo que hemos hablado hoy?"
Es necesario tener en cuenta que, en general, la principal razón para que un paciente no recuerde la sesión anterior es un error del terapeuta, que no lo alentó a ano-tar los puntos importantes durante la sesión.
Establecer el plan
Generalmente el terapeuta asume la mayor responsabilidad en el planeamiento de las primeras sesiones y luego, en forma gradual, transfiere la responsabilidad al paciente. Es importante que el paciente aprenda las habilidades necesarias para armar su plan, de modo que pueda seguir valiéndose de ellas una vez finalizada la terapia.
T: Ahora debemos armar el plan para el día de hoy. Ya hemos mencionado tu examen, un problema con tu compañera de cuarto y además, quisiera hablar sobre tu mejoría y algo más acerca de los pensamientos automáticos. Por supuesto que también revisaremos tus tareas. ¿Alguna otra cosa?
P: No, creo que no.
T: Este es un plan bastante ambicioso. En caso de que no tengamos tiempo, ¿hay algo que podamos posponer para la semana próxima? (Ayuda a la paciente a establecer prioridades entre sus problemas)
P: Humm... Creo que el problema con mi compañera de cuarto.
Probablemente será pasajero.
T: Está bien. Lo colocaremos en el último lugar del plan y trataremos de llegar a ocuparnos también de eso, pero si no lo logramos, lo conversaremos la próxima semana, si todavía es importante.
A menudo los pacientes necesitan, al comienzo, que se los incentive para que sugieran temas para el plan. En ocasiones, no reconocen con exactitud qué cosas los han estado perturbando o no están seguros de cuáles son los temas adecuados. El terapeuta los instruye para que planteen problemas que requieran alguna clase de ayuda para alcanzar la solución. "¿De qué problema o problemas deseas ocuparte hoy?", "¿Qué pondrías en el plan, para recibir ayuda el día de hoy?" o"¿Sobre qué temas deberíamos trabajar hoy?" Silos puntos para tratar son demasiados, el terapeuta y el paciente fijarán en conjunto las prioridades, especificarán la cantidad de tiempo que desean dedicar a cada uno y, en caso ne-cesario, pospondrán uno o más puntos para la semana siguiente.
El terapeuta no siempre necesita seguir el plan. Más aún, en algunas situaciones, no debe seguir el plan establecido. Sin embargo, cuando se aparta de lo planeado, debe hacer explícita esa digresión y solicitar el acuerdo del paciente.
T: Sally, veo que estás muy preocupada por tu examen, pero tenemos poco tiempo. ¿Querrías dedicar el resto de la sesión a ese tema y posponer el resto de los puntos del plan para la próxima semana? ¿O acaso prefieres que dediquemos a este tema sólo cinco minutos más y que dispongamos de algún tiempo para hablar acerca del problema con tu compañera de cuarto?
P: Creo que el problema con mi compañera puede esperar hasta la semana próxima.
T: Está bien. Espera que apunto eso en mis notas y regresamos enseguida al tema del examen.
Durante la sesión, por diversos motivos, el terapeuta puede sugerir cambios en la distribución del tiempo. Puede hacerlo si, como ocurre en el ejemplo anterior, el paciente está muy preocupado por algún asunto en particular y necesita más tiempo para hablar sobre eso. También puede suceder que surja algún tema nuevo, que sea de particular relevancia. A veces, el cambio debe efectuarse porque el estado de ánimo del paciente empeora durante la sesión. El terapeuta suele también tratar de evitar que el paciente se adentre en temas periféricos que no estaban incluidos en el plan y que no resulten prometedores para el avance en la sesión. Como excepción, no obstante, puede ocurrir que el terapeuta, de manera breve, encare deliberadamente con el paciente una conversación intrascendente con un propósito determinado.
Por ejemplo, puede preguntarle acerca de una película que el paciente acaba de ver, pedirle opinión acerca de un tema de interés general o preguntarle sobre su familia para levantarle el estado de ánimo, para facilitar la alianza entre ellos o para evaluar sus habilidades cognitivas o sociales.
Revisión de las tareas para el hogar
Diversos estudios sugieren que los pacientes que hacen regularmente sus tareas para el hogar mejoran más que aquellos que no lo hacen (Persons et al, 1988; Niemeyer y Feixas, 1990). Efectuar una revisión de las tareas para el hogar en cada sesión refuerza el comportamiento y pone de manifiesto el valor de las efectuadas en la semana. Según nuestra experiencia, si las tareas no se controlan en las sesiones, el paciente comienza a creer que no son importantes, y el cumplimiento desciende significativamente. A veces, la revisión de las tareas demanda poco tiempo. En otras ocasiones, en cambio, puede ocupar casi todo el tiempo de la sesión, especialmente cuando las tareas contienen temas que el paciente desea tratar. A continuación transcribimos la manera como, idealmente, el terapeuta debe revisar las tareas.
T: El siguiente punto de nuestro plan es la tarea para el hogar.
¿Qué hiciste al respecto?
P: Bien, leí el folleto que usted me dio.
T: ¿Lo has traído contigo? ¿Podríamos verlo? Quisiera saber qué te ha parecido importante de lo que has leído. (El terapeuta y la paciente dedican algunos minutos a conversar al respecto)
¿Hay alguna otra cosa que desees preguntar? ¿Algo que no esté claro o que pienses que no se aplica a tu caso?
P: No, es todo. Creo que fue útil.
T: Bien. Otra de tus tareas era tratar de discriminar tus pensamientos automáticos cada vez que notabas un cambio en tu estado de ánimo.
P: Lo intenté, pero me parece que no siempre me doy cuenta de lo que estoy pensando.
T: Está bien. Conversaremos sobre los pensamientos automáticos en todas las sesiones, hasta el final de la terapia. ¿Pudiste esta semana identificar algún pensamiento automático asociado a tus cambios de estado de ánimo?
P: Creo que sí, pero no los anoté.
T: ¿Cuál era la situación?
P: Estaba sentada en la clase, y repentinamente me sentí muy angustiada.
T: ¿Qué pasaba por tu mente en ese momento?
P: Pensaba que el examen estaba por llegar y que no habría manera de estar preparada.
T: Está bien. Déjame escribir esto. Podemos retomar estas ideas en unos minutos, cuando hablemos del examen.
P: Sí.
T: ¿Te diste cuenta de algún otro pensamiento automático esta semana?
P: En realidad, no.
T: Bien. Veamos las otras tareas que tenías asignadas. ¿Agregaste algo a tu lista de objetivos?
P: No, la miré pero no agregué nada.
T: Está bien. Guarda tu copia y, si se te ocurre algo que quieras agregar, házmelo saber. ¿Pudiste recordar que te resulta difícil hacer cosas porque estás deprimida y no porque seas haragana?
P: Pude hacerlo varias veces. Algunas veces me descubrí pensando en eso.
El terapeuta trata de revisar todas las tareas para el hogar durante la sesión, y por eso consigna el tema del examen para tratarlo más tarde. No es necesario que revise las tareas separándolas del resto del plan de la sesión. Muchos terapeutas experimentados integran la revisión de las tareas al tratamiento de los problemas incluidos en el plan de la sesión. El terapeuta principiante, en cambio, debe tener siempre presenta en qué momento de la sesión se encuentra y qué cosas tiene aún pendientes. Es más sencillo limitarse a una estructura determinada y señalar los temas que se deben tratar más tarde. Este terapeuta, por ejemplo, hubiese podido caer en la tentación de abordar directamente el tema del examen y, de ese modo, no hubiese llegado a revisar el resto de las tareas para el hogar.
Tratamiento de los problemas establecidos en el plan, asignación de nuevas tareas y resúmenes periódicos
En la mayoría de los casos, el terapeuta pregunta al paciente con cuál de los temas del plan desea comenzar. De esta manera otorga al paciente la posibilidad de ser más activo y asertivo y le permite tomar más responsabilidades. En algunas ocasiones, el terapeuta asume la iniciativa de seleccionar algún punto particular del temario para comenzar, especialmente cuando considera que esta elección llevará a un mayor avance de la sesión ("¿Te parece bien si comenzamos con el problema de encontrar un trabajo de tiempo parcial?").
El terapeuta introduce sus propios objetivos en los momentos adecuados, cualquiera sea el tema en discusión. En esta segunda sesión el terapeuta no sólo busca ayudar a Sally en la resolución de problemas, sino que además 1) relaciona el tema con los objetivos de sally para su terapia, 2) refuerza el modelo cognitivo, s) continúa ensenando a sally a identificar sus pensamientos automáticos, 4) busca el alivio de los síntomas ayudando a Sally a controlar sus pensamientos angustiantes y 5), como siempre, sostiene y acrecienta el rapport mediante una actitud comprensiva.
Item Nº 1 del plan
T: Bien, veamos nuestro plan. ¿Por dónde crees que debemos comenzar? Podemos tomar un objetivo para trabajar, hablar de tu examen o conversar sobre el proceso de tu mejoría.
P: Mi examen. Estoy realmente preocupada.
T: En realidad ese tema se encuadra dentro de los objetivos de tu terapia: mejorar tus notas y disminuir tu angustia respecto de tus estudios.
P: Sí.
T: Bien. ¿Puedes darme un panorama de lo que sucedió esta semana? ¿Cuánto estudiaste? ¿Qué pasó con tu concentración?
P: Bueno, todo el tiempo quise estudiar, pero cada vez que me sentaba para hacerlo, me ponía nerviosa. A veces no me daba cuenta de que mi mente vagaba y debía volver atrás y releer las mismas páginas.
T: ¿Cuándo es el examen y cuántos capítulos debes estudiar?
(Obtiene más datos para poder ayudar en la resolución de problemas y percibir cualquier posible distorsión del pensamiento)
P: Es dentro de dos semanas y debo preparar cinco capítulos.
T: ¿Y cuántos leíste, al menos una vez?
P: Alrededor de tres capítulos.
T: ¿Hay en esos tres capítulos algunas cosas que todavía no comprendes?
P: Muchas cosas.
T: Está bien. Entonces, para resumir, ¿tienes un examen en dos semanas y estás preocupada porque crees que no vas a comprender el material suficientemente bien?
P: Correcto.
En esta primera parte, el terapeuta busca tener un panorama del problema. Sutilmente da a la paciente el modelo de cómo expresar el problema en una síntesis. Luego tratará de identificar los pensamientos automáticos de Sally, llevándola a recordar una situación específica.
T: ¿Puedes recordar algún momento de esta semana en que intentaste estudiar y te angustiaste mucho?
P: Sí, seguro... anoche.
T: ¿Qué hora era y dónde estabas?
P: Eran alrededor de las 7.30 y caminaba hacia la biblioteca.
T: ¿Puedes formarte ahora esa imagen en la mente? Son las 7:30 y estás caminando hacia la biblioteca. ¿Qué pasa por tu mente?
P: ¿Y si repruebo el examen? ¿ Y si repruebo el curso? ¿Cómo haré para salir adelante este semestre?
T: Está bien. Hemos podido identificar tus pensamientos au-tomáticos. ¿Cómo te hacen sentir esos pensamientos? ¿Te angustian?
P: Mucho.
T: ¿Pudiste detenerte a pensar... qué pasaría si apruebas el examen? Entonces, quizás aprobarás el curso. ¿Consideraste que es posible que te vaya bien este semestre? (Utiliza este problema para reforzar el modelo cognitivo antes de pasar a la resolución de problemas)
P: No.
T: ¿Qué crees tú que habría ocurrido con tu estado de ánimo si lo hubieses podido hacer?
P: Si lo hubiese creído, supongo que me habría sentido mejor.
T: Te explicaré algo acerca de estos pensamientos automáticos.
Los llamamos automáticos porque brotan de repente en tu mente. La mayoría de las veces, con seguridad, ni siquiera tienes conciencia de ellos. Es probable que seas mucho más consciente de la angustia y la tristeza que te producen.
Además, aun cuando seas consciente de los pensamientos, seguramente no eres capaz de evaluar si son correctos o no.
Los aceptas como verdades. Aquí, en la terapia, aprenderás a identificarlos en primer lugar, para después juzgar por ti misma si son completamente correctos o si encierran alguna clase de distorsión. Vamos, entonces, a examinar juntos tu primer pensamiento. ¿Qué evidencia tienes de que fracasarás en el examen? (Comienza el proceso de evaluación de los pensamientos automáticos)
P: Bueno, no comprendo todos los temas.
T: ¿Alguna otra cosa?
P: No... sólo que me estoy quedando sin tiempo.
T: Está bien. ¿Tienes alguna evidencia de que quizá puedas no reprobar?
P: Bueno, que me fue bien en el primer examen.
T: ¿Alguna otra cosa?
P: En realidad comprendo bien los dos primeros capítulos. Con el que realmente tengo problemas es con con el tercero.
T: ¿Qué podrías hacer para aprender mejor el tercer capítulo?
(Comienza a resolver el problema; procura que la paciente tome la iniciativa)
P: Podría leerlo nuevamente. También podría examinar las notas que tomé.
T: ¿Nada más?
P: (Duda) No se me ocurre nada.
T: ¿Hay alguna persona a quien puedas pedir ayuda?
P: Bueno, supongo que podría preguntarle al profesor asistente...
Quizá también podría preguntarle a un joven del piso de abajo, que tomó ese curso el año pasado.
T: Eso suena bien. ¿Qué piensas ahora de tu predicción de que fracasarás?
P: Creo que sé una parte de los temas. Tal vez podría conseguir ayuda para el resto.
T: ¿Y cómo te sientes ahora?
P: Un poco menos preocupada, creo.
T: Está bien. Para resumir, esta semana tuviste muchos pensamientos automáticos que te hicieron sentir angustiada. Sin embargo, cuando te detienes a analizar racionalmente esos pensamientos, parecería que hay muchas cosas que puedes hacer para aprobar. Cuando examinas las evidencias y controlas esos pensamientos, te sientes mejor... ¿verdad?
P: Sí, es verdad.
T: Esta semana, como tarea, me gustaría que nuevamente observes cuáles son los pensamientos automáticos que experimentas cuando cambia tu estado de ánimo. Estos pensamientos pueden contener algunos elementos verdaderos, pero a menudo están distorsionados en algún sentido. La semana próxima buscaremos juntos las evidencias para ver si los pensamientos que apuntaste como tarea son adecuados o no. ¿Está bien?
P: Está bien.
T: Ahora bien, debes aprender a identificar y evaluar tus pensa-mientos, tal como se aprende a conducir o a escribir a máquina.
Es posible que al comienzo no seas muy buena en eso, pero con la práctica lo harás cada vez mejor. Yo te enseñaré más al respecto en las próximas sesiones. Veamos lo que puedes hacer esta semana para identificar algunos pensamientos, pero no esperes hacerlo muy bien todavía. ¿Correcto?
P: Sí.
T: Algo más. Cuando durante la semana escribas algunos pen-samientos, recuerda que pueden ser verdaderos o no. De lo contrario, al escribirlos sin haber aprendido aún a evaluarlos, te puedes sentir peor.
P: Está bien.
T: Es mejor que anotes ahora mismo lo que debes hacer. (El terapeuta repite la tarea asignada) Mientras tomas nota, déjame ver si hay alguna tarea de la semana pasada que desees seguir haciendo esta semana. Además, puedes agregar un plan de estudio para tu examen.
En este apartado, el terapeuta logra varias cosas al mismo tiempo. Aborda un tema del plan que interesa a la paciente; relaciona el problema con un objetivo de la terapia; enseña algo más acerca de los pensamientos automáticos; ayuda a la paciente a identificar, evaluar y controlar aquellos que son específicamente angustiantes; facilita el alivio de los síntomas y produce una disminución de la ansiedad. Finalmente, asigna las tareas para el hogar y previene a la paciente para que tenga expectativas realistas respecto del aprendizaje de una nueva habilidad.
Item Nº 2 del plan
En el siguiente apartado, el terapeuta proporciona al paciente alguna información acerca del proceso de mejoría. Como acaba de finalizar con una parte de la sesión, primero efectúa una síntesis:
T: Bueno, hablamos de tu examen y de cómo tus pensamientos automáticos te angustiaban e interferían con la resolución de problemas. Ahora, si te parece bien, vamos a hablar del proceso de mejoría.
P: Está bien.
T: Me alegro de que hoy te sientas un poco menos deprimida y espero que sigas mejorando. Sin embargo, probablemente las mejorías no serán continuas hasta que no recuperes tu viejo yo. Tendrás altibajos. Te lo digo por la siguiente razón, ¿te imaginas lo que pensarías si estuvieses esperando estar mejor cada semana y un día repentinamente te sintieras peor?
P: Probablemente pensaría que nunca voy a mejorar.
T: Entonces quiero que recuerdes que anticipamos que podías dar unos pasos atrás, y que eso es una parte normal del proceso de mejoría. ¿Quieres tomar alguna nota al respecto?
Síntesis periódicas
A lo largo de la sesión, el terapeuta realiza dos clases de resúmenes. La primera es una síntesis breve, que se lleva a cabo una vez completada cada parte de la sesión, para que tanto el paciente como el terapeuta tengan una clara comprensión de lo que han logrado y de lo que harán a continuación.
T: Está bien. Hemos terminado de hablar acerca de tus dificultades para encontrar motivación y tiempo para comenzar a correr nuevamente, hemos acordado que intentarías correr dos veces esta semana como experimento. Ahora, ¿te parece bien que regresemos a la tarea de la semana pasada, en la que debias tratar de captar tus pensamientos automáticos?
Otro tipo de síntesis es la que se realiza sobre los contenidos que el paciente expone. En este caso, el terapeuta resume brevemente los aspectos centrales de las afirmaciones del paciente, tratando de usar sus mismas palabras. A menudo el paciente ha descripto una situación con muchos detalles. El terapeuta la sintetiza para asegurarse de que ha captado cuál es el elemento problemático para el paciente y con el objeto de presentarla de un modo más conciso y claro para ambos, poniendo en práctica una vez más el modelo cognitivo, de una manera sutil. Emplea siempre que puede las palabras del paciente para asegurarse una comprensión adecuada y para mantener activa la dificultad clave en la mente del paciente.
T: Déjame ver si he comprendido bien. Estabas pensando en conseguir un trabajo de tiempo parcial, pero pensaste: "Nunca podré llevarlo adelante". Y ese pensamiento te entristeció tanto que doblaste el periódico, regresaste a la cama y lloraste durante media hora. ¿Es así?
Si el terapeuta hubiese parafraseado las ideas de Sally, y no hubiese utilizado sus palabras ("Parecería que, en caso de conseguir un trabajo, no estabas segura de poder desempeñarte con eficiencia"), tal vez el pensamiento automático y la emoción hubiesen resultado menos intensos para la paciente y la evaluación de los mismos hubiese sido menos efectiva. Cuando en los resúmenes se sustituyen palabras, el paciente puede sentir también que no lo han comprendido apropiadamente:
P: No, no es que piense que no voy a hacerlo bien; temo que no podré llevarlo adelante en absoluto.
Resumen final y retroalimentación
A diferencia de lo transcripto en el punto anterior, en el resumen final el terapeuta se abstiene de activar pensamientos negativos y perturbadores en el paciente. En este caso, el objetivo es aclarar al paciente los puntos principales tratados durante la sesión de una manera sencilla. Como se trata de una de las primeras sesiones, el terapeuta es quien realiza la síntesis. A medida que el paciente avanza en la terapia, se va haciendo cargo de esta tarea. La síntesis resulta más fácil si durante la sesión el paciente ha tomado notas adecuadas acerca de los puntos más importantes. La transcripción que sigue es un ejemplo directo de un resumen final y del pedido de retroalimentación al paciente:
T: Bien, nos quedan sólo unos minutos. Déjame resumir lo que hemos hecho hoy y luego te pediré tu impresión de la sesión.
P: Está bien.
T: Parece que has tenido esta semana pensamientos más positivos y que por eso te has sentido menos deprimida. Sin embargo, tu angustia fue en aumento, porque hiciste una serie de predicciones negativas respecto de tu examen. Cuando buscamos cuál era la evidencia de que reprobarías, no pareció muy con-vincente. Luego aportaste una serie de buenas estrategias que ayudarían respecto de tus estudios. Probarás algunas de ellas antes de la próxima sesión. También hablamos de las cosas que deberías recordar si experimentabas un retroceso. Finalmente, hablamos acerca de cómo identificar y evaluar tus pensamientos automáticos. Esa es una actividad que seguiremos practicando en la terapia. ¿Es eso todo?
P: Sí.
T: ¿Te molestó alguna cosa que yo dije hoy? ¿Hay algo que no esté bien?
P: Estoy un poco preocupada por la posibilidad de tener un re-troceso.
T: Bien, es posible que haya un retroceso. Si te sientes significativamente peor en algún momento, antes de la próxima sesión, me gustaría que me llamaras. Por otra parte, es muy posible que tengas una semana mejor.
P: Así lo espero.
T: ¿Deberíamos incluir el tema "retrocesos" en el plan de la próxima semana?
P: Está bien.
T: ¿Hay alguna otra cosa que te haya molestado o que quieras
destacar de esta sesión?
P: No. Solamente que hasta hoy no me daba cuenta de lo que podía hacer para favorecer mis estudios.
T: Quizá conversaremos nuevamente sobre eso la próxima semana y veremos cuáles son las cosas que se interponen para que no puedas resolver bien los problemas sola. ¿Está bien? Nos vemos la próxima semana.
Cuando el terapeuta siente que el paciente no ha expresado completamente lo que sintió durante la sesión, o si cree que el paciente se va sin una reflexión apropiada sobre lo que ha aprendido, puede pedirle que complete un informe de terapia (véase figura 1), ya sea mentalmente o por escrito.
Figura 1
Tercera sesión y posteriores
Las sesiones posteriores mantienen la misma estructura que la segunda sesión. El contenido varía según los problemas y objetivos del paciente y los propósitos del terapeuta. En este apartado se describe el curso de la terapia a través de las sesiones.
Como dijimos anteriormente, el terapeuta al comienzo se hace cargo de gran parte de las sugerencias para el plan de cada sesión, ayudando al paciente a identificar y modificar los pensamientos automáticos, diseñando las tareas que se asignan y resumiendo la sesión. A medida que la terapia progresa, se pro-duce una gradual transferencia de las responsabilidades al paciente. Hacia el final de la terapia es el paciente quien designa la mayor parte de los temas de las sesiones, utiliza herramientas tales como el Registro de Pensamiento Disfuncional para evaluar sus pensamientos, diseña su propia asignación de tareas y resume la sesión.
También, gradualmente, se va pasando del énfasis inicial sobre los pensamientos automáticos a un trabajo tanto sobre estos pensamientos como sobre las creencias subyacentes. Además, aunque esto es menos predecible, se va poniendo énfasis en los cambios del comportamiento. Desde el comienzo se alienta a los pacientes depresivos para que programen actividades y se tornen más activos. (Un paciente severamente deprimido puede ser incapaz de concentrarse en tareas cognitivas. En ese caso, el terapeuta se concentrará en hacerlo más activo desde el punto de vista del comportamiento hasta que la depresión ceda lo suficiente como para permitirle realizar el trabajo cognitivo.) El terapeuta se dedica a los cambios de la conducta para que el paciente pueda poner a prueba ciertos pensamientos o creencias y, además, para que practique nuevas habilidades, tales como la asertividad.
Cuando la terapia llega a su etapa final, se produce otro cambio: se prepara al paciente para el alta y la prevención de las recaídas.
Cuando el terapeuta planifica cada sesión, siempre tiene en cuenta en qué etapa de la terapia se encuentra. Tal como se menciona en el capítulo 2, siempre se vale de su conceptualización del paciente, que es un hilo conductor de la terapia. El terapeuta escribe en la hoja de notas los temas que se han planificado (véase fig. 2) antes de cada sesión, pero está preparado para eliminar ítems si es necesario. Mientras el paciente le informa acerca de su estado de ánimo, revisa lo ocurrido en la semana y especifica los temas por tratar, el terapeuta piensa el objetivo o los objetivos de la sesión.
Por ejemplo, en la tercera sesión, los objetivos del terapeuta son comenzar a enseñar a Sally, de una manera más estructurada, a evaluar sus pensamientos automáticos y a seguir programando actividades placenteras. En la cuarta sesión, aplica técnicas de resolución de problemas para ayudarla en la búsqueda de un empleo de tiempo parcial y sigue trabajando sobre los pensamientos disfuncionales. Permanentemente busca integrar sus objetivos con los temas programados por Sally. Esta es la manera como la enseñanza de las técnicas de resolución de problemas y las habilidades de reestructuración cognitiva se conjuguen con las situaciones que ella lleva a la terapia. Estas técnicas combinadas de resolución de problemas y trabajo sobre los pensamientos, generalmente, sólo permiten el tratamiento en profundidad de una o dos situaciones problemáticas por sesión.
El terapeuta toma notas de la sesión con el objeto de profundizar la conceptualización, mantenerse al tanto de lo que se trabaja y planificar futuras sesiones. También conserva copias de las notas que toma el paciente. Resulta útil que las notas del terapeuta contengan los temas que se han trabajado, los pensamientos y creencias (transcriptos textualmente) y la fuerza de la creencia inicial en ellos, como así también de las intervenciones practicadas en la sesión, el éxito relativo de estas, los nuevos pensamientos y creencias que se han estructurado y el grado de creencia en ellos. Se deben consignar además las tareas para el hogar asignadas y los temas planificados para futuras sesiones. Hasta los terapeutas experimentados tienen dificultades para recordar todos estos datos si no cuentan con notas escritas.
Este capítulo ha delineado la estructura y el formato típico de una de las primeras sesiones y ha descripto brevemente el desarrollo de la terapia a lo largo de las sesiones. El capítulo siguiente se ocupa de los problemas que se plantean para ceñirse a este formato y el capítulo 16 describe en detalle cómo planificar el tratamiento antes de cada sesión, en las sesiones y a lo largo de ellas.
Problemas en la estructuración de las sesiones de terapia
Invariablemente aparecen problemas referidos a la estructuración de las sesiones. Cuando el terapeuta toma conciencia del problema, lo primero que hace es especificarlo y luego esboza una teoría acerca de su causa. Finalmente, diseña una solución que no perjudique la alianza terapéutica.
Con frecuencia, el problema aparece porque el terapeuta no ha instruido al paciente adecuadamente. En esos casos, es posible que sólo deba mejorar su capacidad para instruir a los pacientes o que deba evaluar y controlar sus propios pensamientos automáticos con respecto a la estructuración.
El terapeuta debe comprender que un paciente que acaba de ponerse en contacto con la terapia cognitiva no sabe de antemano que aquel desearía que le informe acerca de los acontecimientos de la semana, describa su estado de ánimo y determine sintéticamente un plan. Tampoco sabe que debe resumir la sesión, dar retroalimentación al terapeuta, recordar el contenido de la sesión y realizar diariamente tareas para el hogar. Por otra parte, el terapeuta no sólo le está enseñando ciertas habilidades, sino también una nueva manera de relacionarse con un profesional (en el caso de que anteriormente haya recibido otra clase de terapia) y un modo diferente de relacionarse con sus dificultades, para que pueda adoptar una actitud más objetiva y más orientada a la resolución de problemas.
Por esas razones, el terapeuta debe, a menudo, repetir muchas veces sus descripciones, dar explicaciones y controlar cada uno de los elementos de la sesión, dando respuestas correctivas. Cuando no logra hacer estas cosas, muchas veces consigue menos información del paciente y las sesiones no resultan eficaces. Otro tipo de dificultad se refiere a la renuencia del paciente para adaptarse a la estructura prescripta a causa de las percepciones y creencias disfuncionales acerca de sí mismo, el terapeuta y/o la terapia. En estos casos, el terapeuta debe formular una explicación acerca de la causa del problema y diseñar una solución. Puede optar, o bien por aceptar la incomodidad del paciente, pidiéndole de todas maneras que acepte esa estructura como un experimento, o bien por acomodarse al comportamiento del paciente, permitiendo que sea él quien al comienzo domine y controle el curso de la sesión. Sin embargo, en la mayor parte de los casos, se llega a una negociación satisfactoria para ambos y, a lo largo del tiempo, se intenta llevar al paciente a la estructura estándar.
¿Cómo puede el terapeuta determinar si la actitud del paciente se debe a falta de conocimiento o a una resistencia para aceptar la propuesta? En primer lugar, debe instruir más al paciente respecto del modelo cognitivo y debe controlar sus respuestas verbales y no verbales. Si se trata solamente de un problema de conocimiento, la respuesta del paciente suele ser neutra (o, a veces, autocrítica) y después la aceptación es buena. Si el paciente, en cambio, reacciona negativamente, sin duda ha tomado los requerimientos negativamente y el terapeuta debe investigar sus reacciones.
También puede haber dificultades para mantener la estructura de la sesión cuando el terapeuta la ha impuesto de una manera demasiado controladora o demandante. El terapeuta diagnostica este problema revisando una grabación (de audio o vídeo) de la sesión y lo corrige en el siguiente encuentro: "Creo que la semana pasada actué de una manera demasiado autoritaria. Lo lamento. Quiero asegurarme de que estés de acuerdo con la modalidad de la sesión"
A continuación se presentan los problemas típicos de cada momento de la sesión, excepto aquellos que se relacionan con errores significativos cometidos por el terapeuta.
Breve actualización
Una dificultad bastante común es la que se produce cuando el paciente comienza la sesión con un relato demasiado detallado o caótico. Luego de varias oraciones, el terapeuta interviene amablemente, señalando la importancia de centrarse en problemas específicos.
TERAPEUTA: Perdona que te interrumpa un momento. Es importante para mí comprender ahora el cuadro general de la semana. Veremos los detalles más tarde. ¿Podrías sintetizar lo ocurrido en la semana en tres o cuatro oraciones? ¿Fue una semana mala? ¿Tuvo altibajos? ¿Qué cosas importantes ocurrieron?
Si el paciente sigue relatando detalles en lugar de presentar el cuadro general, el terapeuta puede ejemplificar lo que está pidiendo.
T: Parecería que me estás diciendo: "Tuve una semana bastante difícil. Tuve una pelea con una amiga, me angustié bastante cuando tenía que salir y tuve dificultades para concentrarme en mi trabajo". Ese es el cuadro general al que yo me refería.
A partir de él, puedo darme cuenta de cuáles son las cosas importantes para incluir en el plan y tratarlas más tarde. ¿Está más claro ahora qué es lo que busco cuando te pido al comienzo de la sesión que me hagas una actualización? ¿Te parece bien hacerlo de ese modo?
En otro momento de la sesión, el terapeuta puede sugerir que, para el siguiente encuentro, el paciente prepare por escrito un panorama general de lo que ha ocurrido en la semana, en unas pocas oraciones.
Algunos pacientes comprenden el pedido y son capaces de hacer una síntesis concisa, pero eligen no hacerlo. Si el terapeuta cuenta con elementos que le sugieren que cuestionar la falta de cumplimiento con la estructura puede dañar la alianza terapéutica, tal vez le convenga permitir que el paciente controle la par-te de actualización de la sesión. (Esos elementos pueden ser reacciones verbales o no verbales del paciente frente a intentos previos de estructurar la sesión, afirmaciones directas sobre preferencias respecto del proceso terapéutico o relatos acerca de reacciones fuertes del pasado, en momentos en que percibió que alguien trataba de controlarlo o dominarlo.)
Sin embargo, las reacciones extremas frente a lo estructurado no son frecuentes. El terapeuta generalmente puede explorar con tranquilidad las razones de la resistencia del paciente y resolver con él el problema. Si el terapeuta pide al paciente una revisión más concisa y nota un cambio afectivo negativo, puede preguntar: "Cuando te pedí que me dieras el cuadro general, ¿qué pasó por tu mente?". Luego de identificar los pensamientos au-tomáticos del paciente, el terapeuta puede 1) ayudarlo a evaluar la validez de esos pensamientos, 2) usar la técnica de la flecha hacia abajo (véanse pp. 182-183) para descubrir el significado de los pensamientos, y/o 3) hacer una afirmación empática y pasar a la resolución del problema, como se ejemplifica:
T: Lamento cortarte nuevamente. Veo que tienes muchas cosas en tu mente y me gustaría escucharlas. ¿Quieres seguir ahora con tu repaso de la semana o prefieres incluirlo en el plan y dedicarle una buena parte del tiempo de la sesión, después que hayamos controlado tu estado de ánimo y que decidamos qué otros temas quieres incluir en el plan?
Usualmente, esta última opción es mejor que ayudar al paciente a evaluar sus pensamientos automáticos en un momento en que se encuentra muy molesto. Al expresar interés y el deseo de llegar a un acuerdo, el terapeuta muchas veces modifica la percepción (adecuada o no) del paciente, que se siente demasiado controlado.
Control del estado de ánimo
Muchas veces el paciente no logra llenar bien los formula
-rios, le desagradan, o tiene dificultades para expresar subjetivamente (de una manera concisa) su estado de ánimo general durante la semana. Si el problema radica solamente en la falta de instrucción para completar formularios, el terapeuta pregunta al paciente si recuerda y está de acuerdo con las explicaciones para llenarlos y determina si existe alguna dificultad práctica que deba ser resuelta (como falta de tiempo, olvidos o un problema en la escritura).
Si el paciente se siente molesto cuando se le pide que complete formularios, el terapeuta puede indagar acerca de sus pensamientos automáticos. Si no resulta fácil acceder a ellos, le pregunta acerca del significado de la situación:"¿Qué significa para ti el hecho de que te pidan que completes estos formularios?" '. El terapeuta puede responder empáticamente a las preocupaciones del paciente, ayudarlo a evaluar sus pensamientos y creencias relevantes y/o ayudarlo a resolver el problema. Estas respuestas aparecen en tres ejemplos, a continuación:
PACIENTE: Estos formularios son una pérdida de tiempo. La mitad de las preguntas son irrelevantes.
T: Sí, comprendo que los formularios te parezcan una pérdida de tiempo porque no todas las preguntas se aplican a tu situación.
Sin embargo, ahorran mucho tiempo en la sesión, porque puedo mirarlos rápidamente y tener un panorama, sin molestarte con decenas de preguntas. ¿Estás de acuerdo con completarlos nuevamente para la próxima sesión? En el caso de que te sigan molestando, volveremos a hablar.
En el ejemplo que sigue, la paciente expresa claramente que se siente molesta a través de las palabras que elige, su tono de voz y su lenguaje corporal.
P: Estos formularios son una pérdida de tiempo. La mitad de las preguntas son irrelevantes.
T: ¿Qué significa para ti que te pida que completes estos formu-larios?
P: Estoy ocupada. Tengo muchas cosas que hacer. Si lleno mi vida de tareas que no sirven, nunca llegaré a hacer nada.
T: Me doy cuenta de que estás bastante irritada. ¿Cuánto tiempo
toma llenar estos formularios?
P: ... No lo sé. Quizá diez minutos.
T: Sé que los formularios te parecen irrelevantes, pero de hecho nos ahorran tiempo en la sesión, porque no tengo que hacerte muchas preguntas. ¿Podemos tratar de resolver el problema y ver si puedes encontrar en la semana los diez minutos que necesitas para completarlos?
P: No es gran cosa. Lo haré. Trataré de salir del trabajo un poco más temprano la próxima vez.
En este caso el terapeuta identifica el significado de la si-tuación. El paciente exagera el tiempo que le insume esta tarea, hasta que el terapeuta le ayuda a ver lo breves que son los formularios. El terapeuta no evalúa directamente la validez de las ideas del paciente porque, al encontrarse molesto, con seguridad interpretaría estas observaciones de una manera negativa.
En un tercer caso, el terapeuta considera que intentar persuadir al paciente para que complete los formularios podría afectar negativamente la alianza terapéutica.
P: (Con enojo) Detesto estos formularios. No sirven para mí. Sé que usted quiere que los complete, pero le estoy diciendo que no sirven para nada.
T: Estoy de acuerdo en que los dejes de lado o en que los completes sólo de vez en cuando. Sin embargo, me gustaría tener una idea clara de cómo has estado en la semana. ¿Podrías contarme verbalmente, cuán enojado, triste y angustiado has estado, en una escala de cero a cien?
El problema es diferente cuando el paciente encuentra dificultades para expresar su estado de ánimo, ya sea porque no logra hacerlo de una manera concisa, o bien porque tiene problemas para dar nombres a sus estados de ánimo. El terapeuta puede, en esos casos, interrumpirlo amablemente y formularle preguntas específicas o demostrarle cómo debe responder.
T: ¿Puedo interrumpirte un momento? ¿Puedes decirme en una sola oración cómo ha sido tu estado de ánimo esta semana, en comparación con la semana pasada? Quiero saber más del problema que has tenido con tu hermano. Lo veremos en unos minutos, pero primero necesito saber cómo te has sentido en general y si has estado igual, mejor o peor que la semana anterior.
P: Creo que algo peor.
T: ¿Más angustiada? ¿Más triste? ¿Más enojada?
P: Quizás un poco más angustiada. Más o menos igual de triste.
No muy enojada.
Si el paciente tiene dificultades para dar un nombre a sus estados de ánimo, el terapeuta puede responder:
T: Parece que te cuesta expresar cómo te has sentido. ¿Te parece que incluyamos en el plan el ítem "identificación de sentimientos"?
Puente desde la sesión anterior
En este punto, suelen aparecer problemas por la dificultad del paciente para recordar el contenido de la sesión o por su reticencia para expresar sentimientos negativos hacia el terapeuta.
Una solución es pedir al paciente que complete un Formulario Puente entre Sesiones antes de cada sesión. Sin embargo, en la mayor parte de los casos, la dificultad para referir los puntos más importantes de la sesión anterior, se debe a que el terapeuta ha olvidado alentar al paciente para que tome nota de esos puntos durante la sesión o a que este no ha cumplido con la tarea de leer diariamente esas notas.
Cuando el paciente no logra expresar con sinceridad sus reacciones frente a lo sucedido en la sesión anterior, se pueden adoptar distintas soluciones. En primer lugar, si sospecha que ha habido una reacción negativa, el terapeuta puede alentar más al paciente a expresarla, como se consigna en el ejemplo que sigue.
T: ¿Crees entonces que todo ha estado bien en la sesión anterior?
¿Piensas que si algo te hubiese molestado, me lo habrías dicho?
P: Creo que sí.
T: Está bien, porque yo quiero adaptar esta terapia a tus necesidades. Si realmente algo te hubiese molestado, yo desearía saberlo, para poder solucionar el problema.
En segundo lugar, el terapeuta puede trabajar sobre el significado que tiene para el paciente la expresión de sentimientos negativos.
T: Está bien. Quiere decir que, básicamente, estás conforme con la sesión que tuvimos la semana pasada. De todos modos, ¿qué sentirías si algo no te hubiese satisfecho y me lo hubieses dicho?
P: ¡Oh!, yo nunca lo criticaría, porque sé que está haciendo lo mejor para mí.
T: Bien, gracias, pero yo soy sólo un ser humano y sé que cometo errores a veces. ¿Qué sucedería si me criticaras?
P: Oh... creo que sería una ingrata.
T: Humm. Me pregunto si verdaderamente significa que serías ingrata al darme retroalimentación cuando la deseo y te la estoy pidiendo. ¿Podríamos incluir este tema en el plan, para conversar un poco más al respecto?
Establecer el plan
Las dificultades típicas que aparecen en este tramo son la falta de colaboración del paciente en el armado del plan, las divagaciones que pueden aparecer, o la actitud negativa en las conversaciones para fijar temas. El paciente que no contribuye con temas para el plan o bien no está suficientemente instruido, o está atribuyendo un significado negativo especial a su colaboración.
T: ¿Qué temas te gustaría incluir en el plan?
P: ...En realidad, nada.
T: ¿Qué problemas tuviste esta semana o supones que vas a tener
la próxima?
P: No lo sé, creo que todo está bien.
T: ¿Qué te parece si incluimos en el plan el examen de cómo te está yendo respecto de los objetivos que fijamos al comenzar la terapia?
P: Está bien.
T: Si te parece bien, entonces quisiera que anotaras como tarea para la semana entrante reflexionar acerca de los temas que te gustaría incluir en el plan de la próxima sesión.
Si en la semana siguiente el paciente tampoco logra sugerir un tema, aun cuando la revisión de la semana sugiera que experimentó algunas dificultades, el terapeuta debe averiguar acerca de sus pensamientos automáticos y/o acerca del significado de este pedido.
T: ¿Recuerdas que debías pensar en un tema para el plan?
P: Sí, pero no sé... no se me ocurrió nada.
T: ¿Qué pasaba por tu mente mientras tratabas de pensar en un tema?
P: No lo sé... que usted es el médico y sabe mejor que yo de qué
temas deberíamos hablar.
T: ¿Cómo te sientes cuando te presiono para que pienses en un tema?
P: Creo que está bien.
T: ¿No te sientes un poco molesta?
P: Un poco.
El terapeuta puede entonces averiguar acerca de las expectativas que tiene el paciente respecto de la terapia y ayudarlo a examinar las ventajas y desventajas de esas expectativas.
Los pacientes que, en lugar de limitarse a nombrar un tema en el momento de armado del plan, comienzan a dar una explicación detallada, habitualmente sólo necesitan más instrucciones.
T: (Interrumpe amablemente) Me doy cuenta de que este es un problema importante. Quisiera que ahora te limitaras a nombrarlo y que lo retomáramos en unos minutos. ¿Podríamos llamarlo "un problema con mi jefe"?
P: Sí.
T: Está bien. ¿Puedes darme los nombres de otros problemas que quieras incluir en el plan?
Si en la siguiente sesión el paciente persiste en relatar los problemas en lugar de limitarse a nombrarlos, se le puede pedir que los anote como tarea para el hogar.
Un tercer tipo de problema se presenta cuando el paciente no tiene expectativas respecto del planteamiento de sus proble-mas. En este caso, el terapeuta trata de implementar técnicas de resolución de problemas.
T: Está bien. Hasta ahora tenemos en nuestro plan el problema del cansancio y el de organizar tus finanzas en cuestiones de impuestos. ¿Algo más?
P: (Suspira) No... sí... no lo sé... Me siento muy abrumada y no creo que nada de esto me vaya a ayudar.
T: ¿No crees que hablar acerca de tus problemas en la sesión vaya a ayudarte?
P: No. ¿Para qué? Usted no puede solucionar el problema de que debo mucho dinero y estoy tan cansada que muchas mañanas ni siquiera puedo levantarme. Sin mencionar el hecho de que estoy tan atrasada con el trabajo de mis cursos que probablemente repruebe.
T: Bien. Es verdad que no podemos solucionarlo todo instantáneamente. También es cierto que tienes problemas reales y que debemos trabajar juntos sobre ellos. Ahora bien, si hoy sólo tenemos tiempo para trabajar sobre un tema, ¿a cuál piensas que sería más útil que nos dedicáramos?
P: No lo sé... quizás al cansancio. Si pudiera dejar la cama, probablemente podría solucionar más cosas.
En este caso, el terapeuta contirma a la paciente que sus problemas son reales, que deben trabajar sobre cada uno, tomando uno por vez y que no es necesario que ella trabaje sola. Al pedirle que haga una elección forzosa, la ayuda98 a concentrarse en la selección de un problema y la orienta hacia la resolución. Si la paciente se rehúsa a elegir, el terapeuta deberá intentar con una táctica diferente.
T: Parece que no tienes muchas esperanzas. No puedo asegurarte que el hecho de trabajar juntos mejorará las cosas, pero quiero intentarlo. ¿Quieres probar tú también? ¿Te parece bien conversar sobre el cansancio durante diez o quince minutos y ver qué sucede?
Reconocer la falta de esperanzas de la paciente y la incapacidad del terapeuta para garantizar el éxito lleva a la paciente a aceptar un trabajo de resolución de problemas por unos minutos.
Revisión de la tarea para el hogar
Un problema típico es que el terapeuta, apresurado por abordar los temas del plan, no llegue a preguntarle al paciente acerca de las tareas que realizó durante la semana. Es más probable que el terapeuta recuerde hacerlo si tiene adelante consignados los seis elementos que configuran una sesión de terapia y las notas de terapia de la semana anterior, que contienen la asignación de tareas. En ocasiones aparece el problema contrario: el terapeuta revisa las tareas (no relacionadas con los problemas de ese día del paciente) demasiado detalladamente antes de pasar al plan del día. En el capítulo 14 se tratan en profundidad otros problemas vinculados con las tareas para el hogar.
Abordaje de los ítems del plan
Algunos problemas típicos de esta parte de la sesión son la falta de esperanza, las conversaciones tangenciales o dispersas, un manejo ineficaz del tiempo y la incapacidad para realizar intervenciones terapéuticas. Las conversaciones dispersas suelen aparecer cuando el terapeuta no estructura la conversación de una manera adecuada. Para lograrlo, debe realizar interrupciones amables, guiando al paciente para que retome el tema que se está tratando. También se producen intercambios de escaso valor cuando no logra concentrar la actividad en los pensamientos automáticos, las emociones y comportamientos clave y cuando no consigue realizar la síntesis con frecuencia. En la transcripción que sigue, el terapeuta resume en pocas palabras varios minutos de una descripción de la paciente y la orienta para que pueda identificar sus pensamientos automáticos.
T: Permíteme asegurarme de que he comprendido bien. Tuviste una pelea con tu hermana ayer. Esa situación te recordó peleas anteriores y comenzaste a enojarte cada vez más. Anoche volviste a llamarla y ella comenzó a criticarte porque no la ayudas con tu madre. ¿Qué pasaba por tu mente cuando ella dijo: "Eres la oveja negra de la familia"?
El manejo del tiempo suele ser un problema para el terapeuta novato, que muchas veces sobrestima la cantidad de temas que pueden ser abordados en la sesión. Es preferible establecer prioridades y especificar solamente uno o dos temas para conversar en la sesión. Tanto el terapeuta como el paciente deben mantener el control del tiempo y decidir juntos qué hacer cuando es escaso. (En términos prácticos, es bueno tener a la vista uno o dos relojes para controlar el paso del tiempo.)
T: Sólo nos quedan diez minutos antes de comenzar el cierre de la sesión. ¿Te gustaría seguir hablando acerca de este problema con tu vecina o prefieres que terminemos en un par de minutos para poder así conversar del otro problema con tu compañera de trabajo?
Un tercer problema que suele aparecer durante el tratamiento de los ítems del plan es que el terapeuta no acierte a hacer una intervención terapéutica. Dedicarse simplemente a describir un problema o a identificar pensamientos disfuncionales o creencias relacionadas no redundará en el bienestar del paciente. El terapeuta debe ser consciente de que su objetivo es ayudar al paciente (durante la sesión) a combatir sus cogniciones disfuncionales, resolver o al menos solucionar parcialmente un problema o asignar tareas pensadas para mejorar el problema o hacer que se
sienta menos perturbado.
Asignar nuevas tareas
Es menos probable que un paciente cumpla con las tareas para el hogar si 1) el terapeuta sugiere una tarea demasiado difícil o no relacionada con las preocupaciones del paciente, 2) no le da una explicación adecuada, 3) olvida revisar las tareas asignadas en sesiones anteriores, 4) no enfatiza la importancia de las tareas diarias en general y de cada asignación específica en particular, 5) no enseña específicamente a realizar la tarea, 6) no inicia la tarea, ni realiza ensayos de la misma ni formula preguntas estándar acerca de los obstáculos potenciales que podrían interponerse, 7) no hace que el paciente anote lo que se le asigna u 8) fija unilateralmente una tarea que el paciente no desea realizar.
Si las causas de los problemas no fueron las anteriores, el terapeuta averigua si el paciente no tiene creencias disfuncionales respecto de las tareas (p. ej., "Debería poder sentirme mejor sin tener que trabajar tanto", "Mi terapeuta tendría que curarme sin que yo tuviese que cambiar las cosas", "Soy demasiado inútil como para poder hacer tareas", "La tarea es banal y no me ayudará a mejorar"). En esos casos, el terapeuta ayuda al paciente a especificar y poner a prueba sus ideas disfuncionales respecto de la tarea.
Resumen final
A lo largo de la sesión, el terapeuta resume periódicamente los contenidos para asegurarse de haber comprendido lo que el paciente ha expuesto. Si le ha pedido que registre por escrito los puntos más importantes de la sesión, el resumen final consistirá en una breve revisión de esas notas y una síntesis oral de otros tópicos que se hayan tratado. Cuando el terapeuta no hace que el paciente tome notas, generalmente resulta más difícil hacer una síntesis de la sesión y lograr que el paciente recuerde los temas tratados durante la semana.
Retroalimentación
Suelen aparecer problemas cuando el paciente está molesto hacia el final de la sesión y no tiene suficiente tiempo para resolver su malestar o cuando no logra expresar en absoluto sus reacciones negativas. Una solución práctica para evitar quedarse sin tiempo es comenzar el cierre unos diez minutos antes del final.
El terapeuta puede entonces asignar nuevas tareas de una manera más efectiva, resumir la sesión y pedir retroalimentación.
A continuación transcribimos un ejemplo de respuesta ante una retroalimentación negativa:
T: ¿Hay algo que te haya molestado en lo que dije hoy?
P: Creo que usted no se da cuenta de lo difícil que es para mí hacer las cosas. Tengo muchas responsabilidades y muchos problemas. Para usted es fácil decir que debo concentrarme en mi trabajo y olvidar lo que está ocurriendo con mi jefe.
T: ¡Oh!, lamento que hayas tenido esa impresión. Quise decir que me daba cuenta de que estás muy perturbada por el problema con tu jefe y que hubiese deseado resolverlo esta semana.
Espero que podamos hablar más de eso la próxima semana, pero, ¿hubo algo que yo hiciera o dijera para hacerte pensar que sugería dejar de lado ese problema?
[El terapeuta, a continuación, aclara el malentendido.]
Problemas que surgen de las cogniciones del terapeuta
Los problemas antes mencionados presuponen que el terapeuta está de acuerdo con la estructura habitual de la sesión de terapia y se siente competente para implementarla. Los que siguen son pensamientos y creencias típicos de los terapeutas, que pueden interferir con la implementación de la estructura habitual.
Pensamientos automáticos
"No logro estructurar la sesión."
"[A mi paciente] no le gustará la estructura."
"No se puede expresar sintéticamente."
"No debería interrumpirlo."
"Si soy demasiado directivo, se enojará."
"No cumplirá con las tareas."
"Si evalúo sus ideas, se sentirá menospreciado."
Es importante que el terapeuta controle su propio nivel de incomodidad e identifique sus pensamientos automáticos durante y entre las sesiones. De esta manera podrá identificar problemas, evaluar y modificar sus pensamientos y resolver problemas para facilitar la implementación de la estructura habitual en la siguiente sesión.
IDENTIFICACIÓN DE LOS PENSAMIENTOS AUTOMÁTICOS
El modelo cognitivo sostiene que la interpretación de una situación (más que la situación misma), a menudo expresada en forma de pensamientos automáticos, influye sobre las emociones, el comportamiento y la respuesta fisiológica subsiguiente. Por supuesto, existen acontecimientos que son casi universalmente perturbadores, tales como ser atacado, padecer un rechazo o un fracaso. Las personas con trastornos psicológicos, no obstante, a menudo perciben mal situaciones neutras o hasta positivas y deforman sus pensamientos automáticos. Al examinar críticamente estos pensamientos y corregir los errores, en muchos casos se sienten mejor.
En este apartado vamos a describir las características de los pensamientos automáticos y las técnicas para identificarlos en los pacientes, explicarlos, diferenciar entre pensamientos automáticos e interpretaciones y enseñar al paciente a identificarlos. El siguiente capítulo se ocupa de las emociones negativas: cómo enseñar a los pacientes a diferenciar pensamientos automáticos de emociones y cómo identificar y evaluar la intensidad de estas.
Características de los pensamientos automáticos
Los pensamientos automáticos constituyen un flujo de pensamiento que coexiste con otro flujo de pensamiento más manifiesto (Beck, 1964). Estos pensamientos no son patrimonio sólo de las personas con trastornos psicológicos, sino que son una experiencia común a todos. La mayor parte del tiempo no tenemos demasiado registro de ellos, pero con un poco de entrenamiento podemos traerlos a la conciencia. Si somos conscientes de nuestros pensamientos y no padecemos un trastorno psicológico, automáticamente podemos controlar su grado de realidad.
Un lector de este texto, por ejemplo, mientras está concentrado en la lectura, puede tener el siguiente pensamiento automático: "No comprendo esto" y sentirse ligeramente ansioso. Sin embargo, es posible que responda a este pensamiento espontáneamente (sin una conciencia explícita) de una manera productiva: "En realidad comprendo algunas partes. Intentemos leyendo nuevamente este apartado"
Esta clase de comprobación automática de la realidad y respuesta a los pensamientos negativos es una experiencia fre-cuente. Las personas que padecen alteraciones muchas veces no realizan esta clase de examen crítico. La terapia cognitiva les provee entonces las herramientas para evaluar sus pensamientos de una manera consciente y estructurada, especialmente cuando se sienten perturbados.
Sally, por ejemplo, mientras lee un capítulo de economía, tiene el mismo pensamiento que el lector del párrafo anterior:
"No comprendo esto", pero sus pensamientos se tornan más exagerados: "Y nunca lo comprenderé". Ella considera correctos estos pensamientos y se siente bastante triste. Después de adquirir las herramientas de la terapia cognitiva, en cambio, puede utilizar esa emoción negativa como una pista para buscar, identificar y evaluar pensamientos y, a partir de esas acciones, desarrollar una respuesta más adaptativa: "Un momento, no es necesariamente cierto que nunca entenderé esto. Ahora tengo algunos problemas, pero si lo vuelvo a leer o lo retomo cuando esté más despejada, podré comprenderlo mejor. De todas maneras, entender esto no es algo crucial para mi supervivencia y, en caso necesario, puedo pedirle a alguien que me lo explique"
Aunque los pensamientos automáticos parecen surgir es-pontáneamente, una vez que el paciente identifica las creencias subyacentes, se vuelven bastante predecibles. El terapeuta cognitivo se interesa en la identificación de los pensamientos disfuncionales, es decir, de aquellos que distorsionan la realidad, son emocionalmente perturbadores y/o interfieren con la capacidad del paciente para alcanzar sus objetivos. Los pensamientos automáticos disfuncionales son casi siempre negativos, a menos que el paciente sea maníaco o hipomaníaco, tenga un trastorno narcisístico de la personalidad o sea un drogadicto.
Los pensamientos automáticos suelen ser breves, y el paciente a menudo está más consciente de la emoción que experimenta como consecuencia del pensamiento que de este en sí mismo. Al tomar asiento en la sesión, por ejemplo, el paciente puede tener cierta conciencia de que está angustiado, triste, irritado o incómodo pero, en cambio, puede no tener conciencia de sus pensamientos automáticos hasta que el terapeuta lo interroga al respecto.
La emoción que experimenta el paciente está conectada de manera lógica con el contenido del pensamiento automático. Por ejemplo, Sally piensa: "Soy muy tonta. En realidad no comprendo lo que [mi terapeuta] está diciendo" y se siente triste. En otro momento piensa: "Está mirando el reloj. No soy más que otro caso para él" y se siente ligeramente enojada. Cuando piensa:"¿ Y si la terapia no funciona, qué haré?", se siente angustiada.
Los pensamientos automáticos suelen aparecer en forma muy "escueta"', pero generalmente el paciente logra expresarlos en cuanto el terapeuta pregunta por el significado de ese pensamiento.
Por ejemplo: "¡Oh, no!" se podría traducir como "[Mi terapeuta] me va a asignar demasiadas tareas para el hogar". "¡Maldición!" puede ser la expresión de una idea tal como "Dejé mi agenda en casa y no puedo anotar mi siguiente cita con el terapeuta. Soy una estúpida". Los pensamientos automáticos pueden aparecer en forma verbal, visual (imágenes) o de ambas maneras. Además de su pensamiento verbal automático (¡Oh, no!), es posible que Sally haya tenido una imagen de sí misma, sola en su escritorio en la noche, ocupada en sus tareas para la terapia para una descripción de pensamientos automáticos en forma de imágenes).
Los pensamientos automáticos se pueden evaluar según su validez y su utilidad. La mayor parte de ellos están distorsionados de alguna manera y se producen pese a que existan evidencias objetivas que indiquen lo contrario. Un segundo tipo de pensamientos automáticos son adecuados, pero el paciente extrae de ellos conclusiones distorsionadas. Por ejemplo: "No hice lo que le prometí la mi compañera de cuarto]" es un pensamiento válido, pero la conclusión "Por lo tanto, soy una mala persona" no lo es.
Un tercer tipo de pensamientos automáticos también son correctos, pero decididamente disfuncionales. Por ejemplo, Sally estaba estudiando para el examen y pensaba: "Me va a tomar horas aprender esto. Estaré levantada hasta las tres de la mañana".
Este pensamiento era indudablemente correcto, pero aumentaba su angustia y disminuía su concentración y su motivación. Una manera razonable de enfrentarlo sería analizar su utilidad. "Es verdad que me tomará mucho tiempo, pero puedo hacerlo. Ya lo he hecho antes. Pensar en lo mucho que me va a tomar me hace sentir desgraciada y me impide concentrarme bien. De esta manera, voy a tener que estudiar aun más tiempo. Sería mejor que me concentrara en terminar una parte por vez y luego darme crédito por haber terminado con esa parte." Evaluar la validez y/o utilidad de los pensamientos automáticos y responder a ellos de una manera adaptativa generalmente produce un cambio positivo en los sentimientos.
Para resumir, los pensamientos automáticos coexisten con un flujo más manifiesto de pensamientos, aparecen espontáneamente y no se basan en la reflexión o en la deliberación. Las personas habitualmente son más conscientes de la emoción que se asocia con ellos que de los pensamientos mismos, pero con un breve entrenamiento pueden lograr llevarlos a la conciencia. Los pensamientos relacionados con problemas personales se asocian con emociones específicas, que dependen de su contenido y sig-nificado. A menudo, son breves y fugaces y pueden aparecer en forma verbal y/o en forma de imágenes. Las personas habitualmente aceptan estos pensamientos como si fuesen verdaderos, sin reflexionar sobre ellos ni evaluarlos. La identificación de los pensamientos automáticos, su evaluación y la manera más adaptativa de responder a ellos suele producir cambios positivos en las emociones.
Explicar los pensamientos automáticos a los pacientes
Es ilustrativo explicar los pensamientos automáticos utilizando los propios ejemplos del paciente. A continuación mostramos un ejemplo:
TERAPEUTA: Me gustaría dedicar ahora unos minutos a hablar de la relación entre los pensamientos y los sentimientos. ¿Puedes pensar en algunos momentos de esta semana en que te hayas sentido mal?
Paciente: Sí, esta mañana, cuando iba a la clase.
T: ¿Cuál era el sentimiento? ¿Tristeza, angustia, enojo?
P: Tristeza.
T: ¿Qué cruzaba por tu mente en ese momento?
P: Estaba mirando a otros estudiantes, que conversaban y se divertían en el parque.
T: ¿Qué pasaba por tu mente mientras los mirabas?
P: Que nunca sería como ellos.
T: Está bien. Acabas de identificar algo que llamamos pensamientos automáticos. Todas las personas los tienen. Son pensamientos que aparecen de pronto en nuestra mente. No estamos tratando de pensar en eso deliberadamente. Por eso los llamamos automáticos. La mayor parte de las veces suceden muy rápido y somos más conscientes de la emoción — en este caso, la tristeza— que del pensamiento. Muchas veces esos pensamientos están distorsionados de alguna manera, pero reaccionamos como si fueran ciertos.
P: Humm.
T: Lo que haremos será enseñarte a identificar tus pensamientos automáticos y a evaluarlos para ver si son correctos. Por ejemplo, ahora evaluaremos el pensamiento: "Yo nunca seré como esos estudiantes". ¿Qué piensas que ocurriría con tus sentimientos si descubrieras que tus pensamientos no eran verdaderos y que cuando tu depresión desaparezca, te darás cuenta de que tú eres como los otros estudiantes?
P: Me sentiría mejor.
Aquí el terapeuta sugiere una situación alternativa para ilustrar el modelo cognitivo. Más adelante en la misma sesión usa-rá el cuestionario socrático para analizar con la paciente ese pensamiento y lograr que ella desarrolle su propia respuesta adaptativa. En la parte que sigue, hace escribir a Sally el pensamiento automático, enfatizando el modelo cognitivo.
T: Anotémoslo en este papel. Cuando piensas "Nunca seré como esos estudiantes", te sientes triste. ¿Te das cuenta de que tu pensamiento está influyendo sobre lo que sientes?
P: Ajá.
T: Eso es lo que llamamos el modelo cognitivo. En la terapia te enseñaremos a identificar tus pensamientos automáticos cada vez que percibas que tu estado de ánimo ha experimentado un cambio. Ese es el primer paso. Seguiremos practicándolo hasta que te resulte fácil. Luego aprenderás a evaluar tus pensamientos y a cambiarlos cuando no sean completamente correctos. ¿Está claro?
P: Creo que sí.
T: ¿Qué te parece si lo escribimos? Paso 1: Identificar los pensamientos automáticos. Paso 2: Evaluar y responder a los pensamientos. ¿Podrías decirme con tus propias palabras la relación que existe entre los pensamientos y los sentimientos?
P: A veces tengo pensamientos que son equivocados y me hacen sentir mal... pero, ¿y si los pensamientos son correctos?
T: Esa es una buena observación. En ese caso recurriremos a técnicas de resolución de problemas o averiguaremos qué tiene de malo que sean correctos. Sin embargo, me parece que encontraremos muchos errores en tu pensamiento, porque estas deprimida y eres negativa. El pensamiento negativo siempre forma parte de la depresión. En todo caso, averiguaremos juntos si tus interpretaciones están equivocadas. ¿Puedes contarme alguna otra ocasión en que te hayas sentido mal esta semana, para que identifiquemos más pensamientos automáticos?
Al final de esta sesión, el terapeuta realiza un nuevo control para observar el grado de comprensión del modelo cognitivo que ha alcanzado la paciente.
T: Recapitulando un poco, ¿puedes decirme qué entiendes ahora de la relación entre pensamientos y sentimientos?
P: Bien, a veces los pensamientos automáticos aparecen en mi mente y los acepto como verdaderos. Entonces me siento...
como sea: triste, preocupada...
T: Muy bien. ¿Qué te parece si como tarea para esta semana buscas algunos de estos pensamientos automáticos?
P: Está bien.
T: ¿Por qué crees que te estoy sugiriendo que lo hagas?
P: Porque a veces mis pensamientos no son correctos y si me doy cuenta de lo que estoy pensando, puedo transformarlos y sentirme mejor.
T: Muy bien. Ahora, ¿qué te parece si anotas la tarea? "Cada vez que observe un cambio en mi estado de ánimo o que mi estado de ánimo empeore, me preguntaré... (La paciente lo escribe)
¿Cuál era la pregunta del millón?
P: ¿Qué estaba pasando por mi mente?
T: ¡Bien! Anótalo.
Indagar sobre los pensamientos automáticos
Aprender a identificar los pensamientos automáticos entraña un proceso semejante al del aprendizaje de cualquier otra habilidad.
Algunos pacientes (y terapeutas) lo captan fácil y rápidamente.
Otros requieren más ayuda y más práctica para identificar estos pensamientos e imágenes. Los dos apartados que siguen describen procedimientos para indagar los pensamientos automáticos (resumidos en el siguiente cuadro).
TECNICAS PARA MODIFICAR LOS PENSAMIENTOS AUTOMATICOS
Pregunta básica:
Para identificar los pensamientos automáticos:
-
Formular esta pregunta en los momentos en que se observe un cambio (o una intensificación) en los afectos durante la sesión.
-
Hacer que el paciente describa una situación problemática o un momento en el que experimentó un cambio en los afectos y formular entonces la pregunta básica.
-
En caso necesario, hacer que el paciente utilice imágenes mentales para describir la situación específica o el momento con la mayor cantidad de detalles posible (como si estuviera ocurriendo en el presente) y formular entonces la pregunta básica.
-
Si es necesario o si se prefiere, hacer que el paciente dramatice una inte racción determinada con el terapeuta y luego formular la pregunta básica.
Otras preguntas para indagar sobre los pensamientos automáticos:
-
¿En qué supone que estaba pensando?
-
¿Cree usted que estaba pensando en _____________ o en ___________?
(El terapeuta provee un par de posibilidades.)
-
¿Estaba usted imaginando algo que podría suceder o recordando algo que
ocurrió?
-
¿Qué significó esa situación para usted? (O ¿qué revela acerca de usted?)
-
¿Estaba usted pensando _____________? (El terapeuta provee una respuesta opuesta a la esperada.)
El primer procedimiento consiste en identificar los pensamientos automáticos que el paciente genera en la sesión. El segundo método trata de investigar los pensamientos automáticos que el paciente ha tenido en situaciones problemáticas que se presentaron entre sesiones, por medio de la evocación, la imaginería, las dramatizaciones o el planteo de hipótesis.
Indagar sobre los pensamientos automáticos que aparecen en la sesión
Es oportuno trabajar sobre los pensamientos automáticos cuando el terapeuta observa un cambio en el estado anímico del paciente durante la sesión.
T: Sally, he notado un cambio en tus ojos. ¿Qué pasaba por tu mente?
Es importante estar alerta para captar las pistas verbales y no verbales que da el paciente, y de esta manera llegar a las
"cogniciones candentes", es decir, a los pensamientos automáticos e imágenes importantes que surgen en la sesión y están asociados con un cambio o un incremento de las emociones. Estas cogniciones candentes pueden referirse al paciente mismo ("Soy una fracasada"), al terapeuta ("El no me comprende") o al tema en discusión ("No es justo que tenga que hacer tantas cosas"). Es importante indagar acerca de las cogniciones candentes, porque estas suelen ser de una importancia fundamental en la concep-tualización. Generalmente, estos pensamientos cargados de afecto son los elementos más importantes sobre los que se puede trabajar.
Además, se trata de ideas que pueden perjudicar la motivación o la autovaloración de un paciente. Estos pensamientos también pueden interferir con la concentración del paciente durante la sesión y en la relación terapéutica. Finalmente, identificar los pensamientos automáticos en el momento en que se producen da al paciente la oportunidad de controlarlos y reaccionar frente a ellos para facilitar el trabajo durante el resto de la sesión.
¿Cómo se da cuenta el terapeuta de que el paciente ha experimentado un cambio en sus afectos? Para lograrlo, debe estar atento a las pistas no verbales, tales como los cambios en la expresión facial, la tensión de los músculos, los cambios de postura o los gestos de las manos. Entre las pistas verbales, deben apreciarse los cambios en el tono, el timbre, el volumen de la voz y la velocidad del habla. Al notar un cambio, el terapeuta infiere una modificación en los afectos y efectúa un control preguntando al paciente qué pasa por su mente en ese momento. Si el paciente no logra referir un pensamiento, el terapeuta puede decidir incentivar su memoria haciendo que se concentre en sus emociones y su reacción fisiológica.
T: Sally, ¿qué está pasando por tu mente en este momento?
P: No lo sé.
T: ¿Cómo te sientes?
P: No lo sé. Creo que triste.
T: ¿Dónde sientes la tristeza?
P: En el pecho y detrás de los ojos.
T: Quiere decir que cuando te pregunté: "¿Cómo vas en tus cla-ses?", te sentiste triste. ¿Tienes alguna idea acerca de lo que pasaba por tu mente?
P: Creo que era algo referente a mi clase de economía. Pensaba que me entregaban mi examen.
T: ¿Y qué era lo que pensabas? ¿O acaso imaginabas algo?
P: Sí, imaginaba un aplazo escrito en rojo en la parte superior de la hoja.
Luego de alguna amable insistencia, Sally logró referir esa imagen. Si la concentración en la emoción no hubiese ayudado, el terapeuta podría haber elegido cambiar el tema, para que Sally no se sintiese interrogada y para que no reforzara su sensación de fracaso al no lograr identificar su pensamiento automático.
T: No importa. Seguiremos con nuestro plan.
Sin embargo, a veces es bueno insistir sobre una cognición candente. Aunque es mejor lograr que sea el paciente quien identifique sus propios pensamientos automáticos que especular al respecto, algunas preguntas pueden ser útiles en aquellos casos en que no lo consigue. El terapeuta podría pedir a Sally que trate de adivinar lo que pensaba o darle algunas alternativas posibles. También podría preguntarle específicamente por una imagen o interrogarla acerca del significado que la situación tiene para ella. Otra alternativa es sugerir un pensamiento específico que es lo opuesto de lo que el terapeuta supone que ella estaba pensando.
T: ¿Qué pasaba por tu mente en el momento en que te pregunté cómo ibas con tus clases y te sentiste triste?
P: Realmente no lo sé. Solamente me sentí mal.
T: Si tuvieras que adivinar, ¿en qué crees que podías estar pensando? ¿crees que puedes haber estado pensando en las clases, en el trabajo o en la terapia?, ¿piensas que tú tenías alguna imagen en mente?, ¿qué significó para ti que te preguntara acerca de tus clases?, ¿crees acaso que estabas pensando en lo bien que te va?]
Identificar los pensamientos automáticos en una situación específica
Estas mismas preguntas se pueden utilizar para ayudar al paciente a identificar los pensamientos automáticos que aparecieron entre sesiones. En este caso también, cuando el paciente describe una situación problemática, el terapeuta primero plantea la pregunta básica ("¿Qué estaba pasando por tu mente?"). A menudo resulta útil que el terapeuta pida al paciente una descripción más detallada de lo que sucedió.
T: Entonces, ¿estabas sentada en clase y repentinamente te sentiste nerviosa? ¿Qué pasaba por tu mente?
P: No lo sé.
T: ¿Qué estaba sucediendo?
P: La profesora estaba explicando cuáles eran los requisitos para la monografía y el joven que estaba sentado a mi lado me susurró una pregunta acerca de la fecha de entrega.
T: Entonces, ¿él te habló mientras la profesora explicaba y te sentiste nerviosa?
P: Sí, y yo pensaba: "¿Qué dijo? ¿Qué fue lo que no comprendí? Ahora no sabré qué hacer"
Si describir la situación verbalmente no basta para sacar a la luz los pensamientos automáticos, el terapeuta le solicita al pa-ciente que imagine la situación, como si estuviese sucediendo en ese momento. La alienta entonces para que incluya todos los detalles que pueda, hablando siempre en tiempo presente.
T: Sally, imagina que estás en clase en este momento. La profesora está hablando y el joven te susurra una pregunta. Te sientes nerviosa... Descríbelo con todos los detalles que puedas, como si estuviese sucediendo. Imagina el tamaño del aula. ¿Dónde estás sentada? ¿Dónde está el profesor? ¿Qué está diciendo? ¿Qué estás haciendo?
P: Estoy en mi clase de economía. La profesora está de pie, al frente de la clase. A ver, yo estaba sentada casi al fondo y escuchaba con atención.
T: Entonces, "Estoy sentada casi en el fondo y escucho con aten-ción..." (Guía a la paciente para que hable como si estuviese ocurriendo en ese momento)
P: Ella está diciendo algo acerca de los temas que podemos es-coger, una visión macroeconómica de la economía o... alguna otra cosa y entonces el joven que está a mi izquierda se inclina y susurra: "¿Cuándo es la fecha de entrega?".
T: ¿Qué pasa por tu mente en este momento?
P: ¿Qué dijo la profesora? ¿Qué fue lo que no comprendí? Ahora no sabré qué hacer.
El terapeuta ayuda a la paciente a que vuelva a experimentar la situación tal como si estuviese ocurriendo en ese momento. Cuando nota que ella se refiere a la escena en tiempo pasado, amablemente la guía para que la relate en presente, para lograr que la experiencia sea más inmediata. Por otra parte, si un paciente tiene dificultades para identificar pensamientos automáticos en una situación interpersonal, el terapeuta puede ayudarlo a recrear la situación por medio de una dramatización. En primer lugar, el paciente describe verbalmente quién dijo qué cosa y luego se representa a sí misma mientras el terapeuta representa el papel de alguna otra persona.
T: ¿Te sentiste entonces deprimida mientras hablabas con tu compañero acerca de la tarea?
P: Sí.
T: ¿Qué estaba pasando por tu mente mientras le hablabas?
P: (Hace una pausa) No lo sé, estaba realmente deprimida.
T: ¿Puedes contarme qué le dijiste y qué te dijo?
P: (Describe el intercambio verbal)
T: ¿Qué te parece si tratamos de dramatizarlo? Yo seré una compañera y tú serás tú.
P: Está bien.
T: Mientras estamos recreando la situación, fíjate si puedes darte cuenta de lo que pasa por tu mente.
P: (Asiente)
T: Está bien, tú comienzas. ¿Qué dirías para comenzar?
P: Karen, ¿puedo hacerte una pregunta?
T: Seguro, ¿pero puedes llamarme más tarde? Tengo que correr a mi próxima clase.
P: Es algo breve. No escuché los que dijo la Dra. Smith acerca del trabajo.
T: Ahora no tengo tiempo. Llámame después de las 7. ¿Está bien?
Adiós... Bueno, fuera de la dramatización. ¿Sabes qué pasaba por tu mente?
P: Sí, pensaba que ella estaba demasiado ocupada para prestarme atención, que no le interesaba ayudarme y que no sabría qué hacer.
T: Tuviste los pensamientos: "Ella está demasiado ocupada para prestarme atención", "Ella en realidad no quiere ayudarme"
"No sabré qué hacer"
P: Sí.
T: ¿Esos pensamientos hicieron que te sintieras triste?
P: Sí.
Identificar pensamientos automáticos adicionales
Es importante continuar indagando aun después de que el paciente refirió el pensamiento automático inicial. Estas preguntas pueden sacar a la luz otros pensamientos automáticos.
T: Entonces cuando te entregaron la prueba, pensaste: "Debería haber respondido mejor. Debería haber estudiado más". ¿Qué otras cosas pasaron por tu mente?
P: Probablemente a todos los demás les fue mejor que a mí.
T: ¿Y entonces?
P: Pensé: "Ni siquiera debería estar aquí, soy una fracasada".
El terapeuta debe saber que la paciente puede tener, además, otros pensamientos automáticos no relacionados con la misma situación, sino con su reacción frente a la situación. También puede estar percibiendo su emoción, comportamiento o reacción fisiológica de una manera negativa.
T: Entonces pensaste: "Me siento incómoda" y te angustiaste.
¿Qué sucedió entonces?
P: Mi corazón comenzó a latir muy fuerte y pensé: "¿Qué me está
ocurriendo?"
T: ¿Y te sentiste...?
P: Más angustiada.
T: ¿Y entonces?
P: Pensé, "Nunca me sentiré bien".
T: ¿Y te sentiste...?
P: Triste y sin esperanzas.
La paciente al comienzo tenía pensamientos automáticos respecto de una situación específica (participar en clase). Luego comenzó a pensar acerca de su ansiedad y sus reacciones corpo-rales. En muchos casos, estas reacciones emocionales secundarias pueden ser sumamente perturbadoras y pasar a formar parte de una situación molesta previa. Para trabajar con mayor eficiencia es importante determinar en qué momento el paciente se sintió más perturbado (antes, durante o después de un incidente dado) y cuáles eran sus pensamientos automáticos en ese momento. El paciente puede haber tenido pensamientos automáticos perturbadores anticipando una situación ("¿Y si me grita?"), durante la situación ("Ella piensa que soy estúpida") y/o en un momento posterior, al reflexionar sobre lo que ocurrió ("No puedo hacer nada bien", "Nunca debería haberlo intentado").
Identificar la situación problemática
A veces, además de no lograr identificar pensamientos automáticos asociados con una emoción dada, el paciente tiene problemas hasta para reconocer la situación o problema más difícil para él (o cuál es la parte más molesta). Cuando esto ocurre, el terapeuta puede ayudar a encontrar la situación más problemática presentándole una cantidad de problemas existentes, pidiéndole que los elimine de a uno y observando el grado de alivio que obtiene en cada caso. Una vez que se ha identificado una situación específi-ca, resulta más sencillo descubrir los pensamientos automáticos
asociados a ella.
T: (Resumiendo) Quiere decir que los últimos días te has sentido muy mal y no sabes exactamente los motivos. Por lo tanto, te resulta difícil identificar tus pensamientos. Sólo sabes que te has sentido mal la mayor parte del tiempo. ¿Es así?
P: Sí. No sé por qué he estado tan mal todo el tiempo.
T: ¿En qué tipo de cosas has estado pensando?
P: Bueno, por un lado, en mis estudios. Por otra parte, no me estoy llevando bien con mi compañera de cuarto. También he querido ponerme en contacto con mi madre, pero no la pude encontrar. No lo sé... creo que todo me molesta.
T: Tienes entonces problemas con la escuela, con tu compañera de cuarto y para encontrar a tu madre... ¿Algo más?
P: Sí, no me he sentido bien. Temo enfermarme justo cuando debo entregar mi monografía.
T: ¿Cuál de estas situaciones te molesta más: los estudios, tu compañera, no encontrar a tu mamá o sentirte enferma?
P: No lo sé. Estoy preocupada por todo.
T: Vamos a anotar estas cuatro cosas. Digamos hipotéticamente que podríamos eliminar la cuestión de sentirte mal. Supongamos que te sientes bien físicamente. ¿Cuán angustiada te sientes ahora?
P: Más o menos igual.
T: Está bien. Digamos hipotéticamente que puedes encontrar a tu madre enseguida después de la sesión y que ella está bien.
¿Cómo te sientes ahora?
P: Un poco mejor, pero no mucho.
T: Está bien. Digamos que el problema con los estudios... ¿Cuál es el problema con los estudios?
P: Tengo que entregar una monografía la semana próxima.
T: Está bien. Digamos que la has entregado antes de tiempo y que te sientes bien por eso. ¿Cómo te sientes ahora?
P: Sería un gran alivio haber entregado la monografía y pensar que está bien.
T: Parece que la monografía es lo que más te perturba.
P: Sí, creo que sí.
T: Vamos a asegurarnos... Si todavía tuvieses que entregar la monografía, pero desapareciera el problema con tu compañera de cuarto. ¿Cómo te sentirías?
P: No tan bien. Creo que la monografía es lo que más me molesta.
T: En un momento nos ocuparemos de los problemas con tus es-tudios, pero primero quisiera que revisáramos cómo llegamos a este resultado, para que tú lo puedas hacer de nuevo en el futuro.
P: Bueno, usted me pidió que hiciese una enumeración de todas las cosas que me afligían y que supusiera que se solucionaban, una por una.
T: Y entonces pudiste darte cuenta de cuál de esas soluciones te proporcionaría más alivio.
P: Sí.
[El terapeuta y la paciente se ocupan entonces del problema con los estudios, identifican los pensamientos automáticos y les dan respuesta. También aplican técnicas de resolución de problemas.]
Este mismo procedimiento se puede utilizar para ayudar al paciente a determinar qué parte de un problema aparentemente abrumador resulta más perturbadora.
T: Parece que has estado muy molesta con tu compañera de cuarto.
¿Qué te ha estado molestando específicamente?
P: No lo sé. Todo.
T: ¿Puedes enumerarme algunas de esas cuestiones?
P: Bueno, ella ha estado comiendo mi comida. Luego la reponía.
No lo hacía con malas intenciones, pero de todas maneras me molesta. Además, ella ahora tiene un novio y cada vez que habla de él, me hacer recordar que yo no tengo novio. Por otra parte, es desordenada y deja cosas tiradas... y no es muy considerada.
Olvida darme los mensajes y otras cosas como esa.
T: ¿Algo más?
P: No, eso es lo principal.
T: Bueno, ya hemos hecho esto antes. Déjame que te lea lo que escribimos, para que veas qué es lo que más te molesta. Si no logras averiguarlo, iremos eliminando hipotéticamente cada uno de los puntos, para ver cuándo te sientes más aliviada.
¿Está bien?
Diferenciar entre pensamientos automáticos e interpretaciones
Cuando el terapeuta indaga sobre los pensamientos automáticos del paciente, en realidad busca las palabras e imágenes exactas que han pasado por su mente. Sucede que muchos pacientes, hasta que aprenden a reconocer esos pensamientos, en realidad refieren interpretaciones, que pueden o no reflejar el verdadero pensamiento. En la transcripción que sigue, el terapeuta guía a la paciente para que refiera sus pensamientos.
T: Cuando viste a esa mujer en la cafetería, ¿qué pasó por tu mente?
P: Creo que yo estaba negando mis verdaderos sentimientos.
T: ¿Qué pensabas, concretamente?
P: Me parece que no entiendo bien lo que me pide.
En este diálogo, la paciente refirió una interpretación de lo que estaba sintiendo y pensando. En el que sigue, el terapeuta intenta nuevamente, centrándose en la emoción y realzándola.
T: Cuando la viste, ¿qué sentiste?
P: Creo que estaba negando mis sentimientos.
T: Ajá. ¿Qué sentimientos estabas negando?
P: No lo sé.
T: Cuando la viste, ¿te sentiste contenta o entusiasmada? (Sugi-riendo una emoción opuesta a la que supone que debe evocar la paciente)
P: No, en absoluto.
T: ¿Puedes recordar el momento en que entraste en la cafetería y la viste? ¿Puedes buscar una imagen mental de eso?
P: Ajá.
T: ¿Qué sientes ahora?
P: Creo que tristeza.
T: Mientras la miras, ¿qué pasa por tu mente?
P: Me siento verdaderamente triste, con un vacío en la boca del estómago.
T: ¿Qué pasa por tu mente ahora?
P: Ella es muy inteligente. Yo no soy nada comparada con ella.
T: (Anota los pensamientos) Está bien. ¿Alguna otra cosa?
P: No, fui hacia la mesa y comencé a conversar con mi amiga.
Diferenciar entre pensamientos automáticos útiles y menos útiles
Hasta que el paciente aprende a reconocer los pensamientos automáticos específicos que lo perturban, es posible que refiera otra serie de pensamientos. Algunos de ellos son sencillamente descriptivos y resultan inocuos o irrelevantes en relación con sus problemas. Los pensamientos automáticos relevantes suelen estar asociados con un marcado malestar. Al igual que en el apartado anterior, el terapeuta trata de determinar cuáles son aquellos pensamientos sobre los cuales se podrá trabajar de una manera más productiva.
T: Veo que estabas bastante triste cuando cortaste esa comunicación telefónica. ¿Qué pasaba por tu mente en ese momento?
P: Bueno, a mi amiga de la secundaria le está yendo muy bien.
Tiene un trabajo, sale con muchos amigos. Usa el automóvil de la familia y por eso no está encerrada. A veces me gustaría parecerme más a ella. A ella le va muy bien... yo, en cambio, soy una perdedora.
T: Cuando cortaste la comunicación, ¿pensaste: "Soy una perdedora"?
P: (Asiente)
T: ¿Pensaste alguna otra cosa?
P: No, sencillamente pensé que era una perdedora y que nunca sería como ella.
Especificar pensamientos automáticos insertos en el discurso
Los pacientes necesitan aprender a especificar las palabras exactas que pasan por su mente, para poder evaluarlas de una manera efectiva. Consignamos algunos ejemplos de pensamientos insertos en el discurso y de las verdaderas palabras que los expresan.
El terapeuta ayuda amablemente al paciente para que identifique las palabras exactas que pasaron por su mente.
T: Entonces, cuando te sonrojaste en medio de la clase, ¿qué pasaba por tu mente?
P: Creo que me preguntaba si él pensaba que yo era rara.
P: ¿Puedes recordar las palabras exactas de lo que estabas pensando?
P: (Incómoda) No sé bien a qué se refiere.
T: ¿Estabas pensando: "Creo que me preguntaba si él pensaba que yo era rara"? O acaso pensabas: "¿Cree que soy rara?"
P: Ah, ya entiendo. Es la segunda. O en realidad pensé: "Proba-blemente cree que soy rara"
Reformular los pensamientos telegráficos o en forma de pregunta
Los pacientes muchas veces refieren pensamientos sin expresarlos en forma completa. ‹
Como es bastante difícil evaluar esos pensamientos telegráficos, el terapeuta debe guiar al paciente para que los exprese de una manera más completa.
T: ¿Qué pasaba por tu mente cuando anunciaron la fecha de entrega de la monografía?
P: Sólo pensé: "¡Uy!".
T: ¿Puedes expresarlo mejor? "¡Uy!" significa...
P: Nunca lograré entregar el trabajo a tiempo. Tengo demasiadas cosas que hacer.
Si el paciente no logra hacer explícito el pensamiento, el terapeuta puede hacer un nuevo intento proveyéndole un pensamiento opuesto: "¿Acaso '¡Uy!' significa ¡Qué bueno!"?
Los pensamientos automáticos muchas veces se presentan en forma de pregunta y esa modalidad dificulta su evaluación. Por esa razón, el terapeuta trata de guiar al paciente para que lo exprese en forma de enunciación, antes de comenzar a evaluarlo.
T: ¿Te sentías angustiada? ¿Qué era lo que pasaba por tu mente en ese momento?
P: Pensaba: "¿Aprobaré ese examen?".
T: Está bien. Antes de evaluar ese pensamiento, veamos si lo podemos expresar como una afirmación, para trabajar más fácilmente. ¿Estabas pensando que probablemente aprobarías o que probablemente no aprobarías el examen?
P: Que no aprobaría.
T: Estábien. Entonces, ¿podemos volver a expresar ese pensamiento en esta forma: "Es probable que no apruebe el examen"?
Consignamos otro ejemplo:
T: Quiere decir que pensaste: "¿Qué sucederá conmigo [si me pongo cada vez más nerviosa]?"
•¿Qué temías que te ocurriera?
P: No sé... supongo que temía perder el control.
T: Está bien. Entonces examinaremos el pensamiento: "Podría perder el control".
En el ejemplo anterior, el terapeuta guía a la paciente para que revele sus temores. En el siguiente, la paciente ha tenido algunas dificultades para identificar el temor que subyace en un pensamiento automático, por lo cual el terapeuta prueba con diferentes preguntas, que pueden llevar a la identificación del pensamiento:
T: Entonces pensaste:"¿Y ahora qué?". ¿Qué pensaste que podría suceder?
P: No lo sé.
T: ¿Temías alguna cosa específicamente?
P: No alcanzo a darme cuenta.
T: ¿Cuál es la peor cosa que podría ocurrir en esa situación?
P: Humm... que me echaran de la Universidad.
T: ¿Crees que era eso lo que temías que sucediera?
El siguiente cuadro ilustra otros ejemplos de reformulación de preguntas con el propósito de lograr una evaluación más eficaz.
Pregunta
¿Seré capaz de soportarlo?
¿Podré tolerar que ella se vaya?
¿Y si no lo logro?
¿Y si ella se enoja?
¿Cómo haré para sobrellevar la situación?
¿Y si no puedo cambiar?
¿Por qué me sucedió esto?
Enunciación
No seré capaz de soportarlo.
Si ella se va, no podré soportarlo.
Si no lo logro, perderé mi trabajo.
Si ella se enoja, me lastimará.
No seré capaz de sobrellevar la situación.
Si no puedo cambiar, seré desdichada para siempre.
Esto no debería haberme sucedido.
Enseñar a los pacientes a identificar sus pensamientos automáticos
El terapeuta puede comenzar desde la primera sesión a enseñar al paciente la habilidad de identificar los pensamientos automáticos. En este caso, el terapeuta acaba de explicar el modelo cognitivo, valiéndose de los ejemplos provistos por la paciente.
T: Sally, cuando notes durante la semana que tu estado de ánimo cambia o empeora, podrías detenerte y preguntarte: "¿Qué está pasando por mi mente en este momento?".
P: Sí.
T: Sería bueno que tomaras nota de algunos de esos pensamientos.
P: Seguro.
En sesiones posteriores, el terapeuta también puede enseñar al paciente otras técnicas en forma explícita, en caso de que la pregunta básica ("¿Qué está pasando por tu mente en este momento?") no haya sido suficiente.
T: A veces una persona no puede expresar lo que está pensando.
Si eso te sucede, podrías probar lo que hicimos en la sesión, ya sea en el mismo momento o más tarde. Por ejemplo, puedes tratar de representarte la escena lo más vívidamente posible, como si estuviese ocurriendo de nuevo, y concentrarte en lo que sientes. En ese momento, te preguntarás nuevamente: "¿Qué está pasando por mi mente?". ¿Crees que podrás hacerlo, o deberíamos practicarlo nuevamente?
P: Lo intentaré.
Si tampoco resulta suficiente formular la pregunta básica y valerse de imágenes mentales, el terapeuta puede enseñar al paciente a formular teorías acerca de sus pensamientos. Este método es siempre una segunda opción, porque es más probable que, al utilizarlo, el paciente refiera una interpretación en lugar de exponer el pensamiento mismo.
T: Si tienes problemas para darte cuenta de lo que pasa por tu mente, aquí tienes algunas preguntas que puedes Formularte
P: Está bien.
T: Primera pregunta: Si tuviera que suponer, ¿qué supondría que estaba pensando? O, ¿tal vez haya estado pensando en
o en______________? O, ¿estaba quizás imaginando o recordando algo? O, finalmente, ¿qué significa esta situación para mí? También, para incentivar tu memoria, puedes tratar de figurarte cuál es el pensamiento opuesto al que estás buscando.
P: Está bien.
T: ¿Qué te parece si pruebas con estas preguntas durante la semana, cada vez que tengas problemas para identificar tus pensamientos automáticos y no te ayude imaginar la situación?
P: De acuerdo.
Resumiendo, las personas que padecen trastornos psicológicos cometen ciertos errores predecibles en su pensamiento. El terapeuta cognitivo les enseña a identificar su pensamiento dis-funcional, y luego, a evaluarlo y modificarlo. El proceso comienza con el reconocimiento de pensamientos automáticos específicos en situaciones determinadas. La identificación de pensamientos automáticos es una tarea que resulta sencilla y natural a algunos pacientes, mientras que a otros les presenta dificultades. El terapeuta debe escuchar atentamente para asegurarse que un paciente está refiriendo los pensamientos actuales y, en aquellos casos en que aparezca una dificultad, debe modificar el tipo de preguntas.
El siguiente capítulo aclara, entre otras cosas, la diferencia entre pensamientos automáticos y emociones.
ACTIVIDADES DE APRENDIZAJE:
Las actividades de aprendizaje son las que se describen en el contenido del Aula Virtual