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PSICOLOGÍA SOCIAL 
Y NEUROCIENCIA

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PSICOLOGÍA SOCIAL

INTRODUCCIÓN

¿Qué es la psicología social?

La psicología social es el estudio científico de cómo los pensamientos, sentimientos y comportamientos de las personas son influidos por la presencia real o imaginada de los otros (Allport, 1968). Mientras que la psicología, en términos generales, se centra en el estudio de los pensamientos, sentimientos y comportamientos de una persona aislada, la psicología social amplía la mirada al contexto en que esta persona se sumerge. En la definición dada, hay dos aspectos que son fundamentales y necesarios resaltar. En primer lugar, la definición plantea que la psicología social es el estudio cientifico, es decir, es una ciencia. Esto implica que a la hora de explicar lo que sucede hay que alejarse del punto de vista lógico o del sentido común; el estudio de los psicólogos sociales se basa en una observación sistemática de lo que ocurre. En segundo lugar, la definición señala el efecto de la influencia de los otros. Esta influencia no sólo viene dada por la presencia real, imaginada o implicada de las personas y grupos que nos rodean (procesos sociales), sino también de cómo nuestros recuerdos, percepciones y emociones (procesos cognitivos) influyen en nuestra interpretación de lo que ocurre.

Piense que ocurriría si en plena exposición de un trabajo, uno de los compañeros de su equipo le lanza una extraña mirada. ¿Cómo se sentiría? La mirada de su compañero le afectará dependiendo de la interpretación que haga de ella. Los procesos sociales nos afectan en presencia de los demás pero su efecto está en función de los procesos cognitivos. Ahora piense en cómo se siente una persona al día siguiente de que su equipo haya alcanzado una victoria importante; ¿el sentimiento será igual en una persona que se considere seguidor de ese equipo o que por el contrario muestre indi-ferencia? Los procesos cognitivos influyen a nivel individual, pero su efecto viene determinado por los procesos sociales. La intensidad de la emoción dependerá del sentimiento de pertenencia al equipo.

La distinción de la psicología social dentro de la psicología es necesaria si se tiene en cuenta que el ser humano es un ser social, desde que nace hasta que muere, vive en sociedad, rodeado de otras personas. Incluso estas personas no sólo nos rodean, sino que su presencia es necesaria para poder desarrollarnos como personas dotadas de una estructura psicológica; en otras palabras, una persona es persona a causa de los demás («Umuntu Ngmuntu Nagabuntu», dicho zulú).

 

El contexto social no sólo nos permite desarrollarnos, sino que también actúa como un mecanismo de control que permite dotar de claridad e información a ciertos sucesos incontrolables. Piense por un instante, ¿qué hace usted cuando le acaban de dar una mala noticia? Muy probablemente acudirá a un amigo o a un familiar para compartirlo; si es así, su reacción es similar a la de la mayoría de las personas. Las personas en situaciones de alta ansiedad buscan y prefieren estar con otras personas (Schachter, 1961). Ante situaciones de incertidumbre, donde la información y los sentimientos son ambiguos, aparece un deseo de estar acompañado, de estar con otros.

La importancia de los otros no sólo recae en el significado que tiene su presencia, sino también en las consecuencias de su ausencia. El aislamiento y la soledad pueden llegar a provocar multitud de patologías tanto físicas como psicológicas. En la infancia estos efectos son más evidentes puesto que los niños no podrían desarrollarse y convertirse en adultos sino es en presencia de otros adultos.

La compañía de los otros es algo tan necesario como alimentarse o dormir, por lo que se podría incluir dentro de las necesidades básicas. Por todo ello, si tan importante es la compañía de los demás, obviar su influencia y el contexto social en las explicaciones de ciertos comportamientos individuales no parece tener sentido.

REVISIÓN HISTÓRICA DEL ESTUDIO DE LA PSICOLOGÍA SOCIAL

 

El comportamiento humano ha sido objeto de estudio desde la Antigüedad. No obstante, la psicología social no ha sido considerada como una ciencia independiente hasta principios del siglo XX.

A principios de siglo xx, William McDougall, basándose en las ideas propuestas por Charles Darwin y William James, publicó "An Introduction to Social Psychology", donde planteaba que el comportamiento humano estaba determinado por instintos innatos.

En 1924, Floyd Allport publicó un manual titulado Social Psychology. A diferencia de McDougall, defendía una postura individualista basada en la idea de que la conducta de los grupos era resultado de la suma de los comportamientos individuales. De esta manera, planteaba que los principios del aprendizaje aplicados a la conducta de las personas se podían aplicar del mismo modo a los grupos. Además, Allport fue un fuerte defensor de la experimentación como el método adecuado para el estudio de la psicología social, lo que dio lugar a un creciente interés por la aplicación del método científico en la psicología social.

A partir de la década de 1950, tomó fuerza un enfoque interaccionista que surgió a partir de las aportaciones de la psicología cognitiva y de la psicología de la Gestalt.

Dentro de este enfoque, destaca Kurt Lewin (1939), considerado el padre de la psicología social moderna. Su principal aportación es el concepto de espacio vital, entendido como el conjunto de factores que determinan la conducta del sujeto en un momento determinado. Propuso la fórmula C = f(p, a), según la cual la conducta del individuo (C) es función de las condiciones vinculadas a la persona (p) y al ambiente (a). Además, como alemán que emigró a Estados Unidos por motivos raciales en 1932, se interesó por diversos aspectos relacionados con la dinámica de los grupos, entre los que destacan sus experimentos sobre la influencia de los estilos de liderazgo en la productividad grupal y el estudio sobre cómo persuadir a la población para que incluyera determinados alimentos en su dieta en una época caracterizada por la escasez de alimentos. En esta línea, se llevaron a cabo una serie de reconocidos experimentos basados en la influencia grupal: el conformismo de Solomon Asch (1956), la obediencia destructiva de Stanley Milgram (1963) y la desindividuación de Philip Zimbardo (1973), los cuales se abordan a lo largo del presente capítulo.

Asimismo, en la década de 1950 se desarrolló la teoría de la disonancia cognitiva propuesta por Leon Festinger (1957), la cual hace referencia al malestar que se genera cuando las personas perciben que sus actitudes son incongruentes.

Durante la década de 1960, el número de psicólogos sociales aumentó de forma considerable y se profundizó en diversos temas sociales tales como la agresividad, la atracción interpersonal, la conducta prosocial y las atribuciones.

PARA SABER MÁS

Necesidad de afiliación

La afiliación es una necesidad que lleva a las personas a buscar la compañía de otros. Los efectos de la presencia de los otros se traducen en sensación de seguridad, en el logro de objetivos, en la satisfacción de necesidades básicas, en diversión y entretenimiento, etc. La psicología social se ha centrado principalmente en dos: en la reducción de la ansiedad y en el establecimiento de modelos de referencia.

Uno de los primeros experimentos que dan cuenta de esta necesidad de las personas fue el realizado por Schachter (1961). Su objetivo era comprobar si la ansiedad lleva a las personas a desear afiliarse con otras personas. Participaron un grupo de estudiantes de psicología, todas ellas mujeres. Las participantes fueron divididas en dos grupos, un grupo sería sometido a una situación de alta ansiedad y el otro grupo, a una situación de baja ansiedad.

A todas ellas se les dijo que iban a participar en un experimento donde iban a recibir descargas eléctricas. Al grupo de alta ansiedad se les explicó que las descargas eran bastantes dolorosas aunque no producían daños irreparables. Al grupo de baja ansiedad se les explicó que las descargas les producirían un leve cosquilleo y que en ningún momento sentirían dolor.

Una vez dadas estas explicaciones, se les pedía que esperaran 10 minutos para preparar los materiales necesarios. Se les informaba que podían esperar solas en una sala o, por el contrario, podían esperar en otra sala en compañía de otras personas que iban a participar en el experimento.

Una vez que decidían en qué sala esperar, daban por concluido el experimento y se les explicaba el objetivo del estudio. Los resultados encontrados concuerdan con la tesis inicial planteada. Alrededor del 62 % de las participantes del grupo de alta ansiedad eligieron esperar en compañía de otras, mientras que sólo un 33 % de las participantes del grupo de baja ansiedad prefirió esperar en compañía de otras. Schachter concluyó que la ansiedad intensificó el deseo de afiliación porque los otros sirven de modelo de comparación para saber cómo actuar ante una situación de incertidumbre.

En la década de 1970, al ver que muchos de los problemas sociales no eran resueltos, se comenzó a cuestionar la aplicabilidad de los conceptos propuestos hasta ese momento. A partir de esta década y hasta la actualidad, la psicología cognitiva comenzó a ser considerada una corriente predominante en la psicología social, al estudiar el papel que ejercen los procesos cognitivos (atención, memoria, procesamiento de la información, etc.) para tratar de comprender los comportamientos sociales. Además, se ha profundizado en diversos aspectos sociales como son las teorías de las atribuciones, las actitudes, las diferencias de género y la influencia de los factores culturales, con especial énfasis en la aplicabilidad de los conceptos y el empleo del método científico.

LA SITUACIÓN COMO GUÍA DE NUESTRAS CONDUCTAS

Las situaciones sociales pueden llegar a controlar significativamente el comportamiento individual. De hecho, manipulando el contexto social se puede provocar que cada persona saque lo mejor o lo peor de sí misma. Piense por un momento: ¿se puede concluir que todos los soldados del ejército alemán durante la Segunda Guerra Mundial compartían los mismos rasgos psicópatas? ¿O quizá su comportamiento se debía a la influencia de la situación? Antes de decidirse por una respuesta, es necesario tener en cuenta que la conducta de las personas no puede ser explicada por la simple generalización de factores psicológicos o sociológicos.

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El comportamiento humano es la suma del individuo y su entorno social (Lewin, 1939), cualquier fenómeno humano proviene de la interacción entre lo individual y lo social, y esta interacción da lugar tanto al origen de nuevos fenómenos como a la transformación de los existentes. Si concluye que su comportamiento estaba influenciado por la situación, necesariamente debe preguntarse cómo es posible que personas racionales se puedan transformar en simples elementos de una masa obediente que parece carecer de humanidad.

La influencia de la situación

A raíz de los acontecimientos acecidos en la Segunda Guerra Mundial, los primeros psicólogos sociales se preguntaron cómo una persona es capaz de modelar el comportamiento de miles de individuos. Para dar respuesta a esta pregunta, Kurt Lewin (1939) diseñó un experimento para evaluar de qué manera el comportamiento individual puede ser modelado en función del tipo de liderazgo que se ejerza. Aunque el objetivo fundamental del estudio era conocer los efectos de distintos tipos de liderazgo (autocrático, liberal y democrático), subyace en él la respuesta a dicha pregunta, ya que el experimento, al manipular el estilo de liderazgo, construye tres situaciones sociales que dan lugar a comportamientos muy distintos.

Lewin y sus colaboradores formaron tres grupos de niños con edades comprendidas entre los 8 y los 10 años. Todos ellos se reunían después de clase para realizar una serie de actividades. Cada uno de los grupos contaba con un monitor, el cual previamente había sido entrenado en un estilo de liderazgo específico. Al monitor entrenado como líder autocrático se le instruyó para ordenar a los niños lo que debían hacer, todas las decisiones debían ser tomadas por él y en ningún momento debería dejar a los niños tomar la iniciativa. Al monitor entrenado como líder liberal se le enseñó a dar total libertad a los niños para la realización de las actividades, sin poder actuar en ningún momento como guía de su comportamiento. Por último, al monitor entrenado como líder democrático se le insistió en la importancia de tomar decisiones de manera conjunta, debiendo someter a debate del grupo cualquier aspecto en el que hubiera que tomar una decisión. Además, debería tener en cuenta todas las opiniones de los niños reconociendo las aportaciones que realizaban al grupo.

Cada seis semanas rotaban a los monitores entre los tres grupos, de tal manera que los tres grupos de niños estuvieron trabajando con los tres estilos de liderazgo planteados durante seis semanas.

Los resultados que encontraron fueron asombrosos. Cuando los grupos estuvieron bajo el mando del monitor con liderazgo autocrático, los niños mostraron comportamientos agresivos y competitivos, incluso llegaron a menospreciar y devaluar el trabajo de sus compañeros. Lograron alcanzar los objetivos propuestos, pero sólo trabajaban en presencia del monitor. Mostraron una alta sumisión al líder.

Cuando los grupos estuvieron bajo el mando del monitor con liderazgo liberal no se lograron alcanzar los objetivos propuestos. Mostraban absoluta indiferencia al monitor, siendo su comportamiento similar tanto cuando este estaba presente como cuando estaba ausente del aula. La libertad absoluta se transformó en comportamientos caóticos e incontrolables.

Cuando los grupos estuvieron bajo el mando del monitor con liderazgo democrá-tico, se lograron alcanzar todos los objetivos propuestos. Pero esta vez se obtuvo una gran motivación e implicación por parte de los miembros del grupo. Intercambiaban ideas entre ellos, fomentando la originalidad de las tareas. Mostraron comportamientos cooperativos y trabajaban a pesar de que el monitor no estuviera presente.

Durante la realización del experimento, muchos padres de los niños presentaron quejas al equipo, puesto que la conducta de sus hijos no se limitaba al aula de trabajo, sino que se generalizaba al resto de contextos.

El equipo de investigación dirigido por Kurt Lewin concluyó que el liderazgo democrático es el que permite obtener unos resultados más positivos, pues es aquel que da lugar a conductas de desarrollo, mientras que el liderazgo autocrático puede llegar a convertirse en una amenaza tanto para los miembros del grupo como para los que lo rodean.

  • Lewin (1939) evaluó el comportamiento de un grupo de niños en función de tres estilos de liderazgo diferentes desempeñados por sus monitores:

  • El líder autocrático ordenaba a los niños lo que tenían que hacer y todas las decisiones eran tomadas por él.

  • El líder liberal daba total libertad a los niños sin guiar en ningún momento su comportamiento.

  • El líder democrático insistía en la toma de decisiones de manera conjunta, siendo las decisiones sometidas a debate.

Los resultados encontrados mostraron un mayor desempeño y motivación en el grupo liderado por el líder democrático

Estos resultados ponen de manifiesto que a la hora de explicar el comportamiento humano no sólo debe tenerse en cuenta la personalidad de los individuos, sino también la situación social en la que estos están inmersos.

Aunque pueda parecer que la influencia del contexto social sólo es capaz de sacar el lado más negativo del comportamiento de las personas, también se pueden encontrar ejemplos que muestran el poder positivo de las situaciones.

Ellen Langer (1975) diseñó un experimento para comprobar si un cambio en una situación de entrenamiento personal podía mejorar el rendimiento de las personas. El experimento se llevó cabo en el contexto de entrenamiento aéreo para cadetes de las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos. Uno de los aspectos fundamentales del rendimiento de un piloto es su visión. Langer se planteó que si realmente la situación tenía tanto poder en el comportamiento de las personas, el hecho de introducir una serie de cambios positivos en la situación de entrenamiento, como es el hecho de tratar a los cadetes como pilotos graduados, debería mejorar su capacidad de visión.

Para ello seleccionó al azar a los participantes, los cuales desconocían el propósito del estudio. Todos ellos pasaron por un examen estándar para evaluar su capacidad de visión. Para las sesiones de entrenamiento utilizaron un simulador aéreo para recrear una situación real de vuelo. Durante la sesión estaban acompañados por un instructor.

Los participantes fueron divididos aleatoriamente en dos grupos. Los participantes del grupo experimental fueron tratados como pilotos, dejándoles al mando de la situa ción. Además, se les pidió que se vistieran con el traje de vuelo para la sesión de entre-namiento. Los participantes del grupo control no recibieron ningún trato especial, los mandos estaban a cargo del instructor y no iban vestidos con el traje de vuelo. Además se les dijo que el simulador estaba estropeado y que sólo funcionaban algunas de las representaciones visuales disponibles.

Durante la sesión de entrenamiento, el instructor pidió a los participantes de ambos grupos que identificaran las marcas de un avión que aparecía en su campo visual.

Las marcas del avión eran los caracteres utilizados en el examen visual anterior.

El 40 % de los participantes del grupo experimental obtuvo mejores resultados que los obtenidos en el examen visual inicial, mientras que ninguno de los participantes del grupo control mejoró los resultados obtenidos anteriormente. Los resultados de este estudio ponen de manifiesto cómo un cambio en la situación puede provocar

comportamientos distintos.

A partir de estos ejemplos queda patente que los procesos sociales influyen a nivel individual, pero el efecto de esta influencia está en función de los procesos cognitivos.

Los aspectos subjetivos de la vida humana son un producto sociocultural, resultado de la influencia de los otros y de las interpretaciones individuales; en definitiva, son producto de una relación de interdependencia.

Modalidades de influencia

Como se ha visto con anterioridad, uno de los aspectos en los que se ha centrado la psicología social es el estudio de los procesos de influencia social, entendida como los procesos sociales por los que la presencia, real o imaginaria, de los otros influye en nuestras actitudes, creencias y conductas.

Los procesos de influencia social son una parte fundamental de nuestro mundo social, nuestra forma de vestir, los productos que compramos, la música que escuchamos, etc.; están mediados por la interacción con los otros.

Ante el peso que tienen estos procesos en la vida cotidiana de las personas, numerosos investigadores se han interesado por su estudio, sobre todo tras los hechos acaecidos durante la Segunda Guerra Mundial. Esta unidad resalta el estudio de dos procesos de influencia: conformidad y obediencia.

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Conformidad

Los primeros estudios en el campo de la conformidad, entendida como el cambio de actitudes, sentimientos y conductas de las personas ante las presiones del grupo, fueron llevados a cabo por Solomon Asch en la década de 1950 del siglo xx. Para ello, reclutó a estudiantes varones universitarios para una sencilla prueba de discriminación visual. 

En cada sesión, había un grupo de entre 7 y 9 personas a quienes se les preguntaba cuál de entre tres líneas se asemejaba más a una línea estándar. Para ello, se les presentaban dos láminas: en la lámina de la izquierda había una línea vertical negra sobre un fondo blanco (línea estándar) y en la derecha había tres líneas verticales de color negro de distintos tamaños, siendo una de las tres líneas de la misma longitud que la estándar (Fig. 1). Se les pedía a los sujetos que expresaran públicamente la respuesta correcta en el orden en el que estaban sentados.

Todos los miembros del grupo menos uno (sujeto crítico) eran cómplices del experimentador, habiendo tenido una reunión previa donde el experimentador les había indicado que en 12 de los 18 ensayos debían dar una respuesta errónea de forma unánime. El sujeto crítico era el penúltimo de la lista, de manera que se encontraba ante el dilema de seguir su propio juicio o la postura defendida por las otras personas del grupo.

Los resultados encontrados reflejaron un porcentaje de error equivalente al 36,8 %, mientras que en el grupo control, el porcentaje de error fue inferior al 1 %. Además, el 76 % de los sujetos siguieron al grupo en al menos una de las ocasiones. No obstante, las respuestas de un sujeto a otro fueron muy diferentes, observándose sujetos independientes que nunca cedieron a las presiones del grupo (24 %) y sujetos que siempre se inclinaban por la decisión de la mayoría (27 %).

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Figura 1. Cartulinas utilizadas en el experimento de conformidad de Asch.

No cabe duda, por tanto, cómo una mayoría unánime puede llevar a una distorsión significativa de la realidad. Pero ¿qué es lo que mueve a los sujetos a cambiar su postura inicial a favor de una mayoría unánime? Para resolver esta pregunta, una vez finalizado el experimento, Asch preguntó a los sujetos por qué habían dado la misma respuesta que la mayoría. En las respuestas de los sujetos que accedieron a la presión de la mayoría, se encontraron dos formas diferentes de justificar su forma de actuar.

Un elevado porcentaje de sujetos admitieron haber dado la misma respuesta del grupo porque no querían quedarse aislados, parecer estúpidos o ser rechazados por el grupo, a pesar de estar convencidos de que la respuesta del grupo era errónea. Este tipo de influencia de la mayoría basada en la búsqueda de aprobación social es lo que los psicólogos sociales conocen como conformidad normativa. No obstante, hubo otra serie de sujetos (aunque el porcentaje fue bastante inferior) que afirmaron que su idea inicial era errónea y que, en cambio, pensaban que el grupo estaba en lo correcto. En este segundo caso, estaría presente otro tipo de influencia de la mayoría denominada conformidad informativa, basada en la aceptación de la información procedente del grupo para tener percepciones más exactas del entorno.

Con el fin de profundizar en los posibles factores relacionados con la conformidad, Asch realizó algunas variantes del estudio original. En una de las variantes, se pidió a los sujetos críticos que escribieran en papel sus respuestas después de escuchar las dadas por los otros miembros del grupo. En este caso, las respuestas erróneas de los sujetos descendieron hasta el 12,5 % de las respuestas totales, apoyando así la idea de que existe una necesidad en las personas de ser aceptadas por el grupo, la necesidad de aceptación.

En otra variante, se estudio si había alguna relación entre el tamaño del grupo y la conformidad. Los resultados encontrados fueron que la conformidad aumentaba con el tamaño del grupo hasta alcanzar los 3-5 miembros y a partir de esta cifra, la conformidad se estabilizaba.

Asimismo, se estudiaron los efectos de la unanimidad. Para ello, llevó a cabo otro experimento donde se introdujo a un aliado del sujeto crítico, encontrando menores niveles de conformidad que en el estudio original, por lo que parece que es más fácil resistir a la influencia de la mayoría cuando se rompe la unanimidad.

Existen, por tanto, múltiples factores que influyen en la conformidad: la unanimidad del grupo, el tamaño, la presencia o no de aliados, la personalidad del sujeto crítico o el tipo de respuesta solicitada (pública o privada). Otros factores que se han estudiado son la cultura (si es colectivista o individualista), la cohesión grupal, la autoestima, el estatus social, el género y la dificultad de la tarea, entre otros. Independientemente del papel que ejercen estos factores, no cabe duda de la existencia de presiones grupales hacia la uniformidad, así como de la necesidad de los sujetos de ser aceptados por los otros miembros del grupo y de verificar sus creencias y opiniones.

PRIMERA ACTIVIDAD DE APRENDIZAJE

Comparta sus respuestas en el siguiente recuadro de comentarios:

Recuerde tres situaciones en las que haya presenciado conformidad social. Piense, en base a lo expuesto anteriormente, qué tipo de conformidad se ha producido en cada una de las situaciones y qué factores cree que han podido influir en la conformidad, y trate de pensar cómo se podría disminuir la conformidad.

Comentarios (2)

Guest
Sep 11

Hugo Armandino Pruneda Quiñones

1.- una vez en un trabajo escolar cuando mi grupo estuvo de acuerdo en exponer acerca de un tema muy trillado, recuerdo que fue la única opción que propusieron y todos parecieron acceder sin más, por mi parte no quise proponer otra cosa porque sentí que todos estaban conformes. Me parece que se trató de un caso de conformidad normativa.

2.- en otra ocasión un grupo de amigos organizaron un viaje espontáneo para dentro de una semana, estábamos en una fiesta ya de madrugada y alguien propuso la idea y todos accedieron muy entusiasmados, el viaje sería a una playa sólo por un fin de semana, yo no estaba de acuerdo porque no me sentía con suficientes fondos económicos en ese momento para algo tan impulsivo y además sólo por unos cuantos días, me parecía un gasto exagerado e innecesario. Terminé accediendo porque noté al grupo muy entusiasmado al respecto y yo no quería ser aguafiestas, otro caso de conformidad normativa.

3.- recuerdo que dentro de un grupo de amigos alguien llevó a una persona con opiniones muy conservadoras y en mi grupo de amigos todos somos más abiertos o al menos tratamos de serlo. esta persona comenzó a explicar porqué estaba en contra del aborto, dando motivos casi religiosos y muy equivocados respecto al desarrollo fetal y también con muy poca sensibilidad en cuanto ciertos sectores sociales. cada uno de nuestros amigos comenzaron a explicarle a esa persona estadísticas de violación, embarazos infantiles, y muertes por abortos clandestinos, al principio la persona defendía sus puntos, pero continuaron ofreciendo datos acerca del desarrollo fetal, entre otros datos y después de una intensa discusión en donde nadie compartía la opinión de tal persona y exponían todos sus conocimientos, la persona terminó cediendo a las opiniones del grupo, me parece que esta incómoda situación que presencié se trata de conformidad informativa

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Guest
Jul 10

Alejandra Huerta Rivas

· Situación 1. Cuando en mi grupo de amigos de 7 personas elegimos el lugar para vacacionar. La primera opción era un viaje a la playa y la segunda opción era un viaje a una ciudad colonial; los costos del viaje eran similares. Cada uno voto, en la primera ronda 4 votaron por la playa y 3 por la ciudad. Los que votaron por la playa dieron argumentos no sólo de porque viajar a la playa; sino dieron ejemplos de otras situaciones en donde ellos habían cedido para ir a otro lugar. Por lo que, en la segunda ronda de votación, 6 votaron por la playa y solo 1 por la ciudad. Considero que en este caso fue una Conformidad Informativa y también creo que en segundo lugar estaba implicada una Conformidad Normativa.

o Para disminuir la conformidad, creo que es importante reconocer el valor de la opinión de cada miembro del grupo y la libertad de elección. Así como poner las reglas de la votación; evitando argumentos de hecho pasados para cohesionar la respuesta de los otros o que el hecho de votar diferente traerá consecuencias futuras.

· Situación 2. En mi trabajo, después que se presentó un proyecto nuevo; se tenía que tomar una decisión para hacerlo o no. El grupo era de 10 personas, el primero que dio su voto fue el Director del área y dijo que él decía No al proyecto; por lo que los siguientes en votar dijeron que No al proyecto; al final solo 2 personas dijeron que sí; pero como la mayoría ganó se decidió no hacer el proyecto. Este caso es de Conformidad Normativa y también de Conformidad Informativa; porque la mayoría asumió que el Director tenía mayor conocimiento sobre el caso y por lo tanto su opinión era fidedigna.

o En este caso considero que, para disminuir la Conformidad deberían pedir que el último en votar sea el Director; porque al votar la inicio cohíbe una opinión contraria y la mayoría se alinea a la respuesta que él haya dado. También creo que el grupo de decisión debería ser menor, solo invitando a votar a los involucrados e impactados con la decisión; para que se tenga una reunión más de discusión de los pros y contras.

· Situación 3. En mi familia, cuando decidimos que hacer para el cumpleaños de la abuela. Cada uno de los 5 hijos dio su opinión, 3 sugirieron una comida en casa, 1 sugirió comer en un restaurante y el último dijo que el apoyaría lo que la mayoría decidiera. Se decidió por la comida en la casa. En esta situación es de Conformidad Normativa.

o Para disminuir la conformidad, creo que previo a la reunión de decisión cada uno de los votantes deberá traer su propuesta y explicar las razones/ beneficios de esta propuesta; después de escuchar a cada uno; entonces si votar.

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Obediencia

En 1961 Adolf Eichmann fue juzgado y condenado a muerte por cometer crímenes contra la Humanidad durante el régimen de la Alemania nazi. Eichmann alegó en su defensa que no tenía ninguna aversión especial hacia los judíos y que se había limitado a cumplir órdenes de sus superiores. Ante estos hechos, Stanley Milgram, al igual que muchos psicólogos sociales de la época, se preguntó si cualquier persona sería capaz de torturar o asesinar a otra persona bajo obediencia o si este tipo de conductas era producto de personas perturbadas.

Para resolver este dilema, diseñó un estudio en el que midió hasta qué nivel de descarga los sujetos eran capaces de administrar en una situación de obediencia. La muestra fue recogida a partir de un anuncio repartido en New Haven, donde se solicitaban varones de edades comprendidas entre los 20 y los 50 años, de distinto nivel socioeducativo, interesados en participar en un experimento sobre memoria y aprendizaje a cambio de 4,5 dólares. No se les dijo que se trataba de un experimento de obediencia para evitar que esto influyera en los resultados. Además, para evitar que la recompensa económica influyera en los resultados, se les dijo que el dinero lo recibirían independientemente de que llegaran o no al final del experimento.

En el laboratorio se encontraban dos participantes y un experimentador. El experimentador, que llevaba una bata blanca y mostraba una actitud impasible, les hacía una pequeña introducción sobre la relación entre castigo y aprendizaje. Posteriormente les explicaba que uno de los participantes iba a hacer de profesor y el otro de aprendiz y les hacía coger a cada uno un papel donde se le indicaba por azar el rol que le tocaba a cada uno. Todo estaba preparado para que a los participantes del experimento siempre les tocara el rol de maestro, mientras que el aprendiz era siempre un cómplice experimentado del investigador.

Una vez asignados los roles, se le explicaba al maestro que debía leer al aprendiz series de pares de palabras. Después tendría que leer la primera palabra y se le daba 4 términos al aprendiz para que escogiera la pareja correcta. Si la respuesta no era correcta, el maestro debía administrar una descarga eléctrica al aprendiz, aumentando un nivel (15 voltios) por cada respuesta errónea, hasta llegar al último nivel de descarga (450 voltios). Para administrar las descargas, había un generador de descargas con 30 interruptores que iba de «leve» a «peligro: descarga peligrosa».

El aprendiz estaba en un cuarto adyacente donde se le ataban las manos a una silla, ante lo que el experimentador explicaba que era para evitar los movimientos mientras se aplica la descarga. Además, el maestro observaba cómo se ponían los electrodos en la muñeca del aprendiz y una crema para evitar quemaduras y ampollas. El investigador entonces indicaba que «aunque los shocks podrían ser dolorosos, no causaban daños permanentes en los tejidos».

Una vez explicadas las instrucciones, comenzaba el experimento. El maestro leía los pares de palabras y escuchaba las respuestas del aprendiz por un micrófono. Las respuestas del aprendiz estaban estandarizas, dando aproximadamente tres respuestas erróneas por cada respuesta correcta. Hasta los 60 voltios, el aprendiz no daba respuestas ni quejidos. A partir de los 75 voltios, el aprendiz empezaba a mostrar quejidos, a los 120 voltios gritaba diciendo que las descargas eran dolorosas, a los 135 voltios gritaba de dolor, a los 150 voltios pedía que lo liberaran, a los 180 voltios decía que no podía soportarlo, a los 270 voltios daba un grito de agonía, a los 300 voltios daba un grito desesperado y a partir ahí dejaba de contestar. Si los maestros preguntaban al investigador cómo proceder, éste les decía que la ausencia de respuesta era equivalente a una respuesta errónea. En el caso en el que el sujeto se negara a continuar, las respuestas del investigador estaban también estandarizadas: ante la primera queja, el investigador decía: «Por favor. Continúe». Si seguía con dudas les decía: «El experimento requiere que continúe», «Es absolutamente esencial que continúe» o «No tiene otra elección, debe continuar». Si le preguntaban si el aprendiz podía sufrir lesiones, el experimentador decía: «Aunque las descargas pueden ser dolorosas, no causarán daños permanentes en los tejidos». Y si el maestro seguía negándose a dar descargas, entonces la respuesta era: «A pesar de que le guste o no, tiene que continuar hasta que aprenda».

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El experimentador (V), con actitud impasible, explica a un participante (L) que él va dar unas descargas eléctricas al otro participante (S); éste es cómplice del experimentador y simulará que recibe las cargas eléctricas.

En la figura 2 se muestran los resultados encontrados por Milgram. En contra de lo esperado, el 100 % de los participantes administraron hasta 300 voltios y el 65 % llegaron hasta el final del experimento (450 voltios). Pero ¿eran todos los participantes unos sádicos? La respuesta es que no. De hecho, la mayoría de sujetos mostraron elevados síntomas de estrés como morderse las uñas, temblores o sudores, y todos mostraron alivio cuando se les informó que en realidad no habían estado aplicando descargas al aprendiz.

Si los sujetos no eran unos sádicos ¿qué es lo que les llevó a administrar un nivel de descargas tan elevado?

La primera conclusión a la que llegó Milgram es que cuando las personas se encuentran en una situación de jerarquía hay una tendencia a delegar la responsabilidad en la figura de autoridad (en este caso, el experimentador). En cambio, si el sujeto se considerara el único responsable de su conducta, entonces la obediencia descendería. Como se puede observar, esta idea coincide plenamente con la defensa de Eichmann cuando afirmaba que se limitaba a cumplir órdenes de sus superiores. No obstante, para poder delegar la responsabilidad, la figura de autoridad debe ser fácil de detectar. Para ello son muy importantes los símbolos indicadores del estatus, como pueden ser las batas que llevan los médicos o investigadores, los uniformes o las medallas de militares o policías.

Un factor fundamental que influyó en los resultados tan impactantes de este estudio es la intensificación gradual de descargas. Al principio, la cantidad de descargas inicial podía parecer inocua pero poco a poco se fue aumentando la intensidad hasta alcanzar niveles dañinos para el sujeto. Una explicación puede ser que, una vez el sujeto se ha comprometido con el experimento, es más difícil que cambie de opinión.

Además, los cambios son muy rápidos, por lo que el sujeto no dispone de tiempo para reflexionar sobre las consecuencias de sus conductas.

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Figura 2 Niveles de descarga administrados en el experimento de conformidad de Milgram.

La influencia social se refiere a cómo la presencia, real o imaginaria, de otras personas puede influir en nuestras actitudes, creencias y conductas. Existen varios procesos de influencia social, como la conformidad y la obediencia destructiva.

Los primeros estudios sobre la conformidad fueron llevados a cabo por Solomon Asch en la década de 1950, quien observó cómo las actitudes, los sentimientos y las conductas de las personas pueden llegar a cambiar como resultado de las presiones del grupo por dos motivos:

búsqueda de aprobación social (conformidad normativa) y creencia en que el grupo tiene percepciones más exactas de la realidad (conformidad informativa).

Otro investigador pionero en el estudio de los procesos de influencia social fue Stanley Milgram; con sus estudios sobre la obediencia destructiva demostró que cualquier persona sería capaz de cometer atrocidades bajo una situación de obediencia.

Otro factor sorprendente observado en el estudio fue que muchos de los sujetos culpaban a la víctima. El pensar que los sujetos reciben lo que se merecen se basa en la creencia en un mundo justo, fundamentada en la idea de que si alguien recibe algo malo será porque habrá hecho algo para merecerlo, lo que permite a su vez resolver la ansiedad provocada por el conflicto entre obedecer y el deseo de no dañar a otras personas.

¿Qué hay detrás de la influencia?

Hasta ahora se han dado argumentos basados en evidencias empíricas que ponen de manifiesto que los comportamientos individuales se ven influidos por el poder de la situación. Recordando ciertos acontecimientos históricos se puede ser consciente del impacto que la situación tiene en los individuos. Sin embargo, todavía pueden aparecer dudas: ¿se repetiría lo acaecido entonces en la sociedad actual o en situaciones reales fuera del laboratorio?.

A comienzos de la década de 1970, el psicólogo social Philip Zimbardo y su equipo de investigación llevó a cabo un estudio que permitiría resolver estas dudas. En el estudio participaron 24 estudiantes universitarios que habían sido seleccionados de un grupo de más de 70 personas reclutadas por medio de un anuncio en los periódicos.

Todas ellas pasaron una serie de pruebas y se eligieron los 24 estudiantes que mostraban mayor estabilidad psicológica y tenían un aspecto más saludable. El grupo de 24 participantes fue dividido aleatoriamente en dos grupos distintos, 12 pertenecerían al grupo de prisioneros y los otros 12, al grupo de guardias. El estudio comenzó con 9 prisioneros y 9 guardias, dejando en espera a los restantes participantes por si fuese necesario realizar cambios. Los participantes firmaron un contrato donde se especificaban los detalles del estudio.

 

El grupo de guardias fue uniformado con un traje de aspecto militar, un silbato, una porra y unas gafas de espejo que impedían verles los ojos. Se establecieron tres turnos de trabajo. Los guardias que no estaban en su turno volvían a su vida normal.

Los guardias no recibieron ninguna formación sobre qué es lo que tenían que hacer o cómo tenían que hacerlo. Se les dio total libertad, respetando unos límites. Lo único que se les comunicó es que debían mantener el orden y hacer respetar la ley.

Una mañana, un coche de policía local detuvo a los estudiantes del grupo de pri-sioneros, uno a uno, argumentando una violación del código penal, en concreto, atraco a mano armada y robo. La detención se llevó a cabo en sus casas, se les leyeron sus derechos y se les esposó. Fueron trasladados hasta la comisaría donde fueron fichados y se les tomaron las huellas dactilares. Una vez identificados, les taparon los ojos y se les encerró en celdas provisionales, animándoles a pensar qué actos habían cometido para encontrarse en esa situación. Terminada la detección de los 12 participantes, fueron trasladados a la «prisión del condado de Stanford» (instalaciones de uno de los sótanos de la Universidad que habían sido cuidadosamente preparadas para asemejarse a las instalaciones carcelarias). Uno a uno fueron recibidos por el «alcaide», quien les informó de cuál era su estado de recluso.

Al terminar la conversación, fueron trasladados a otra sala donde se les desnudó y se les desinfectó de posibles gérmenes. Se les dio un uniforme, que consistía en un vestido con su número de identificación, unas sandalias de goma, un gorro y una cadena atada en uno de los pies.

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Imágenes reales del experimento de la "Cárcel de Stanford"

En la madrugada de la primera noche, se despertó a todos los reclusos para una primera ronda de identificación, cuyo objetivo era que los reclusos se familiarizaran con sus números. A partir de ahí se observaron los acontecimientos que fueron sucediendo.

Al comienzo, ni los prisioneros ni lo guardas estaban muy metidos en su papel, pero poco a poco los guardias fueron asumiendo el papel que teóricamente les había sido encomendado. Los prisioneros comenzaron a recibir un trato humillante, la posibilidad de ir al baño se convirtió en un privilegio, se les dividió en prisioneros buenos y malos, se les obligó a dormir desnudos, a limpiar los baños sin guantes, etc.

Todo ello dio lugar a que muchos de los prisioneros enfermaran y sufrieran fuertes episodios de estrés.

Tal fue la magnitud de lo sucedido que Zimbardo y sus colaboradores se vieron obligados a cancelar el estudio ocho días antes de lo previsto y disolver todo lo que habían creado.

¿Es posible que algo así ocurra en la vida real? La respuesta es un sí rotundo. Los resultados de este y otros estudios similares muestran que el comportamiento bueno o malo depende de la situación en la que el individuo esté inmerso. Los participantes del estudio recogieron entre sus experiencias el hecho de haberse dejado de sentir ellos mismos, su identidad personal se había esfumado, habían sido atrapados por un uniforme o por un número que les decía cómo debían comportarse.

¿Cómo es posible que estudiantes universitarios de clase media perfectamente sanos y estables psicológicamente pudieran llegar hacer algo así? La respuesta se encuentra en los procesos que tienen lugar cuando una persona participa en una situación social. Dentro de estos procesos, se pueden diferenciar aquellos que se basan en teorías psicológicas y aquellos que se centran en aspectos psicosociales.

PARA SABER MÁS

Experimentos posteriores sobre la obediencia llevados a cabo por Milgram

Para estudiar en mayor profundidad los factores implicados en los procesos de obediencia, Milgram llevó a cabo una serie de experimentos donde incluyó algunas variaciones a su

estudio clásico.

En una serie de experimentos trató de estudiar la posible influencia de la distancia física entre aprendiz y maestro.

Para ello, en uno de los experimentos el aprendiz no podía ser visto ni oído por el maestro, en otro experimento el aprendiz se encontraba en la misma habitación que el maestro y, por último, en un tercero el maestro estaba sentado al lado del aprendiz y debía tocarle la mano antes de administrar las descargas. Los porcentajes de obediencia en estos experimentos fueron el 100 %, el 40 % y el 30 % respectiva-mente. Es decir, se observaron mayores niveles de obediencia a menor distancia entre aprendiz y maestro. Parece evidente que, cuanto más cerca se está del aprendiz, más fácil es empatizar con la víctima y ser más conscientes del sufrimiento que se puede estar provocando.

Asimismo, se estudió la influencia de la figura del experimentador en los procesos de obediencia. Así, en uno de los experimentos, el investigador fingía recibir una llamada telefónica y salía de la sala. Ante esta situación, los niveles de obediencia se redujeron al 20 %. En otro experimento, se le indicaba al maestro que podía dar las descargas que quisiera, observándose niveles de descarga bastantes bajos. Además, se llevó a cabo otra variante en la que se introdujo a dos experimentadores de características similares que daban respuestas contradictorias. En este último caso, la mayoría de sujetos dejaba de dar descargas. Una vez más, las conductas observadas son resultado de los procesos de obediencia, siendo la figura de autoridad una pieza clave en los resultados.

Otro factor importante relacionado con la desobediencia es la presión del grupo. Para demostrarlo, Milgram diseñó un experimento en el que había tres maestros, dos de los cuales estaban estrenados para que se mostraran en desacuerdo con el experimentador. Además, una vez éstos se marchaban del experimento, el sujeto podía observar cómo su marcha no implicaba consecuencias negativas. En este caso, los niveles de obediencia descendieron hasta el 10 %.

Por el contrario, cuando otros maestros mostraban estar de acuerdo con el experimentador, las cifras de obediencia ascendían hasta el 92 %. Es decir, parece que es más probable que el sujeto desobedezca cuando varias personas muestran desacuerdo con la figura de autoridad y si, además, el sujeto percibe que hay consecuencias mínimas tras desobedecer a la autoridad.

No obstante, los niveles en casi todas las variantes siguieron siendo elevados, no encontrando diferencias con el estudio original cuando los sujetos eran mujeres o cuando el aprendiz refería que tenía problemas de corazón.

El Efecto Lucifer

"El experimento de la cárcel de Stanford"

SEGUNDA ACTIVIDAD DE APRENDIZAJE

Comparta sus respuestas en el siguiente recuadro de comentarios:

Piense y conteste a las siguientes preguntas.

  • ¿Qué tipo de guardia sería?

  • ¿Qué tipo de prisionero sería?

  • ¿Está seguro de que usted sería como ha pensado?

  • ¿En que consiste el componente disposicional?

  • ¿En qué consiste el aspecto situacional?

  •  ¿En qué consiste la incapacidad aprendida?

  • ¿Cómo define Philip Zimbardo el concepto de maldad y cómo la considera usted?

Si quiere saber más del experimento, lo encontrará en la siguiente dirección web

http://www.prisonexp.org/

Comentarios (3)

Guest
Sep 11

Hugo Armandino Pruneda Quiñones

·         ¿Qué tipo de guardia sería?

Me gustaría pensar que yo sería un guardia justo y moral, pero dada toda la información que exponen, no sé si estando dentro de la situación cambie debido a la influencia social o el efecto que produzca en mi los juegos de autoridad, es difícil saberlo.

 

·         ¿Qué tipo de prisionero sería?

Trataría de cooperar para evitar agresiones innecesarias, quiero pensar que en cualquier situación de injusticia me revelaría o haría algo al respecto, pero estando dentro de la situación creo que estaría muy asustado y subyugado al rol que se me ha asignado

 

·         ¿Está seguro de que usted sería como ha pensado?

La verdad no, de hecho en mi vida cotidiana a mí no me gusta la corrupción y estoy fervientemente en contra de las injusticias, no obstante encuentros que he tenido con policías o tránsitos me han resultado muy inquietantes y trato de cooperar casi de manera sumisa para evitar que la situación escale en gravedad

 

·         ¿En que consiste el componente disposicional?

Se trata de la conducta que se ve fuertemente influida por factores externos, o sea la conducta a disposición de la situación o factor ambiental

 

·         ¿En qué consiste el aspecto situacional?

El factor situacional en el individuo, el entorno.

 

·          ¿En qué consiste la incapacidad aprendida?

Sensación o pensamiento de que los acontecimientos no responden a lo que nosotros hacemos. Lo que sea que se haga no va a servir para nada y no va a poder cambiar los resultados de los acontecimientos finales

 

·         ¿Cómo define Philip Zimbardo el concepto de maldad y cómo la considera usted?

“Obrar deliberadamente de una forma que dañe, maltrate, humille, deshumanice o destruya a personas inocentes, o en hacer uso de la propia autoridad y del poder sistémico para alentar o permitir que otros obren así en nuestro nombre”

Me es difícil aceptar el concepto de maldad, creo que como psicólogo he aprendido que hay una serie de factores desencadenantes que llevan a actuar con malicia.

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Guest
Jul 14

Piense y contesta a las siguientes preguntas.

  • ¿Qué tipo de guardia sería?

Justo, ético y moral.


  • ¿Qué tipo de prisionero sería?

Rebelde ante cualquier injusticia que observe.


  • ¿Está seguro de que usted sería como ha pensado?

Estoy entre un 50% Si y 50% No, ya que desconozco la vida en prisión.


  • ¿En qué consiste el componente disposicional?

La predisposición del individuo. La conducta se atribuye a las actitudes o el carácter de la persona y externas o ambientales la conducta se atribuye a la situación.

  • ¿En qué consiste el aspecto situacional?

La Situación del individuo


  • ¿En qué consiste la incapacidad aprendida?

Se trata de un sentimiento de impotencia de un humano o animal que ha aprendido a comportarse pasivamente, bajo este marco la sensación del sujeto es que su capacidad de reacción ante circunstancias adversas es prácticamente nula, a pesar de que haya situaciones, donde en el fondo, si tenga cierto margen de maniobra.


  • ¿Cómo define Philip Zimbardo el concepto de maldad y cómo la considera usted?

Consiste en actuar deliberadamente para dañar, humillar, deshumanizar, o destruir a personas inocentes, o en hacer uso de la propia autoridad y poder sintético en aras de alentar que uno o varios terceros actúen así en nuestro nombre.

Pedro Rolando Rodríguez Quintero

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Guest
Jul 10

Alehandra Huerta Rivas

· ¿Qué tipo de guardia sería?

· En mi contexto actual y conociendo anticipadamente el experimento, creo que sería un guardia que no estaría de acuerdo con los excesos y pediría salir del experimento.

· ¿Qué tipo de prisionero sería?

· En mi contexto actual y conociendo anticipadamente el experimento, considero que sería un prisionero que no estaría de acuerdo con los abusos y pediría salir del experimento

· ¿Está seguro de que usted sería como ha pensado?

· En esta realidad si, porque tengo un conocimiento previo del experimento. Sin embargo, si mi realidad fuera diferente o si las condiciones del experimento cambiaran, probablemente cambiaría mi comportamiento. En este momento no podrían indicar cómo cambiaría, porque depende tanto del experimento, mi entorno, mi estado mental en ese momento y mis compañeros con los que haré el experimento.

· ¿En qué consiste el componente disposicional?

· Es un factor interno de una persona que determina su comportamiento, debido a los rasgos de personalidad y temperamento que tenga.

· ¿En qué consiste el aspecto situacional?

· Es la visión de que nuestro comportamiento y nuestras acciones están determinadas por nuestro entorno y entorno inmediato

· ¿En qué consiste la incapacidad aprendida?

· Es la condición por la cual una persona o animal se inhibe ante situaciones aversivas o dolorosas cuando las acciones para evitarlo no han sido fructíferas, terminando por desarrollar pasividad ante este tipo de situaciones.

· ¿Cómo define Philip Zimbardo el concepto de maldad y cómo la considera usted?

· Para Philip Zimbrado la maldad consiste en obrar deliberadamente de una forma que dañe, maltrate, humille, deshumanice o destruya a personas inocentes, o en hacer uso de la propia autoridad y del poder sistémico para alentar o permitir que otros obren así en nuestro nombre.

· Para mi la maldad es la pérdida de la humanidad y moralidad, detonando comportamientos que dañan a otras personas, a pesar de conocer las posibles consecuencias de esos comportamientos. La maldad puede detonarse por aspectos situacionales; sin embargo considero que el componente disposicional es el que podrían reforzar o motivar más estos comportamiento, ignorando las consecuencias bajo una creencia individualista.

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Teorías psicológicas

Entre las teorías psicológicas desarrolladas para explicar cómo el comportamiento individual se ve influido por los demás, destacan la teoría del contagio, la teoría de la convergencia y la teoría de la desindividuación.

Teoría del contagio

La teoría del contagio hace referencia a la «difusión del afecto o de la conducta de un participante de una multitud a otro integrante de la misma» (Morales, 1997, p. 779).

En la difusión que se produce de una persona a otra, el afecto o la conducta se ve intensificada (Allport, 1924), este incremento de la intensidad conlleva una reacción circular, puesto que cada vez que se produzca el contagio, la intensidad del afecto o de la conducta se verá reforzada. Aquellas situaciones caracterizadas por inquietud y desasosiego social son el caldo de cultivo perfecto para que aparezca el contagio. Imagine la siguiente situación: usted se encuentra en una sala de espera junto con otras personas y llevan esperando un tiempo considerable. Una de las personas que se encuentra en la sala comienza a ponerse demasiado nerviosa y a verbalizar su malestar. La reacción de esta persona hace que otras personas de las sala empiecen a mostrar explícitamente sus quejas por el tiempo de espera. El contagio se produce de unos a otros hasta que todas las personas de la sala se encuentran

agitadas y muy enfadadas.

Teoría de la convergencia

Según la teoría de la convergencia, el resultado de una conducta colectiva se produce porque las personas que se concentran suelen tener intereses, expectativas, aficiones y opiniones comunes, por lo que el resultado es fruto de la convergencia de conductas individuales (Berk, 1974). Esta teoría ha recibido críticas por su simplicidad y reducción de la complejidad de la conducta humana.

Teoría de la desindividuación

El concepto desindividuación se refiere al estado subjetivo en el que una persona ve reducida su preocupación por la evaluación social de los otros, por lo que la persona es capaz de realizar ciertos comportamientos inapropiados sin sentir vergüenza o culpa (Zimbardo, 1973). Para que se dé la desindividuación son necesarias una serie de condiciones, entre las que se encuentran el anonimato, la magnitud del grupo y la difusión de la responsabilidad. El proceso que tiene lugar se basa en la pérdida de identidad de la persona. Los participantes del experimento de la cárcel de Stanford relataban haber dejado de sentirse ellos mismos, enfatizando la idea de que su identidad personal se había esfumado y habían sido atrapados por un uniforme o por un número que les decía cómo debían comportarse. Estas experiencias concuerdan con el estado de desindividuación. Ahora bien, resulta extraño afirmar que la persona pierde su identidad personal, parece más correcto señalar que en el estado de desindividuación la identidad personal pierde significado, focalizándose la importancia en la identidad del grupo de referencia.

PARA SABER MÁS

Influencia de la minoría

Hasta ahora se ha descrito cómo una mayoría puede cambiar las actitudes de las personas. No obstante, las personas o los grupos minoritarios también pueden influir en la conducta de los demás.

En el apartado Conformidad del presente capítulo se han visto las presiones que puede llegar a ejercer una mayoría, ya que los sujetos no quieren parecer diferentes o quedarse aislados, a pesar de pensar que el grupo está en lo erróneo o porque consideran que la postura de la mayoría tiene posiciones más correctas. Es por ello que, para que una postura minoritaria influya en una mayoría, tiene que tener lugar

una serie de procesos:

  • Consistencia. Todos los miembros de la minoría deben mantener el mismo punto de vista a lo largo del tiempo.

  • Esto le aporta credibilidad v mavor poder de persuasión.

  • Flexibilidad. Es importante que los miembros de la minoría no se muestren dogmáticos ni demasiado rígidos. Al contrario, los miembros de las minorías deben estar siempre dispuestos a argumentar su postura. Esto permite que los individuos de la mayoría elaboren la información transmitida por la minoría y, por tanto, aumente la probabilidad de persuadir al otro.

  • Contexto social. Es importante que la postura defendida sea consistente con las tendencias sociales.

  • Aunque es más difícil que una minoría influya sobre una ma-yoría, cuando es aceptada por la mayoría, el grado de aceptación es más duradero, ya que implica una aceptación interna de la postura de la minoría. Es decir, la razón que llevaría a que un sujeto pase de una mayoría a una minoría es que realmente piense que la postura de la minoría está en lo correcto.

Teorías psicosociales

Las dos teorías psicosociales más importantes que explican cómo el comportamiento individual se ve influido por los demás son la teoría de la norma emergente y la teoría de la identidad social.

Teoría de la norma emergente

La teoría de la norma emergente plantea que en una situación de incertidumbre en la que las personas no encuentran señales que les ayuden a orientarse y a saber cómo comportarse, emergen normas como resultado de la interacción entre unas personas y otras (Turner y Killian, 1972). Estas normas ayudan a devolver el marco de referencia que las personas necesitan para enfrentarse a una situación; en otras palabras, las normas son guías eficaces de la conducta. Por lo general, estas normas no son completamente origi-nales, sino que son una transformación y unión de las normas de cada persona.

Teoría de la identidad social

Como se ha señalado anteriormente, el ser humano es un ser social. La sociedad se organiza en torno a grupos de personas. Estos grupos cumplen una doble función: por un lado, permiten conseguir los objetivos que se persiguen (cumplen una función de tarea) y, por otro lado, cubren nuestras necesidades emocionales (cumplen una función emocional). La función emocional del grupo no se limita al simple apoyo emocional, sino que además aporta un sentimiento de pertenencia. Haga un ejercicio de reflexión y pregúntese «Quién soy». Muy probablemente la mayoría de sus respuestas hagan referencia a grupos de personas, como por ejemplo soy estudiante. Para responder a esta pregunta, la mayoría de personas utiliza un mayor número de características de grupo que de características individuales. Es más, el hecho de pertenecer a la categoría de estudiante aporta información sobre lo que tiene que hacer, decir y pensar en muchas situaciones, es decir, ayuda a definir a la persona y se convierte en una parte básica de la visión que tiene de sí misma (Smith y Mackie, 1997).

El concepto que una persona tiene de sí misma no sólo se compone de sus características individuales, sino también de las características de los grupos a los que pertenece.

La identidad social se define como «el conocimiento que posee un individuo de que pertenece a determinados grupos sociales junto a la significación emocional y de valor que tiene para él dicha pertenencia» (Tafjel, 1981, p. 255). De tal manera que el comportamiento de un individuo puede estar ligado a su identidad social y su comportamiento se apoya en la idea prototípica que se espera de él por ser miembro de ese grupo (despersonalización) o bien puede estar ligado a su identidad personal y su comportamiento se sustenta en su propia personalidad y creencias (personalización) (Turner, Hogg, Oaks, Reicher, y Wetherell, 1987). Cuando una persona se encuentre en una situación en la que todos los estímulos salientes hagan referencia a su grupo de pertenencia tenderá a comportarse como se espera que se comporte un miembro de ese grupo.

El poder de la situación es capaz de transformar individuos perfectamente estables

psicológicamente y sanos en individuos aterradores y enfermos. Las teorías sobre la influencia social explican qué mecanismos están detrás de estas transformaciones.

Por un lado, están las teorías psicológicas, como la del contagio, la de la convergencia o la de la desindividuación, teorías que ponen el enfoque en el individuo y en el por qué ocurren los cambios en él. Por otro lado, están las teorías psicosociales, como la de la norma emergente y la de la identidad social.

LA PERCEPCIÓN DE LA SITUACIÓN

A la hora de definir la psicología social se ha hecho hincapié en que la influencia venía dada no sólo por los procesos sociales sino también por los procesos cognitivos. Cuando se habla de procesos cognitivos, se hace referencia a cómo trabaja la mente, es decir, a cómo el individuo percibe, piensa, recuerda, etc. A la hora de percibir una situación, la persona selecciona la información que percibe y decide cómo procesarla. No siempre se selecciona ni se procesa la información de manera adecuada. Se pueden cometer errores tanto en la recogida de información como en su integración para emitir una opinión.

La inferencia social

Se entiende por inferencia al proceso en el que una persona llega a una conclusión sobre unos datos sin que se pueda deducir de la información disponible. La inferencia social puede entenderse como un proceso o como un producto. «Como proceso implica decidir qué información se reúne en torno a un tema o una cuestión, recoger dicha información y combinarla de alguna forma y de alguna manera. Como producto viene a ser el resultado de un proceso de razonamiento» (Fiske y Taylor, 1984, p. 246). A la hora de hablar de inferencia social como producto, se pueden diferenciar tres tipos de inferencias:

  • Las inferencias categoriales hacen referencia a la generalización de características de una categoría a todos los elementos de dicha categoría; por ejemplo, cuando se afirma que todos los andaluces tienen «mucho salero».

  • Las inferencias causales ocurren cuando se busca la explicación causal de algo que ha sucedido; por ejemplo, cuando se buscan las causas de por qué se ha suspendido un examen a pesar de haber estudiado.

  • Las inferencias estructurales buscan cumplir el principio de equilibrio; por ejemplo, un valenciano tiene que saber hacer una paella y gustarle los petardos.

La inferencia como proceso

La inferencia como proceso implica recoger información, muestrear la información recogida y usar e integrar esa información. Aunque cabe pensar que las personas a la hora de percibir y procesar la información actúan como seres lógicos, la verdad es que, por varios motivos, no actúan como cabría esperar y por ello cometen errores.

Durante la fase de recogida de la información se debería recoger la información más relevante de la situación; sin embargo, la decisión de qué información recoger se ve influida por las expectativas y los esquemas previos. Por ejemplo, una persona que está buscando un coche nuevo porque el suyo se le ha quedado pequeño, se dirigirá a un concesionario buscando un coche con un maletero y un espacio interior más gran-de; ésa será la información que percibirá, sin prestar demasiada atención al resto de elementos del coche.

Una vez recogida la información, se realiza un muestreo de la información para seleccionar aquella que realmente se considera relevante. En esta fase es posible dejarse guiar por los casos extremos de la muestra, es decir, los más representativos. Continuando el ejemplo anterior, el futuro comprador sólo recordará aquellos coches cuyo espacio le haya impresionado. Además, se suele obviar el posible hecho de que la información recogida esté sesgada. La persona que informa sobre las capacidades y espacios del vehículo es un comercial cuyo objetivo es vender el coche.

Durante la fase de uso e interpretación de la información se pueden cometer varios errores. Uno de ellos es fallar al calcular la probabilidad conjunta de dos sucesos. Por ejemplo, piense en cuál es la probabilidad de que una persona simpática, extravagante y con un exquisito gusto por el arte estudie medicina; a continuación piense en la probabilidad de que un estudiante de medicina deje sus estudios para estudiar artes escénicas; por último piense cuál es la probabilidad de que una persona simpática, extravagante y con un exquisito gusto por el arte estudie medicina y luego cambie sus estudios por artes escénicas. ¿Su respuesta ha sido que la probabilidad de la última situación es más alta que la de las otras dos situaciones propuestas? Si es así, su respuesta es incorrecta. En verdad, la probabilidad conjunta de dos sucesos se calcula multiplicando las probabilidades de cada suceso por separado, de tal manera que la probabilidad conjunta siempre es menor que la probabilidad por separado.

El segundo error se debe al manejo que se hace de la información diagnóstica (aquella que guarda relación) y la no diagnóstica.

Por último, se suele sobreestimar el grado en que dos sucesos están relacionados, lo que se denomina correlación ilusoria. Suele suceder cuando dos acontecimientos poco frecuentes se presentan de manera conjunta; en este caso se percibe que ambos acontecimientos están relacionados. Un ejemplo cotidiano de la correlación ilusoria es

pensar que llueve cuando lavo el coche.

Los heurísticos

En el apartado anterior se han visto los errores más comunes que se cometen en la percepción y el procesamiento de la información. Estos errores llevan a cometer inferencias. También se ha señalado que existen varios motivos por los que no percibimos siguiendo un proceso lógico. Uno de estos motivos es la gran cantidad de esfuerzo y tiempo que deberíamos invertir para ser sistemáticos en nuestra percepción. Además, las características de nuestro sistema cognitivo nos hace alejarnos de esa sistematicidad. Por ello, realizamos inferencias. A la hora de realizar inferencias utilizamos una serie de herramientas cognitivas que se conocen con el nombre de heurísticos. Los heurísticos son reglas sencillas que ayudan a tomar decisiones. Existen varios heurísticos que utilizamos a diario. Los dos más comunes son el heurístico de representatividad y el heurístico de disponibilidad.

  • Heurístico de representatividad. Imagine que le acaban de presentar a un grupo de personas. Observa cómo viste cada una, su peinado y su forma de comportarse.
    En ese instante toma decisiones acerca de cómo son esas personas, a qué se dedican, etc. Está usando el heurístico de representatividad. Este heurístico consiste en emitir juicios sobre algo a partir del parecido de los estímulos evaluados con otros estímulos o categorías. En la mayoría de las ocasiones, el uso de este heurístico permite tomar decisiones acertadas; sin embargo, en algunas ocasiones puede jugar un mala pasada porque se obvia la tasa de prevalencia. Continuando con el ejemplo anterior, imagine que una de las personas que le han presentado viste de manera conservadora, parece muy amable y meticulosa. Usted podría pensar que es biblio-tecaria, pero la probabilidad de que lo sea no es muy alta porque la prevalencia de bibliotecarios es baja.

  • Heurístico de disponibilidad. Responda a la siguiente pregunta: ¿En los últimos años ha aumentado la natalidad? Su respuesta será afirmativa si vive en un barrio de gente joven donde todas las tardes se reúnen en el parque con niños y carritos de bebés. Su respuesta se debe al uso del heurístico de disponibilidad. Este heurístico consiste en emitir juicios sobre algo basándose en la facilidad con que determinada información nos viene a la cabeza. Al igual que con el heurístico anterior, su uso puede ser beneficioso en muchas ocasiones y perjudicial en otras debido a que la información más accesible puede estar relacionada con los casos más extremos.

INTERPRETACIÓN DE LA SITUACIÓN

En apartados anteriores se ha descrito el papel fundamental que ejerce la presencia de otros en la forma de percibir el mundo y de dar explicaciones a los acontecimientos que nos rodean. No obstante, no se podrían entender los procesos de influencia social sin tener en cuenta qué es lo que hace que las percepciones y explicaciones de unas personas y otras sean diferentes. Por este motivo, otra línea de experimentos dentro de la psicología social se ha centrado en el estudio de las evaluaciones que hacemos las personas del mundo que nos rodea (actitudes) y cómo interpretamos nuestras conductas y las de los demás (atribuciones).

Actitudes

Las actitudes son evaluaciones relativamente duraderas sobre distintos aspectos del mundo que nos rodea. Las actitudes son multidimensionales, es decir, incluyen componentes cognitivos (qué pensamos), afectivos (qué sentimos) y conductuales (cómo nos comportamos). Si por ejemplo María cree que Luis es un maltratador, es probable que sienta rechazo hacia él y actúe evitándolo cada vez que lo ve.

¿Cómo influyen las actitudes en el comportamiento?

Hasta la década de 1960, el estudio de las actitudes se convirtió en un tema central dentro de la psicología social, ya que se pensaba que el comportamiento humano estaba guiado por las actitudes sociales. Con esta postura, los psicólogos sociales pensaban que el conocimiento de las actitudes permitiría predecir cómo actuarían las personas (Allport, 1954).

A partir de la década de 1960, diversos estudios encontraron una correlación muy pobre entre actitud y comportamiento, dando lugar a una visión pesimista acerca de la utilidad del concepto de actitud. No obstante, Icek Ajzen y Martin Fishbein (2005) atribuyeron los resultados pesimistas observados en los estudios anteriores al hecho de tratar de predecir conductas específicas a partir de actitudes generales y viceversa.

Como por ejemplo, tratar de predecir la conducta de fumar de Juan en la boda de su hermano (es decir, en un lugar y momento específico) a partir de la actitud que tiene Juan hacia el tabaco en general.

Partiendo de esta idea, Ajzen y Fishbein desarrollaron la teoría de acción razonada, poniendo énfasis en la posibilidad de predecir los comportamientos a partir de la intensidad de las intenciones conductuales, entendidas como la declaración interna de una persona a actuar. Las intenciones conductuales fueron descritas como resultado de la interacción de dos tipos de creencias:

  • Norma subjetiva. Qué cree el sujeto que las personas de sus grupos de referencia piensan que debería hacer y las motivaciones del sujeto para cumplir con las expectativas del grupo.

  • Actitud hacia la conducta. Evaluaciones favorables o desfavorables del individuo
    respecto a una acción.

Años más tarde, estos autores se dieron cuenta que no todas las conductas podían ser controladas por el sujeto, por lo que desarrollaron la teoría de comportamiento planificado (Fig. 3), en la que se incluyó un nuevo constructo:

• Control percibido: grado de dificultad o facilidad para llevar a cabo la acción, basado en si la persona dispone de recursos u oportunidades para llevar a cabo la conducta. Esta última categoría puede influir tanto en la intención conductual como directamente sobre la conducta.

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Figura 3. Teoría de comportamiento planificado de Ajzen y Fishbein

A modo de ejemplo, se puede pensar en la probabilidad de que un adolescente consuma cocaína en una fiesta. De acuerdo con este modelo, si la norma subjetiva es elevada (varios de sus amigos consumen drogas), la actitud hacia el consumo de cocaína es favorable (cree que va a ser más sociable si consume) y tiene un alto control percibido (cree que puede controlar el consumo de esta sustancia cuando lo desee), la intención conductual será de alta intensidad, lo que a su vez hace que sea altamente probable que este adolescente consuma cocaína en la fiesta.

Es importante señalar que las actitudes hacia la conducta, las normas subjetivas y el control percibido pueden verse influidas por una gran variedad de factores, como pueden ser: factores culturales, personalidad, valores, prejuicios, ambiente, experiencias previas, edad y raza, entre otros.

¿Cómo influye el comportamiento en las actitudes?

Aunque las actitudes no siempre predicen el comportamiento, no cabe duda de que ejercen una influencia importante en el comportamiento social de las personas. Sin embargo ¿qué ocurre cuando las personas se dan cuenta de que sus actitudes y conductas no coindicen? Imagine a un hombre que dice que no soporta a la gente que no es honrada. Sin embargo, al día siguiente de hacer esta afirmación recibe una transferencia errónea de 300 euros en su cuenta bancaria y no avisa del error al banco. ¿Cómo se sentirá esta persona cuando se le muestre la incongruencia entre su forma de pensar y su conducta? Este tipo de incongruencias son bastante comunes en los seres humanos.

En 1957, Leon Festinger denominó disonancia cognitiva al malestar que se genera cuando las personas perciben la incoherencia entre sus actitudes y su conducta, siendo ésta mayor cuando la conducta realizada es escogida libremente (Para saber más 11.4).

Ante esta sensación de malestar, las personas tratan de disminuir la disonancia recurriendo a formas variadas. Utilizando el ejemplo anterior, a continuación se exponen las tres formas más empleadas para tratar de disminuir la disonancia cognitiva

  • cambiar de actitud o de conducta (por ejemplo: devolver el dinero),

  • buscar nueva información que apoye nuestra conducta (por ejemplo: «no he devuelto el dinero porque el banco me cobra todos los meses comisiones»)

  • trivializar, es decir, restar importancia a la disonancia («el banco no va a quebrar por tener 300 euros menos»).

Estereotipos

En el punto anterior se han definido las inferencias categoriales como la generalización de características de una categoría a todos los elementos de dicho categoría. Es decir, se juzga a las personas en función de su pertenencia a un grupo u otro. Para poder realizar este juicio, se utilizan los estereotipos, que se definen como las creencias desarrolladas acerca de los atributos o rasgos que caracterizan a un grupo. Estos juicios no sólo se realizan en función de la presencia o no de los elementos más representativos de un grupo, sino que además existe una asociación entre esos elementos y un conjunto de características y emociones particulares (Smith y Mackie, 1997). Por estos motivos, cuando a una persona le presentan a alguien que no conoce de nada y le dicen que es abogado, inmediatamente le atribuye una serie de características que tiene asociadas con la categoría de abogados. Se utilizan los estereotipos como un ahorro cognitivo, ya que facilita rápidamente información sin necesidad de dedicar tiempo y esfuerzo a conocer a esa persona.

Estereotipos y discriminación

Aunque a simple vista pueda parecer que los estereotipos solamente facilitan la vida, también pueden ser una fuente de discriminación. En la mayoría de ocasiones, las características distintivas de diferentes grupos son percibidas como socialmente irrelevantes o como características con connotaciones positivas. Sin embargo, en contextos concretos existen ciertos atributos que son considerados negativos y devaluados respecto al resto de atributos. Así pues, el estereotipo de un grupo puede ser positivo o negativo, dependiendo de la valoración que la sociedad haya realizado de sus caracte-rísticas. Por ejemplo, no es lo mismo pertenecer al estereotipo de jóvenes emprende-dores, que al estereotipo de adolescente problemático.

Las evaluaciones negativas se convierten en la base para la discriminación de las personas incluidas en ese grupo. Esta discriminación puede ser directa o indirecta. La discriminación directa hace referencia a las conductas negativas o positivas que se dirigen hacia uno de los miembros o hacia el grupo en general (Smith y Mackie, 1997). La discriminación directa también tiene en cuenta las conductas positivas porque es inevitable que cuando a un grupo se le discrimine, a otro grupo se le favorezca.

Por su parte, la discriminación indirecta incluye comportamientos de discriminación estructural. Este tipo de discriminación utiliza las estructuras creadas por las personas como medio de discriminación, al incluir ciertas limitaciones que actúan de barreras para la participación de dichos grupos en la sociedad.

Festinger (1957) es reconocido mundialmente por su teoría de la disonancia cognitiva, en la que describe el malestar que se genera cuando las personas perciben la incoherencia entre sus actitudes y su conducta

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PARA SABER MÁS

Experimento realizado por Festinger sobre la complacencia inducida

¿Qué ocurre cuando una persona es inducida a comportarse de una forma contraria a su forma de pensar? Esto es lo que estudió Festinger en el paradigma de complacencia inducida. Para generar este tipo de disonancia cognitiva, se le pidió a un grupo de estudiantes de la Universidad de Stanford que realizaran una tarea bastante aburrida durante una hora. Una vez finalizada la tarea, el investigador le pedía a los sujetos que cuando salieran de la sala dijeran al siguiente grupo que la tarea había sido muy interesante. El malestar surgiría al ser las creencias («la tarea es aburrida») incongruentes con la conducta («decir que la tarea era interesante»).

Para estudiar los efectos de la complacencia inducida, se dividió a los sujetos en tres grupos. A los del primer grupo se les ofrecía un dólar a cambio de decir que la tarea había sido divertida, al segundo grupo se les ofrecía 20 dólares y al tercer grupo (control) no se les ofrecía nada (es importante tener en cuenta que este estudio se realizó en la década de 1950, por lo que 20 dólares era una cifra considerable de dinero).

Una vez finalizado el experimento, se le pedía a los sujetos que expresaran el grado de interés por la tarea. Los sujetos que recibieron 20 dólares afirmaron que la tarea era aburrida. Los miembros del grupo control fueron los que describieron la tarea como la más aburrida. Por el contrario, los sujetos que recibieron 1 dólar describieron la tarea como divertida.

Parece claro que la forma que emplearon los sujetos para reducir la disonancia cognitiva fue el cambiar de actitud. En la condición de un dólar, al ser la disonancia mayor, la presión para reducir el malestar era también más grande. En la condición donde se dieron 20 dólares, al ser la magnitud de disonancia menor, se encontró una tendencia menor en los sujetos a tratar de reducir disonancia. Es decir, los sujetos que recibieron 20 dólares atribuían su conducta al dinero: «la tarea era aburrida pero mentí al sujeto siguiente por el dinero». En contraste, en los sujetos que recibieron un dólar era más difícil afirmar que mintieron por un dólar, por ser una cantidad muy pequeña, por lo que la mayoría optó por cambiar de actitud «la tarea era divertida» para reducir la sensación de malestar.

En resumen, cuando el sujeto era inducido a cambio de una recompensa para decir algo contrario a su opinión, la opinión privada tendía a cambiar para corresponderse con su forma de actuar. Cuanto mayor era la recompensa estos intentos fueron menores. Estos resultados reflejan que si se quiere convencer a alguien para que cambie de actitud, será más fácil si se le ofrece una recompensa pequeña que una recompensa grande.

Atribuciones

Imagine que ha quedado con unos amigos y uno de ellos llega media hora tarde. ¿Por qué cree que ha llegado tarde? ;Pensaría que su amigo ha llegado tarde porque es una persona impuntual o porque había tráfico en la carretera? Y si usted aprueba un examen, ¿a qué cree que se debe su aprobado? ¿A su esfuerzo, a su capacidad o a la suerte?

Este intento por inferir las causas de los eventos o comportamientos de las personas es lo que los psicólogos sociales han denominado atribución.

A finales de la década de 1950, Fritz Heider fue el primer psicólogo social que describió los procesos por los cuales los sujetos hacen atribuciones acerca del mundo.

Heider pensaba que las personas son como científicos ingenuos que tratan de entender el comportamiento de los demás analizando la información observada hasta alcanzar una explicación razonable. Además, propuso que las causas atribuidas a la conducta de los demás podían agruparse en dos categorías: internas o disposicionales (la conducta se atribuye a las actitudes o el carácter de la persona) y externas o ambientales (la conducta se atribuye a la situación).

La teoría de atribución propuesta por Heider y su psicología ingenua tuvo una gran influencia en teorías de la atribución posteriores, entre las que destacan la teoría de inferencias correspondientes de Jones y Davis (1965) y la teoría de covariación de Kelley (1967):

Teoría de inferencias correspondientes de Jones y Davis

Edward. E. Jones y Keith Davis (1965) aplicaron el análisis de influencia social de Hei-der para describir cómo interpretan las personas las conductas de los demás. Estos autores propusieron que con frecuencia las personas realizan inferencias de disposiciones estables a partir de la observación de la conducta de los demás (atribuciones internas).

Extraer características internas de las personas a partir de su conducta puede ser muy útil. No obstante, a veces puede llevar a conclusiones erróneas. Por ejemplo, se estaría cometiendo una inferencia correspondiente si se describe a María como una persona deshonesta por devolver menos cambio del que correspondía al realizar una compra, ya que se estaría ignorando la influencia de factores situacionales en su conducta, como por ejemplo el que estuviera despistada porque acababa de tener una discusión con su hijo.

Para resolver este conflicto, Jones y Davis propusieron tres condiciones que aumentan la probabilidad de que se hagan inferencias de disposiciones estables:

  • cuando se percibe que la conducta ha sido elegida libremente por la persona,

  • cuando se percibe que la conducta produce efectos no comunes (si las consecuencias observadas son diferentes a las que resultarían de otras alternativas de conducta) y

  • cuando la conducta tiene poca deseabilidad social (no es aceptada por las normas sociales).

El efecto de los estereotipos en la calidad de vida

Existen grupos de personas que son víctimas de la discriminación por manifestar alguna de las características que han sido devaluadas por la sociedad. A estas características devaluadas se las conoce con el nombre de estigma. Las consecuencias de la discriminación van más allá de la mera ejecución de conductas negativas; el simple hecho de pertenecer a un grupo estigmatizado tiene efectos en el bienestar y en la calidad de vida de sus miembros.

En general las personas estigmatizadas muestran niveles más bajos de bienestar psicológico y físico, cuentan con menor apoyo social y presentan unos índices más bajos de satisfacción general con su vida. Existen estudios que ponen de manifiesto cómo las personas estigmatizadas presentan mayores problemas de ansiedad y depresión.

Entre los estudios llevados a cabo, uno de los más recientes pone de manifiesto los efectos negativos de la conciencia de estigma en la calidad de vida de las personas con discapacidad física y sensorial.

Para saber más: Carrasco, L.; Martín, N., y Molero, F. (2013).

Conciencia de estigma y calidad de vida en personas con discapacidad física y sensorial. Revista de Psicología Social, 28 (3), 259-271.

Modelo de covariación de Kelley

El modelo de covariación propuesto por Harold Kelley (1967) trata de explicar cómo las personas hacen explicaciones causales cuando hay información procedente de múltiples observaciones y cómo responden a las preguntas que empiezan por ¿por qué...?

Siguiendo la línea de Heider, Kelley propuso que las causas pueden ser internas o externas a partir de la combinación de tres tipos de información: