EVALUACIÓN PSICOMÉTRICA EN PSICOLOGÍA CLÍNICA Y DE LA SALUD
INTRODUCCIÓN
Los procesos de evaluación y diagnóstico clínico son fundamentales para el estudio de la psicopatología y el tratamiento de los trastornos mentales (Duran y Barlow, 2007). La evaluación clínica consiste en una variedad de herramientas y procedimientos que permiten al psicólogo adquirir la información necesaria para conocer a sus pacientes y poder ayudarlos. Aunque la entrevista sea la estrategia básica que dirige y organiza todo el proceso de evaluación clínica, los test psicométricos constituyen una herramienta de considerable valor y utilidad. Entre las funciones más importantes se destacan (Muñoz-López et al., 2002):
a) la detección (screening) de trastornos mentales, existen instrumentos breves y de fácil aplicación que son lo suficientemente sensibles como para detectar la existencia de síntomas y trastornos psicopatológicos;
b) el diagnóstico, algunos instrumentos recaban información necesaria para determinar si el paciente cumple con los criterios diagnósticos de un determinado trastorno, permitiendo examinar además la severidad del mismo;
c) información para la evaluación del cambio y los resultados terapéuticos, quizás una de las principales ventajas de los test psicométricos es que permiten analizar con mayor precisión los cambios ocurridos durante el proceso terapéutico a los fines de valorar la eficacia del tratamiento; y
d) contraste de hipótesis, los test constituyen una fuente de información útil para contrastar las hipótesis que el psicólogo clínico va formulando a partir de la interacción con el paciente, obteniéndose información más fiable que si solo se utilizara la entrevista.
Las ventajas que conlleva el uso de pruebas psicométricas a nivel clínico han llevado a una proliferación innecesaria de instrumentos, generando un auténtico caos en esta área. Existen más de 1430 instrumentos de evaluación clínica (Muñoz-López et al.).
En este apartado se intenta ofrecer un panorama de las principales pruebas que pueden utilizarse en un proceso de evaluación clínica. Sin embargo, consideramos importante destacar una vez más que la utilización de estos instrumentos no puede entenderse fuera de un proceso de evaluación más amplio, que involucra diferentes fases y tareas, y que no se limita solo a la administración de una prueba.
EL USO DE TEST PSICOMÉTRICOS EN EL PROCESO DE EVALUACIÓN CLÍNICA
La evaluación clínica involucra diferentes fases que van abordándose de forma continua y dentro de un bucle de toma de decisiones que culmina con la elaboración de hipótesis sobre los padecimientos del paciente y la elaboración de un plan de tratamiento. Según Wolpe y Turkat (1985) la entrevista constituye la técnica central que organiza y dirige el proceso de evaluación, mientras que los instrumentos psicométricos constituyen herramientas de las que el clínico dispone para apoyar la información obtenida en la entrevista, identificar problemas, recoger información adicional, facilitar el diagnóstico y contrastar hipótesis a partir de la convergencia o divergencia que se observe entre los datos recabados por las pruebas y la entrevista. Aunque la entrevista sea la técnica central, en un estudio meta-analítico que incluyó más de 125 investigaciones (Meyer et al., 2001) se concluyó que los psicólogos que solamente emplean entrevistas pierden informaciones valiosas que entorpecen la comprensión de los problemas que aquejan a sus pacientes.
La utilización de diferentes métodos de evaluación facilita la adquisición de información variada y única, haciendo imprescindible el uso de test psicométricos como medidas complementarias de evaluación. El proceso de evaluación clínica ha sido comparado con un embudo, ya que el clínico comienza por un acercamiento molar donde se recaba información general sobre el amplio espectro de funcionamiento del paciente, para ir avanzando hacia una visión molecular con el fin de comprender los factores que generan y mantienen los problemas emocionales, psicológico e interpersonales de cada paciente. En otras palabras, se parte de un abordaje inicialmente nomotético (general) y paulatinamente la evaluación se va precisando hasta lograr una formulación idiográfica, es decir, que contemple las características y circunstancias únicas de cada paciente (figura 1).
Diagnóstico preliminar

Exploración inicial
Análisis funcional
De esta manera, el proceso de evaluación clínica se inicia con una descripción general del estado del paciente y el establecimiento de las primeras hipótesis diagnósticas. Con esta información se pueden establecer hipótesis globales que permitan avanzar hacia una formulación clínica a partir de la cual se pueda explicar el inicio, curso y mantenimiento de los problemas específicos del paciente. Tomando en consideración el proceso de evaluación clínica involucra las siguientes fases: a) exploración inicial, b) evaluación para el diagnóstico y severidad del trastorno, c) análisis funcional y formulación del caso, y, d) diseño del tratamiento.
Los test psicométricos resultan particularmente útiles para las dos primeras fases. En particular las pruebas de detección o screening resultan útiles para la fase de exploración, mientras que las pruebas de diagnóstico resultan más adecuadas para la segunda fase, donde se establece un diagnóstico preliminar y se evalúa la severidad del trastorno.