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PSICOLOGÍA SOCIAL Y
NEUROCIENCIA

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ATRACCIÓN Y RELACIONES. PARTE II

RESUMEN

La relación de pareja es una de las experiencias más gratificantes de nuestras vidas y pese a que es una experiencia universal y tratada de explicar desde el comienzo de la civilización solo hoy en día conocemos algunas de sus bases, componentes y evolución. Nosotros planteamos que una relación de pareja se basa en cuatro componentes: el compromiso, la intimidad, el romance y el amor. Los tres primeros son de tipo social y dependerá de la cultura donde se viva las conductas que demostrarán dichos componentes y la intensidad en que son necesarios en una relación amorosa. El amor por su parte es un componente biológico por lo cual es independiente de la cultura y es especÍfico en cada individuo. 

La relación de pareja es quizás la experiencia más gratificante en la que se ve envuelto el ser humano, razón por la cual ha sido objeto de la atención del hombre desde tiempos muy antiguos. Ya en grabados sumerios con una antigüedad de 4.000 años antes de cristo se pueden observar imágenes y frases románticas dirigidas a una pareja (Páez, 2006). De la misma forma durante la historia de la civilización la relación de pareja y el amor han sido tema de canciones, poemas, pinturas, esculturas, etc. gran parte del arte esta orientada sobre esta experiencia. Por otra parte, la psicología ha estudiado también este fenómeno tratando de establecer el origen y las conductas características del amor y finalmente a fines del siglo veinte la biología a entrado en la carrera por explicar esta compleja experiencia del vivir humano entregándonos las bases neurobiológicas del amor, la monogamia y la fidelidad.

Conocer sobre el amor es ahondar en la naturaleza biológica misma del hombre, no por nada hoy por hoy los dos aspectos más importantes del desarrollo de un individuo son el trabajo y la familia. La experiencia amorosa se encuentra en todas las culturas (Jankowiak y Fisher, 1992) y es sin duda una de las situaciones más estimulantes en nuestras vidas. Pese a la universalidad e importancia de esta situación solo hace unas pocas décadas que comenzó formalmente el estudio del amor. En este aspecto es posible resaltar los trabajos de Rubin (1970) quien es el primero en descomponer el amor en dos factores: amar y gustar. Lee (1977) habla de tres componentes primarios del amor: Eros, Storge y Ludos, que en su mezcla van generando diversos tipos de amor. Sternberg (1986, 1989) establece tres bases fundamentales del amor: intimidad, pasión y compromiso. Para él los diferentes tipos y etapas del amor pueden ser explicados mediante las combinaciones de estos tres elementos. Así establece siete tipos de amor:

  1. Cariño: Es la relación donde existe un alto grado de intimidad, de verdadera amistad, pero sin la pasión y el compromiso a largo plazo.

  2. Encaprichamiento: Es una relación con alto grado de pasión, pero sin intimidad y compromiso, por lo cual tiende a disolverse con facilidad.

  3. Amor vacío: Es la relación con un alto grado de compromiso, pero sin intimidad y pasión

  4. Amor romántico: Es la relación que se solventa en la intimidad y la pasión

  5. Amor sociable: Es la relación en donde existe la intimidad y el compromiso, pero no hay pasión. Esto es común en lo matrimonios de larga duración

  6. Amor fatuo: Es la relación basada en la pasión y el compromiso.

  7. Amor consumado: Es la relación en donde podemos observar los tres componentes: intimidad, pasión y compromiso.

Gracias a los trabajos revolucionarios de estos autores, el amor dejo de ser terreno de la filosofía y comenzó a ser parte de los objetos de estudios de las ciencias. El cambio del amor del objeto al sujeto (Fromm, 1956) y los componentes del mismo (Sternberg, 1986, 1989), constituyen importantes avances por explicar este complejo fenómeno y han incentivado a numerosos investigadores en el mundo a desentrañar esta experiencia.

¿Es lo mismo el amor y la relación de pareja?

La relación de pareja es una dinámica relacional humana que va a estar dada por diferentes parámetros dependiendo de la sociedad donde esa relación se de. Estudiar el fenómeno de ser pareja amerita conocer el contexto cultural en donde ambos individuos han sido formados y donde se desenvuelven, ya que esto influirá directamente en la forma en que ambos ven y actúan dentro de una relación.

Por otra parte, el amor es un proceso netamente biológico y que no representa una característica exclusivamente humana, habiendo otros mamíferos y aves que la experimentan. El amor esta relacionado con la reproducción y la crianza, siendo un proceso determinado por nuestras funciones sistémicas (Fisher,

2002). La relación de pareja es un proceso que abarca toda la naturaleza humana y en donde el amor es un elemento de la relación, pero no el único que lo conforma.

De ahí la importancia de establecer claramente las diferencias entre uno y otro, mientras que el amor es estudiado como un proceso biológico mediado por estructuras cerebrales, la relación de pareja es mucho más amplia y su análisis requiere además del componente biológico, una comprensión humana sociocultural de donde el individuo especifico forma parte.

Los componentes de la relación de pareja

Toda relación de pareja es una mezcla de biología y cultura que se funda en cuatro pilares: compromiso, intimidad, romance y amor. La neurobiología nos entrega las bases del amor como proceso funcional sistémico; la psicología habla de la relación amorosa como un proceso social en donde factores como el compromiso y la intimidad son necesarios para el amor maduro. Una relación debe poseer los cuatro elementos, sin embargo, es posible establecer relaciones basadas en solo alguno o mezclas de estos elementos. Los tres primeros componentes son de tipo social y por lo tanto se fundan en el lenguaje, el cuarto en cambio es de tipo biológico y se presenta de la misma forma en todas las culturas y sociedades, aunque pese a esto, con variaciones individuales dependientes de la constitución estructural sistémica de cada sujeto.

Por esta razón nosotros establecemos dos tipos de componentes en la relación de pareja: un componente biológico y tres componentes sociales.

a) El componente biológico: el amor

La neurobiología actual nos entrega información sobre el proceso del amor romántico como una función dada por ciertas estructuras cerebrales y por neurotransmisores específicos que son necesarios para la experiencia amorosa.

Para Helen Fisher (1998, 2002) los mamíferos y las aves han desarrollado tres sistemas cerebrales de motivación-emoción que actúan en serie: El deseo o apetito sexual, con una finalidad de apareamiento con cualquier pareja apropiada; una atracción o amor romántico, con una finalidad reproductiva con una pareja específica y un apego duradero de pareja con un fin de crianza de la prole. Los tres procesos estarían mediados por neurotransmisores específicos: En el deseo sexual, los estrógenos y andrógenos; en el amor romántico, el aumento de dopamina (DA) y de la norepinefrina (NE) y la disminución de la serotonina (5-HT); en el apego de pareja, actúan dos neuropéptidos: la oxitócina (OT) y la vasopresina (VTP).

Desde un punto de vista biológico el amor es la necesidad fisiología de una pareja exclusiva para la cópula, la reproducción y la crianza, y cuya satisfacción genera placer. Por lo tanto, esto es un proceso que no es exclusivamente humana ya que esta conducta se observa en otras especies animales. Basándose en esto el amor puede clasificarse en dos tipos: amor romántico y el amor materno, teniendo ambos una finalidad de reproducción y crianza, existiendo muchas estructuras neurales en común, pero siendo el deseo sexual (inexistente en el amor materno) la gran diferencia entre ambos (Zeki, 2007).

El amor romántico produce placer y esta asociado con el sistema de recompensa, el mismo relacionado con la adicción a las drogas (Páez, 2006). El sistema dopaminérgico mesocorticolímbico incluye el área tegmental ventral, el núcleo accumbens, la corteza prefrontal, la amígdala y el hipotálamo. Otras estructuras relacionadas con el amor romántico son la ínsula medial, el hipocampo, el cíngulo anterior y parte del striatum (Zeki, 2007)

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La monogamia y la fidelidad esta relacionada con dos receptores de neuropéptidos, el receptor de oxitócina (OTR) en la amígdala medial principalmente en las hembras y el receptor de vasopresina (Va1R) en el septum lateral principalmente en machos (Young, 1998). En individuos monógamos de otras especies se ha encontrado una distribución de un alto número de estos receptores y una cantidad casi ausente de los mismos en individuos promiscuos

(Insel, 1992).

Estudios realizados con roedores de praderas (monógamos) y roedores de montaña (promiscuos) muestran la importancia de estos receptores para la formación y mantención de la relación de pareja. "Wang el al. (1999) demostraron que la administración sistémica de agonistas dopaminérgicos como la apomorfina facilita la formación de preferencia de pareja en ratones de pradera hembras que se exponían a un macho, mientras que los antagonistas como el haropelidol afectaba la formación de preferencia de parejas. Además, las inyecciones de antagonistas de dopamina para D2 afectaba la preferencia de pareja, mientras que agonistas para D2 facilitaban la formación de pareja. Los ratones de pradera machos también forman preferencia de pareja bajos los efectos de inyecciones de apomorfina y las inyecciones de haloperidol inhiben la preferencia de pareja" (Coria et al. 2008. p. 215).

La oxitocina y vasopresina también modulan las preferencias por sexo y parejas (Coria et al. 2008). Inyecciones de oxitocina directamente en el Núcleo Accumbens (NAc) de hembras de ratones de pradera produce preferencia de pareja, mientras que inyecciones de antagonistas de oxitocina en el NAc afectan la formación de las mismas (Coria et al. 2008). Para Cushing et al (2001) inyecciones de vasopresina en los machos de roedores de pradera ayudan a la formación de parejas estables.

Las comparaciones en la distribución de receptores de oxitocina en el NAC en el cerebro entre ratones de pradera monógamos y polígamos muestran que los primeros expresan más receptores (Insel et al. 1992). Para Páez (2006) la diferencia en la distribución de los receptores de OT y AVP está determinada por diferencias en las estructuras promotoras del gen V1aR. Las mutaciones al azar de esas regiones del gen provocan las diferencias en las conductas sociales de los roedores de pradera y montaña.

El amor romántico es una experiencia claramente determinada por circuitos neurales que propenden a la reproducción y al mantenimiento de dicha relación para la crianza de la prole, que cesa cuando se inyectan neuropéptidos determinados en regiones específicas del cerebro de roedores, pudiendo hacer monógamos a individuos promiscuos o viceversa.

Todo esto demuestra como la atracción y el amor es un proceso biológico que dependerá de la estructura cerebral de cada individuo. Sin embargo, el amor no es el único pilar sobre el que se sustenta la relación de pareja, también existen componentes que se generan de forma especifica en las sociedades donde vivimos, componentes que son de tipo sociales.

b) Los componentes sociales: intimidad, compromiso y romance

El lenguaje es un conjunto de acciones conductuales coherentes recursivas en la experiencia generada en la relación con los otros. Explicaremos esto diciendo que cuando dos o más individuos se relacionan en una convivencia diaria sus conductas comienzan a adquirir significado, esto quiere decir que son entendibles por el otro o los otros con quien se relaciona y posteriormente las acciones conductuales comienzan a ser coherentes en todo el grupo, es decir, toda acción conductual comienza a representar un significado específico para todos, por lo tanto cada conducta que sea coherente en la experiencia que se ha generado en la diaria convivencia con el resto de los individuos del grupo permite que la relación con el otro o los otros sea entendible en base a sus acciones conductuales generando el lenguaje (Maureira, 2008) Maturana (1996) plantea que todo lo social tiene su origen en el lenguaje y por lo tanto será desde el lenguaje donde surgirán las relaciones humanas que fundarán todas las relaciones culturales. El lenguaje es lo constitutivo de lo humano y fuera de él lo humano no es posible, por lo tanto, sostenemos que todo análisis de dinámicas relacionales, incluida las relaciones de pareja, deben partir de la base del lenguaje como generativo de ellas.

Toda relación de pareja se basa en tres componentes sociales: el compromiso, la intimidad y el romance, que poseerán características propias dependiendo de la cultura en donde se lleven a cabo dichas prácticas.

a) El compromiso: Este componente de la relación romántica hace referencia al interés y responsabilidad que se siente por una pareja y por la decisión de mantener dichos intereses con el transcurso del tiempo pese a las posibles dificultades que puedan surgir, debido a que se cree en lo especial de la relación (Yela, 1997). Este elemento tenderá a crecer a medida que trascurre el tiempo de duración de la relación debido al aumento de la interdependencia personal y material entre ambos miembros (Levinger y Snoek, 1972; Altman y Taylor, 1973).

b) La intimidad tiene que ver con el apoyo afectivo, el conversar, la capacidad de contar cosas personales y profundas a la pareja, la confianza, la seguridad que se siente con el otro, temas y preferencias en comunes, el dar apoyo a la pareja, al estar dispuesto a compartir aspectos económicos y emocionales etc. "Este componente tiende a aumentar con tiempo de duración de la relación debido a la reciprocidad de autorevelaciones y del número de episodios, metas, amistades, emociones, lugares, etc. compartidos (Rubin, 1973; Levinger, 1988, Sternberg, 1988)" (Yela, 1997. p. 3) y una vez llegado al máximo tiende a estabilizarse (Yela, 1997).

c) El romance (también llamada pasión romántica por Yela, 1997) se refiere a las conductas establecidas por cada sociedad como las adecuadas para generar la atracción y el posterior interés que se mantiene en el tiempo de una pareja en una relación, en otras palabras, el romance es un conjunto de acciones que en una sociedad son conceptualizadas como demostrativas del interés de pareja que un individuo tiene o mantiene en referencia a otro.

Para Yela (1997) son ideas y actitudes vehementes con respecto a la pareja, idealización, creencia de algo mágico de la relación, identificación de la pareja con el ideal romántico, etc. "Este elemento tiene un crecimiento acelerado durante los primeros años de relación debido a la activación fisiológica y/o de la atracción física sentida hacia el otro (generalmente inconsciente, como pone de relieve la Teoría Bifactorial de Berscheid y Walster, 1978), la atracción personal (incentivada por la similaridad, la obtención de refuerzos, el efecto halo, etc. Byrne, 1971; Dion, Berscheid y Walster, 1972; Wilson y Nias, 1976; Cook y McHenry, 1978; Griffitt, 1979), y nuestras propias expectativas románticas (generalmente asumidas de forma inconsciente durante el proceso de socialización; Averill, 1975; Good, 1976; Averill y Boothroyd, 1977; Iglesias de Ussel, 1987; Simon, Eder y Evans, 1992). Posteriormente se produce una disminución del romance debido básicamente a la convivencia en pareja, que supone la progresiva reducción de incertidumbre y de la atención selectiva (Berscheid, 1983), aumentando los efectos de la habituación-saciación (Skinner, 1953), la ley de la ganancia-pérdida (Aronson y Linder, 1965), la ley del cambio de las emociones (Frijda, 1988), la disminución de la atracción por lo novedoso y los deseos de seducir y ser seducido" (Yela, 1997. p. 2-3).

CONCLUSIONES

 

La relación de pareja se basa en cuatro componentes, tres de tipo social y que van a ser determinados por la cultura y el tiempo histórico donde nos desenvolvamos como seres humanos, y estos son el compromiso, la intimidad y el romance; y un cuarto elemento de tipo biológico: el amor. Éste se encuentra determinado por factores neurales relacionados con neurotransmisores, neuropéptidos y receptores específicos en determinada regiones cerebrales. La monogamia y la fidelidad son factores biológicos, partes del amor, que serán delimitados por nuestro funcionamiento cerebral y no por dinámicas sociales.

La atracción física y la excitación pronto alcanzan su nivel máximo para comenzar a descender (Yela, 1997). En sociedad occidentales actuales como la nuestra las relaciones de parejas se fundan en un inicio en la atracción y el amor.

A medida que crecen los componentes sociales estos toman fuerza y con los años se convierten en la verdadera base de la relación. Es importante no confundir el amor con la relación de pareja, siendo el primero el funcionamiento de circuitos cerebrales que al ser dañados o inhibidos terminan con la experiencia amorosa, situación que también ocurre en forma natural con el transcurso del tiempo como cualquier sistema motivacional frente al mismo estímulo, en contraste con la relación de pareja donde el amor es uno, pero no el único, de sus componentes, siendo el compromiso, la intimidad y el romance fundamentales para mantener la relación cuando el amor desminuye. Recordemos que de estos tres elementos dos aumentan con el tiempo de relación.

Gracias a los estudios empíricos de la evolución de las relaciones de pareja de Yela se puede determinar tres fases en la pareja: a) una primera fase conocida como enamoramiento desde su inicio hasta un tiempo T1 (1 a 4 años aprox.)

donde sobresale el amor y el romance; b) una segunda etapa de T, a T2 (desde T1 a 6 años aprox.) denominada amor pasional (Yela, 1997) donde vemos amor, romance, complicidad y aumento de compromiso; y c) una tercera etapa de amor compañero (Berscheid y Walster, 1978) de T2 en adelante (6 años en adelante) con moderado amor y romance y aumento de intimidad y compromiso. De aquí en adelante la relación se estabiliza como amor compañero o puede evolucionar a: 1) amor amistoso, con compromiso y complicidad, pero sin romance ni amor. 2) relación de convivencia, solo compromiso, o 3) ruptura de la relación (Yela, 1997).

CONDUCTA SEXUAL Y REPRODUCCIÓN

La reproducción sexual supone fenómenos de atracción entre el sexo masculino y femenino, que tiene diversas manifestaciones. Existe ya un efecto atractivo que experimentan los gametos como resultado de factores biofísicos y bioquímicos celulares. El óvulo, que es la célula pasivamente receptiva, atrae al espermatozoide, que es la célula activa y que tiene una alta motilidad específica que le lleva a ponerse en contacto con la superficie del óvulo.

Si se pasa del nivel celular al del organismo puede verse como los fenómenos de fondo en el proceso de la atracción sexual siguen siendo biofísicos y bioquímicos. Según el grado de complejidad de las especies de reproducción sexual que estudiemos, sobre todo de la complejidad del sistema nervioso, la atracción entre individuos del sexo opuesto es más difícil de analizar, pero puede afirmarse que es constante. Este es un fenómeno universal en la escala zoológica cuando se estudia la reproducción sexual.

El estímulo adecuado para poner en relación a los individuos de distinto sexo es el placer producido por la relación sexual, como lo evidencia el más elemental análisis de la conducta animal.

La atracción sexual lleva al animal al apareamiento con el individuo de sexo contrario. Esa atracción sexual garantiza la perpetuación de la especie y los hechos biológicos indican que dicha atracción va dirigida a la reproducción, ya que el apareamiento entre los animales se da en los días de celo, cuando la reproducción es posible.

La conducta animal se desenvuelve bajo el impulso de factores instintivos, aunque en los animales sobre lo instintivo se superponga en ocasiones el aprendizaje y condicionamiento. Puede decirse que la atracción sexual garantiza la perpetuación de la especie y éste es un postulado general de la biología.

Conducta instintiva

Un instinto, o más exactamente una conducta ins-tintiva, se define como una respuesta típica de una especie, que no es un hábito adquirido ni se ha desarrollado por la pura experiencia. Al profundizar en lo que se entiende por instinto, no es posible prescindir de la influencia del aprendizaje, que en términos de neurofisiología se define como la adquisición de conocimientos del mundo externo o del propio organismo, que implican información adquirida a partir de la excitación de receptores sensoriales en el sistema nervioso central (memoria).

En la conducta sexual hay mucho de condiciona-miento, entendiendo como tal la adquisición de respuestas reflejas como consecuencia de un proceso de aprendizaje. Estudios de condicionamiento en animales les han sugerido a algunos investigadores que pueden buscarse aplicaciones derivadas de la experimentación animal para interpretar la actividad humana, y hay una tendencia a interpretar la conducta del hombre en términos de condicionamiento. Este planteamiento supone un reduccionismo biológico que no es aceptable a la hora de explicar el comportamiento humano.

Los instintos no son más que respuestas automatizadas que se provocan por un determinado tipo de estímulo. Podría compararse, desde el punto de vista animal a un mecanismo cibernético, pero estas funciones instintivas elementales se encuentran influenciadas constantemente por interferencias del psiquismo superior, como puede verse en las más variadas manifestaciones de la vida.

Algunas teorías psicológicas de la conducta tienden a situar la motivación sexual humana al mismo nivel que el hambre y la sed, pero comer o beber por otra parte, están sometidas a un control consciente y voluntario, capaz de imponer una intención que domine la tendencia de la conducta instintiva. Son frecuentes, y vulgarmente conocidos, los casos de individuos que se niegan voluntariamente a comer y que son ejemplos muy demostrativos de que para comprender la conducta humana, han de tenerse en cuenta realidades que están por encima de lo estrictamente somático y neurobiológico.

El estudio de los factores que determinan la conducta del hombre revela una amplia gama de motivos, entre los cuales existe una clara jerarquía de valores, que continuamente influyen en la conducta humana, y que se manifiestan en la toma de decisiones libres y voluntarias, lo que diferencia radicalmente el comportamiento animal y el humano, es decir, la eticidad es peculiar de la motivación humana y sólo el hombre puede obrar por motivos que superan su propia situación de individuo orgánico. Por eso, la fisiología no puede explicarlo todo.

Lo que sí puede analizar la fisiología es el aspecto orgánico de conductas o motivaciones. La necesidad de conocer los hechos fisiológicos es patente en lo que se refiere al estudio teórico de tipos de conducta humana. Existen múltiples ejemplos en los casos de conducta sexual patológica.

Neurofisiología de la conducta sexual patológica

Las diferencias sexuales reales, dimorfismo sexual, son genéticas: el cromosoma X o el cromosoma Y influyen de una manera decisiva en el desarrollo embrionario. Hay, naturalmente, anomalías y estados intersexuales. Por otra parte, los llamados caracteres sexuales secundarios, dependen, además, de factores de secreción interna. Todo esto, desde un punto de vista de la fisiología de la reproducción, en lo que tiene de componente activo, es decir, de conducta, puede tener una significación realmente secundaria.

Esos factores son la base orgánica necesaria e imprescindible para que un hombre o una mujer se comporten de una determinada manera en relación con la actividad sexual. Pero esta actividad no es necesaria, no es inevitable y puede no producirse, dentro de la más estricta normalidad, con independencia del fondo orgánico y genético que predispone al organismo para un determinado tipo de conducta.

La conducta se aprende. Esta es la palabra fisiológica exacta, por decirlo en términos de Neurofisiología. Y mientras la conducta no se aprende, no se lleva a la práctica. De sobra se entiende, en términos vulgares, lo que significa aprender esta conducta.

Podría decirse, también, que lo esencial es la educación y el ambiente en que se desenvuelve el desarrollo del individuo en su época infantil y en la adolescencia. Por eso, lo útil y lo importante, desde un punto de vista de la educación, es que la adquisición de conocimientos en este sentido vaya produciéndose con un enfoque científico correcto, con una orientación ética adecuada, a la medida de lo que en cada momento conviene al desarrollo del sistema nervioso del individuo.

Supongamos un individuo, un ser humano masculino, que padece una alteración endocrina, de la que resulta que sus caracteres sexuales secundarios y hasta psicológicos tienden a lo femenino. Este individuo puede ser psíquicamente normal, porque su sistema endocrino no es algo que fatalmente le obligue a una conducta sexual patológica. Es decir, este individuo, si logra evitar que en su sistema nervioso se fijen mecanismos de conducta de tipo femenino, es enteramente normal. Se trata, en definitiva de impedir el efecto patológico de toda una carga de factores sensoriales del ambiente.

En contraste con la situación anterior puede ocurrir que, un individuo enteramente normal, de sistema endocrino con todas las características normales de lo masculino, si se sitúa en un ambiente deforme y se dedica a experimentar factores sensoriales de tipo homosexual, llegue a convertirse en un homosexual.

Por último, es indudable que un individuo con pleno desarrollo de todo el fondo orgánico masculino y toda la capacidad funcional de su aparato genital adulto, si ha sido capaz de mantener un autocontrol, de orden educativo, ético, etc, frente a influencias sensoriales del ambiente, puede no tener conducta sexual alguna. La práctica clínica diaria, del ginecólo-go, del psiquiatra o del endocrinólogo, por ejemplo, y hasta la experiencia personal de todo el mundo demuestran esta realidad: lo sexual, en términos de comportamiento o de conducta, depende decisivamente de factores exógenos ambientales. Lo que, dicho en otros términos, significa que depende de la carga de estímulos que un individuo se busca o no sabe evitar. Pero nunca puede considerarse como algo que fatalmente impone la situación biológica del organismo, porque la base fisiológica de conductas instintivas es intencionalmente controlable por el propio individuo.

Hormonas y conducta sexual

Los fenómenos reflejos, o los componentes sensoriales de la conducta sexual, se relacionan con determinadas localizaciones en el sistema nervioso central.

En estos centros se encuentran neuronas que tiene receptores específicos para hormonas sexuales, por ejemplo, receptores que dan afinidad para los estrógenos o andrógenos. Así se explica que la conducta instintiva del animal presente cambios característicos en relación con las fases del ciclo, por ejemplo, las respuestas motoras típicas de la rata hembra durante el periodo del ciclo, de unas 24 horas, que se conoce como estro. En la especie humana también se dan estas influencias hormonales, como base orgánica necesaria para la conducta sexual, aunque mucho más controlable que en el animal de experimentación. Por ejemplo, durante la parte media del ciclo menstrual la receptividad está aumentada, pero en una persona que es capaz de un autocontrol de su conducta, el componente hormonal resulta secundario, y su influencia puede no traducirse en manifestación alguna.

Educación sexual

El enfoque científico de muchos problemas de la conducta humana, es correcto cuando surge de científicos dedicados a la investigación en Neurofisiología experimental. Es difícil aclarar esto con ejemplos que no scan hirientes. Nadie más capacitado que el especialista en condicionamiento experimental para entender, por ejemplo, que la pornografía va contra la libertad humana, Y nadie más incapaz de entenderlo que el que estudia la conducta sexual sólo a fuerza de fantasía, y que cuando se dedican a la enseñanza, viene desencadenando problemas de conducta sexual.

Una conclusión que queda patente, cuando se estudian los mecanismos neurofisiológicos en el hombre, es la facilidad con que se produce la fijación de determinadas reacciones o conductas en relación con conjuntos de estímulos ambientales. En este sentido, cuando la fijación se hace en una fase precoz del desarrollo infantil, se llegan a establecer asociaciones, con tal fijeza, que toda la conducta de la persona queda como matizada por el impacto de la sobrecarga de determinado tipo de impresiones ambientales.

Así ocurre con la información sexual indiscriminada e incorrecta en una edad infantil precoz. Muchas veces dicen que tratan de anticipar una información buscando un efecto positivo en la educación, pero en realidad lo que consiguen es condicionar al niño. En la llamada educación sexual, si se quiere que de verdad sea educativa, lo que importa, ante todo, es precisamente evitar que se produzca este tipo de condicionamientos.

NEUROPSICOLOGÍA Y GÉNERO

RESUMEN

La organización funcional del cerebro y las capacidades mentales de hombres y mujeres presentan diferencias significativas. Las investigaciones en ciencias cognitivas, particularmente neuropsicología, así lo constatan. Las diferencias comprenden un amplio espectro, desde actos reflejos a comportamientos más complejos. La acción de las hormonas sexuales conforma redes neurales y procesos bioquímicos diferentes en los cerebros de hombres y mujeres, ya desde los primeros meses de vida intrauterina. Pero también las experiencias y aprendizajes en los contextos socioculturales conforma y organiza el cerebro de cada persona originando capacidades y comportamientos propios y diferenciales.

Introducción

La década de 1990, calificada como década del cerebro, ha supuesto un avance espectacular en el conocimiento.

Las neurociencias, particularmente la neuropsicología, se han situado en la vanguardia de la investigación. Las tecnologías de neuroimagen han posibilitado observaciones y experimentos revolucionarios sobre los procesos perceptivos, motrices, cognitivos, lingüísticos y emocionales del ser humano. Se han realizado estudios sobre las diferencias cerebrales-mentales entre hombres y mujeres. Polémicas anteriores como herencia-medio, naturaleza-cultura se abordan en la actualidad con datos nuevos. Numerosas investigaciones neuropsicológicas evidencian diferencias significativas entre hombres y mujeres en la organización funcional del cerebro y la actividad mental.

Investigaciones relevantes replantean hoy cuestiones tradicionales sobre los condicionantes biológicos y culturales

en el conocer, querer, sentir y actuar de hombres y mujeres.

La neuropsicología es una disciplina muy consolidada y acotada, que goza de gran reconocimiento y prestigio y que está ofreciendo conocimientos sorprendentes en los últimos años. Sobre género se dispone hoy de gran cantidad de publicaciones muy dispersas y de diferentes procedencias, por lo que resulta más problemático enmarcarlas en programas de investigación coherentes. Sobre cuestiones de género tratan muchas disciplinas y existe gran diversidad conceptual y metodológica.

No cabe en la actualidad adoptar posturas simplistas y dicotómicas de oposición de sexo frente a género, entendiendo que sexo hace referencia a los aspectos biológicos de dimorfismo sexual, es decir macho frente a hembra; mientras que género agrupa los aspectos psicológicos, sociales y culturales, es decir, lo que en una determinada sociedad se considera describe y prescribe como propio y diferencial de ser hombre o mujer. Tal oposición entre biología y cultura tan vigente en la tradición no sólo es simplista, sino falsa.

Tradicionalmente lo referente a sexo se ha abordado desde la genética, endocrinología, anatomía, fisiología y neurología; mientras que el género ha sido objeto de las ciencias sociales, psicología, sociología y antropología, principalmente. Pero catalogar sexo como biológico y género como psicosocial imposibilita la adecuada comprensión de la realidad, al permanecer enredado en las redes categoriales tradicionales de oposición herencia-medio, naturaleza-crianza, biología-cultura.

De entrada, en la realidad no se dan esas categorías discretas y separadas, un dimorfismo sexual varón-mujer, sino un polimorfismo sexual. Así, además de la correspondencia más armónica entre los distintos niveles, genético, endocrinológico, fisiológico, neurológico, presente en hombres y mujeres, se dan también discordancias entre los niveles señalados en casos más minoritarios de indefinición, bisexualidad y cambio de sexo.

En segundo lugar, este polimorfismo sexual se conforma a lo largo de la vida de la persona y se vivencia de maneras diversas en identidades únicas e irrepetibles. Cada persona estructura su yo, hace suya su propia corporeidad sexualizada y es más o menos consciente de su forma de percibir, pensar, sentir y actuar como ser humano.

En tercer lugar, la persona vive su sexualidad en contextos socioculturales determinados, asumiendo y exteriorizando unos determinados roles, estereotipos y prejuicios.

Lo biológico y lo social están siempre presentes en la configuración de la identidad y comportamiento personales, y para dar cuenta de lo humano se requiere un marco explicativo bio-psico-social. Las distintas disciplinas científicas han dado prioridad a unos factores u otros según pertenezcan al ámbito de las ciencias naturales o sociales. Las investigaciones neuropsicológicas ofrecen en la actualidad una perspectiva privilegiada para explicar la interacción de factores biológicos y sociales.

Sexo genotípico, sexo fenotípico, identificación de sexo

Los aproximadamente 35.000 genes que recogen la memoria filogenética de la especie humana se agrupan en 23 pares de cromosomas. El par 23, cuando es XX, determina el sexo de mujer, y cuando es XY de varón. El cromosoma Y es el más pequeño, con 60 genes, mientras los otros cromosomas tienen miles. Un gen del cromosoma Y, el gen Sry, activa en la sexta semana de vida intrauterina el desarrollo de los testículos, que a su vez producirán hormonas andrógenas, la testosterona, que se distribuye por todo el embrión estableciendo las pautas de estructuración corporal propias del varón. La testosterona es responsable de la masculinización del cuerpo humano en los diversos sistemas, músculo-esquelético, cardiovascular, y nervioso, particularmente el cerebro.

Cuando el par de cromosomas es XX, la segunda X envía instrucciones para fabricar ovarios, que producirán los estrógenos, que a su vez conformarán la estructuración corporal propia de la mujer. La feminización del cuerpo de mujer afecta todos los sistemas, desde el sexual reproductor, hasta el nervioso central. De modo que si no está presente el cromosoma Y, no se forman los órganos genitales masculinos y lo que se desarrollan son los genitales propios de la mujer. Podemos afirmar que genéticamente Adán nace de la costilla de Eva.

A las seis semanas del desarrollo embrionario humano se forman las gónadas primordiales. Fijados a las gónadas están dos conjuntos de tubos, los conductos de Müller y Wolff, a partir de los cuales se generarán los genitales internos. Al mismo tiempo se desarrolla una estructura indiferenciada o surco urogenital que da origen a los genitales externos.

Cuando en los embriones XY se activa el gen Sry, produce una proteína denominada factor determinante testicular o TDF, que instruye el desarrollo de los testículos, los cuales secretan la testosterona y la hormona inhibidora de los conductos de Müller (HIM), impidiendo así que tales conductos se desarrollen, y posibilitando el desarrollo de los conductos de Wolff y las vesículas seminales. El tejido que rodea el surco urogenital se convierte en el pene y el escroto. En ausencia de TDF (en los embriones XX), la gónada se diferencia en ovario, los conductos de Wolf degeneran y los conductos de Müller desarrollan los oviductos, el útero y el cuello uterino. El tejido que rodea el surco urogenital se convierte en el clítoris, los labios y la vagina. Así pues, el desarrollo del fenotipo femenino depende de la ausencia de TDF y de la ausencia consiguiente de andrógenos, mientras que la presencia de TDF y la producción de andrógenos al comienzo de la vida intrauterina llevan a la diferenciación de cuerpo y cerebro masculino.

Este patrón general en el desarrollo de la mayoría de los seres humanos presenta excepciones como en el caso de personas con sexo indiferenciado o cambio de sexo. Ello puede deberse a factores varios, como no activación del gen Sry, aunque esté presente el cromosoma Y, en el par 23 XY, lo que llevará a una conformación corporal externa propia de mujer, pero sin útero. En otros casos, embriones XX quedan afectados por suministro de hormonas andrógenas que ha tomado la madre, para prevenir un aborto por ejemplo. Tratamiento con testosterona, en edades posteriores, puede masculinizar el cuerpo de una mujer, con cambios manifiestos en su estructura corporal, sistema muscular, cardiovascular y lo que más nos interesa aquí, el sistema cerebral, desarrollando así modalidades mentales masculinas, con perfiles cognitivos y emocionales más propios de hombre.

La palabra sexo presenta significados diferentes según se trate de: sexo genotípico, sexo fenotípico e identificación de sexo. El sexo genotípico está determinado por dos cromosomas sexuales, X e Y. Cromosomas XX es una mujer genotípica, XY es un hombre genotípico. El sexo fenotípico está determinado por el desarrollo de los genitales internos y externos. Si el plan de desarrollo no se altera, el genotipo XX conduce a una persona con ovarios, oviductos, útero, cuello uterino, clítoris, labios genitales y vagina: una hembra fenotípica. Igualmente el genotipo XY lleva a una persona con testículos, vesículas seminales, pene y escroto: un macho fenotípico. La identificación de sexo está determinada por la percepción y valoración subjetiva que una persona tiene de su sexo, en un contexto sociocultural determinado. La identidad de sexo implica autovaloración, proyectos y expectativas determinadas y ajuste a tales expectativas, de acuerdo con los rasgos diferenciales asociados con un sexo u otro.

Sexo genotípico, sexo fenotípico e identificación de sexo no siempre y necesariamente van alineados, dando lugar a diversos problemas biológicos, psicológicos y sociales. Por ejemplo, algunas personas pueden sufrir, debido a una identificación que no coincide con su sexo, y considerarse como miembros del sexo opuesto. La discrepancia puede ser tan fuerte que recurren a la cirugía y tratamiento hormonal para conseguir que su sexo fenotípico se ajuste con su identificación de sexo. Otras personas son genotípicamente XY, pero fenotípicamente mujeres, debido a un gen defectuoso para receptor de andrógenos, lo que se llama feminización testicular. Esta deficiencia de los receptores conduce al desarrollo de los genitales internos de un hombre y los genitales externos de una mujer. Por ello se consideran como mujeres aunque tienen un cromosoma Y. En general no son conscientes de su condición hasta la pubertad, al no tener menstruación. En este caso la identidad de sexo se corresponde con el fenotipo sexual externo, pero no con el genotipo.

Otra mezcla sexual son los hombres genotípicos y mujeres fenotípicas al comienzo de la vida, pero cuyo fenotipo cambia en la pubertad. Hasta la niñez son mujeres fenotípicas, al carecer de un enzima que promueve el desarrollo temprano de los genitales masculinos. Sus genitales son ambiguos, pero de aspecto más bien femenino, y habitualmente son criados como mujeres y la socialización es femenina. Pero en la pubertad, cuando la secreción testicular de andrógenos es más elevada, el clítoris evoluciona a un pene y los testículos descienden convirtiéndose en hombres fenotípicos.

Mujeres genotípicas con hiperplasia suprarrenal congénita tienen glándulas suprarrenales muy activas durante el desarrollo, con la consiguiente producción anormalmente alta de andrógenos. Estas mujeres muestran conductas masculinas y, de adultas, tienden a establecer relaciones homosexuales. Los niveles elevados de andrógenos estimulan circuitos encefálicos sexualmente dimórficos, conformando pautas de comportamiento masculinas.

La investigación disponible explica la serie continua de la sexualidad humana, desde diferencias en la estructura funcional cerebral. Estos dimorfismos encefálicos dependen de la influencia en la fase temprana de hormonas que actúan sobre los núcleos encefálicos que median diferentes aspectos de la conducta sexual. Los niveles bajos de andrógenos en el cerebro de un hombre al comienzo de la vida pueden conducir a un encéfalo relativamente femenino en los hombres genotípicos, mientras que los niveles elevados de andrógenos en los cerebros de mujeres genotípicas llevan a un cerebro más masculinizado.

Diferencias cerebro-mente de hombre y mujer

Dentro de los universales cognitivos, lingüísticos y emocionales que comparten todos los miembros de la especie humana, mujeres y hombres tienden a presentar diferencias en la organización funcional del cerebro, y por tanto en sus capacidades mentales. Unos autores han resaltado precisamente estas diferencias, mientras que para otros las estructuras y procesos generales y comunes son lo prioritario y las características diferenciales quedan en un segundo término.

Frente a los planteamientos tradicionales que consideran la mente como una capacidad o competencia de carácter general, la investigación disponible en diversas ciencias cognitivas corrobora la teoría modular de la mente.

Los supuestos que denominaremos "posición heredada" son compartidos por posiciones empiristas, asociacionistas y conductistas, que consideran la mente "tanquam tabula rasa" al nacer el individuo, y que se irá llenando, o escribiendo según esta metáfora, a lo largo de la vida con las experiencias y contenidos específicos. También el modelo de ordenador propio de la psicología cognitiva computacional concibe la mente como un procesador de propósito general. La epistemología genética de Piaget y la psicología sociocultural de Vygotski, se sitúan asimismo en este marco.

La concepción modular caracteriza la mente como un conjunto de subsistemas o módulos especializados en procesar información, memorias diversas, inteligencias múltiples, etc. Cada módulo es específico y especializado en un tipo de proceso o actividad. Así serían diferentes los módulos o sistemas responsables del lenguaje, la fabricación de herramientas, la orientación en el espacio, la interacción con otras personas en las relaciones sociales, el autocontrol personal. Tales módulos no están localizados en compartimentos, sino muy distribuidos en el cerebro, pero las redes neurales que los componen están altamente especializadas.

Particularmente la neuropsicología experimental y clínica confirma la arquitectura modular de la mente. Los estudios de las afasias, amnesias, agnosias, apraxias, etc. evidencian la organización funcional del cerebro de tipo modular. Los estudios con PET y IRMF muestran cada vez con más detalle las áreas y módulos cerebrales responsables de procesos mentales.

También desde otras ciencias como la psicología evolucionista y la primatología se confirma la teoría modular. La mente humana es resultado de un largo proceso filogenético, en el que han ido apareciendo sucesivas estructuras cerebrales para enfrentarse a problemas distintos, adaptarse, sobrevivir y dejar descendencia.

El modelo estándar de las ciencias sociales ha impuesto como académicamente correcto, y también políticamente, la consideración de que las diferencias entre los seres humanos, y más concretamente entre hombres y mujeres, son debidas predominantemente al medio sociocultural, los aprendizajes y socialización. Pero estos supuestos ambientalistas en extremo son muy difíciles de mantener ante las investigaciones disponibles.

Conviene dejar sentado que las diferencias en capacidades mentales ligadas al sexo son también de carácter modular, y no se trata de defender superioridad mental general o global de un sexo frente a otro, como a veces se ha querido probar mediante el cociente intelectual o medidas similares.

Como tendencia general, las mujeres superan a los hombres en las pruebas de velocidad perceptiva, cuando hay que identificar rápidamente objetos concordantes. También en pruebas de fluidez en la ideación, por ejemplo enumerar objetos que sean del mismo color; y en pruebas de fluidez verbal, en las que se han de encontrar palabras que empiecen con la misma letra. Se comportan con más éxito en tareas manuales de precisión, que requieren una coordinación motriz fina. Realizan mejor que los hombres las pruebas de cálculo matemático.

Los hombres superan a las mujeres en determinadas tareas espaciales, como en las tareas que implican hacer girar mentalmente un objeto. Muestran mayor precisión que las mujeres en habilidades motoras dirigidas a un blanco, como lanzar o interceptar proyectiles. Realizan mejor las pruebas de identificación de figuras en marcos complejos, por ejemplo encontrar una determinada figura u objeto escondida en una figura más compleja. También superan a las mujeres en pruebas de razonamiento matemático.

Pero conviene hacer algunas precisiones respecto a las diferencias señaladas entre hombres y mujeres. Se trata de medidas estadisticas, que establecen medias de puntuación, de las que cualquier individuo puede distanciarse más o menos. Dado que en muchas pruebas que dan valores medios de las diferencias de origen sexual existe una superposición muy grande de los resultados de hombres y mujeres, es preciso tener en cuenta las variaciones dentro de cada sexo para poder estimar con más fiabilidad las diferencias entre los sexos. Por ejemplo, si en una prueba la puntuación media es de 105 para las mujeres y 100 para los hombres, los resultados de las mujeres se distribuyen de 100 a 110, y los de los hombres de 95 a 105, la diferencia sería más significativa que si los resultados variaran en las mujeres entre 50 y 150, y en los hombres entre 45 y 145. En tal caso la superposición de puntuaciones sería mucho mayor.

La desviación típica proporciona una medida de la variación de las puntuaciones registradas en el interior de un grupo. Para comparar la cuantía de la diferencia debida al sexo en tareas distintas, se divide la diferencia entre grupos de sexo por dicha desviación típica, obteniendo un cociente denominado "efecto de tamaño" que suele considerarse pequeño cuando es inferior a 0,5. Distintos estudios parecen mostrar que las diferencias entre sexos son menos significativas en pruebas de vocabulario, razonamiento, fluidez verbal e ideativa, donde las mujeres tienden a superar a los hombres. Y son más acusadas y significativas en pruebas tales como rotación espacial, precisión en puntería, a favor de los hombres.

Las diferencias en las capacidades mentales por razón de sexo no sólo aparecen después de la adolescencia. Ya están presentes desde edades tempranas como han mostrado diferentes estudios transversales y longitudinales desde los primeros años de vida.

Además de los estudios de carácter más psicométrico que se han venido realizando tradicionalmente en el marco de la psicología diferencial y evolutiva sobre diferencias en capacidades mentales ligadas a sexo, se han realizado estudios sobre la influencia de las hormonas sexuales en la conformación del cerebro. Las hormonas sexuales no sólo transforman los genitales, también condicionan los comportamientos, al modificar la estructura neural del cerebro.

Los efectos de la exposición a las hormonas sexuales son distintos según el momento de la vida en que se producen. Cuando la edad es más temprana, periodo uterino, los efectos son más duraderos, al modificar la organización cerebral de forma más permanente. Son más organizativos y estructurales al aplicarse en periodos más sensibles. Las mismas hormonas aplicadas en etapas posteriores de la vida causarán efectos menores.

Los estudios con roedores han sido especialmente reveladores. A diferencia de los seres humanos, en las ratas la diferenciación sexual cerebral no se produce en el periodo fetal, sino inmediatamente después del nacimiento. Por ello los experimentos son más fáciles de realizar. Cuando a un ratón con genitales masculinos se le priva al nacer de andrógenos, mediante castración o bloqueo de la función hormonal, se debilita su comportamiento sexual masculino como la copulación con hembras, y en cambio se refuerzan comportamientos femeninos como arqueado del dorso. Paralelamente, si a una hembra, al nacer, se le administra andrógenos mostrará en la edad adulta más comportamientos de tipo masculino, su cerebro será de tipo masculino. La rata tiene cuerpo de hembra y cerebro

de macho.

El comportamiento reproductor depende del hipotálamo. Estudios han demostrado que un área basal del hipotálamo aparece mayor en los ratones machos que en las hembras. Tal incremento está en función de los andrógenos en etapas prenatal y postnatal. También en el cerebro humano se han encontrado tales diferencias.

Los efectos de la temprana exposición a las hormonas sexuales no se limitan al comportamiento sexual o reproductor, también se expresan en otros comportamientos diferenciales entre machos y hembras, como orientación espacial y reconocimiento de pautas, juegos, etc. Estos comportamientos diferenciales se han observado en distintas especies de mamíferos y también en el ser humano.

Niñas que fueron expuestas en etapa prenatal a dosis altas de andrógenos evidenciaron en su desarrollo tales diferencias en la línea que venimos señalando respecto a orientación espacial, resolución de problemas espaciales, reconocimiento de patrones, velocidad perceptiva, razonamiento matemático, fluidez verbal.

Algunos estudios incluso han registrado diferencias en tales tareas mentales en función de los cambios hormonales en el ciclo menstrual de la mujer, y también dependiendo de los ciclos estacionales del año, tanto en hombres como mujeres. Cabe afirmar que con tratamiento de testosterona se masculiniza no solo el cuerpo, sino también la mente, es decir las propiedades de la organización funcional del cerebro.

Otra vía para estudiar las diferencias entre cerebro masculino y femenino es a partir de las funciones mentales alteradas como consecuencia de lesiones cerebrales acotadas. En primer lugar respecto a la misma asimetría y lateralización cerebral. Sabemos que el cerebro humano está asimétricamente organizado de modo que el hemisferio izquierdo procesa la información y controla la motricidad de la parte derecha del cuerpo, mientras que el hemisferio derecho controla la parte izquierda del cuerpo. El hemisferio izquierdo es responsable del lenguaje en el 98% de la población que es diestra, mientras que en el hemisferio derecho tienden a radicar funciones de carácter visoespacial y razonamiento matemático. El cuerpo calloso está formado por el conjunto de fibras neurales que comunican entre sí los dos hemisferios.

Diferentes estudios han constatado menor asimetría en mujeres que en hombres, lo que explicaría el hecho de que las lesiones cerebrales en mujeres suelen tener menos secuelas, por la capacidad de otras áreas neurales para hacerse cargo de funciones lesionadas. Algunos estudios han mostrado diferencias en la conformación del cuerpo calloso en hombres y mujeres. Éstas tendrían mayor cantidad de fibras y conexiones. Otros estudios no han evidenciado tal dato, pero sí formas diferenciales de organización funcional.

Se han estudiado las capacidades visoespaciales, de orientación y ejecución, razonamiento matemático de hombres con lesión en el cerebro derecho; así como las capacidades lingüísticas en mujeres con lesión en el hemisferio izquierdo. Los estudios de afasias, agnosias, apraxias etc, en líneas generales parecen indicar una organización funcional del cerebro diferente en hombres y mujeres, ya desde edades muy tempranas.

Otra fuente de investigación en la actualidad es el estudio de personas con cerebro sano. Los avances en las tecnologías de neuroimagen está posibilitando este tipo de estudios. Se han realizado estudios longitudinales con más de quince mil niños y niñas a lo largo de dieciseis años, registrando los comportamientos manifiestos y rendimiento en tareas como juego, razonamiento verbal y matemático, orientación espacial y resolución de problemas, motricidad y velocidad en la ejecución, etc., registrando también la actividad cerebral diferencial de unos y otros.

Se han realizado tratamientos de cambio de sexo a base de testosterona, analizando comportamientos tales como: orientación espacial, rapidez motora, memoria visual y lingüística, reconocimiento de rostros, respuestas emocionales, registrando a la vez los cambios en el funcionamiento de áreas cerebrales a lo largo del proceso de masculinización. Tales cambios en áreas y pautas de activación neural se evidencian con sólo seis meses de tratamiento en personas jóvenes.

Un estudio con sesenta y una personas adultas, treinta y siete hombres y veinticuatro mujeres, y una media de veintisiete años de edad, han mostrado diferencias significativas entre ambos sexos en diecisiete zonas del cerebro, de veintiseis áreas estudiadas. Los datos están en sintonía con lo señalado hasta aquí. Cabe resaltar las diferencias registradas en las regiones del sistema limbico. Los hombres muestran mayor actividad en las regiones basales, temporales, del sistema límbico, mientras que en las mujeres la activación es mayor en el área tálamo-cingular .

En el comportamiento emocional, los hombres tienen mayor tendencia a expresar su estado emocional mediante conductas agresivas, mientras que las mujeres prefieren la mediación simbólica, la verbalización y la expresión oral.

Aportaciones desde otras disciplinas como la paleontología y la psicología evolucionista proporcionan claves para dar cuenta de las diferencias en capacidades mentales de hombres y mujeres. Parece razonable aceptar que tales diferencias son resultado de un proceso evolutivo que recogió, por selección natural, aquellas ventajas adaptativas para la supervivencia de la especie. El cerebro humano es el resultado de millones de años de evolución, hasta las últimas conquistas de nuestra especie, el lenguaje, hace unos ciento cincuenta mil años.

A lo largo de miles de años de nuestra historia filogenética, el hombre vivía en grupos limitados de cazadores-recolectores con división del trabajo entre los sexos. Los varones se encargarían de la caza mayor, que exigía recorrer largas distancias, orientarse en los desplazamientos, representar mapas mentales del territorio, desarrollar rapidez en el lanzamiento de proyectiles, etc. También eran responsables de la defensa del grupo contra depredadores y enemigos. Las mujeres recolectarían alimentos, atenderían el hogar, preparando comida, vestimenta, y especialmente volcadas a la atención, protección y cuidado de los hijos.

Tales especializaciones habrían dispuesto diferentes presiones de selección a varones y mujeres. Aquellos necesitarían encontrar caminos a través de largas distancias y habilidades motrices para acertar en un blanco. Las mujeres precisarían orientación en espacios próximos, amplitud de memoria para los detalles, capacidades motrices finas, y una especial discriminación para los pequeños cambios en el entorno, muy especialmente en el aspecto y comportamiento de los hijos, sus necesidades y demandas, sus estados emocionales.

CONCLUSIONES

Las diferencias en las conductas de machos y hembras comprenden un amplio espectro, desde actos reflejos hasta comportamientos más complejos. Las diferencias en los diferentes niveles de complejidad conductual están en función de diferencias en la organización del cerebro. Ciertamente los conocimientos disponibles sobre la base neural de estas diferencias es más consistente en los experimentos con animales. Pero las evidencias sobre las diferencias en los cerebros humanos relacionadas con el sexo son también manifiestas.

Los dimorfismos encefálicos en función del sexo, especialmente en el área hipotalámica y cuerpo calloso, están sólidamente establecidos en animales de laboratorio, particularmente en roedores y primates. El desarrollo de tales dimorfismos sexuales en el sistema nervioso central es resultado del sexo genotípico y la acción de las gónadas con las hormonas producidas.

Las áreas del hipotálamo aparecen especialmente implicadas en los dimorfismos sexuales. En ratas y monos, los núcleos de esta región cerebral desempeñan una función clave en los mecanismos de pulsión sexual, copulación, orientación sexual, relaciones parentales. Si bien no se pueden extrapolar mecánicamente estos resultados de investigación animal al comportamiento humano, y los dimorfismos sexuales del cerebro humano son más complejos, con los datos disponibles, parece razonable admitir que la acción de las hormonas sexuales en el cuerpo, y particularmente en el cerebro, conforma redes neuronales y procesos bioquímicos diferentes en hombres y mujeres, ya desde los primeros meses de vida intrauterina, posibilitando así aspectos diferenciales en el continuum del comportamiento humano, desde el comportamiento sexual hasta los procesos cognitivos, lingüísticos y emocionales. Parece establecido que hay diferencias relevantes ligadas al sexo en los cerebros-mentes de hombres y mujeres. Y tales diferencias se van conformando desde edades tempranas de vida intrauterina.

Pero también es incuestionable que las experiencias y aprendizajes en entornos socioculturales reestructura y organiza el cerebro, recablea las redes neurales, como han dejado establecido estudios de cerebros de personas con profesiones tan distintas, como taxistas, pianistas, violinistas, etc. Y también la reestructuración que como consecuencia de aprendizajes y rehabilitación ocurre en el cerebro de personas con lesiones, ceguera, sordera, afasia, amnesia, etc.

 

Nuestro cerebro no evolucionó para poder leer, escribir, manejar un ordenador, pilotar una nave espacial, y tantas cosas más, pero puede realizar todo eso y mucho más gracias a las estructuras conseguidas mediante selección natural para adaptarse a otros tipos de demandas en medios naturales y sociales muy distintos a los de nuestro tiempo. Parece también plausible aceptar que en el futuro las exigencias con las que se ha de enfrentar el cerebro humano de hombres y mujeres, condicionarán el cableado de sus cerebros, posibilitando capacidades y aptitudes, modos de pensar, sentir y comportarse. Sociedades y culturas más simétricas y equilibradas, con roles y profesiones compartidas por personas de uno y otro sexo también dejarán su impacto en la conformación física de los cerebros y por tanto en los tipos y modalidades de mentes de hombres y mujeres.

BASES NEUROBIOLÓGICAS DEL APEGO

RESUMEN

La teoría psicológica del apego, formulada originalmente por Bowlby en la década del 50, ha permitido profundizar el conocimiento del vínculo madre-bebé, identificar sus patologías y evaluar su influencia en las relaciones afectivas adultas. Actualmente, numerosos avances en el campo de las Neurociencias ofrecen la posibilidad de comprender la dimensión biológica del apego. En este artículo, se revisan tres modelos que explican aspectos de la misma: el modelo evolutivo del sistema afectivo de Cuidado de Panksepp, mediado principalmente por la oxcitocina, el sistema de los reguladores ocultos de Hofer y Sullivan y la regulación epigenética del estrés de Meaney.  Si bien estos modelos surgen de la investigación animal, tienen importantes implicancias para el estudio de la conducta humana, especialmente en la interacción entre genética, desarrollo y psicopatología.

INTRODUCCIÓN

El concepto de apego ha sido extensamente estudiado en la Psicología. Desde su introducción formal por Bowlby a comienzos de la segunda década del siglo XX ha inspirado una nueva forma de entender el vínculo madre-hijo. Si bien algunos aspectos de este paradigma habían sido desarrollados en otros modelos como el psicoanálisis freudiano original y la etología, no fue sino hasta la conceptualización de Bowlby y sus seguidores que pudieron ser integrados en una estructura teórica original y especifica, que se sustenta en bases biológicas (sistema conductual de control), sociales (impulso de contacto), cognitivas (registro y representación de las conductas y los vínculos) y dinámicas (significación de las conductas).

Desde esta perspectiva, el apego contribuye a la supervivencia física y psíquica del sujeto generando seguridad y facilitando el conocimiento del mundo, en la medida en que el niño va conformando modelos de representación internos que estructuran su vinculo con el mundo y con los otros significativos (Bowlby, 1979).

A partir de estas premisas teóricas, se desarrollaron instrumentos y técnicas para evaluar las formas del apego, y sus características saludables y patológicas. Se pueden citar como ejemplos de este importante desarrollo, la técnica de la Situación Extraña de Ainsworth (Ainsworth, 1969) y la AAl (Attachment Adult Interview) de Main (Main, Hesse, & Goldwyn,

2008). Estos instrumentos estandarizados, así como también otros de orden cualitativo, han permitido evaluar los distintos tipos de apegos y relacionarlos con patrones de conducta adulta y perfiles psicopatológicos. Si bien ha existido un considerable desarrollo de las medidas conductuales y psicométricas que permiten identificar los distintos estilos de apego y relacionarlas con sus consecuencias en el comportamiento adulto, existe consenso en la bibliografía por el cual definiciones conceptuales básicas permanecen en la formulación de Bowlby (Crowell & Treboux, 1995; Levy, Ellison, Scott, & Bernecker, 2011; Madigan et al., 2006).

La Neurología tradicionalmente se ha interesado por el estudio de la relación entre el funcionamiento del sistema nervioso y los procesos emocionales. A finales del siglo XIX, Broca ya había definido al lóbulo límbico y en 1937 Papez estableció una hipótesis de funcionamiento del mismo como base de los procesos emocionales. Yakovlev (1948) también discriminó las estructuras cerebrales especificamente relacionadas con la emoción (Heimer & Van Hoesen, 2008; Kandel, Schawrtz, & Jessell, 2000; Mega, Cummings, Salloway, & Malloy, 1997). Mac Lean (MacLean, 1955) generó una teoría del sistema límbico, como cerebro visceral, cuya función consiste en sustentar funcionalmente la respuesta emocional. Más recientemente, este campo de estudio ha asumido el nombre de Neurociencia Afectiva, cuyo objeto es utilizar los avances tecnológicos a nivel de identificación de neurotransmisores, receptores y zonas de actividad cerebral para posibilitar la integración de los conocimientos desarrollados a nivel de la Psicología y la Psiquiatría con los provenientes de la Neurofisiología del comportamiento (Panksepp, 1998).

En esta línea, en los últimos años han surgido una serie de estudios que pretenden indagar especificamente en la neurobiología del apego. Estos estudios utilizan el concepto de apego de una forma operativa: un término descriptivo para los procesos que mantienen y regulan las relaciones sociales (incluyendo orientación, cuidado temprano, primeros aprendizajes, termorregulación y desarrollo sensoriomotor) (Hofer, 2006). Otro elemento a considerar es que si bien se cuenta con los primeros resultados en este campo, los principales grupos de investigación en la materia coinciden en que son avances incipientes. Young, Liu & Wang (2008) dicen que estos estudios son "escasos" (p.401), para Moriceau & Sullivan (2005) "solo han recibido atención reciente" (p.230), para Hofer (2006) "el término apego era rara vez utilizado por los psicobiólogos del desarrollo antes de la última década" (p.84) e incluso Zhang & Meaney (2010) hablan de "nuevas pruebas" (p.439) al referirse a los procesos epigenéticos que se dan en la interacción madre-cría temprana.

Dado que muchas de las metodologías empleadas en esta línea revisten un carácter invasivo, existe gran cantidad de investigación psicobiológica realizada en animales. Si bien una simple extrapolación de datos de un campo a otro no es pertinente, existen fuertes fundamentos evolutivos para afirmar que los datos provenientes de la investigación animal aportan indicios interesantes para comprender el comportamiento humano. El propio Darwin estableció este patrón de comparación en su obra, tanto en el campo de la fisiología como en el de la expresión emocional (Darwin, 1872/1946).

Por otra parte, toda una línea de investigación en biología, que comienza con la formulación de la Ley Biogenética de Von Baer, ha buscado sistematizar y cuantificar la recapitulación filogenética en la ontogenia (Alberch, Gould, Oster, & Wake, 1979).

Aplicando estos principios al estudio del sistema nervioso humano, se pueden resumir sus implicancias en los siguientes argumentos.

En primer lugar, el ser humano comparte con el resto de la escala zoológica casi la totalidad del código genético. En segundo lugar, el sistema nervioso humano anatómica y funcionalmente es una recapitulación filogenética de la evolución. De forma tal que los seres humanos comparten estructuras anatómicas con reptiles, aves, mamíferos y primates. A la cual se agrega un desarrollo mayor de la corteza cerebral de asociación (neocortex). Sin embargo, la totalidad de las estructuras corticales y sub-corticales son compartidas por estas distintas especies. Y finalmente, la respuesta emocional presenta algunos componentes estructurales comunes entre los animales y los humanos, especialmente en la respuesta a la amenaza (Ledoux, 2000; J. Panksepp, Moskal, J. B. Panksepp, & Kroes, 2002; J. Panksepp & J. B. Panksepp, 2000).

Esto es especialmente válido para el concepto de apego. El concepto mismo surge a partir del estudio de la conducta maternal de aves y primates en el marco de la etología. En este sentido, Bowlby subrayó la importancia de no perder de vista la función biológica adaptativa de las conductas de apego así como la importancia de los factores genéticos que influyen en las conductas de la especie y del individuo (Bowlby, 1979).

OBJETIVOS

Partiendo de este marco, el objetivo de este apartado será revisar los hallazgos neurocientíficos en la materia, vinculándolos con el nivel comportamental de los conocimientos psicológicos en el tema.

Identificar los principales modelos neurobiológicos que explican conductas aisladas o integradas del sistema de apego.

Comparar dichos modelos e identificar posibles problemas de investigaciones futuras.

MÉTODO

Para seleccionar la bibliografía se tomaron los siguientes criterios de búsqueda:

•Trabajos publicados entre 2001 y 2011.

.Estudios realizados en animales y en humanos.

  • Palabras-frases clave: (Apego), (Bases neurobiológicas del apego), (Bases neurobiológicas de las emociones) y
    (Psicobiología del desarrollo).

  • Medios de búsqueda: Bases de datos electrónicas (Ebsco, PsychINFO, APAPsycNET, Ovid, Science Direct, Interscience,
    Springer, MedLINE, PubMed, Scielo).

  • Se priorizaron los trabajos empíricos pero también se incluyeron aquellas revisiones de grupos de investigación en las cuales se sistematizan los hallazgos de sus experimentos en los últimos años. Tal es el caso de la revisiones de Hofer (Hofer, 2006), Hofer & Sullivan (Hofer & Sullivan, 2001), Moriceau & Sullivan ( Moriceau & Sullivan, 2005), Young, Liu & Wang (Young, Liu, & Wang, 2008) y Zhang & Meaney (Zhang & Meaney, 2010).

.Se incluyen trabajos previos al período de revisión definido solo cuando revisten carácter histórico, definen por primera vez un concepto utilizado o son los primeros en presentar un hallazgo empírico.

.Se consideraron solo aquellos trabajos que utilizan explícitamente el concepto de apego, teórica u operativamente.

 

RESULTADOS

La teoría del Apego

Para Bowlby (1958) el apego se formaría a partir de la necesidad del infante humano de mantener proximidad con ciertas figuras que le provean de lo necesario para su supervivencia. Esta necesidad daría lugar a un sistema conductual de control, que se apoya en cinco respuestas instintivas humanas: chupar, llorar, aferrarse, aproximarse y sonreír. Estas respuestas son independientes pero serían integradas a través de sucesivas experiencias con los cuidadores, que al ser internalizadas, irían conformando la conducta global de apego.

Cuando este sistema se encuentra en pleno funcionamiento el niño puede controlar el acceso a las figuras de apego y mantener un grado de proximidad razonable, incluso en situaciones que no conllevan una amenaza grave.

Es importante diferenciar entre la conducta de apego y el vínculo de apego. El vínculo de apego es el lazo afectivo por las personas que tienen una significación especial en su vida. Decir que un niño o una persona tiene apego a alguien significa que está absolutamente dispuesto a buscar la proximidad y el contacto con ese individuo, sobre todo ante la sensación de inseguridad. Por otra parte, la conducta de apego se refiere a cualquiera de las diversas formas de conducta que tiene como resultado el logro o la conservación de la proximidad con otro individuo claramente identificado al que se considera mejor capacitado para enfrentarse al mundo.

Esta conceptualización se apoyaría fundamentalmente en los avances de la Etología, ciencia que estudia el comportamiento animal comparado. La teoría de la impronta establece una base de comparación natural en relación a las conductas humanas de apego. La impronta filial o troquelado es una forma de aprendizaje en que los animales precociales en sus primeros días aprenden a aproximarse y seguir al primer objeto relativamente grande que ven en movimiento (Bateson, 1990; Lorenz, 1973).

Estudiando el modo en que se desarrolla la conducta de apego en el bebé humano, y cómo se centra en una figura discriminada, en relación a cómo se desarrolla en otros mamíferos y aves (precociales), Bowlby concluye que puede incluirse dentro de las pautas generales de impronta (siempre que este término se aplique en un sentido genérico amplio). El elemento que tienen en común todos estos tipos de conductas es que buscan el objetivo de obtener la proximidad deseada (Bowlby, 1969). Este tipo de conductas comenzaría aproximadamente a los 4 meses de edad, a partir de los cuales el bebé empieza a sonreír y vocalizar frente a la madre así como también empieza a seguirla con la mirada. La función biológica-evolutiva de la conducta de apego sería la protección frente a los animales de presa. De esta forma, el poder lograr la conducta de proximidad con la madre sería una de las claves de la supervivencia de la cría en las especies superiores. El rol activo en este acercamiento lo tiene en un primer momento la madre. El bebé lo provoca a través de "señales" tales como el llanto, la sonrisa, el balbuceo, los gestos y el llamado cuyo objetivo es llevar a la madre hacia el hijo. Posteriormente, el niño asume este rol desarrollando las "conductas de acercamiento" cuyo objetivo es llevarlo a él hacia la madre.


En la construcción del sistema de apego en el vínculo madre-hijo, se pueden identificar una serie de fases (Bowlby, 1969;

Ainsworth, 1969):

  1. Fase de pre apego: (primeros dos meses). Orientación y señales sin discriminación de figura. Serían aquellos comportamientos de las primeras semanas de vida del bebé, que forman parte de su bagaje genético y que se activan frente a la presencia humana. Se caracteriza por la aparición de un amplio repertorio de señales en el bebé que son, en su mayoría, de carácter reflejo, aunque también posee otras capacidades sensoriales y perceptivas que le permiten comunicarse y conocer a las personas que le rodean. Ejemplos de estas conductas serían orientar la mirada hacia una persona, sonreirle, dejar de llorar, tratar de aferrar.

  2. Fase de formación del apego (2 a 6 meses) Durante estos meses, el bebé empieza a dar muestras de poder diferenciar a las personas familiares de las desconocidas, por lo que tiene una mayor tendencia a iniciar interacciones sociales con el cuidador o cuidadores principales. Por lo tanto, los comportamientos reseñados en la fase anterior se orientan ahora hacia el cuidador.

  3. Fase clara de apego (seis meses a tres años) En esta nueva etapa se producen una gran cantidad de cambios que dan lugar a la consolidación de la vinculación afectiva. No sólo el sistema de apego (como conjunto de conductas que se encuentra organizado en torno a una meta, a saber la proximidad y el contacto físico con la figura de apego) se consolida en esta fase. Otros tres sistemas conductuales relacionados con él también hacen su aparición en ella. EI sistema de miedo contiene el conjunto de conductas de cautela, temor e inhibición que aparecen cuando el niño se enfrenta a una estimulación novedosa, sobre todo si proviene de personas no familiares. El sistema afiliativo recoge el repertorio de conductas encaminadas a la búsqueda de la proximidad e interacción con personas conocidas. El sistema exploratorio, favorecido por las nuevas posibilidades de desplazamiento autónomo, contribuye a que el niño pueda mostrar conductas encaminadas a conocer y explorar el entorno físico. Se buscará en consecuencia el mantenimiento de la proximidad con una figura discriminada por medio de la locomoción y de las señales. Cuando el niño logra moverse por si mismo, agrega este nuevo repertorio conductual a sus recursos para obtener la proximidad de la madre. Esta situación novedosa introduce el equilibrio entre las conductas del niño orientadas hacia la exploración y hacia la seguridad. Ambas son imprescindibles para su desarrollo. En un proceso normal, en función de la sucesión de conductas de exploración-acercamiento el niño empieza a construir el concepto de "base segura": la madre como elemento independiente, permanente en tiempo y espacio, al que puede recurrir más allá de no estar en contacto presente.

  4. Formación de una relación recíproca (tres años en adelante; este tipo de interacción madre-hijo dura toda la vida en los seres humanos). Ainsworth plantea un interesante vínculo entre las fases del apego de Bowlby y las etapas cognitivas de Piaget. Para lograr una relación recíproca el niño debe haber podido superar el egocentrismo (Piaget, 1964/1991). Debe ser capaz de interpretar los objetivos de la madre para poder interactuar con sus propios objetivos.

Ambos autores (Bowlby y Ainsworth) resaltan que las conductas de apego no son privativas de la infancia sino que se desarrollan a lo largo de toda la vida y se ven potenciadas en las situaciones de inseguridad. Incluso hay figuras de apego que pueden permanecer más allá de la infancia, como los padres. Lo que cambia son las estrategias que se usan para establecer el apego. Esto es visto como parte del desarrollo saludable de la persona.

Para que la interacción recíproca se produzca exitosamente deben darse una serie de respuestas por parte de la madre. Por un lado, es fundamental la sensibilidad de la misma ante las señales del bebé y la sincronización de sus intervenciones en relación a éstas. Por otro, el hecho de que las iniciativas de contacto del bebé lleven a respuestas de la madre previsibles y coherentes con sus necesidades.

Esto permite el desarrollo de los dos aspectos de un vínculo de apego saludable:

  1. que los padres le proporcionen al niño una base segura

  2. que lo animen a explorar a partir de ellos (Bowlby, 1979).

Las características de la construcción del vínculo de apego definen modelos representativos de si mismo y de los otros que permanecen actuando en otras etapas de la vida y condicionan futuros vínculos.

M. Ainsworth, una de las colegas de Bowlby, desarrolló en los años 60, una serie de estudios que le permitieron establecer una clasificación empírica de las diferentes modalidades de apego. Comenzó con un estudio longitudinal de 26 pares de madres y bebes en sus ambientes naturales. Este estudio realizado en Baltimore, Maryland consistió en tres visitas semanales, de cuatro horas de duración durante el primer año de vida en las cuales los investigadores registraban el comportamiento de los bebes y la sensibilidad en las respuestas de las madres al mismo. Posteriormente, diseñó un modelo denominado "Situación Extraña" (Strange Situation), un procedimiento de laboratorio semi-estructurado en el que podía observar a los bebés respondiendo frente a distintos estímulos (encontrarse en un lugar nuevo, una mujer adulta extraña, estar separado de la madre por un período breve y estar solo en un lugar no conocido por un momento). Este estudio incluyó 106 bebés, 23 de los cuales pertenecían al estudio longitudinal. En la Situación Extraña, jueces experimentados codificaron el comportamiento interactivo en cuatro escalas: proximidad y búsqueda de contacto, mantenimiento del contacto, resistencia y evitación. Como resultado de estas investigaciones, Ainsworth definió tres patrones de apego: el Apego Seguro, el Apego Ansioso/Evitativo y el Apego Ansioso/Ambivalente (Ainsworth, 1969).

En el Apego Seguro, los niños usaban a la figura de apego como una base segura a partir de la cual explorar el ambiente.

Cuando se enfrentaban a eventos estresantes (como la separación en un ambiente desconocido), se acercaban o realizaban algún tipo de señal que les permitiera aumentar el grado de proximidad con la figura de apego. Cuando este era obtenido volvía a continuar con su exploración. En el Apego Ansioso/Evitativo, los niños que enfrentaban un momento de separación con sus madres eran relativamente indiferentes cuando aquellas retornaban: no las saludaban, ignoraban sus intentos de tomar contacto y actuaban sin darle mayor importancia a su presencia. En el caso del Apego Ansioso/Ambivalente, se observaron comportamientos combinados de ansiedad y acercamiento. Cuando estos niños se juntaban con sus madres luego de una breve separación emitían señales de ansiedad paralelamente a su comportamiento de apego.

Dantagnan (Dantagnan, 2005), quien describe las modalidades de apego en niños víctimas de violencia y maltrato, define al estilo de Apego Evitativo como aquel que se produce cuando las respuestas obtenidas por parte de la madre no solo no satisfacen las necesidades afectivas del niño, sino también son generadoras de estrés. En ese caso, la estrategia adoptada por el niño es la inhibición de las conductas de apego y de su mundo emocional para evitar el dolor del rechazo, tal como sostiene Bowlby. En este caso la estrategia para obtener la seguridad consiste en incrementar las conductas de apego como un modo de asegurarse la proximidad de la figura de apego.

Al relevar poblaciones infantiles sometidas a condiciones de alto riesgo (víctimas de maltrato, madres psiquiátricas, etc), Main y Solomon introdujeron en 1986 un cuarto tipo de codificación del apego: el estilo Desorganizado/Desorientado. Estos niños parecen no poseer una estrategia consistente para manejar el alejamiento y la proximidad. Muestran signos de depresión clínica y combinaciones de comportamiento evitativo, hostil y de apego (Main, Hesse & Goldwin, 2008). Se trata de niños cuyas experiencias tempranas son tan dolorosas que sus estrategias defensivas colapsan, volviéndose caóticas. Se enfrentan permanentemente a la paradoja insoluble de que su figura de apego, que debería ser su máxima fuente de protección, es, en realidad, una de sus principales causas de amenaza y daño. Según Dantagnan (2005), alrededor de un 75 a 80% de la población de niños maltratados presenta estilo de apego desorganizado.

Main también introdujo un procedimiento de investigación del apego en adultos, la Adult Attachment Interview (AAl) (Main, Hesse & Goldwin, 2008). Se trata de una entrevista semi-estructurada desarrollada para evaluar las formaciones adultas equivalentes a las estrategias de apego infantiles. La entrevista dura aproximadamente una hora y busca obtener información acerca de cómo la persona procesa sus relaciones con los padres y otras figuras de apego a partir de sus experiencias en la temprana infancia. La entrevista no se codifica en función de la evaluación positiva o negativa que realiza la persona de dichas experiencias, sino en términos del análisis narrativo de las mismas. Esto es, como el individuo organiza su atención y su discurso relativo a las situaciones de apego (Agrawal et al, 2004). Un discurso flexible y coherente sobre las experiencias positivas y negativas de apego se codifica como Autónomo (el equivalente a Seguro en la infancia), estrategias para evitar la referencia a las mismas se codifican como Rechazante (Evitativo en la infancia) y estrategias de discurso hiperactivadas en la referencia al apego se codifican como Preocupado (Ambivalente en niños).

Posteriormente, los autores agregaron la categoría No resuelto (Unresolved) que apareció en el discurso de adultos que se referían a experiencias de pérdida y trauma. Este discurso se caracterizaba por no mostrar una estrategia de abordaje consistente de estas situaciones, que evidentemente no habían sido elaboradas por la persona. Esta categoría correspondería al patrón Desorganizado en niños y se le asigna una segunda clasificación que hace referencia a la mejor estrategia que trata de poner en práctica, aunque sea fallida. Por ejemplo, No resuelto/Preocupado o No resuelto/Rechazante. Este último estilo de apego, tanto en adultos como en niños estaría asociado a un nivel de psicopatología mayor en la infancia y adolescencia (Lyons-Ruth et al, 2005).

Como visión global del apego, Lyons-Ruth y otros (Lyons-Ruth et al., 2004) basándose en la perspectiva de Bowlby, comparan el sistema del apego con las funciones que cumple el sistema inmunológico. Mientras que este último sería el sistema biológico encargado de combatir la amenaza de enfermedad física, la función del sistema de apego sería combatir la activación ansiosa, el miedo o el stress provocado por amenazas ambientales. Sin embargo, así como el sistema inmunológico puede dejar de funcionar correctamente y provocar enfermedades autoinmunes, si no se dan las condiciones adecuadas de interacción madre- hijo el sistema del apego puede dejar de brindar su función protectora y convertirse en si mismo en fuente de trastornos de diverso tipo.

Bases neurobiológicas del apego

Como se mencionó anteriormente, el concepto de apego hunde sus raíces conceptuales en el imprinting; el proceso por el cual las crías de determinadas especies fijan la imagen de determinada figura adulta (generalmente su madre, pero no necesariamente) y la toman como objeto referencial al que siguen a todas partes. Este proceso se da en las especies precociales, especialmente aves. En estas especies las crías nacen con sus sistemas perceptivos y motores prontos y, por lo tanto, pueden moverse y seguir a su objeto maternal rápidamente. De hecho se las llama también "nidífugas" porque a las pocas horas de nacer salen del nido para seguir a su figura de referencia.

Por el contrario, el ser humano, al igual que el perro o el conejo, se encuentra entre las especies altriciales. Las crías de estas especies nacen con los mecanismos perceptivos escasamente desarrollados y con poca movilidad. Para adquirir las características del adulto deben pasar por un largo proceso de aprendizaje. Dentro de las especies altriciales, el período de crecimiento del ser humano es especialmente lento y requiere un largo aprendizaje. Para que el mismo sea posible es necesario que se desarrolle el proceso de apego, es decir, un tipo determinado de relación maternal que permita que el hijo sobreviva biológica y psicológicamente.

a) El apego como sistema de Cuidado

Según Paanksepp (1998), el comportamiento maternal tiene un fuerte componente biológico, especialmente el que ocurre inmediatamente antes y después del parto. Si bien las interacciones socio-emocionales y cognitivas específicamente humanas aportan a configurar el comportamiento maternal, sin la alteración de determinados componentes neuroquímicos, hormonales y de neurotransmisión, dichas experiencias carecerían de la intensidad emocional que las caracteriza. Esta situación tendría su lógica desde el punto de vista evolutivo ya que las conductas maternales de sostén, vitales para la supervivencia, no quedarían libradas al aprendizaje individual sino que se transmitirían a nivel de la especie por medio de mecanismos biológicos hereditarios.

Los estudios pioneros de Spitz (Spitz, 1945) habían demostrado en los años 40 que el contacto y cuidado humano era tan necesario para sobrevivir para los bebes como el alimento o el abrigo. Por otra parte, Harlow con sus experimentos con primates (monos macacos) demostró que los bebés prefieren un muñeco que simula su madre cuando está forrado con materiales cálidos (lana, tela, guata) que cuando solamente es una estructura de alambre. Aún cuando esta preferencia les implique la pérdida de alimento. Además, cuando estaban en presencia de la madre "cálida" desarrollaban un comportamiento motor de exploración mucho más intenso (Harlow, 1958).

El desarrollo de esta línea de investigación ha llevado a la búsqueda de los sistemas que conforman el apego, estudiando los cambios psicobiológicos que componen la escala dimensional que va desde la atracción y el encuentro hasta la soledad y el aislamiento. Estos estudios parten de la base de que se trata de un sistema neurobiológico único que propicia por un lado el acercamiento y el apego y por otro activa respuestas desagradables que tienden a inhibir la separación. O funcionan como señales para que el individuo busque a su figura de apego, o para que la misma se dirija hacia él. Los input activadores del sistema provendrían de distintos sistemas sensoriales, predominando en el sistema de acercamiento los somatosensoriales, olfatorios y auditivos y en el sistema de separación los visuales, vestibulares (posición/equilibrio) y los sensores hipotalámicos de hambre y temperatura. El sistema de apego habría evolucionado filogenéticamente de procesos más arcaicos como la fijación al lugar de nacimiento de los reptiles, el mecanismo del dolor y la termorregulación (Panksepp, 1998).

Para este autor, las sustancias que controlan estos mecanismos son algunos neuropéptidos como la oxcitocina y la prolactina así como también los opiodes endógenos tales como las endorfinas. Se ha demostrado, principalmente en la investigación animal, que tanto los opioides cerebrales como los circuitos sobre los que actúa la oxitocina son activados por actividades sociales tales como el juego, el acicalamiento de las crías y la actividad sexual. Por otra parte, su administración en el sistema nervioso central actúa disminuyendo las respuestas negativas de aislamiento. De esta forma, se postula que los cambios en la acción de estos neuropéptidos sobre el cerebro pueden estar relacionados con el sentimiento de base segura del niño así como con el comportamiento maternal en adultos.

La oxcitocina es una hormona liberada en el sistema nervioso central por la neurohipófisis. Ha sido tradicionalmente estudiada en relación a su papel promotor de las contracciones del útero en el parto y con el amamantamiento. Desde esta nueva perspectiva se la ha estudiado también por su papel iniciador de comportamientos maternales de cuidado (su mantenimiento en el tiempo obedecería a otros factores) en numerosas especies. Esta función de la oxcitocina ha sido evaluada recientemente en parejas humanas. En un estudio longitudinal de seis meses de seguimiento con 160 madres y padres que vivían con sus bebés recién nacidos, Gordon, Zagoory, Leckman & Feldman (Gordon, Zagoory-Sharon, Leckman, & Feldman, 2010) mostraron que los niveles de oxcitocina aumentaron durante el período. Además, filmaron y caracterizaron las conductas de cuidado de los progenitores encontrando una correlación entre el aumento de oxcitocina y los comportamientos de contacto, vocalizaciones afectuosas, estimulación táctil y presentación de objetos.

Con la prolactina sucede algo similar. Por otro lado, los opioides internos son neuropéptidos cuya función originaria es calmar el dolor pero cuya presencia también provoca sensaciones placenteras. Los opioides exógenos al organismo, como la heroína, simulan la farmacodinamia de estas sustancias. De hecho, Panksepp (1998) compara el funcionamiento químico del vínculo social con la adicción a las drogas. En ambos casos se produce un comportamiento que produce placer. Y en ambos casos hay síntomas que tienen que ver con la privación de ese comportamiento, en un caso por la separación de la figura de apego y en otro por la abstinencia en el consumo. Por supuesto, uno de los comportamientos es un proceso natural y humanizador y el otro es una adicción incapacitante a un fármaco. Esta función de los opiodes endógenos ha sido corroborada en monos (Rhesus), los cuales aumentaban el nivel de su interacción social (aseo por pares) cuando recibían un bloqueador de los mismos (naltrexona) (Graves, Wallen, & Maestripieri, 2002). Por otra parte, se puede observar que el desbalance de estos sistemas químicos genera consecuencias psicopatológicas graves. Por ejemplo, la depresión post-parto y la psicosis puerperal han sido relacionadas con altos niveles de ß- casomorfina, un opioide derivado de la leche (Nyberg, Linstrom y Terenius, 1988)

que funcionaría como bloqueador de la producción de opioides endógenos.

Los circuitos neurales que funcionan en base a estas sustancias estarían integrados por estructuras que Paanksepp (1998) denomina Sistema de Cuidado. Entre otras se puede citar como integrantes del mismo a la corteza cingulada, el área septal, los núcleos basales de la estría terminal, la amígdala y algunas áreas del hipotálamo. Por otra parte, existiría un sistema con particularidades neuroquímicas propias destinado a mediar las respuestas de separación. La respuesta de este tipo que más ha sido estudiada en diversas especies son las vocalizaciones que realiza la cría cuando es separada de su madre, o el llanto en el ser humano. Pero también hay otras como la pérdida de apetito, de sueño, la irritabilidad o la depresión. Este sistema se denomina de Pánico y su principal neuromodulador sería el glutamato. Más allá de que otros neuromoduladores como la noradrenalina, la serotonina y el factor de liberación de la corticotropina (CRF) también regulan el nivel de las vocalizaciones originadas por la separación cuando aumenta su nivel en el sistema nervioso central ( Panksepp, 2006; Young, Liu, & Wang, 2008).

Estos mismos neuropéptidos estarían influyendo en los circuitos que median el comportamiento sexual y el reconocimiento social. De manera que existiría un componente común tanto en el amor maternal, como en el sexual y en el comportamiento social en general. Se ha demostrado que ratones que habían sido genéticamente impedidos de producir oxcitocina (knock out) en los bulbos olfatorios, la amigdala y el septum fallaban al reconocer pares familiares y no-familiares. Por otro lado, cuando se les administraba oxcitocina previo al primer encuentro mejoraban significativamente en esta tarea, mostrando una activación importante en la amigdala media (Ferguson, Aldag, Insel, & Young, 2001; Ferguson, Young, & Insel, 2002). Por otra parte, Zak, Kurzban y Matzner (Zak, Kurzban, & Matzner, 2005) demostraron en humanos que el nivel de oxcitocina aumenta cuando una persona cree que otra confía en ella.

b) El apego como sistema de regulación

Para Hofer y Sullivan (2001) , las respuestas de separación no son únicamente la contracara del funcionamiento psicobiológico en las situaciones de apego. De hecho no forman tampoco una unidad sino que cada una de ellas tendría un funcionamiento autónomo. La madre ajustaría el funcionamiento de cada uno de estos aspectos a través de "reguladores ocultos" (hidden regulators). Son denominados de esa manera porque no son identificados como tales a través de la simple observación. Por ejemplo, en ratas se ha estudiado cómo la suspensión experimental del aseo cotidiano de las madres a sus crías disminuye rápida y considerablemente el nivel de hormona del crecimiento de las mismas. Sucede que cuando la madre rata lame a su cría además de higienizarla e inmunizarla, está modulando la sensibilidad de determinados receptores a la serotonina, cuyo funcionamiento a su vez, regula la liberación de la hormona del crecimiento por la hipófisis. Otra de estas funciones sería la regulación de la presión sanguínea de la cría a través del amamantamiento (Shair, Brake, Hofer, & Myers, 1986).

Al parecer, numerosos procesos biológicos del bebé estarían regulados a través de "reguladores ocultos" que la madre ajustaría a través de la relación de apego. Muchos podrían aplicarse en humanos. Además, estudiar el comportamiento de apego en base a sus aportes a la regulación fisiológica puede contribuir a explicar la situación paradójica que se da frente a una conducta maternal/paternal abusiva. Bolwby (Bolwby, 1969) sostuvo que frente a una conducta abusiva de la figura de cuidado, inicialmente las conductas de apego se incrementan para luego establecerse en un patrón de alejamiento (que puede derivar en distintos estilos de apego). La hipótesis de la función reguladora del apego puede explicar esta respuesta, no solo en función de la ruptura de un vínculo emocional global sino de la desestabilización de aspectos concretos del organismo por la pérdida masiva de reguladores (Hofer, 2006).

Siguiendo esta línea, Moriceau y Sullivan (Moriceau & Sullivan, 2005) desarrollaron un modelo experimental del apego en ratas. Este modelo se basa explícitamente en dos premisas sobre el apego de Bolwby. La primera, es el desarrollo rápido de la conducta de apego hacia el cuidador y la segunda es la resistencia a extinguir estas conductas aún cuando exista un tratamiento abusivo por parte del mismo. Para eso estudiaron la potenciación del condicionamiento del olor materno por parte de la cría y la resistencia a asociar este olor con un suceso aversivo.

Al hacerlo señalan que existe una serie de condiciones anatómicas y funcionales en el sistema nervioso central que sostienen estos procesos y que cambian a partir del décimo día de vida. Esto permite que se produzcan significativos procesos de condicionamiento aún cuando las estructuras protagonistas del aprendizaje en adultos aún no estén totalmente desarrolladas (amigdala, hipocampo y corteza frontal).

De manera que este aprendizaje inicial se realizaría a partir de estructuras especificamente orientadas al mismo. En concreto, sería posible porque este aprendizaje produciría una activación del bulbo olfatorio y su consiguiente modificación estructural.

Esto sería posible por el desarrollo postnatal de las proyecciones noradrenérgicas provenientes del locus coeruleus (McLean & Shipley, 1991). Por otra parte, el déficit en el condicionamiento aversivo del olor materno puede relacionarse con la inmadurez de la amígdala así como del limitado funcionamiento del eje hipotálamo-hipófiso-adrenal (Moriceau, Raineki, J. D. Holman, J. G. Holman, & Sullivan, 2009; Moriceau, Shionoya, Jakubs, & Sullivan, 2009). Los autores del modelo sostienen que existe una adecuación del desarrollo del sistema nervioso para adaptarse a los distintos ambientes en los que se encuentra la cría. En un comienzo cuando se encuentra en el nido y no tiene capacidad de movimiento autónomo su supervivencia depende de la proximidad con la madre y esta no puede disolverse aunque la misma desarrolle conductas agresivas (situaciones como mordidas o que la madre camine encima de las crías son frecuentes en el nido).

c) Apego y regulación epigenética

Estas afirmaciones adquieren una significación mayor a la luz de los estudios del impacto de las conductas de apego en la regulación de la expresión genética (Champagne et al., 2008; Liu et al., 1997). Esta línea de investigación ha demostrado como el comportamiento maternal de cuidado en ratas modifica la expresión de los genes encargados de expresar los receptores glucocorticoides en el hipocampo. La mayor o menor disponibilidad de estos receptores en esta zona y otras corticolímbicas condiciona el funcionamiento del eje Hipotálamo-Hipófiso-Adrenal (HHA). Este sistema es clave en la activación de las respuestas comportamentales, emocionales, autonómicas y endócrinas a los estresores ambientales (Bale et al., 2002; Bale & Vale, 2004). Frente a un estímulo amenazador o estresor el hipocampo actúa sobre el hipotálamo generando la descarga del factor de liberación de la corticotropina (CRF) sobre la hipófisis anterior, que a su vez, sintetiza y libera adrenocorticotropina (ACTH) sobre la corteza suprarrenal. Esta libera distintos glucocorticoides, como el cortisol, que cumple una importante función en el mantenimiento de la respuesta al estrés, por ejemplo, favoreciendo el incremento del nivel de azúcar en la sangre y la metabolización de grasas, proteínas e hidratos de carbono. El nivel de glucocorticoides en sangre es captado por receptores en el cerebro, fundamentalmente en el hipocampo y otras zonas del prosencéfalo. Cuando el nivel de los mismos llega a determinado umbral, el hipocampo inhibe la liberación de CRF, por lo cual a través de un mecanismo de retroalimentación negativa disminuye la respuesta al estrés (Weaver, Meaney, & Szyf, 2006). De manera que si existe mayor cantidad de receptores en el hipocampo, la retroalimentación negativa se verá incrementada.

La interacción madre-cría a través del lamido tiene un efecto regulatorio en la expresión genética de estos receptores.

Sorprendentemente, cuanto más frecuente sea la conducta maternal de lamido en la primera semana de vida de la cría mayor será la expresión genética de estos receptores y, por lo tanto, menor la respuesta frente a eventos estresantes. Esta regulación es epigenética, es decir, se da a través de modificaciones funcionales del genoma que no involucran cambios en la secuencia de nucleótidos (Zhang & Meaney, 2010). De acuerdo a los estudios de Meaney y su grupo, la transcripción del gen que regula la expresión de los receptores glucocorticoides del hipocampo es alterada por el nivel de serotonina (5-HT).El mismo desencadena la activación de varias proteínas y factores transcripcionales potenciando la acción del promotor en la expresión de dicho gen. Un aumento en los niveles de 5-HT en crías de ratas, producto de un lamido más frecuente en la primera semana de vida, regula en más la expresión genética de los receptores de glucocorticoides.

McGowan et al (McGowan et al., 2009), aplicaron esta hipótesis al estudio de seres humanos. Examinaron post-mortem neuronas del hipocampo de víctimas de suicidio con historia de maltrato infantil, sin historia de maltrato y controles. Encontraron diferencias significativas entre los suicidas con historia de maltrato y el resto. Estos tenían menos niveles de ARN mensajero de los receptores glucocorticoides, así como una metilación (silenciamiento) mayor del promotor de la expresión de los mismos (NR3C1). Estos hallazgos relacionan una historia de maltrato en la infancia con una regulación epigenética de los receptores glucocorticoides que promueve una mayor y más sostenida respuesta de estrés ante eventos amenazantes.

Este tipo de investigaciones abre un campo nuevo para el estudio de la interacción entre procesos psicológicos y neurobiología. Ya no se trata solamente de conocer las modificaciones que determinadas influencias ambientales tienen en los circuitos neurales y hormonales, sino que se puede avanzar al estudio de la plasticidad del genoma en si mismo, a través de la regulación epigenética (McGowan et al., 2011). Así como los estudios sobre la base molecular de la memoria (Milner, Squire, & Eric R Kandel, 1998) están permitiendo conocer la función de los cambios en la regulación de la expresión genética en el aprendizaje, los hallazgos sobre la regulación epigenética a través de los comportamientos de apego pueden abrir la puerta para comenzar a entender la interacción entre desarrollo, genética y psicopatología (Kendler & Greenspan, 2006). Por ejemplo, actualmente se sabe que los efectos del cuidado maternal en ratas también afectan la expresión del gen GAD1, muy importante en la producción del neurotransmisor GABA y cuyas alteraciones en determinados circuitos neuronales están asociados a la esquizofrenia (Nakazawa et al., 2011).

CONCLUSIONES

En perspectiva, los modelos revisados dan cuenta de aspectos distintos y complementarios del apego. El apego como Sistema de Cuidado contribuye a explicar los mecanismos neurobiológicos que sostienen el comportamiento maternal de cuidado. Los componente regulatorios del apego permiten entender cómo esos comportamientos de cuidado ayudan a la cría a mantener su homeostasis interna (térmica, cardíaca, relación sueño/vigilia, hormonal, etc), principalmente, pero no únicamente, en las primeras etapas de aprendizaje. Ambos sistemas estarían biológicamente relacionados: así como el sistema nervioso del cuidador es acondicionado a través de la acción de ciertos neuropéptidos (oxcitocina, vasopresina, etc) y su interacción con los sistemas de neurotransmisión, el sistema nervioso de la cría posee características evolutivas que favorecen la eficacia de los comportamientos de cuidado (actividad y plasticidad del bulbo olfatorio, hiperactivación noradrenérgica del locus coeruleus, inmadurez de la amigdala y funcionamiento limitado del eje hipotálamo-hipófiso-adrenal). Por otra parte, las condiciones en que se produzca este comportamiento de apego podrían regular la expresión genética de las principales funciones emocionales (ej, respuesta al estrés) en las etapas vitales iniciales y su permanencia en la vida adulta del sujeto. Se trataría de un mecanismo para otorgar mayor plasticidad a las mismas de acuerdo a la interacción con las condiciones ambientales.

Un aspecto que no queda resuelto en los modelos explorados es cómo se integran estos hallazgos con sistemas anátomo-funcionales de mayor envergadura cuya función ha sido profusamente estudiada en las últimas décadas. Tal es el caso de la relación entre la amigdala y el condicionamiento del miedo, o en términos más generales, la respuesta a la amenaza.

En tal sentido existe evidencia sobre la existencia de un cerebro negativo, es decir, una serie de estructuras cerebrales que responden preferentemente a estímulos aversivos y/o amenazantes (Carretié, Albert, López-Martín, & Tapia, 2009). Se trata de un mecanismo de respuesta rápido, automático, basado en lo perceptivo que permitiría una respuesta inmediata frente a un potencial peligro. Este sistema estaría conformado por un núcleo de estructuras cerebrales especializadas en la evaluación del potencial peligro de los estímulos. Dicho núcleo estaría compuesto por la amigdala, la corteza pre-frontal ventromedial y la insula. El producto de este sistema evaluativo generaría outputs a nivel conductual, potenciando respuestas motoras de afrontamiento y sensoriales, aumentando los niveles atencionales hacia los estímulos amenazadores. De la misma forma también existiría una modulación de los procesos cognitivos, en especial de la memoria de estímulos amenazadores, a través de las conexiones con el complejo hipocámpico (Dolcos, LaBar, & Cabeza, 2005; Ledoux, 2000; Nader & Ledoux, 1999; Phillips & Ledoux, 1992).

Anteriormente se sostuvo que el apego en los primeros días de vida (en ratas) estaba relacionado con la resistencia a asociar el olor materno con sucesos aversivos, incluso choques eléctricos, y que dicha resistencia cumplía funciones adaptativas. Esta característica se relacionaría con cierta inmadurez de la amígdala en el período de aprendizaje inicial (hasta los 10 días). Pasada esta etapa, la amigdala asumiría un rol protagónico en el condicionamiento del miedo (Moriceau & Sullivan, 2005). Por otra parte, hay estudios que muestran que el cambio comportamental ocurrido en la adolescencia está altamente correlacionado con cambios en el sistema nervioso. Estos cambios comportamentales modifican el balance entre inhibición/impulsividad frente a conductas de riesgo en favor del segundo término. El substrato neurobiológico de este fenómeno no se debe únicamente al empuje hormonal sino también a modificaciones estructurales en la corteza pre-frontal y en la amigdala, especialmente la mayor activación de las vías dopaminérgicas en dichas estructuras (Spear, 2000).

Por tanto, queda planteado en la investigación actual el problema de cómo influyen los comportamientos de apego en el desarrollo de la amigdala y en todo el sistema neuronal de respuesta a la amenaza. Por los estudios de Meaney y su grupo, se sabe que al menos la respuesta periférica a la amenaza es regulada epigenéticamente a través de los comportamientos de cuidado maternal (Zhang & Meaney, 2010). Sin embargo, aún no se han identificado claramente los impactos hormonales, estructurales, de neurotransmisión y epigenéticos que tienen dichos comportamientos en el sistema córtico-límbico de respuesta a la amenaza.

Desde otro punto de vista son promisorios los estudios sobre el efecto en el desarrollo del sistema nervioso de las formas patológicas de apego, tanto en sus aspectos anátomo-funcionales (Moriceau, Raineki, J. D. Holman, J. G. Holman, & Sullivan, 2009) como epigenéticos (McGowan et al, 2009). Los mismos permiten la estimación psicofisiológica del daño causado, la consecución de estrategias terapéuticas acordes y, en última instancia, la construcción de explicaciones más abarcativas de estos fenómenos.

 

Como se explicó en el apartado sobre la teoría del apego, este tipo de relación se mantiene en los humanos durante toda la vida y tiene una enorme influencia en el comportamiento sexual y social. Por lo tanto, surge la interrogante de cómo el apego no solo es capaz de regular la homeostasis fisiológica sino también como contribuye desde el punto de vista neurobiológico a la estructuración de funciones tales como la autorregulación emocional o las capacidades cognitivas más complejas. Es posible que para la consecución de estos fines no solo se requiera un avance en las técnicas de investigación neurocientifica sino también una creciente operacionalización de los conceptos de Bowlby y demás teóricos clásicos del desarrollo psicológico infantil. De esta manera, posibilitarán un abordaje empírico y neurobiológico de los mismos (Kandel, 1998; Kandel, 1999).

LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS Y SU INFLUENCIA EN LAS RELACIONES INTERPERSONALES 

RESUMEN

La comunicación ha constituido un factor esencial para el desarrollo de la sociedad, tanto para la evolución cultural, personal como de las relaciones humanas.

Esta es un factor condicionante en las relaciones interpersonales, pues depende de la comunicación la estructuración de nuestro círculo relacional, así como el constructo de nuestra identidad personal, puesta en práctica de conocimientos y habilidades, entre otros factores. En la actualidad presentamos un panorama basado en un modelo de sociedad enfrascado en las nuevas tecnologías, estas habitan todas las dimensiones humanas, comprendiendo amplios aspectos de nuestra cotidianidad. Por ello, es interesante poner la mira en la influencia que tienen estas nuevas tecnologías en las relaciones interpersonales, con el fin de conocer sus diferentes aspectos y observar si producen más ventajas que desventajas a la hora de relacionarnos o si tan solo han mermado nuestra forma de comunicación tradicional dejándonos a merced de un mundo tecnológico que carece de la esencia de la personificación.

INTRODUCCIÓN

En la actualidad nos encontramos en una sociedad enfrascada en el desarrollo, aplicación e innovación de las llamadas nuevas tecnologías (NN.TT. de aquí en adelante), éstas hacen referencia a instrumentos, herramientas y canales en los cuáles se recoge información de todo tipo, entre ella análoga y digital.

Asimismo, éstas caracterizan nuestro mundo, lo que quiere decir que se han extrapolado a diversos ámbitos o estructuras de la vida humana, entre ellas el mundo laboral, sanitario, educacional, familiar, medioambiental, económico, político, al igual que el relacional.

Nos interesa, más concretamente, centrarnos en esta última estructura o dimensión de la vida humana, ya que ésta caracteriza a la persona y permite su desarrollo evolutivo en gran parte. Por ello, es importante conocer cómo han crecido y se han transformado los tipos de relación, comunicación e interacción entre los seres humanos gracias a la incorporación de las NN.TT., así como analizar y comprender el impacto e influencia que éstas han tenido y tienen en la actualidad en las diversas relaciones interpersonales. Pudiendo así destacar si producen más avances y ventajas o por el contrario inconvenientes en su uso e influencia en las relaciones sociales.

 

Por lo tanto, podemos señalar como principal y único objetivo de nuestra investigación el conocer qué impacto tiene la influencia de las NN.TT. en las relaciones interpersonales. Para ello, nuestro estudio se basa en la identificación, revisión, comprensión y reflexión de bibliografía que trate sobre la comunicación y la tecnología, también se analizarán diversas noticias con el objeto de comprender la perspectiva social y mediática que se da a este asunto.

Introducción al concepto de comunicación, tipos y características principales

Rizo (2008) entiende la comunicación como un proceso básico para la construcción de la vida en sociedad, está compuesta por el diálogo y la convivencia entre los sujetos y evoluciona con el paso del tiempo adaptándose a los ritmos de vida. En ella destaca el hecho de compartir algo, la unión y la trasmisión de mensajes e información mediante un código acordado, sin embargo, apunta que este hecho enfocado a la relación está desapareciendo por instantes en la actualidad. Gracias a este autor observamos los diversos significados que se le otorga a la palabra comunicación, diferenciando así numerosos rasgos que nos llevan a deducir que este acto conforma la dimensión interpersonal y relacional del ser humano, itegrando así los diversos vínculos de ésta.

Asimismo, Rizo (2008) apunta que la comunicación es la base de toda interacción social y el principio básico de la sociedad. Esto quiere decir que para que se produzca un proceso de interacción entre dos o más individuos se necesita de la comunicación como elemento vinculante de estos sujetos, por medio del cual se expresan e interpretan la realidad social. Por último, señala que es el principio básico de la sociedad, es decir, el elemento constituyente y desencadenante de la vida en sociedad, de la construcción de la misma y de la evolución de ella.

Otro autor como es Serrano (2013) entiende la comunicación como hasta ahora la conocíamos como un suceso donde hay presencia física de las personas.

De igual modo, señala las diferencias esenciales entre los dos métodos de comunicación actuales, la comunicación online entendida como un nuevo espacio de interacción mediado por la tecnología y la comunicación offline referida a la que se dada de forma más interpersonal o cara a cara. Sin embargo, es conveniente diferenciar la comunicación de la interacción social, para ello Rizo (2008) señala que la interacción está constituida por la adaptación de las conductas de los seres vivos al entorno y que puede ser entendida como una acción mutua entre uno o varios agentes. Por lo tanto y como apunte final, podemos concluir la interacción como el acto de comunicación entre dos o más individuos.

 

La incorporación de las NN.TT. en las relaciones interpersonales y su influencia según la perspectiva de diversos autores

Siguiendo el estudio de estos dos autores, identificamos que ambos anuncian que la inclusión y desplazamiento de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC) a las relaciones interpersonales, ha supuesto una transformación de estas y una innovación en la creación en las formas de interacción. De igual modo existe una presencia constante de éstas en la cotidianidad de las personas, llegando incluso a sustituir las relaciones interpersonales físicas y siendo tan reales como éstas.

Rizo (2008) destaca que Gómez et al. (2004) consideran que existe una denominada tecnologización de los espacios cotidianos y una virtualización de los privados como resultado de los diversos usos de las NN.TT. Gallardo y Vadillo

(2014) puntualizan que el acceso a las NN.TT. está relacionado tanto con el desarrollo social y como el desarrollo tecnológico de una comunidad.

Sin embargo, Siles (2014) menciona que es la televisión aquel medio que está inmerso en una profunda crisis económica y publicitaria. Esto es debido a que las empresas aún están por adaptarse a todos los cambios que acontecen en la dimensión financiera, entre ellos la reducción de los presupuestos y salarios, despidos, etc. Continúa destacando el papel que ejerce el telespectador, el cual es capaz de diseñar su propio contenido convirtiéndose en productor y distribuidor de los mismos. Es entorno a los gustos que la audiencia se segmenta disponiendo de un amplio abanico de programas, pasando así de ser un mero receptor a un telespectador bidireccional, es decir, ésta pasará a ejercer un papel tanto de receptor como de emisor de contenido e información. En resumen, señala que desde que se inauguró la Televisión Digital Terrestre (TDT), se habla del telespectador como consumidor digital, esto es debido a que el poder ha sido trasladado al público, creando la nueva imagen de un telespectador protagonista de su propio consumo de entretenimiento.

De igual manera mencionan que la unión de los métodos tradicionales de comunicación con los más modernos e innovadores darán lugar a una complementariedad en las relaciones, a la consolidación y construcción de nuevos lazos sociales. También identifican que éstas se pueden transformar en tecnologías del aprendizaje y el conocimiento (TAC), así como tecnologías competentes en materia de empoderamiento y participación (TEP).

La construcción de este nuevo mundo virtual hace referencia según Serrano (2013) que subraya de Pinto (2008) a una sociedad multipantalla, y que según Lipovetsky y Serroy (2009) implica vivir pegado a ella y conectado a la red.

Asimismo señala que Deuze (2012) hace una apreciación sobre las formas de vida en torno a estas NN.TT., ya que hemos pasado de vivir con ellas a vivir en ellas. En la misma línea, Serrano clarifica que este mundo virtual se caracteriza por ser un espacio abierto a la socialización, la conexión y a la construcción de una identidad personal, así como la expresión de ésta. Es aquí cuando divisamos un nuevo concepto que hace referencia a una realidad en la que el individuo necesita y siente que debe estar conectado en todo momento, es la denominada hiperconectividad, rasgo distintivo social actual, que se interpreta tanto con el deseo de estar conectado, como con la impresión de sentirse atrapado ya que como apunta Serrano (2013) que dice Winocur (2012) estar conectado significa ser visible y esta visibilidad implica la inclusión y la evidencia de existencia. Si seguimos analizando esta línea de trabajo observamos que éste autor señala a Vaughn (2012) como acuñador del denominado Síndrome FOMO (Fear Of Missing Out) o trasladado al español sería el miedo a no estar conectado y por ende, perderse algo.

Influencia de las TIC en las dimensiones de la vida humana: escolar, laboral, personal y relacional, cultural, etc.

Gallardo y Vadillo (2014) muestran que la inclusión de estas tecnologías también está afectando a otros ámbitos como el educacional, transformando así las metodologías docentes. Igualmente, mencionan que según Vadillo y Marta (2010) éstas han fomentado las capacidades de análisis y reflexión, así como la productividad, la interacción y la participación del alumnado y del profesorado, incluso ha mejorado la relación a distancia entre ellos. Éstos mencionan en su investigación que los profesores que habían sido objeto de estudio trasmiten buenas sensaciones a cerca de la implantación de estas NN.TT. en su ámbito de trabajo.

Asimismo, Vidales y Sádaba (2017) afirman que la tecnología digital está cobrando gran importancia en diferentes ámbitos, entre ellos el familiar, educativo y social. Su estudio va encaminado hacia el colectivo adolescente y lo motiva el querer conocer de qué manera influye la comunicación mediada por el móvil en las relaciones sociales de éstos y las diferencias entre la comunicación que realizan de forma presencial.

Entre sus resultados cabe señalar que el número de contactos y la amplitud del ámbito de personas con las que se relacionan influye de forma en el capital social, afectan también de forma positiva a éste el sexo, el curso, la calidad y cantidad de los contactos, los espacios en los que realizan esta comunicación, la preferencia por querer comunicarse también cara a cara, la estructura familiar y la incorporación de aplicaciones destinadas a juegos. Lo que como consecuencia acaba generando confianza traducida como mayor cantidad de información transmitida por éste medio, como dato significativo y de gran importancia tratando de hacer una distinción de género este estudio hace hincapié en que es el género femenino aquél más preocupado por su imagen y los comentarios que genera, cambian con mayor asiduidad su imagen de perfil y sienten la necesidad de mirar el móvil así como comunicar todo aquello que les sucede. Finalmente toda esta información se traducirá en diversas variables que afectarán al proceso de construcción de su identidad.

El desarrollo del constructo de identidad personal desde las nuevas tecnologías.

Tomando la identidad personal como otro tema a destacar en las NN.TT.,

Serrano (2013) cree que es de relevante importancia concretar que en internet se lleva a cabo una puesta en escena representativa del "yo" de cada uno de nosotros, ésta se lleva a cabo a través de la creación de un perfil y de la actualización del mismo. Este perfil está compuesto por un estado que habla de sus gustos y aficiones ya sea a través de noticias, frases célebres, fotos personales, entre otros.

Igualmente, señala que este mundo virtual y "no inmediato" permite disponer de mayor control a cerca de esta identidad, permitiendo incluso según Felipe (2010) difuminar esa frontera entre el rol y el yo, ya que por medio de internet eres lo que juegas a ser, esto es posible gracias al anonimato entre otros factores como la falta de variables que inhiben al usuario y la protección dada por la separación física de los terminales. Teniendo como gran desencadenante la discordancia existente entre la realidad y la imagen que exponen los sujetos en el mundo virtual.

Seguidamente y en torno a este último aspecto señalado sobre la identidad personal en el mundo virtual, Serrano (2013) subraya la advertencia que realiza Rosas (2012) sobre los diferentes modos de usar internet, puesto que éstos tienen potencial para producir tanto daños como beneficios a nivel psicológico en los diversos usuarios consumidores del mismo. Será en el siguiente apartado en el que se expondrán tanto las ventajas como los inconvenientes de la influencia y aplicación de estas NN.TT. en las relaciones interpersonales, así como otros ámbitos mencionados anteriormente.

Ventajas y desventajas sobre el uso cotidiano de las NN.TT. en las relaciones interpersonales y dimensiones sociales del ser humano.

Entre las ventajas e inconvenientes destacamos (Rizo, 2008; Felipe, 2010; Pagano, 2012; Serrano, 2013; Gallardo y Vadillo, 2014; Siles, 2014 y Vidales y Sádaba, 2017) causas positivas como son la rapidez e inmediatez de los medios y recursos, experimentación del proceso, aproximación al entorno que nos rodea, intensidad emocional, menor coste de tiempo, capacidad de evasión a otras realidades, atracción generada por la curiosidad de conocer dónde se encuentran los límites, disponibilidad y accesibilidad de los recursos, aceleración de las relaciones, selectividad y proximidad a los contenidos de nuestro gusto, globalización, diversidad, apoyo al crecimiento humano, económico y de bienestar, apoyo a la salud, medio ambiente y educación, innovación y creatividad y facilidad para la expresión.

A pesar de ello, observamos que estar conectados y ser parte activa de esta sociedad actual que nos caracteriza también tiene sus efectos negativos, entre ellos podemos destacar principalmente el aislamiento, creación de un yo irreal y consecuente falsedad de la información, interpretación negativa de las relaciones interpersonales físicas, poca protección, anonimato, imagen del yo alterada-seccionada, depresión, permisos de acceso que damos y que nos ponen en un aprieto o que vulneran nuestra seguridad y confidencialidad virtual, invasión de la vida privada, velocidad del cambio a la que nos es difícil adaptarnos los sujetos, brecha digital, exceso de información, radiaciones, sentimientos y sensaciones negativas que devienen de todas estas, entre ellas la ansiedad, el estrés, apatía, frustración y abatimiento... Por ello se requiere de responsabilidad y conocimiento a la hora de usarlas, compartir en ellas, entre otras acciones.

Implicaciones socioeducativas

a) Impactos negativos en las relaciones humanas:

  • -  Falsedad de la imagen del “yo” trasmitida en las redes: Se trasmite una imagen falseada que no corresponde al “yo” real debido a la frontera difuminada que existe entre la persona y el rol que interpreta en el mundo virtual, lo que nos lleva a concluir con un falsedad de las posibles relaciones que se entablen a través del interés por este perfil falso por la discordia creada entre la imagen real y la imagen virtual.

  • -  Desplazamiento e invasión de las relaciones: El nacer en el vientre de una comunidad basada en la tecnología nos hace ser seres que hemos crecido y vivido con ella, la incorporamos a todo tipo de ámbitos de nuestra vida y necesitamos de ella para “sobrevivir” a las necesidades actuales. Entre estas necesidades existe el interés por ser “visible” virtualmente hablando, esto se traduce en publicaciones y actualización constante de nuestro perfil, por lo que nos lleva a dejar a un segundo plano las relaciones interpersonales por estar más ocupados de realizar acciones que nos garanticen esta visibilidad o en el peor de los casos, exponerlas socialmente con las posibles repercusiones que eso puede generar.

  • -  De vivir “con” a vivir “en”: Estamos dejando de tener experiencias prácticas físicas sobre las relaciones, dejando a un lado el mundo real y centrándonos en el mundo virtual donde no se hace contacto y los lazos son meramente virtuales.

  • -  Confidencialidad mermada y falta de protección de nosotros mismos y la información que trasmitimos: Exponemos datos personales sobre nosotros mismos y el entorno inmediato que nos rodea a través de internet, entregándosela a individuos con los que hemos entablado una relación basada en la “confianza”, sin embargo, no sabemos hasta qué punto nuestra información será bien tratada por estos usuarios anónimos.

b) Impactos positivos en las relaciones humanas:

  • Inmediatez y facilidad a la hora de contactar con alguien: Invertimos menor tiempo y energía a la hora de ponernos en contacto con cualquier persona de nuestra lista de contactos, asimismo, esto también se traduce en una reducción de la inversión económica empleada.

  • Complementariedad y diversidad en las relaciones: Esto es debido a la consolidación y construcción de nuevos lazos sociales, así como nuevos entornos relacionales.

  • Incremento y aceleración de las relaciones: Nos permiten tener, mantener y hacer crecer relaciones a distancia tanto a nivel familiar, laboral, escolar, social, etc., obviando el inconveniente de la personificación personal.

  • Aumenta el capital social individual a medida que se tiene contacto con mayor número y diversidad de contactos, influyen también en él la diversidad de edades, calidad de los contactos y los espacios donde se lleva a cabo, así como la preferencia por querer comunicarse también de forma física.

Sin embargo, todo avance tiene un coste tanto a largo como a corto plazo, aunque inmediatamente no sea posible de observar, el sometimiento a la actividad constante en este mundo virtual nos lleva a ser seres aislados y seres que priman un tipo de interacción no basada en la comunicación tradicional. Igualmente generan diversas dolencias en el capital humano, siento éstas en gran parte déficits y desequilibrios de índole psicológica, caracterizados por un mal uso y por una adicción permanente a estos métodos de vida caracterizados por la visibilidad constante. Esto se ha podido observar tanto a nivel social como familiar, aunque hay casos excepcionales que mencionan la gran calidad y cantidad de relaciones que generan en jóvenes en edad de estudios obligatorios influyendo de forma positiva en su confianza, autoconcepto y autoestima.

Por lo tanto, como conclusión general y que engloba los aspectos señalados anteriormente, es conveniente destacar que las NN.TT. han supuesto no sólo una revolución en las formas de relación, sino también a la hora de concebirlas y exponerse a ellas. Igualmente, han crecido dotándose de complementariedad y diversidad entre sus aspectos más señalados y facilitándonos la tarea, pese a ello, los individuos están olvidando el valor de las relaciones interpersonales físicas, dejándolas en un segundo plano. De igual modo, se encuentran sumergidos en un mundo irreal que les lleva a la falsificación de su imagen para gustar a los espectadores virtuales, así como también está influyendo negativamente en nuestra confidencialidad y protección personal. Por lo que, es necesario añadir que es conveniente conocer no sólo los aspectos positivos que las conforman, sino también los negativos y sus límites, protegiendo nuestra intimidad y vida personal controlada y alejada hasta cierto punto de éstas.

Finalmente, es de real importancia añadir actuaciones destinadas al conocimiento, gestión y uso de las TIC, así como es necesario concienciar que no sólo hay que escoger entre un tipo de comunicación, sino que la complementariedad de ambos tipos nos llevará a tener un mayor aumento de nuestro capital social, lo que se traduce en experiencias, conocimientos y enriquecimiento personal y social.

Por ello y como propuestas desde la Educación Social sería conveniente establecer puentes de interconexión que facilitasen la comprensión de estas nuevas metodologías así como la adquisición de habilidades y conocimientos básicos y avanzados sobre el uso y repercusión de éstas. Esta información podría ser llevada tanto al ámbito escolar con el fin de que los profesores pongan en práctica el uso restrictivo del teléfono móvil en las aulas, así como un uso adecuado del material tecnológico del centro, también podría trasladarse al ámbito familiar mediante la impartición de charlas en asociaciones de padres y madres o vecindarios sobre las implicaciones y consecuencias de las NN.TT. tratando de dotarles de habilidades versátiles y útiles que faciliten su comprensión sobre este nuevo mundo virtual, así como conocer los efectos positivos y negativos sobre la utilización de estos medios por parte de sus hijos. Y así sucesivamente con otros ámbitos como el laboral, tratando de aportar conocimiento sobre estos métodos digitales en sus diversos sectores, tratando también de establecer una privacidad y compromisos destinados a compartir información de una manera adecuada, el mercantil, económico, político, de ocio y tiempo libre, etc.

Un ejemplo de casuística necesaria de la intervención de este profesional, sería el hecho de una familia, este caso unos padres que mantienen una disputa con su hija por el uso excesivo del móvil, llegando incluso a producirse fracturas en su comunicación y confianza. Para ello, la mediación sería una herramienta totalmente adecuada debido a que convocaría y enfrentaría a las partes, conocería las causas y antecedentes del conflicto, así como sus dimensiones y elementos que lo conforman. Indagaría en las necesidades de cada uno de los actores implicados y ayudaría a mantener una negociación equitativa y equilibrada entre las partes, con el fin de llegar a una mejora de la comunicación, confianza y relación o como exponente máximo un acuerdo que zanje su conflicto.

Utilización de las redes sociales

El aumento del uso de redes sociales virtuales, la importancia que han ido cobrando en los medios de comunicación, en los sistemas políticos y de organización social, y la disponibilidad actual para cualquier persona de acceder a Internet, nos hacen plantearnos si estas redes sociales actúan funcionalmente de forma similar o distinta a las redes sociales tradicionales (con interacción presencial, cara a cara).

Las redes sociales son el medio por el que se recibe y se entrega apoyo y ayuda (Fernández Peña, R. 2005). El apoyo social es suministrado a las personas a través de sus redes sociales, por lo que no resulta posible hablar de apoyo social sin hacer referencia al recurso a través del cual se obtiene, las redes sociales. Así como tampoco es posible hablar de las redes sociales sin mencionar las consecuencias que para las personas tienen en el apoyo social recibido. No es posible analizar uno de ellos sin tener en cuenta el otro. Son dos conceptos que han surgido de forma inseparable: el apoyo social es el fenómeno o la función de ayudar y ser ayudado en determinadas situaciones por otras personas o a otras personas; y la red social es el contexto donde ese apoyo social tiene lugar y al mismo tiempo la fuente de donde se obtiene dicho apoyo.

Este apoyo es una variable que influye en el bienestar y en la calidad de vida. Los individuos con relaciones de apoyo suelen tener mejores condiciones de salud física y mental, dados los recursos que obtienen de dichas relaciones (Castro, Campero y Hernández, 1997). El apoyo social actúa tanto disminuyendo el malestar cuando este se presenta como siendo escudo protector ante la aparición del mismo. A medida que han ido avanzando los estudios sobre apoyo social, estos se centran más en el estudio de redes sociales que en grupos sociales. Y en la misma línea, las relaciones sociales deben estudiarse como redes sociales ramificadas y no limitándose a los grupos (Wellman, 1979). Por tanto, si estas redes virtuales actuaran de la misma manera, tendríamos a disposición una herramienta de gran utilidad, tanto para la intervención de la salud mental como para la prevención de problemas psicológicos relacionados con la actividad social. 

Tomando la idea expuesta por Gottlieb (1981) y Dean (1986), las redes sociales o los vínculos sociales constituirían el área estructural del apoyo social, siendo este un constructo multidimensional formado por dos ámbitos básicos: el área estructural ya mencionada y el área funcional o expresiva (tipo de apoyo recibido u ofrecido).

Algunos estudios de los años 90, que pretendían vincular el uso de Internet con la actividad social offline y el bienestar psicológico, proporcionaron una evidencia contradictoria, apuntando unos hacia el aislamiento social y el diestrés (Kraut, Patterson, Lundmark, Kiesler, Mukophadhyay y Scherlis, 1998; Kraut, Kiesler, Boneva, Cummings y Hegelson, 2002) y otros hacia una mayor actividad social (Robinson y Kestnbaum, 1999), mayores niveles de confianza hacia los demás y redes sociales más extensas (Cole, 2000; Hampton y Wellman, 2000; Uslander, 2001). En el estudio llevado a cabo por Kraut y Kiesler en 1998, llamado proyecto HomeNet, orientado a analizar el uso de Internet, se hizo un seguimiento durante dos años a los participantes a través de las cookies y los log files almacenados en los servidores de red. Se concluyó que Internet presentaba una situación paradójica; por un lado fomentaba las relaciones sociales on line, pero por otro lado servía para de socializar a los usuarios de sus ambientes habituales. Este estudio tuvo muchos detractores y críticas, que impulsaron su revisión por parte de sus mismos autores, quienes encontraron resultados distintos:

esta situación paradójica se daba en algunas personas, pero en otras, Internet servía para potenciar ciertas relaciones sociales que los participantes ya poseían en su contexto habitual.

En el año 2008, Campos Freire analizó los contenidos que circulaban en las interacciones a través de las redes virtuales. De las redes analizadas, el 20% eran exclusivamente informativas y el 80% de entretenimiento (relación-amistad-participación). En el 60% de las redes de entretenimiento también está presente la información, con contenidos de texto y audiovisuales e, incluso, blogs, podcast y televisión. La mitad de las redes estudiadas promovían la participación a través de grupos de discusión y, en algunos casos, también con foros. La información de servicio prevalecía frente a la institucional, que es la que domina en los medios tradicionales.

Una característica de los beneficios de las redes sociales se basa en el tamaño y la densidad de la misma, y es incuestionable que una red virtual puede ser mucho mayor y más sencilla de mantener. Sin embargo, y siguiendo a los autores citados, no se puede confirmar que la cantidad de nexos o contactos supongan una mejor calidad en el tipo de relación.

Respecto al funcionamiento de ambos tipos de redes, parece que coinciden en cuanto a obtención de información y de ayuda. Sin embargo, hay que tener en cuenta la posible paradoja de que la pertenencia a una red social virtual pueda influir de manera negativa en la inmersión en una red social "clásica" en algunos casos.

Sin embargo, se trata de un punto de no retorno; una vez surgidas, es imposible concebir nuestro mundo social sin estas redes virtuales, por lo que el interés científico y social debe centrarse en potenciar los efectos beneficiosos de las mismas, al mismo tiempo que proteger especialmente a los grupos de riesgo (incluidas características de edad y

género) de sus posibles desventajas.

Las redes sociales virtuales no van a sustituir a las presenciales, pero se convertirán en una herramienta añadida de apoyo para determinados colectivos y en determinadas circunstancias, así como un elemento a considerar en casos de falta de control de los factores externos de la situación para conseguir un incremento del apoyo social y del bienestar y satisfacción del individuo y de su grupo social.

CONCLUSIONES

Es necesario que la sociedad siga evolucionando en materia de las NN.TT. y las relaciones, así como la influencia recíproca que se tienen entre ellas, ya que gracias a estas relaciones perfeccionamos nuestra imagen personal, ponemos en práctica habilidades sociales y aprendemos del ensayo-error del día a día, advertimos con mayor facilidad comportamientos negativos o malintencionados en otros y somos capaces de juzgar y establecer juicios certeros y con menor probabilidad de error no sólo por la comunicación que realizamos, sino gracias a la observación participante que hacemos de forma constante y casi sin darnos cuenta. Así como también somos capaces de reconocer sentimientos y emociones en los demás, los trasmitimos e forma más genuina y la experiencia recogida contiene mayor número de connotaciones que le aportan vivacidad.

En resumen, la interacción social presencial tiene diferentes beneficios a la no presencial así como también poseen desventajas, ambas es necesario no sólo mediarlas sino educar para el correcto uso de las mismas con el fin de que se

completen y perfeccionen para dar como resultado una calidad en las relaciones interpersonales permitiendo consolidar relaciones ya establecidas y por ende suprimir todos los posibles efectos negativos que pudieran crear.

ACTIVIDADES DE APRENDIZAJE

1.- Realice un ensayo no inferior a una hoja tamaño carta en word (convertido a pdf) letra arial del número 11, en el cuál exponga los efectos negativos que con base al material de estudio se ha expuesto y a su experiencia sobre el uso de redes sociales (Facebook, X, Instagram, TokTok), identifique alguna problemática y exponga en su ensayo.

2.- Realice un diagrama, mapa conceptual o lluvia de ideas en donde destaque las bases neurobiológicas del apego.

Remita sus actividades por correo a: tareasconsejomxneurociencias@gmail.com

Es muy importante tomar en consideración que los plazos para la entrega de actividades, aparecerán a un costado del botón que permite el acceso a esta unidad situado en el menú de este diplomado.

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